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Sector logístico: Estos son los puestos mejor valorados

Te contamos en este post cuáles son los trabajos que impulsan la transformación del sector logístico o, dicho de otra forma, los puestos mejor valorados del sector.

  • La logística reclama perfiles que integren personas, organizaciones, datos, tecnologías y elementos materiales.
  • Los puestos más valorados son los que tienen un mayor potencial transformador.

El sector logístico ofrece interesantes oportunidades de empleo. Afronta importantes retos de sostenibilidad social y ambiental y de transformación tecnológica. Su evolución se ve marcada por la llegada de nuevas herramientas, pero también por su papel central en las cadenas de suministro.

Además, es un sector que reclama profesionales con habilidad para seguir el compás que marca el entorno. Cualquier perturbación (positiva o negativa, ya afecte a la demanda u oferta agregadas o bien solamente a una empresa) incita a tomar medidas. Y quienes tienen facilidad para proponerlas y participar en su implementación gozan de buenas oportunidades en los puestos mejor valorados del sector logístico. Veamos las principales líneas.

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Puestos mejor valorados de Ingenieros en el sector logístico

Los ingenieros logísticos tienen un papel muy importante en la gestión y uno decisivo en la introducción de tecnología. Se buscan profesionales capaces de:

  • Introducir nuevas herramientas tecnológicas como sensores IoT, robots, infraestructuras de conectividad, nuevas generaciones de máquinas empleadas en el almacenaje o vehículos de transporte. Han de ser los intérpretes que visualicen y planifiquen cómo entrarán estos nuevos instrumentos en la empresa.
  • Controlar los procesos de mantenimiento, tanto ordinario como reparaciones de máquinas, vehículos e instalaciones. En especial, deben saber traducir las enseñanzas de los datos a acciones reales de mantenimiento. Con ello, deben aportar el conocimiento necesario para saber cómo implementar soluciones prácticas a los problemas que se anticipan. El objetivo final es dar fluidez y flexibilidad a los procesos.
  • Participar en la reorganización logística. Deben estudiar los nuevos perfiles tecnológicos y humanos, las necesidades de los clientes, los retos normativos y de sostenibilidad social y ambiental… Sus habilidades tecnológicas son de gran valor para encajar todas las piezas.

La tecnología da grandes oportunidades a la logística, pero se necesitan profesionales capaces de interpretarlas.

Trabajos en logística relacionados con los datos

Aquí encontramos perfiles como analistas de datos o expertos en inteligencia de negocios. Los datos son los que indican los caminos a seguir y se necesitan profesionales que sepan:

  • Contribuir a la optimización de rutas de transporte, no solo de trayectos, sino también de vehículos y conductores.
  • Anticipar los cambios que deba propiciar la evolución de los deseos y necesidades del cliente en la logística.
  • Descubrir patrones ocultos que propician desperdicio de mercancías o de otros recursos, incluidas las horas de trabajo y la energía.
  • Proveer datos que orienten las decisiones sobre revisiones de envases, embalajes, procedimientos de carga, descarga, estiba, desestiba, etcétera.
  • Trabajar en sistemas de análisis de datos sobre la sostenibilidad de las actividades.
  • Comunicarse con los diferentes departamentos para realizar simulaciones basadas en los datos.
  • Participar en el diseño de planes de formación para empleados de logística sobre herramientas basadas en los datos.
  • Desarrollar todo tipo de informes basados en los datos y colaborar en el diseño de procesos para automatizar la generación de informes y alertas.

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La capacidad de organizar es una de las más valoradas en el sector logístico.

La gestión de la cadena de suministro

En este ámbito, se necesitan profesionales con habilidad para hacer casar las piezas:

  • Buscan los mejores precios y condiciones de aprovisionamiento.
  • Deben guiar la transformación interna para que se acompase con la evolución de los otros intervinientes en la cadena. De este modo, anticipan los retos de cada relación y las oportunidades de mejora. Además, señalan en el contexto interno cuáles son los principales hitos que demandan los cambios del entorno y, en especial, los que están viviendo los otros intervinientes en la cadena.
  • Se convierten en el traductor externo de los planes internos. Hacen valer cómo los cambios que vive la empresa se van a materializar en una logística con ventajas para todos.
  • Coordinan las implicaciones logísticas de los cambios conjuntos con otras empresas.
  • Garantizan que el flujo de información es útil. Ponen contexto a lo que los datos dicen sobre las necesidades logísticas de proveedores, clientes y otros intermediarios e intervinientes de la cadena de suministro.
  • Convierten su experiencia en el trato con otras empresas en conocimiento empresarial.

La gestión del tráfico

Los gestores de tráfico se enfrentan a un variado conjunto de retos:

  • Tener una visión completa de los recursos humanos, en particular de los conductores de vehículos. Hay que saber dónde están, quién está disponible, cuáles son las condiciones de descanso, etcétera. Al mismo tiempo, han de garantizar que conocen y cumplen los requerimientos normativos.
  • Optimizar la integración de los vehículos en las labores logísticas. Ello incluye labores de vigilancia, mantenimiento, aprovisionamiento de fuentes de energía, etcétera. También es muy decisivo el estudio de cómo afectan los cambios en la operativa logística a los vehículos y si estos están preparados para afrontarlos.
  • Estudiar los cambios tecnológicos en el seguimiento de vehículos. Hay que diseñar planes para convertir las novedades en posicionamiento, conectividad y medición de las propiedades físicas de las mercancías en mejoras reales para la empresa.
  • Abordar las incidencias de los trayectos. En el corto plazo, eso supone una rápida respuesta ante los problemas que surgen. Además, hay que analizar cuáles son los patrones que más se repiten para proponer iniciativas de prevención.
  • Gestionar los retos del tráfico en la última milla. Deben entender las necesidades de los clientes, pero también cómo integrar a los conductores en procesos fluidos.
  • Seguir el impacto ambiental de la flota y proponer medidas para hacerla más sostenible.

