presupuestos-de-crisis

Presupuestos de crisis

Comparte esta entrada



El fondo europeo de recuperación está acaparando buena parte del debate, con la cuestión de una hipotética condicionalidad como principal punto de enfrentamiento. Sin embargo, para el futuro de la economía española, éste será sin duda un asunto menos relevante que la evolución de nuestros propios presupuestos, la puesta en marcha de reformas que respondan a los desequilibrios económicos y sociales que arrastra el país, y el mantenimiento de las actuales condiciones de financiación facilitadas por el BCE.

Gráfico 1

Fuente: Banco de España y Funcas (previsiones).

Bienvenido sea el plan de inversiones, especialmente si se llegara a aprobar una versión no muy distante de la iniciativa de la Comisión (Next Generation EU). Según las estimaciones de Bruselas, la eurozona corre el riesgo de enfrentarse a un giro hacia la “austeridad” a partir del 2021. El cese prematuro de los estímulos por parte de los Estados generaría un abultado e indeseable superávit estructural, un resultado contraproducente en plena crisis que frustraría el rebote esperado de la actividad. Esto es porque no se puede esperar un fuerte tirón del sector privado, en situación de extrema fragilidad por el contexto de gran incertidumbre creado por la pandemia.

«Los PGE doblemente prorrogados están muy alejados de las necesidades de la era postcovid. la prioridad debería ser, por tanto, una política fiscal renovada y que apoye la coyuntura, además de estar diseñada en coherencia con las hipotéticas ayudas europeas».

Raymond Torres

Sin embargo, aunque los 750.000 millones prometidos se materializaran, el impulso fiscal sería todavía insuficiente para contrarrestar la inercia recesiva. En el mejor de los casos, es decir si los países frugales no lograran imponer su visión, y que los fondos se desembolsaran con celeridad, el estímulo equivaldría al 1,2% del PIB europeo, un punto menos de lo que sería necesario para que la política fiscal siguiera aportando actividad, en vez de drenarla como anticipa la Comisión. Además, la eficacia de las ayudas europeas será proporcional a su complementariedad con la política económica española —y por supuesto la capacidad de gestión de los programas europeos por parte de la administración—. Los PGE doblemente prorrogados están muy alejados de las necesidades de la era postcovid (preponderancia del gasto corriente y de transferencias, con respecto a la inversión, empezando por la sanidad; ausencia de instrumentos efectivos de recolocación de parados, por ejemplo). El riesgo inmediato sería un fuerte repunte del paro, algo que constreñiría aún más la demanda, además de agravar los desequilibrios sociales. A más largo plazo, se trata de generar una capacidad propia de respuesta a los planes europeos de inversión en energías renovables y tecnología digital. Todo un reto.

Para España la prioridad debería ser, por tanto, una política fiscal renovada y que apoye la coyuntura, además de estar diseñada en coherencia con las hipotéticas ayudas europeas. Según el consenso de Funcas, ningún analista aboga por unos presupuestos restrictivos para los próximos meses, y una mayoría considera que no se deberían adoptar medidas de reducción del déficit estructural antes de 2022.

«Las reformas son ya inaplazables. Los males crónicos de la economía española, como las carencias inexplicables del sistema educativo, la elevada temporalidad del empleo o una fiscalidad incapaz de generar recursos suficientes, erosionan la eficacia de los estímulos fiscales, además de lastrar la productividad y agravar las desigualdades».

Raymond Torres

Esto es posible porque se prevé el mantenimiento de las actuales condiciones de financiación del déficit, gracias a los programas de compra de deuda del BCE. Entre marzo y finales de junio, es decir un periodo que cubre aproximadamente el estado de alarma, el Tesoro Público colocó en los mercados nada menos que 140.000 millones en títulos de deuda. Esto es un resultado colosal, que equivale al 73% del total de deuda emitida en todo el año pasado. Las últimas emisiones muestran que las condiciones han mejorado (la rentabilidad del bono español a 10 años se ha reducido significativamente hasta niveles cercanos al 0,4%, mientras que la prima de riesgo se recorta hasta menos de 90 puntos).

Por otra parte, las reformas son ya inaplazables. Los males crónicos de la economía española, como las carencias inexplicables del sistema educativo, la elevada temporalidad del empleo o una fiscalidad incapaz de generar recursos suficientes, erosionan la eficacia de los estímulos fiscales, además de lastrar la productividad y agravar las desigualdades. En definitiva, Europa podría estar dando una respuesta distinta en esta crisis. Está en nuestras manos aprovechar el nuevo contexto, y así reanudar el camino de la convergencia.

Comparte esta entrada



Leer más
perspectivas-de-la-inmovilidad-internacional

Perspectivas de la inmovilidad internacional

Comparte esta entrada



La internacionalización
es un proceso que ha penetrado casi todas las esferas del comportamiento económico
y social: las inversiones, el comercio, las carreras profesionales, el ocio, la
cultura y la vida personal. Aunque la movilidad de personas entre países no es
una condición indispensable para su desarrollo, lo acompaña frecuentemente. La
crisis del coronavirus ha supuesto un alto en seco a la creciente movilidad
internacional. Según datos de la Organización Internacional de las Migraciones,
a finales de junio 219 países en el mundo habían decretado 68.964 restricciones
de viaje. A pesar de que durante las últimas semanas las excepciones a estas
restricciones han aumentado progresivamente, el número de vuelos comerciales en
el mundo en la primera quincena de julio era el 60% del correspondiente a las
primeras semanas de marzo[1].

