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Lo sentimos, profesor Garaikoetxea: a los nombres difíciles de pronunciar les cuesta más encontrar un buen trabajo académico

¿Se imaginan que su nombre fuera un hándicap en su vida laboral? Pues no es imaginación, es realidad. Al menos en el ámbito académico de la economía. Y si en este sector es posible, también puede serlo en el resto.

Sí, así lo han probado en una investigación en Estados Unidos, la cual señala que si tienes un nombre difícil de pronunciar lo vas a tener más difícil para acceder a este mundo. Vamos, que el profesor Garaikoetxea (por poner un ejemplo, no se me ofendan); lo tendría complicado para ser doctor en economía.

Los candidatos con nombres difíciles de pronunciar tienen menos opciones a estos puestos. Es un hecho. Y parece que no solo sucede con académicos, como indica este estudio, también para puestos de un rango más bajo. Vaya, que los apellidos poco comunes lo van a tener algo complicado.

Y, ¿por qué pasa esto? Pues no está muy claro cuál es el principal motivo para esta discriminación, pero los autores del estudio, que han analizado 1.500 candidaturas entre los años 2016-2018, intentan dar algunas claves.

Cuestión de comodidad

Por lo que cuenta el paper de la investigación, esto puede deberse a la comodidad, vaya. Cuando se otorgan estos puestos académicos se suele reunir un comité para discernir sobre los candidatos, y ahí los miembros del comité van desechando a los nombres difíciles básicamente por comodidad y ahorro de tiempo: es más fácil y rápido decir López que Garaikoetxea.

Esto crea un proceso inconsciente de ver con mejores ojos a los candidatos con apellidos comunes, que acaban siendo seleccionados y no descartados. Además, estos candidatos con apellidos fáciles suelen tener más méritos detrás (premios, tutores de prestigio…), lo que indica que la discriminación empieza incluso antes de postular a un puesto de trabajo.

Además, en estos puestos de doctorado no solo se revisa el currículum o las actitudes profesionales, sino un conjunto de cosas muy subjetivas que acaban dando al traste a los apellidos difíciles de pronunciar. Vaya, que el conjunto tiene que quedar bonito.

Y avisan los autores de que esto se puede extrapolar perfectamente a otros ámbitos laborales. Por lo tanto, es posible que nuestro apellido también determine nuestro futuro laboral, así como nuestro origen social y racial.

Los estereotipos y prejuicios vemos van más allá de lo puramente visible y las barreras de entrada a puestos de prestigio son más elevadas y férreas de lo que parece.