Los puestos mejor valorados del sector logístico nos marcan unas líneas de transformación tecnológica. Los diferentes profesionales implicados han de darle valor humano, sentido empresarial y sostenibilidad ambiental.

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La causa y el efecto

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Hasta hace unos años, la mayoría de los Premios Nobel de Economía tenían un claro perfil teórico y la inmensa mayoría de sus contribuciones tenían un fuerte componente matemático. Gracias a ellos fue creciendo la teoría microeconómica y macroeconómica. En cambio, en las dos últimas décadas, también se ha concedido a economistas empíricos y a aquellos que emplean los experimentos, la psicología, la sociología e incluso la ciencia política. Era lógico, la sociedad del fin del siglo XX y de lo que va de siglo XXI cada vez es más compleja y requiere de propuestas y soluciones que combinen rigor, una mayor completitud e interdisciplinariedad.

Los Nobel de este año van en esa dirección, con la concesión de la mitad del premio al canadiense David Card (Universidad de Berkeley) y de la otra mitad, ex aqueo, al estadounidense Joshua Angrist (MIT) y al holandés Guido Imbens (Universidad de Stanford). En palabras del Comité de los Nobel, “han revolucionado la investigación empírica en economía”. En particular, han clarificado cómo entender adecuadamente la relación “causa-efecto” en los estudios con datos. Asimismo, pero no menos importante, tienen notables y clarificadoras aportaciones en cuestiones controvertidas sobre los efectos del salario mínimo, la inmigración y el nivel educativo sobre el mercado de trabajo. En suma, los trabajos de los tres laureados este año son un ejemplo de que se puede responder a las preguntas que se hace la sociedad.

David Card contribuyó a entender mejor el impacto del salario mínimo sobre el empleo, una cuestión controvertida aún. Los estudios siempre han mostrado la relación negativa entre salario mínimo y empleo. Sin embargo, Card retó la visión convencional que apuntaba a una dirección solamente: los salarios mínimos tienen efectos negativos sobre el empleo. Según el recién Nobel, la relación contraria también podía ocurrir: cuando aumenta el desempleo, las empresas pueden estar en condiciones de fijar menores salarios, con lo que aumenta la presión social a favor de aumentar el sueldo mínimo. Su estudio experimental empleando datos de Nueva Jersey mostró la ausencia de efectos de la subida del salario mínimo sobre el nivel de empleo. Por otro lado, Card también demostró en otra investigación experimental aplicada a la ciudad de Miami, que la inmigración (que en su estudio provenía de los cubanos que huían del régimen de Castro) no afectaba negativamente a los niveles de ingresos de los trabajadores menos cualificados, desafiando la visión tradicional que la llegada de inmigrantes afecta negativamente a sus salarios.

Por su parte, los otros dos premiados, Joshua Angrist y Guido Imbens han contribuido notablemente desde el ámbito metodológico a entender las “causas y efecto” en economía. Sus estudios ayudan a responder bajo qué condiciones un experimento natural puede utilizarse para mostrar los efectos de las decisiones de los individuos. Ellos, por ejemplo, retan la visión tradicional de que, a mayor nivel educativo, mejor salario en el futuro. En muchos casos, ellos demostraron con rigor que no en todos los casos es así y otros factores (ambición personal, capacidad de adaptarse al mercado laboral) pueden influir tanto o más.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

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Esperar a las caídas de bolsa para invertir es una mala estrategia a largo plazo, te contamos por qué

Una de las grandes preguntas que tienen los ahorradores que desean invertir en bolsa es cuál es la mejor manera de proceder para obtener los mejores resultados ¿debemos ir poniendo dinero mes a mes o es una mejor alternativa ir ahorrando y más adelante cuando se produzca una caída invertir todo lo ahorrado hasta ese momento?

Hoy resolvemos está duda de ambas estrategias de inversión a largo plazo. Pero antes de empezar, debemos describirlas.

La primera alternativa tiende a conocerse por dollar cost average (DCA) que parte de la idea de invertir una cantidad fija periódicamente en bolsa, independientemente si el mercado sube o baja.

Comprar en caídas

Comprar en caídas se traduce en ir ahorrando un importe determinado periódicamente en efectivo hasta que el mercado caiga por debajo de una determinada cantidad porcentual desde sus máximos históricos.

Una vez que el mercado caiga lo suficiente, un determinado porcentaje desde máximos, se invierte todo el efectivo ahorrado. A partir de ahí, invertimos periódicamente hasta que el mercado visite máximos históricos. En ese momento, vuelta a empezar, volvemos a acumular efectivo hasta que se produzca la siguiente caída del mismo en términos porcentuales que la anterior.

Esta tiende a ser la estrategia más empleada. Al igual que compramos cualquier artículo cuando está en rebajas, lo mismo ocurre con la compra del mercado cuando ha bajado.

Tomaremos el estudio de Nicolás Maggiulli publicado en Of dollars and data que se ejecuta de la siguiente manera:

Con el DCA invertimos 100 dólares cada mes durante los 20 años. Por el contrario, con la metodología de esperar las caídas, ahorramos 100 dólares mensuales hasta que el mercado cae y se invierte todo el efectivo ahorrado y continúa invirtiendo 100 dólares cada mes hasta que el mercado alcance otro máximo histórico. En ese momento, se vuelve a acumular efectivo hasta que se produzca la siguiente caída del mismo tamaño. Y así sucesivamente durante todo el periodo de 20 años.

Los resultados que se observan en todos los períodos de 20 años desde 1920 hasta 2020 es que la media de rentabilidad de utilizar la estrategia de comprar en caídas durante 20 años oscila entre el -5% y el -13% frente al DCA, dependiendo del umbral de caída que se se vaya a emplear.