En este repentino periodo
de inmovilidad internacional al cierre de fronteras se unen las reticencias a emprender
viajes en un escenario epidemiológico incierto. Se ha discutido mucho sobre las
consecuencias en el sector turístico puesto que, además de ser potencialmente
considerables, el plazo en que se hacían efectivas era inminente. Pero existen
otras dimensiones en las que los efectos de la parálisis internacional pueden ser
notables. Este sería el caso, por ejemplo, de los viajes de negocios, académicos
o las relaciones personales. Si bien las tecnologías de la información y la comunicación
han podido suplir en buena medida a la movilidad internacional durante los pasados
meses, el dinero que invierten habitualmente compañías y personas en viajes
profesionales, personales y educativos apunta al valor de la presencialidad.
Los apretones de mano y miradas a los ojos que requieren los acuerdos
importantes siguen necesitando de la presencia física.

Una de las expresiones más profundas de la movilidad internacional es la decisión de trasladar de forma estable el país de residencia. Según datos de la OCDE, el 3% de la población mundial vive en un país diferente al de su nacimiento. Entre los nacionales españoles, el porcentaje de los inscritos en el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero alcanza el 5,9%. Además, a principios de 2020 y después de seis años de crecimiento ininterrumpido de la inmigración se había alcanzado el máximo histórico de población inmigrante residente en España, el 15,2% (gráfico 1). Según datos de la Estadística de Variaciones Residenciales (EVR), en 2019 se inscribieron como nuevos residentes en España 827.000 personas nacidas en el extranjero. Se trata de una evolución que, aunque ha recibido poca atención mediática, solo es comparable a la registrada antes de la pasada crisis. También la pauta seguida por la emigración confirma el atractivo de España para la inmigración. Aunque un número importante de inmigrantes abandona el país cada año, su volumen evoluciona a la baja desde 2013 y se posiciona por debajo de las 300.000 salidas en 2019. Es decir, a pesar de que la rotación de la población inmigrante en España es notable, en los últimos años el saldo migratorio positivo crecía porque aumentaba la inmigración y disminuía la emigración.

Gráfico 1

Nota: El dato de porcentaje de población nacida en el extranjero correspondiente a 2020 es provisional.

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Estadística de Variaciones Residenciales y Estadística del Padrón Continuo.

Es evidente que el cierre
de fronteras se dejará notar en el total de inmigrantes llegados este año a
España. Aunque se han levantado las restricciones a la entrada para los países
de la Unión Europea y algunos países extracomunitarios, la prohibición de
viajar a España sigue vigente para los orígenes más frecuentes de los
inmigrantes (excepto Marruecos). Este es el caso de casi todos los países latinoamericanos,
de donde procedían el 54% de los inmigrantes llegados en 2019.

Varios factores
condicionarán la evolución de los flujos una vez que se reanude la movilidad
internacional con estos países. Es plausible pensar que el deterioro de la
situación del mercado de trabajo español disminuirá el atractivo del país como
destino de la migración laboral, por lo que se reducirían los flujos de
entrada. Pero, al mismo tiempo, el carácter global de la crisis apunta a que el
empeoramiento de las economías de los principales orígenes de los inmigrantes
también será sustancial, lo que animará a muchos a tomar la decisión de
emigrar.

Si se tiene en cuenta
como referencia lo sucedido en la pasada crisis no cabe esperar una reducción
sustancial del peso de la población inmigrante en España. Entonces, el
porcentaje de nacidos en el extranjero siguió aumentando durante los primeros
años de recesión, pasando del 13,1% en 2008 al 14,3% en 2012 (gráfico 1), a
pesar del aumento de la emigración y la disminución de la inmigración. Aunque a
partir de 2012 se empieza a registrar una disminución de la proporción de
inmigrantes residentes en España, en cuatro años solo se reduce en poco más de
un punto, para situarse en el 13,2% en 2016. Esto fue así porque, aunque la
inmigración se redujo considerablemente, incluso en los peores años de la
crisis el volumen anual de nuevos residentes fue notable. De hecho, solo en
2013 se registró un saldo migratorio negativo.

«A pesar de esta repentina inmovilidad internacional, la consolidación de España como país de destino de la inmigración no parece tener marcha atrás».

María Miyar

Hay otros factores ajenos
a la evolución del ciclo económico y específicos de la crisis sanitaria que
condicionarán las decisiones migratorias. Por ejemplo, puede esperarse que no
se produzca el aumento de las salidas que se había dado durante la crisis
anterior. En primer lugar, porque el cierre de las fronteras ha afectado
también a las salidas y, en segundo lugar, porque a pesar de la gravedad de la
crisis del COVID en España, es probable que los inmigrantes evalúen la calidad
relativa de los sistemas de salud a favor del español. Por último, ha de
tenerse en cuenta que los proyectos migratorios suelen tardar unos meses en
gestarse y hacerse efectivos. El cierre repentino de las fronteras ha
frustrado, con toda probabilidad, los proyectos migratorios de cientos de miles
de personas que cuando empezó la pandemia estarían valorando trasladarse a
España. Es difícil aventurar si esos planes se habrán cancelado o pospuesto.