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Es poco probable que si nos basamos en esperar caídas pequeñas para entrar en el mercado ganemos al DCA a largo plazo frente a si esperamos caídas grandes entre 1920 y 2020: Cuando se utiliza una estrategia de entrar en un umbral de caidas del 10% al 20%, existe una de cuatro posibilidades de derrotar al DCA.

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DCA es mejor estrategia

Si usamos un umbral del 50%, la probabilidad de exceder el DCA aumenta a casi a cuatro de cada diez. Pero esto tiene un precio porque, aunque es más probable que supere el DCA cuando usa un umbral de caída más alto, la rentabilidad final decaerá más (en promedio).

Esto sucede porque la estrategia de esperar las caídas para entrar, tiende a permanecer en efectivo demasiado tiempo. Esos dineros dado que no se capitalizan en la inversión, no aprovechan todo el potencial de la fuerza del interés a largo plazo del mercado.

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Los PGE que necesita la economía española

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Con la aprobación de los presupuestos por parte del Gobierno, se abre el debate parlamentario acerca de la política fiscal que necesita una economía que todavía está lejos de haberse recuperado de la crisis. Este es un contexto que, en circunstancias normales, aboga por potentes estímulos a la demanda. Además, a la inversa de lo que ocurrió hace unos años, Europa ha respondido con flexibilidad. 

Pero si bien estos no son tiempos de austeridad, tampoco lo son de un impulso fiscal generalizado. En primer lugar, porque la demanda latente de consumo privado y de inversión empresarial es considerable, y que por tanto el reto para la política económica es facilitar su desembolso. En la primera mitad del año, los hogares acumularon 23.100 millones de euros en excedentes y en el caso de las empresas el sobreahorro alcanzó 17.900 millones. La confianza de los consumidores se mantiene en cotas elevadas, mientras que las empresas rebosan de pedidos, a la vez que incorporan nuevos trabajadores. 

Si los excedentes tardan en transformarse en más gasto y actividad es porque las fábricas se ven obligadas a frenar la producción como consecuencia de los retrasos en los suministros, que por otra parte se encarecen. En algunos casos como en la construcción y el transporte también aparecen fenómenos de escasez de personal. Los consumidores, por su parte, aplazan compras de bienes duraderos como automóviles, bicicletas y electrodomésticos, a la espera de una normalización de los circuitos de distribución. Además, la explosión de costes energéticos merma el poder adquisitivo de los sectores no energéticos. Las presiones inflacionarias surgen precisamente a raíz del desfase entre demanda y capacidad de producción a corto plazo, unido al ciclo alcista del gas y de la electricidad.  

Fuentes: INE, Markit Economics y Funcas.

En suma, el principal problema no radica en la falta de demanda privada, sino en la merma de capacidad productiva a que se enfrentan grandes áreas de la economía, como la industria y los servicios más intensivos en recursos naturales. Otra cosa es la situación de actividades ligadas al turismo, la cultura y el capital humano —donde sí existe una amplia oferta ociosa e inmediatamente disponible—. 

Si el diagnóstico es correcto, los próximos PGE tienen que ser expansivos en inversiones que contribuyan a relajar la crisis energética (que son aquellas orientadas a las energías renovables, hidrógeno verde y mejora de la infraestructura de red eléctrica). También se necesita un esfuerzo de adaptación del mercado laboral a las transformaciones en marcha (más capital humano, mejores políticas activas de empleo). Todo ello coincide en buena medida con el plan de recuperación financiado con los fondos europeos.  

Pero la situación económica también aboga por unos PGE que se acerquen al equilibrio en materia de transferencias y gasto corriente de las administraciones: no son instrumentos adecuados para sustentar una recuperación lastrada por cuellos de botella, como tampoco lo sería un recorte de tributos. 

Finalmente, la ejecución presupuestaria depende estrechamente de la puesta en marcha de reformas. Para 2022, está previsto el desembolso de 18.000 millones, pero Bruselas lo condiciona a un apretado calendario de reformas que incluye al menos cuatro hitos cruciales en materia laboral (negociación colectiva, estatuto de los trabajadores, subcontratación, y políticas activas) y dos en pensiones (cotización de los autónomos y factor de sostenibilidad). De no acometerlas, el flujo de fondos europeos se suspenderá, y el déficit se irá al 6,5% —un desvío de un punto y medio en relación a un objetivo ya de por sí voluntarista, habida cuenta del cuadro macroeconómico que sustenta los PGE—. Esto nos colocaría en posición incómoda de cara a la capacidad de influencia en el proceso de reforma de las reglas fiscales europeas, y ante la reducción gradual de las compras de deuda pública que se vaticina por parte del BCE. Nos jugamos la transformación del modelo productivo, pero también su sostenibilidad.

FONDOS EUROPEOS | Una de las claves de los PGE reside en la ejecución de las inversiones previstas en el Next Generation EU. Según el portal del Gobierno, a finales de septiembre se habrían realizado 24 convocatorias por un monto total de 4.800 millones, y otras 20, por 1.000 millones más, estarían abiertas o en vía de tramitación. Estamos por tanto lejos de alcanzar el objetivo de comprometer 27.000 millones para este año. El desvío podría compensarse en el próximo ejercicio, pero los PGE ya prevén nuevas inversiones por un monto similar a lo presupuestado para 2021.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

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Cómo dejaron de ser ricos los descendientes del millonario tecnológico más rico del mundo

En 1973, 120 descendientes del millonario Vanderbilt se reunieron para un encuentro familiar, ni uno sólo de ellos era millonario. En cambio, 100 años antes Cornelius Vanderbilt (conocido como el Comodoro) era considerado el hombre más rico de EEUU, y esa posición la mantuvo entre 1850 y 1875. Además, después de fallecer en 1877, su hijo William Henry Vanderbilt mantuvo esa posición de hombre más rico entre 1880 y 1885. En cambio, sus descendientes no destacan por su riqueza ¿qué pasó?