La incertidumbre sobre la
evolución de la sociedad española en los próximos meses, o incluso años, es
alta. Pero varios factores sugieren que la inmigración jugará un papel relevante
en su futuro. En primer lugar, el crecimiento vegetativo (negativo desde 2015)
deja al saldo migratorio como el principal elemento de renovación demográfica.
En segundo lugar, la crisis del COVID ha puesto de relieve los problemas para
cubrir la demanda de mano de obra en el sector agrario, de cuidados y sanitario
con la población autóctona. Por último, el aumento de contagios por coronavirus
entre trabajadores agrícolas inmigrantes en las últimas semanas llama la
atención sobre la necesidad de mejoras en las deficientes condiciones
habitacionales en las que viven parte de la población de origen extranjero,
también para controlar la crisis epidemiológica.

A pesar de esta repentina
inmovilidad internacional, la consolidación de España como país de destino de
la inmigración no parece tener marcha atrás. La necesidad de garantizar la
seguridad sanitaria en los movimientos migratorios y en las condiciones
habitacionales de los inmigrantes puede constituir también una oportunidad avanzar
hacia un modelo de migración laboral regular en el que se preste atención a las
necesidades del mercado laboral, la capacitación de la mano de obra y la
búsqueda conjunta de beneficios para los países de origen y destino.


[1] Según datos procedentes de Flightradar relativos a
la media móvil (siete días) de vuelos comerciales diarios a 12 de julio (60.297)
y a 1 de marzo de 2020 (103.397 vuelos).

Comparte esta entrada



Leer más
equilibrar-salud-y-economia

Equilibrar salud y economía

Comparte esta entrada



Con diferente grado de comprensión y tolerancia,
en la mente de todos está una regla no escrita hoy: equilibrar salud y
economía. La salud es lo primero. Vivir para preguntarse luego cómo. La
estrategia de tratar de controlar brotes es probablemente la única disponible,
pero no está exenta de riesgos. Las cifras de contagios (con más de 100 brotes
declarados) indican que en muchos lugares se está peor que cuando se decretó el
fin del estado de alarma e incluso en algún caso, peor que a principios de
marzo. Ahora se hacen muchos más test PCR, por lo que es difícil comparar
cifras, pero ninguna autoridad sanitaria lo está aclarando adecuadamente.
Parece que algunos territorios hacen test y detectan de forma más rápida y
eficaz que otros lo que, paradójicamente, les puede estar acercando a mayores
restricciones a la movilidad o incluso confinamientos.

Por otro lado, parece que la covid-19 ha perdido
virulencia, al menos, en términos de ingresos hospitalarios y uso de las UCI,
pero el contagio aumenta. Parece preocupar el papel de los asintomáticos pero
se enfatiza insuficientemente, con lo que siguen los comportamientos
irresponsables de algunos. Los números reproductivos —a cuántos casos
secundarios puede llegar a infectar un sujeto ya infectado— han vuelto a
situarse por encima de 1, como en el mes de marzo. La OMS reconoce que ningún
país puede erradicar el coronavirus de momento.

«Parece necesario el uso obligatorio de mascarilla y otras medidas de distancia social y preventivas. El buen funcionamiento de la asistencia primaria y de los sistemas de rastreo, asimismo, serán de vital importancia».

Santiago Carbó

Se precisa información más contrastada y
transparente. Entre comunidades autónomas —y dentro de las mismas— hay
discrepancias con poco sentido, que generan confusión y pueden empeorar la
incertidumbre económica. Parece necesario el uso obligatorio de mascarilla y otras
medidas de distancia social y preventivas. El buen funcionamiento de la
asistencia primaria y de los sistemas de rastreo, asimismo, serán de vital
importancia. Parece que en plena campaña turística (que será mala, sin
paliativos) haya miedo a asustar, a tener que cerrar o a ahuyentar al turista
con la obligatoriedad de la mascarilla. Estamos solo al principio de la
temporada alta y, tal y como van las cosas y si no se actúa desde ya (aunque
vamos tarde), todo puede ponerse muy feo en términos de brotes a finales de
julio o en agosto. Volvemos a ir por detrás de la curva.

En breve llegarán muchos más turistas extranjeros
(por ejemplo, del Reino Unido) y todo puede complicarse aún más si no se exigen
tests en origen y tampoco se observan nuestras normas. La paradoja del verano
de la covid-19 en España es el corazón operativo —el centro de Madrid— en
cuasiparálisis y algunas playas a reventar. También destaca lo poco que se sabe
de los planes para el otoño, tanto sanitariamente (vacunación de la gripe, prevención,
profilaxis) como en otros términos con mayor impacto económico (enseñanza
presencial o virtual en la educación secundaria, universidad…). Parece que hay
miedo a ser transparente sobre esos planes.

Si se explican bien los escenarios posibles, nos podemos preparar mejor y con más confianza. Las dudas, la falta de transparencia y actuar con prisa cuando se compliquen las cosas sanitariamente, solamente traerá problemas. Y de los grandes.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

Comparte esta entrada



Leer más
paisaje-economico-tras-el-estado-de-alarma

Paisaje económico tras el estado de alarma

Comparte esta entrada



La brecha económica se amplía, confirmando la necesidad de una respuesta diferenciada a la crisis para así maximizar el impacto de cada euro que invierte el Estado en abrir paso a la recuperación. Los sectores más afectados por la covid-19 —todos aquellos ligados al turismo, el transporte, la automoción o las actividades culturales y de ocio— podrían estar funcionando un 60% por debajo de su nivel de actividad previo a la crisis. En comparación, la producción en el resto de sectores alcanzaría el 95% del nivel anterior a la crisis, y en algunos casos (sector primario, industria agroalimentaria, química o sanidad) la crisis habría quedado atrás gracias al reciente repunte. Por tanto, la caída del PIB estimado para el conjunto de la economía española —un 18% en el segundo trimestre, según las previsiones de Funcas— refleja dos realidades totalmente distintas.

Gráfico 1

Gráfico 2

Fuente de los gráficos: INE y Funcas (previsiones).

En un entorno tan desigual, sin embargo, todos los sectores tienen en común la falta de demanda como principal obstáculo a la recuperación. Una encuesta del INE realizada durante el estado de alarma muestra que, para una de cada tres empresas, la reducción de la demanda interna será el factor con más impacto en la actividad en los seis próximos meses, por delante del incremento de la morosidad (también estrechamente asociado al descenso de la demanda), la fiscalidad o la falta de liquidez. La encuesta también confirma que las pymes son las más expuestas a desfases de tesorería.

«La ampliación prevista de los avales de crédito ICO por valor de 40.000 millones de euros y la puesta en marcha de un fondo de apoyo a empresas estratégicas por otros 10.000 millones son pasos en la buena dirección, pero solo a condición de focalizarlos adecuadamente».

Raymond Torres

De estos resultados se pueden extraer dos lecciones. La primera, que la eficacia de la política económica será proporcional al éxito que tenga en reasignar recursos hacia los sectores más golpeados, las empresas que por su papel estratégico merecen protección o estímulo, y los pequeños negocios que se enfrentan a problemas de liquidez. Para que sirva de acicate a la recuperación, ese trasvase de recursos debe ir acompañado de planes sectoriales, de modo que los estímulos sirvan para renovar el aparato productivo (producción interna de coches eléctricos, instalación de una capacidad propia de renovación residencial con ahorro energético, por ejemplo) y así estar en situación de responder a la demanda. De lo contrario, el impuso público solo servirá para incrementar las importaciones.

La ampliación prevista de los avales de crédito ICO por valor de 40.000 millones de euros y la puesta en marcha de un fondo de apoyo a empresas estratégicas por otros 10.000 millones son pasos en la buena dirección, pero solo a condición de focalizarlos adecuadamente. Y de acompañarlos de una agenda de reformas coherentes con las transformaciones en curso.

Una de ellas, tal vez la más importante, es la digitalización. Según la misma encuesta del INE, cerca de una de cada cuatro empresas tiene intención de innovar en sus procesos productivos y de invertir en nuevas tecnologías y en la formación. Este interesante resultado, prueba de que la crisis está acelerando la revolución tecnológica, pone en evidencia las carencias del sistema educativo español. No olvidemos que el 17,3% de jóvenes sale prematuramente de las aulas (uno de los peores registros de Europa), es decir mal preparados para participar en la economía digital.

La otra lección de las tendencias recientes atañe al papel de la política fiscal en el mantenimiento de la demanda agregada. Los ERTE han contribuido a limitar el impacto de la crisis sobre el paro, ejerciendo de estabilizador automático en el momento oportuno. Asimismo, el ingreso mínimo vital y la prestación por cesión de actividad de autónomos contribuyen a sostener la demanda. Si bien conviene reforzar los controles para prevenir abusos, también parece importante no relajar los esfuerzos para así evitar un indeseado incremento del paro que agravaría aún más el déficit de demanda.

Pese a la gravedad de la situación, aparecen señales alentadoras de una transformación del aparato productivo. Para aprovecharlas, no basta con la política económica. También es ineludible una reforma educativa que mejore la posición de nuestro país ante la revolución digital en marcha.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

Comparte esta entrada



Leer más
morosidad-tardia

Morosidad tardía

Comparte esta entrada



En las crisis hay efectos negativos imparables, pero su incidencia puede aminorarse con una preparación y acción adecuadas. Pasa con los tratamientos paliativos y las vacunas en lo sanitario. También con la gestión de la morosidad en el caso del crédito. Aumentarán los impagos entre empresas y, con ellos, de algunos créditos. En la crisis que tuvo como apellido “financiera”, la morosidad fue un detonante al alza azuzado por el colapso del mercado inmobiliario. En el caso de la pandemia, los bancos se presentan más resilientes y con mayor capacidad de absorción de pérdidas. Si se produce un aumento importante de los impagos, parece haber más defensas para combatirlo.

Como otros efectos secundarios de la covid-19 en la economía —paro, restricciones fiscales, procedimientos concursales— la morosidad no suele asomar rápidamente. Tarda unos meses en hacerse patente. De hecho, los datos que este lunes proporcionó el Banco de España indican que en abril —en pleno confinamiento— la ratio de morosidad de las entidades financieras españolas bajó hasta el 4,75% desde el 4,80% de marzo, nivel más bajo desde junio de 2009. En los próximos meses, me temo que tocará subir. Eso sí, el cómo lo haga será importante. En el verano y los meses posteriores se verán los efectos claramente. Ya antes del coronavirus había cierto recelo por cómo pudiera aumentar la morosidad del crédito al consumo. Ahora, poco a poco, toda la economía se enfrentará al trago más gordo, que será la situación financiera de empresas y familias pasados los efectos de los ERTE y otras medidas paliativas. Esta vez no será una morosidad inmobiliaria principalmente. En muchos casos estará ligada a sectores como hostelería y otros servicios turísticos, pero no será exclusiva de ellos.