Vanderbilt no sólo era rico, sino que se hizo rico apostando por una nueva tecnología que permitía desplazar mercancías y personas a mayor velocidad y en mayor cantidad, la máquina de vapor. En cierto modo sería como los millonarios que ahora están invieritendo en transporte espacial.

Cornelius Vanderbilt, hombre más rico del mundo

La familia Vanderbilt tiene orígenes ingleses y holandeses y habían emigrado a EEUU donde trabajaban como granjeros en Nueva York, en Staten Island. Cornelius nació en 1794 y dejó el colegio a los once años para trabajar en el ferry de su padre. Unos años después montaría su propio servicio de transporte de pasajeros entre Staten Island y Nueva York. Por su energía, los otros capitanes de ferry lo llamaban “el comodoro”, mote que se le quedó toda su vida. A los diecinueve se casó con su prima, se mudaron a Manhattan (notese aquí el haber dejado la granja) y tuvieron trece hijos.

Sin dejar sus negocios, Vanderbilt fue nombrado capitán del emprendedor de ferrys de vapor Thomas Gibbons, y más tarde director de su empresa. Eso le permitió a Vanderbilt aprender a manejar una organización compleja y en temas legales. Se mudaron a Nueva Jersey, donde su mujer Sophia gestionaba una posada con cuyos beneficios pudo alimentar y educar a los hijos. Vanderbil dejó el negocio de Gibbons y empezó a aumentar el suyo, pasando de ser un operador de ferrys locales a operar barcos de vapor entre California y el resto de EEUU, con fuerte demanda gracias a la fiebre del oro.

Poco a Poco Vanderbilt fue interesándose en los ferrocarriles, comprando líneas y abriendo nuevas. Su legado todavía permanece. La Estación Grand Central se construyó en 1913 sobre donde Vanderbilt había construido su propia estación en 1869. Vanderbilt empezó obras de filantropía, que también continuarían sus hijos y nietos. En 1873 con una donación de un millón de dólares, inició la Vanderbilt University en Tennessee, que todavía hoy es una de las mejores universidades del país. El Comodoro falleció en 1877, dejando una fortuna de millones de dólares, siendo el hombre más rico del mundo y dejando a su hijo William H Vanderbilt como hombre más rico del mundo. William H Vanderbilt sólo sobrevivió a su padre nueve años, pero le dio tiempo a duplicar la herencia, se dice que su padre le dijo:

“Cualquier tonto puede hacer una fortuna, se necesita un hombre inteligente para mantenerla”.

Bueno, este había duplicado su herencia en dos nueve años, así que no nos podemos quejar de Vanderbilt hijo, que había heredado la mayor parte de la fortuna de su padre. Pero para Billy Vanderbilt el dinero era fuente de problemas y empezó a vender parte de la empresa fundada por el padre, la New York Central. Vanderbilt continuó las labores filantrópicas de su padre y tuvo una vida lujosa en su mansión de la quinta avenida donde tenía los más de 200 cuadros que compró.

Los nietos y bisnietos Vanderbilt

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Pronto el dinero llegaría a los nietos y estos parece que no estarían tan bien enfocados a enriquecerse. Billy Vanderbilt en vez de dejar el dinero al más hábil con los negocios, dividió su fortuna en partes iguales entre ambos hijos. Los nietos a pesar de su fortuna, en una época llena de nuevos ricos surgidos a partir de la guerra civil, no estaban en la lista de los 400 más impotantes de Nueva York que hacía una señora de la familia Astor (John Jacob Astor había sido el hombre más rico de EEUU en los años 40 y había sido destronado por Cornelius Vanderbilt). Les costó mucho dinero entrar en esa élite que los consideraba un grupo de nuevos ricos. Pero lo consiguieron, de hecho muchos acabaron casándose con miembros de la aristocracia inglesa y sus descendientes tienen títulos nobiliarios.

Uno de los descendientes, Arthur T Vanderbilt II escribió un libro sobre el auge y la caída de la familia. Cuenta como la tercera y cuarta generación de los Vanderbilt se dedicó a construir mansiones, y compitiendo entre ellos por la mejor, más grandes ¡, cara y lujosa, acabaron siendo dueños de varias mansiones en la quinta avenida. Estas ya no están, ya que en los años veinte fueron vendidas para ser derruidas y que los incipientes rascacielos fueran construidos. Pero la más grande de todas era Biltmore, en Tennessee, cuya construcción finalizó en 1895 y es un castillo renacentista de estilo francés que está abierto al público como un monumento nacional (sus fotos acompañan este artículo).

Además de construir mansiones, los nietos y bisnietos del comodoro hicieron donaciones a instituciones educativas (universidades) y culturales (museos, ópera o bibliotecas) mientras que se iban desentendiendo del negocio. William Kissam Vanderbilt en 1903 cedió el control de los ferrocarriles a otra empresa después de llevar un tiempo administrándola y dejó de interesarse por nada que le hiciera ganar más dinero.

A principios del siglo XX, se introdujeron nuevos impuestos a la renta y sucesiones a medida que el gobierno necesitaba más ingresos para proveer más servicios públicos. El costoso estilo de vida de los Vanderbilt se hizo imposible de mantener, y en la gran depresión los ingresos de los Vanderbilt se redujeron más todavía. En 1930 tuvieron que dar acceso a la mencionada mansión Biltmore. Los siguientes miembros de la familia que llegaron no consiguieron aumentar la herencia, sino que se dedicaban a dilapidarla.