«Los avales del ICO amortiguarán buena parte de las pérdidas por la morosidad del crédito nuevo concedido a empresas, lo que terminará impactando negativamente en las finanzas públicas».

Santiago Carbó

Aunque las acciones extraordinarias de financiación con avales públicos aumentarán el denominador de la ratio (volumen total de crédito), el numerador (mora) probablemente también crecerá con cierta intensidad. Los avales del ICO amortiguarán buena parte de las pérdidas por la morosidad del crédito nuevo concedido a empresas, lo que terminará impactando negativamente en las finanzas públicas. El aumento de los créditos dudosos se reflejará, con cierto retraso, a finales de 2020 y en 2021.

La covid-19 guarda, por tanto, efectos retardados que golpearán con fuerza. “Lo peor está por llegar para la economía”, dijo Christine Lagarde la semana pasada. Los bancos lo saben y tendrán que lidiar con ello. Esta morosidad que llegará será algo peculiar porque es la resultante de un impacto fuerte, pero de un acontecimiento muy acotado en el tiempo. Tal vez algunas lecciones de la anterior crisis sobre cómo tratar de recuperar préstamos dudosos o ayudar a empresas y hogares puedan servir para los próximos meses. Entre 2009 y 2013 la morosidad no paró de crecer en España hasta superar el 13%. Se ha tardado 7 años en bajarla del 5%. Ahora, la morosidad volverá con fuerza, pero probablemente se podrá revertir de forma más acelerada de lo que lo hizo tras la crisis financiera porque su persistencia y naturaleza es más transitoria. Aun así, será reflejo de los muchos retos que tenemos por delante.

Comparte esta entrada



Leer más
lo-que-nos-dicen-los-indicadores-sobre-la-economia-en-el-segundo-trimestre

Lo que nos dicen los indicadores sobre la economía en el segundo trimestre

Comparte esta entrada



Con los indicadores publicados en
los últimos días disponemos ya de bastante información sobre la magnitud de la
caída de la actividad económica sufrida durante la etapa más estricta del
confinamiento, aunque aún es escasa la relativa a la recuperación experimentada
tras el inicio de la desescalada.

Empezando con la actividad
industrial, el número de afiliados a la Seguridad Social en el sector se redujo
en 81.000 en abril –el mes en el que las restricciones fueron más severas– en
comparación con el nivel de febrero. Por otra parte, el índice de producción
industrial de dicho mes fue un 33% inferior al nivel anterior a la crisis. Esta
tasa es muy semejante a la observada en otros indicadores, como las ventas de
grandes empresas de bienes industriales, o las exportaciones de mercancías en
términos reales.

Gráfico 1

Fuentes: INE, Seguridad Social, Agencia tributaria, Markit Economics y Ministerio de Industria.

Resulta interesante analizar el impacto de la crisis por ramas industriales. Tanto el IPI como las exportaciones presentan un patrón prácticamente idéntico: el sector donde más acusada fue la caída fue el del automóvil, en el que tanto las exportaciones como el nivel de producción cayeron cerca del 90%. Este desplome supone el truncamiento de una tendencia favorable iniciada a mediados del pasado año, cuando el sector comenzó a recuperarse de la crisis sufrida desde septiembre del año anterior. Le siguen con una caída menor, pero también muy abultada, las ramas de textil, confección, cuero y calzado. Las ramas donde menor ha sido el impacto han sido las de alimentación y farmacéutica. En el resto —bienes de equipo, semimanufacturas— el impacto fue intermedio. Por otra parte, en el caso de las exportaciones, las de productos agrícolas no solo no descendieron, sino que incluso registraron un incremento.

Con respecto al sector servicios,
la caída en la afiliación en abril sobre el nivel pre-crisis fue de 590.000
(cifras en medias mensuales sin desestacionalizar), en tanto que la actividad
en el conjunto del sector, conforme al índice de cifra de negocios, sufrió una
caída del 42% sobre los niveles de enero-febrero. Otro indicador, las ventas de
grandes empresas del sector registraron una caída del 33%. Evidentemente, la
evolución en las diferentes ramas de actividad ha sido muy dispar. Así, el
número de pernoctaciones en hoteles fue un insólito cero, y el transporte aéreo
de pasajeros apenas fue una insignificante fracción de la cifra habitual de un
mes de abril. Sin embargo en servicios como actividades profesionales,
científicas y técnicas la caída fue del 30% y en telecomunicaciones un 4,8%.

En cuanto a la construcción, su caída fue inesperadamente severa, especialmente al inicio de la etapa de confinamiento. El descenso en el número de afiliados fue el mayor en términos porcentuales de todos los sectores, y el consumo de cemento —otro indicador relevante de actividad en el sector— se hundió un 50% en abril en comparación con los niveles pre-crisis, aunque en las dos últimas semanas de marzo la caída habría sido del 56%.

En suma, a partir de todos estos indicadores, y teniendo en cuenta que la actividad en  el sector de las Administraciones Públicas, sanidad y educación apenas se vio afectada —e incluso se incrementó, en el caso de la sanidad— puede estimarse que la caída del PIB en abril, cuando las restricciones fueron más severas, y, por tanto, cuando el nivel de actividad probablemente tocó fondo, se situó entre el 25% y el 30%. No obstante, la cifra para el conjunto del segundo trimestre sería algo más moderada, puesto que en mayo y junio, con el avance en el proceso de desescalada, se recuperó una parte de la actividad perdida.

«Con la prudencia debida, dada la escasez de la información relativa a los dos últimos meses, podemos anticipar una caída del PIB en el conjunto del trimestre algo por debajo del 20%, en línea con la previsión de Funcas»

María Jesús Fernández

Así, en mayo, en lo que se
refiere al sector industrial, el número de trabajadores afiliados a la Seguridad
Social aumentó en 2.600, y el índice PMI de manufacturas también registró una
cierta recuperación. En cuanto a los servicios de mercado, el incremento en la
afiliación a la Seguridad Social en mayo fue de 17.700, lo que, junto al
ascenso del PMI del sector, también apunta a una moderada recuperación. No son
avances excesivamente impresionantes, pero no hay que olvidar que en ese mes
aún persistían importantes restricciones a la movilidad y a la actividad en
determinados servicios.

Es en el sector de la
construcción donde más intenso parece haber sido el rebote durante la
desescalada de mayo: es el que ha registrado la mayor recuperación del empleo,
tanto en términos absolutos como relativos, mientras que el consumo de cemento
experimentó un incremento extraordinario hasta quedar situado tanto solo un 10%
por debajo del nivel de enero-febrero (frente a la caída del 50% de abril).

En mayo hemos tenido, por tanto, una reactivación modesta de la industria y los servicios, y más intensa en la construcción. No hay duda de que el ritmo de la recuperación se intensificó en junio, con el avance en la desescalada, como así lo confirman algunos indicadores de alta frecuencia como los informes de movilidad de Google, o de pagos con tarjetas. En definitiva, con la prudencia debida, dada la escasez de la información relativa a los dos últimos meses, podemos anticipar una caída del PIB en el conjunto del trimestre algo por debajo del 20%, en línea con la previsión de Funcas.

Comparte esta entrada



Leer más
evolucion-dispar-de-las-exportaciones-espanolas

Evolución dispar de las exportaciones españolas

El comercio mundial vivió
en el pasado 2019 una situación muy convulsa con una guerra comercial declarada
entre Estados Unidos y China. La fuerte inestabilidad resultante provocó un retroceso
muy leve en el comercio mundial, pero en las exportaciones sí se registró una
caída del 3,0% en términos nominales. Teniendo en cuenta que el PIB mundial creció
(un 2,4% según el Banco Mundial[1]),
esta evolución global de las exportaciones ya daba señales de alerta. En este
contexto, las exportaciones españolas de bienes recuperaron dinamismo en la
segunda mitad del 2019 y consiguieron mantener su cuota mundial en el 1,77% de las
exportaciones mundiales (en 2018 fue el 1,78).

Con el comienzo de 2020, el comercio internacional empezó a enfrentarse a una nueva amenaza, la covid-19. Inicialmente, en Europa se pensaba que solo afectaría a China y los países asiáticos (al igual que ocurrió con el SARS en 2002). En el peor de los casos, se contaba que podría haber problemas de abastecimiento de algunos suministros procedentes de estos países. Lamentablemente, la realidad ha superado cualquier previsión que pudiera parecer catastrofista en febrero, cuando todavía el comercio exterior no reflejaba cambios. Las exportaciones españolas crecieron el 4,2% y en la Unión Europea, aunque fue un crecimiento más moderado, se llegó al 1%.

Gráfico 1

El cierre de fronteras decretado en España el 17 de marzo (Orden INT/248/2020, de 16 de marzo) no impedía el tránsito de mercancías. Por tanto, la reducción de las exportaciones es el resultado de la reducción de la producción industrial y del desplome de la demanda exterior en determinados productos. La conjunción de ambos fenómenos explica que el valor de las exportaciones en marzo sean un 14,5% más bajas que en marzo de 2019 (Gráfico 1). Un dato elevado en comparación con la Unión Europea[2] que solo ha reducido sus exportaciones un 10,2%, pero en línea con lo ocurrido en Francia o Italia donde las exportaciones han disminuido un 16,2% y 13,5%, respectivamente. Alemania, por su parte, ha registrado un mejor comportamiento al retroceder un 7,9% sus exportaciones de bienes debido a que gran parte de sus exportaciones son bienes de equipo cuyas compras se programan con más antelación.

El análisis por zonas geográficas muestra que la reducción de la demanda hacia nuestros productos ha sido generalizada y muy uniforme; no en vano gran parte de los mercados que compran los productos españoles tenían algún tipo de confinamiento. El cuadro 1 muestra la distribución de los mercados de destino de las exportaciones[3] en marzo de 2018, 2019 y 2020. Este cuadro pone de manifiesto que la participación de los mercados más próximos (Europa, Unión Europea y Zona euro, respectivamente) continúa bajando lentamente, mientras que las exportaciones hacia China y América (fundamentalmente hacia Estados Unidos) siguen su camino ascendente. Luego el desplome de las exportaciones no ha cambiado las tendencias que se venían observando en los mercados de destino.