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Adicionalmente, la New York Central, la empresa de ferrocarriles que era la fuente de riqueza familiar, empezó a declinar en la primera mitad del siglo XX. Al final de la Segunda Guerra mundial, el transporte de mercancías en ferrocarril había decaído frente al transporte en carretera. En 1954 la familia Vanderbilt vendió sus acciones y la empresa quebró en 1970.

En resumen, la familia Vanderbilt perdió su fortuna por una combinación de dilución de la misma entre muchos descendientes, derroche, crisis, impuestos, falta de iniciativa empresarial y obsolescencia tecnológica debido al auge del transporte por carretera. Los Vanderbilt eran una dinastía basada en la época de la tecnología de la máquina de vapor, y fueron sobrepasados por la tecnología del motor de explosión, sin que en ningún momento se les ocurriera montar una empresa de transporte con camiones o fundar una aerolínea.

Algunos de los miembros de la familia Vanderbilt siguen siendo destacados, por ejemplo la diseñadora Gloria Vanderbilt fue famosa por sus diseños de pantalones tejanos en los años 70 y su hijo Anderson Cooper es un destacado periodista, James Vanderbilt es destacado guionista y productor de cine, pero ninguna de estas personas están mínimamente cerca de la época dorada de su familia. Vanderbilt en su momento era sinónimo de dinero, pero hace muchos años que dejó de serlo.

Pregunta a los lectores ¿Conocen más familias millonarias que hayan perdido su fortuna? ¿Creen que los millonarios actuales han aprendido y son capaces de educar a sus descendientes para que no tiren el dinero?

En El Blog Salmón |

Más información | The New York Times, Grunge, Forbes

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Imagen | Ciro Ip

Imagen | Daniel Morrison

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Inteligencia Artificial (IA): Cómo formar a los empleados

En este post te contamos por qué es importante la formación en Inteligencia Artificial en la empresa y cómo ayuda esta tecnología a formar a los trabajadores.

  • Un 28% de las empresas españolas ya utiliza la IA de una forma mucho más madura.
  • El 95% de las empresas líderes en innovación obtiene valor de la IA.

Inteligencia Artificial, Big Data, Machine Learning… La tecnología forma parte del mundo empresarial. Tal es el caso que muchas empresas están recurriendo ya a ella para formar a sus empleados. La digitalización se ha convertido en una prioridad para las empresas. Al trabajador le ayuda a alcanzar sus objetivos de distinta forma a la habitual. Además, la empresa ve la situación como productiva y así se impulsa su competitividad.

La inteligencia artificial, también conocida como IA, es una rama de la computación que se dedica a crear máquinas que sean capaces de realizar tareas que generalmente desarrolla la inteligencia humana.

En ese sentido, la presencia de la inteligencia artificial promete acabar con problemas de la formación de los empleados. Así, se utilizan modelos genéricos y no personalizados para entrenar a los empleados.

Uso de la IA en el negocio

El 37% de las empresas españolas ya están en fase de exploración de proyectos de IA. Así lo advierte un informe elaborado por Microsoft. Sin embargo, ya existe un 28% de las empresas que se encuentran en una etapa más madura para utilizar esta tecnología.

El estudio de Microsoft pone el acento en el nivel de madurez empresarial en el uso de la inteligencia artificial. Según la compañía, la IA aporta valor a la estrategia del negocio. En ese sentido, el 95% de las empresas líderes en innovación obtiene valor de la IA. El dato contrasta con un 73% de las empresas que aún están explorando esta tecnología.

Ventajas de la IA en la empresa

¿Para qué sirve la inteligencia artificial en la empresa? ¿De qué depende su uso en el sector de los Recursos Humanos? ¿Está siendo útil su empleo para la formación del empleado? Lo cierto es que sí. La inteligencia artificial permite, entre otras cosas, implementar nuevos sistemas de formación en la empresa.

Cuando la compañía posee un software de Recursos Humanos, utilizar la IA hace posible que el responsable de Recursos Humanos conozca en profundidad las necesidades de formación de los trabajadores. Además, se puede proporcionar una mayor automatización, personalización y almacenamiento de grandes volúmenes de información para cubrir las necesidades de la empresa.

Por otro lado, las empresas que optan por apoyarse en la IA para formar a los empleados, consiguen crear contenido específico según su situación. Aparte, una vez que concluye la formación, se elabora un informe detallado sobre el desempeño del individuo. Esos informes se generan automáticamente a raíz de los datos almacenados.

Las empresas también pueden utilizar la IA para crear acciones formativas específicas.

La mejor formación para el empleado

Por otro lado, el empleo de la inteligencia artificial es una parte estratégica del negocio. La tecnología ayuda a las compañías a transformar cualquier parte del negocio. Pero no siempre es fácil de implementar. Incluso grandes empresas han tenido que afrontar retos y fracasos de su uso.

La mejor estrategia en estos casos es proporcionar educación sobre la IA a la mano de obra. Cuantas más personas posean conocimientos de IA, más rápido podrán empezar a participar y contribuir al proceso. Será, así, más fácil abordar los problemas en la empresa. Se trata, explican los expertos, de democratizar la IA y la analítica.

Empresas como Levi Strauss & Co han puesto en marcha recientemente varios programas de formación empresarial que están centrados en los datos y la IA. Un ejemplo está en el Machine Learning Bootcamp, un programa de ocho semanas para aprender a codificar en Python, redes neuronales y aprendizaje automático utilizando escenarios reales.

Es importante tener un programa de formación que sea algo más que una serie de conferencias. Según la directora de estrategia de inteligencia artificial en Booz Allen, “hay que tener una formación basada en los resultados«. Según dice, las empresas deben centrarse en cómo se puede utilizar la IA para impulsar la misión de la organización. Además, debe haber una formación basada en las funciones del empleado para que vea su utilidad.