Cuadro 1

DISTRIBUCIÓN DE LAS EXPORTACIONES POR REGIONES Y PAÍSES en marzo

2018 2019 2020
EUROPA 73,3 71,5 71,0
UE(*) 60,9 58,8 57,7
Zona Euro 53,2 51,5 49,7
  Alemania 12,2 11,4 10,9
  Francia 15,6 14,6 13,9
  Italia 8,2 8,2 7,3
  Portugal 6,9 7,1 7,3
  Reino Unido(*) 6,8 7,2 7,1
AMÉRICA DEL NORTE 5,0 6,0 6,2
AMÉRICA DEL SUR 4,9 4,7 5,1
ASIA 8,5 9,2 9,2
  China 2,0 2,3 2,7
AFRICA 6,3 6,4 6,7
RESTO 2,0 2,2 1,8

Nota: Reino Unido sale de la Unión Europea el 31 de enero de 2020. Para facilitar la comparación tanto en 2018 como en 2019 no se han sumado a la Unión Europea (UE) las exportaciones al Reino Unido.

Fuentes: DATACOMEX, Agencia Tributaria.

Donde sí se han producido diferencias significativas es en la evolución por productos, ya que algunos productos incluso han incrementado sus exportaciones. El Gráfico 2 muestra la variación anual registrada para las 15 secciones de productos[4] que exportan más de 1% en los meses del primer trimestre de 2020. 

Gráfico 2

Es evidente que varias secciones de productos han crecido, incluso por encima del 10%, pero excepto las de 1) alimentación, bebidas y tabaco y 2) grasas y aceites, esas secciones estaban creciendo con anterioridad. En la otra cara de la moneda se sitúan secciones como los productos minerales, el material de transporte o el material textil y de confección que sufren caídas muy fuertes que no se corresponden con su trayectoria anterior, es decir, están sufriendo muy intensamente los efectos de la covid-19. Sin embargo, el comportamiento ha sido tan dispar que incluso dentro de las secciones se encuentran productos cuyas exportaciones se han hundido junto con otros que han crecido intensamente. Así, por ejemplo, en la sección de Animales vivos y del reino animal coexiste un crecimiento anual del 36,8% en productos cárnicos con una caída del 27,5% en pescados y crustáceos.

La desagregación por capítulos incluye productos más homogéneos y ofrece una panorámica más robusta de la situación de las exportaciones. Aunque el valor de las exportaciones también es muy diferente por capítulos por lo que se examina la aportación de la variación de cada producto a la variación total de las exportaciones[5].

Gráfico 3

El Gráfico 3 muestra la aportación de los 7 capítulos que más han contribuido a la reducción de las exportaciones y los 7 que más han contribuido con crecimiento. Es evidente la magnitud del retroceso en la exportación de los automóviles y componentes, que provoca una caída en las exportaciones equivalente a 6,4 puntos porcentuales, seguido del petróleo y sus derivados que generan una caída de 3,4. También relevante es el impacto del sector de confección, ya que las prendas y complementos explican la caída de 1,7 puntos porcentuales.

En el caso de los automóviles, la caída trunca la recuperación que habían iniciado desde mediados de 2019. Además, este parón aumenta la incertidumbre sobre cómo va a evolucionar la demanda de automóviles —no solo en número sino también hacia qué tipo de producto— puesto que es posible que esta interrupción suponga un cambio brusco hacia la demanda de productos propulsados por combustibles alternativos a los fósiles en los que la fabricación española no tiene, por el momento, tanta ventaja comparativa. Por el contrario, los otros dos sectores arrastran una tendencia decreciente en las exportaciones, por lo que su situación es más crítica y precisa ya un reposicionamiento hacia productos con más valor añadido incorporado.

En el otro extremo
se encuentran productos de primera necesidad que han visto como el
confinamiento ha mantenido e incluso aumentado su demanda externa consolidando
la buena trayectoria que mostraban en el último año. Esta situación debe servir
a las empresas para fortalecer sus canales de distribución hacia los hogares de
otros países para cuando se restablezcan las actividades del canal HORECA
(hoteles, restaurantes y cafeterías) se produzca un incremento adicional de
exportaciones y no una sustitución de ventas por canales.  


[1]
Los datos de exportaciones proceden de la Organización Mundial del Comercio y
el crecimiento mundial de las Perspectivas Económicas Mundiales del
Banco Mundial (enero de 2020).

[2] Datos procedentes de Eurostat.

[3] El Reino Unido formalizó la salida de la Unión Europea el 31 de enero de 2020. Para facilitar la comparación no se han sumado a la Unión Europea las exportaciones del Reino Unido en ningún año.

[4] La clasificación de Nomenclatura Combinada la emplea la Agencia Tributaria para el comercio exterior. Desagrega 22 secciones y 99 capítulos de productos.

[5] Se pondera la variación registrada en cada producto y se pondera por su participación sobre el total de las exportaciones un año antes (marzo de 2019).