Interpretar datos

El uso de la IA es novedoso para muchas compañías y no siempre es fácil implementarla en la empresa. En ese sentido, es importante realizar un análisis previo de la situación empresarial y de las necesidades. Es preciso comenzar con aspectos básicos.

Uno de los aspectos que puede ayudar más a las empresas en la formación en IA es realizar cursos de estadística. Esto ayudará a los empleados a entender cómo interpretar los datos y cómo darles sentido y equipará a la empresa para tomar decisiones basadas en datos. 

No hay que olvidarse de formar en ética, ya que los malos datos solo agravan los problemas de los sistemas de IA.  La ética ayudará al empleado a saber cómo utilizar correctamente la información que extraiga de los clientes.

La aceleración en la adopción de la IA es ineludible. La mayoría de los profesionales la experimenta a diario. Así, cuanto más eduquen las empresas a sus empleados sobre la IA, más oportunidades les ofrecerán para ayudarles a mantenerse al día.

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Para conseguir rentabilidad en tiempos de más inflación no queda sino asumir más riesgos. Y además España está peor colocada que el resto del mundo

Se cierra el mes de septiembre con un incremento del IPC del 4%, de acuerdo con el indicador adelantado que ofrece el INE. Estos niveles son muy significativo pues representan los niveles más altos desde septiembre del año 2008, siendo el protagonista el auge del precio de la electricidad.

Ipc

Como hemos explicado en anteriores ocasiones, el incremento de los precios de la electricidad vendría asociado al incremento del gas y, a su vez, al alza de los derechos de emisión en consecuencia de la ambiciosa batalla contra los emisiones de gases de efecto invernadero.

Otro factor a destacar para la subida de los precios, se fundamenta en las intensas caídas de precios que mostraron a lo largo de verano de 2020, muchas actividades de servicios que requieren un elevado grado de interacción social como es el caso de la hostelería y el ocio.

A lo largo de 2021 se observa una acusada aceleración de los precios de producción industrial en España, con especial intensidad en el caso de los precios de fabricación de algunos bienes intermedios en las ramas de la metalurgia, la química básica y la industria papelera.

Al mismo tiempo, vemos presiones inflacionistas que se observan a escala global, fruto de la recuperación de la demanda que ha propiciado los denominados cuellos de botella en la oferta por el incremento de los costes de producción por el incremento del precio de las materias primas. Se ha generado problemas de abastecimiento de insumos en sectores como el de los semiconductores, los productos químicos, los plásticos, la madera o los metales industriales.

Esta problemática se une a las tensiones del transporte marítimo y, debido a que la Eurozona es fuertemente dependiente de la importación de materias primas y bienes intermedios en sus procesos productivos se están produciendo situaciones de escasez de componentes básicos, que esta impidiendo que la oferta puede atender a la demanda en los plazos adquiridos.

Los actuales niveles de precio son de suma importancia para los hogares españoles debido a que el posible grado de persistencia podría mostrar, de cara a un futuro, una pérdida de poder de compra de la renta disponible y una política monetaria mucho más restrictiva para tratar de contener el alza de los precios.

EL inversor está atrapado

Si el poder adquisitivo de nuestra renta se ve afectado por la subida de los precios, nuestro patrimonio sigue la misma línea.

Podríamos pensar que dado el apego del español a la vivienda en propiedad, estamos cubiertos. Una reflexión que es parcialmente verdad porque el precio de la vivienda se ha incrementado un 4% desde septiembre de 2020 hasta los niveles actuales (datos del portal Idealista). Aunque hay que matizar que estas subidas tienden a mover las subidas catastrales para el alza del pago del IBI que afectan a nuestra renta.

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Pero el verdadero problema del auge del IPC, lo encontramos en los ahorradores españoles que se posicionan generalmente como perfiles conservadores. Su realidad es que los depósitos no ofrecen nada y el bono español a diez años ofrece una rentabilidad del 0,46%, es decir una rentabilidad real del -3,54%.

Entidades

Desde finales de agosto hasta la actualidad, hemos visto el incremento de la rentabilidad del bono español a 10 años, en línea de lo sucedido en los mercados de deuda soberana de las economías avanzadas en este caso el diferencial de rentabilidad del bono español a 10 años frente al alemán, la prima de riesgo, ha conseguido repuntar desde los 3 puntos básicos que muestro a finales de julio hasta situarse en los 64 puntos básicos.

Esta es la realidad del inversor conservador... o acepta la pérdida real o incrementa su riesgo para tratar de captar potenciales retornos sobre su ahorro.

En este caso, seguramente se miraría ponderar cartera en renta variable que está muy alta... el índice S&P 500 se ha elevado un 3,4% desde finales de junio y ha alcanzado,durante el trimestre, nuevos máximos históricos, con unas ratios de valoración fuera de órbita.

En el mismo período, el Euro Stoxx 50 se ha revalorizado un 3,1%, mientras que nuestro Ibex 35 que todavía se sitúa por debajo de sus niveles prepandemia, ha mostrado un ligero retroceso, condicionado por el impacto negativo que la expansión de la variante delta del COVID-19 ha tenido sobre las empresas de los sectores del ocio y del turismo, que presentan un peso comparativamente elevado en el índice español.

Indics

Nuestro ahorro no genera nada en el banco, invirtiendo en deuda del Estado aceptamos la pérdida real y nuestra bolsa es una de las rezagadas a escala global con poco potencial de crecimiento, pues sobreponderan empresas del siglo XX, de la vieja economía. Definitivamente, España estaría peor posicionada que gran parte de los países.

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Con más de un 13% de paro y un 1 millón de jóvenes sin empleo, estas son las profesiones en las que faltan trabajadores en España

Septiembre, y la campaña de verano, han concluido con 76.000 parados menos en España, según los datos del SEPE publicados esta semana. Esto quiere decir que a día de hoy el paro en España queda en el 13,7% de la población, es decir, 3,25 millones de personas.

Unas cifras que, aunque van bajando, son muy elevadas, sobre todo en comparación con la media europea, que es algo más del 6%.

La afiliación a la Seguridad Social ha crecido en el último mes en 57.387 personas, siendo el total de 19,3 millones de inscritos. Pero, es una cifra que sigue siendo insuficiente con el futuro de las pensiones pendiendo de un hilo.

Si bien aunque tenemos 3 millones de personas que no tienen empleo, España empieza a presentar, paradójicamente, escasez en ciertos puestos, lo que nos pone sobre aviso sobre lo que puede suceder en España próximamente. En Reino Unido ya estamos viendo lo que sucede con el sector del transporte, que tiene en jaque a media Europa.

Los sectores que no cubren vacantes en España

Según datos del INE, cuando acabó el Estado de Alarma, los puestos vacantes en nuestro país crecieron hasta 120.000, y algunos de los sectores que más lo están notando son los de baja cualificación, como pueden ser la hostelería y la agricultura.

¿Por qué? Porque son trabajos duros físicamente, con condiciones a veces precarios y con sueldos bajos, lo que aleja a personas con elevada cualificación de ellos a pesar de encontrarse en paro. Además, estos puestos los suelen ocupar mano de obra inmigrante, y la pandemia ha frenado su llegada.

Algo similar, salvando mucho las distancias, sucede en Reino Unido y la crisis de transporte. Al rechazar la mano de obra extranjera, este país está dejando sin cubrir todos esos puestos que normalmente llevan a cabo extranjeros como es la logística, la limpieza, etc. Y aquí podría suceder también por otras razones, como es la escasa movilidad internacional del último año.

Si bien la previsión es que esto sea un desajuste temporal y cuando la actividad recobre el pulso, con el turismo y la hostelería funcionando a pleno pulmón (con mejores condiciones para los trabajadores) la situación se resuelva.

Más preocupa lo que pueda suceder en el futuro, ya que la transformación digital es un hecho, y se van a necesitar muchos profesionales para ello. La mano de obra necesaria será de alta o muy alta cualificación, y habrá que ver hasta qué punto España puede cubrir esa demanda. Países más avanzados, como Estados Unidos, ya están teniendo escasez de trabajadores para puestos estratégicos, como puede ser la gestión medioambiental y de sostenibilidad en ámbitos de la construcción y la ingeniería, el famoso big data, que las empresas cada vez demandan más para conocer mejor a sus clientes, o la sanidad, a la que ha dejado ver las costuras el covid.

Por lo que el futuro preocupa si no se apuesta por una formación en este ámbito digital y sostenible desde ya mismo. Y aún así, puede costar cubrir la mano de obra que hará falta a la velocidad actual.

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Las cuentas de los hogares: sin sorpresas en el segundo trimestre, pero cambios en 2019 y 2020

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Uno de los resultados más señalados de las cuentas de los sectores institucionales publicadas recientemente por el INE ha sido el descenso de la tasa de ahorro de los hogares en el segundo trimestre del año hasta un 8,8%, desde un 14% —cifra revisada al alza— registrado en el primer trimestre. Es un descenso muy acusado pero nada sorprendente, puesto que en el primer trimestre el consumo aún estuvo reprimido por las restricciones para controlar la pandemia, además de por el temporal de nieve de enero, por lo que los hogares siguieron acumulando ahorro no deseado. En el segundo trimestre, con la apertura de la economía, el gasto tendió a normalizarse, descendiendo la tasa de ahorro.

La comparación con las cifras del segundo trimestre de 2020 da lugar a resultados llamativos pero que tampoco sorprenden, dado el diferente momento en que se encontraba la pandemia: las remuneraciones salariales han crecido un 12,2%, quedándose así un 3,5% por debajo del nivel del segundo trimestre de 2019; las rentas de la propiedad ascendieron un 14,6%, lo que supone una recuperación muy escasa, dada la fuerte caída sufrida por este tipo de rentas en el segundo trimestre de 2020, que fue del 69%, de modo que se encuentran un 65% por debajo del nivel alcanzado en el mismo trimestre de 2019; la recuperación de la renta disponible bruta ha sido más limitada, un 5%, lo que se explica por la caída en las prestaciones sociales recibidas por los hogares, quedando un 6,4% por debajo del mismo periodo de 2019; finalmente el ahorro bruto, que se disparó durante los meses más duros de la pandemia, ha descendido un 37% en comparación con aquel momento, aunque aún sigue siendo superior al del año previo al Covid-19.

Fuente: INE

Más interesante que los previsibles resultados del segundo trimestre, han sido las revisiones sufridas por las cifras de los años anteriores, con modificaciones muy sustanciales en las relativas a 2019. La renta disponible bruta de los hogares fue superior en 16.000 millones a la estimación anterior. Como el dato de consumo no ha variado, ese incremento de la renta disponible se dirigió al ahorro, cuya tasa sobre la renta disponible se ha modificado al alza desde un 6,3% hasta un 8,3%, notablemente superior a la registrada en los años precedentes, lo que constituye una revisión de notable relevancia. Tras descontar de esa cifra la parte destinada a financiar su inversión, los hogares generaron una capacidad de financiación —es decir, un excedente financiero— de 20.500 millones de euros, un 1,7% del PIB, muy por encima de los 3.100 millones estimados inicialmente. Fue la cifra más elevada de toda la serie histórica hasta ese momento, solo superada posteriormente por los 68.700 millones generados durante la pandemia. Es decir, ya durante el año anterior a esta los hogares habían acumulado un importante excedente financiero, si bien entonces fue voluntario. Esto es importante, ya que cuanto mayor fuese la salud financiera de los hogares previa al Covid, mayor será la capacidad de recuperación del consumo y del mercado inmobiliario.

En 2020, el año de la pandemia, las cifras correspondientes a las remuneraciones salariales, las prestaciones sociales recibidas y la renta disponible bruta han sido revisadas al alza, pero como las cifras del año anterior han sido revisadas al alza en mayor medida, la caída con respecto a aquel es ahora mayor. Según las nuevas cifras, las remuneraciones salariales se redujeron un 5,6% —frente a un 5,4% en la estimación anterior—, mientras que la caída de las rentas de la propiedad, única partida que se ha revisado a la baja, se amplifica notablemente hasta un 51%. Dentro de estas últimas destaca el desplome sufrido por los dividendos repartidos por las empresas a las familias, cuyo volumen, 5.500 millones de euros, apenas supuso el 20% de la cifra recibida en 2019, y fue la cantidad más baja desde 1998. Es una caída mucho más intensa que la sufrida por las rentas empresariales, que fue del 15%. Ello se debe a que las empresas, por prudencia, decidieron repartir un porcentaje inferior de sus beneficios, y a que también los dividendos recibidos de empresas situadas en el exterior sufrieron un intenso recorte.

En suma, la renta disponible bruta de los hogares se redujo un 4,9%, en lugar del 3,3% inicialmente avanzado.

Finalmente, el ahorro generado por los hogares fue algo mayor a lo estimado anteriormente, 110.700 millones, en lugar de 108.800, lo que supone una tasa del 14,9% de la renta disponible bruta, dos décimas porcentuales más.

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La competitividad ante el brote de inflación

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La escalada de costes de producción que se propaga a través del planeta, y ahora se amplifica con el encarecimiento del petróleo, representa el mayor desafío a corto plazo para la recuperación en los países importadores como el nuestro. Hasta ahora el debate se ha centrado en las consecuencias para la inflación, con unos bancos centrales que envían señales tranquilizadoras a los actores de la economía, mientras que éstos empiezan a percibir los costes del repunte de precios y se preguntan si el fenómeno es totalmente transitorio, como prometen los expertos monetarios. Habrá que redoblar esfuerzos, porque la inflación está ya en el 4% en España, y se acerca rápidamente a esas cotas en la eurozona.    

Además, ojo con una de las derivadas del shock de costes: la competitividad. Esta es una cuestión crucial, porque todos los anteriores episodios inflacionarios en España han resultado ser más virulentos que en otros países, provocando un fuerte deterioro de la posición competitiva y del saldo exterior.      

De momento, este no parece ser el caso, afortunadamente. Bien es cierto que nuestro aparato productivo se resiente: los precios de los suministros importados se incrementan a un ritmo muy superior al de los precios que se pueden pedir a los clientes (en agosto, último dato disponible, los precios de importación crecieron a un ritmo anual del 14%, tres puntos más que los precios de exportación, fundamentalmente a causa del encarecimiento de la energía). 

Sin embargo, la inflación de precios de importación no ha sido suficiente para desequilibrar las cuentas externas. El saldo externo se acerca a 9.000 millones (con datos acumulados entre enero y julio), en torno a la mitad de los niveles récord prepandemia, pese al lastre de un turismo todavía mermado.    

El auge exportador es la principal explicación de la sólida posición externa. Las exportaciones se expanden a un ritmo sostenido, y ya se sitúan por encima de los valores pre-crisis tanto en valor ( 17,7% en julio en relación a diciembre de 2019), como a precios constantes ( 9,3%). Este está siendo uno de los mejores registros en Europa, superando netamente a la locomotora alemana, a Francia y sobre todo a un Reino Unido trastornado por el Brexit. Solo Italia mejora (ligeramente) nuestro resultado. Las importaciones también se incrementan, pero a un ritmo inferior pese al fuerte repunte de los precios de los suministros comprados en el exterior. De ahí el balance positivo.  

Fuentes: Eurostat, Markit Economics y Funcas.

Otra tendencia favorable es la inversión directa extranjera, con una inyección de capital en nuestro tejido productivo de 19.400 millones entre enero y julio, muy superior a los valores de 2019. Es posible que la reconfiguración de la globalización que se está produciendo tras la pandemia nos esté favoreciendo. Las empresas acortan las cadenas de valor, excesivamente fragmentadas y dependientes de suministros provenientes de países alejados de los principales lugares de consumo. 

En ese puzle mundial en recomposición, nuestra economía posee algunas importantes bazas. La estructura productiva es relativamente competitiva de cara a los procesos de relocalización, en sectores clave como la química, el automóvil y los bienes de equipo. Es un hecho que éstos son los que están liderando las ventas en el exterior. Otro activo es la imbricación en un mercado europeo que intenta reducir su dependencia del abastecimiento desde Asia. Este movimiento pendular se está aprovechando, como lo muestra el fuerte incremento de nuestra cuota exportadora en la Unión Europea. Finalmente, la mano de obra disponible es abundante, y de momento no asistimos a un bucle precios-salarios, a la inversa de otros socios europeos que se acercan al pleno empleo.       

Para mantener estos atractivos es crucial mejorar la productividad que todavía lastra muchas pequeñas empresas, así como reformar los mercados eléctricos y las políticas de colocación de personas en paro o en la inactividad. Y evitar que los precios internos tomen el mismo ascensor que los costes externos, como ocurrió en tiempos pasados con las consecuencias nefastas que ya conocemos.  

INFLACIÓN | El IPC se incrementó en septiembre un 4% con respecto a un año antes, según el indicador adelantado del INE. Esto es seis décimas más que el avance de Eurostat para el conjunto de la eurozona, lo que apunta a un diferencial desfavorable para España. La brecha se explica sobre todo por el alza del precio de la electricidad, especialmente intenso en nuestro país. Descontando la energía y los alimentos no elaborados, el IPC subyacente aumenta a un ritmo anual del 1%, casi la mitad que en la eurozona.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

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