Leer más
no-minusvalorar-el-efectivo

No minusvalorar el efectivo

Comparte esta entrada



El pasado fin de semana conocimos una propuesta que pretende introducir un nuevo tope al pago en efectivo en 1.000 euros e incluso que el uso de billetes y monedas desaparezca progresivamente. Los límites para el pago persiguen reducir la evasión fiscal y promover el uso de medios electrónicos. Puede entenderse, incluso, como una promoción de la cultura de la digitalización, de la que soy firme y continuo defensor. Pero que el efectivo desaparezca no es una buena idea. El propio Banco Central Europeo ya ha contestado que no se puede prohibir su uso, ya que los billetes y monedas son de curso legal. En términos prácticos es, además, tremendamente costoso. La eliminación del billete de 500 euros —que ya no se emite— está llevando mucho tiempo.

El argumento se puede llevar más lejos. No es que el efectivo no vaya a desaparecer. Es que no es conveniente que lo haga, incluso en pleno siglo XXI. Ni siquiera todos los falsos rumores sobre cómo los billetes y monedas podían transmitir la covid-19 —que un gran número de instituciones, BCE incluido, se han encargado de desmentir— han frenado su circulación en la eurozona. En febrero sumaban 1,31 billones de euros, en marzo 1,34 y en abril 1,36. La última estimación paneuropea publicada en 2017 por el banco emisor señalaba que el 79% de los pagos en comercios seguía realizándose en efectivo en la eurozona. La diversidad de medios de pago en un mundo cada vez más digital es esencial y permite la elección individual y la inclusión social. Muchos ciudadanos —por edad, situación social, localización o sector de actividad— prefieren pagar con efectivo. No pueden hacerlo de otro modo y una prohibición los excluiría del sistema. En países como Estados Unidos o Suecia ha habido una contestación importante a ciertos intentos de prohibición del efectivo que se han entendido como un veto a la libertad económica y una amenaza de exclusión financiera. El efectivo es también el único medio disponible ante desgraciados eventos que siguen siendo frecuentes, como catástrofes naturales o apagones.

«El mundo es nuevo y su digitalización imparable y con múltiples efectos provechosos de conveniencia y agilidad en la esfera de los pagos. Pero esta tragedia revestida de experimento social que hemos vivido con la covid-19 nos ha enseñado algo: todos los sistemas de pago son útiles».

Santiago Carbó

Otro error típico es pensar que acabar con el efectivo pondría fin al fraude. El que se realiza con efectivo está disminuyendo a una media del 1,7% anual en todo el mundo desde 2014, mientras que el acometido con tarjeta está aumentando a una media anual del 16,2%. Para luchar contra el fraude son necesarias otras apuestas más decididas, en el ámbito de la inspección y control. Asimismo, suplantaciones de identidad o ciberataques son hoy un quebradero de cabeza. Y los problemas más graves, de terrorismo o blanqueo, se canalizan cada vez más por medios como criptomonedas. El mundo es nuevo y su digitalización imparable y con múltiples efectos provechosos de conveniencia y agilidad en la esfera de los pagos. Pero los nuevos modelos tampoco son inmunes a otros problemas. Si esta tragedia revestida de experimento social que hemos vivido con la covid-19 nos ha enseñado algo es que todos los sistemas de pago son útiles. No tiene sentido minusvalorar el efectivo.


Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

Comparte esta entrada



Leer más
destino-turistico-seguro

Destino turístico seguro

El impacto de la pandemia de la covid-19 en el sector turístico y, con ello, en la economía española ha sido terrible (según las previsiones de la OCDE, España presenta una de las peores previsiones de reducción del PIB para 2020). Esto hace plenamente comprensible la voluntad de reiniciar la actividad turística lo antes posible. Sin embargo, hay también razones para ser extremadamente cautelosos; por un lado, en términos de salud pública; y por otro, pensando estrictamente en términos de industria y negocio: el impacto de un rebrote o una mala gestión sanitaria en la reactivación turística podría ser enorme en términos reputacionales para todo el país, afectando tal vez también a la temporada del año 2021.

Así, debería estar claro
que en el reinicio de la actividad turística debe primar la seguridad sanitaria
por encima del tradicional objetivo del sector turístico de maximizar el
volumen de negocio. En esta entrada voy a desarrollar un breve análisis
económico de las características que tiene la seguridad sanitaria en relación a
la covid-19 en la industria turística, aportando recomendaciones al respecto de
su gestión por parte de los distintos agentes económicos, y resaltando en
particular el fundamental papel a desempeñar por las administraciones públicas.

La nueva
normalidad en la industria turística

Como sabemos, la ‘nueva normalidad’ en la pandemia pretende controlar y limitar la expansión de los contagios de Sars-Cov-2; para ello, las medidas adoptadas son: (i) distancia social (o, más propiamente, distancia física), (ii) rastreo de casos de posibles infectados junto a la realización de muchos test; y (iii) la adopción de toda una serie de protocolos sanitarios para evitar el contagio: limpieza, desinfección, etc. (Gans, 2020). Otro aspecto clave, más si cabe para destinos turísticos de acceso aéreo como Baleares y Canarias es (iv) la delimitación de ‘zonas verdes’, zonas libres (o con pocos casos) de contagio, y a la vez el establecimiento de ‘corredores verdes’ entre estas zonas verdes de la UE (Pradelski y Oliu-Barton, 2020). En su ausencia, las islas verían muy reducida y limitada su demanda al turismo doméstico (The Economist, 2020).

Una característica clave
del producto turístico, tradicionalmente implícita, pero que la pandemia ha
puesto de manifiesto, es su alto componente
social
tanto en la producción como en el consumo (de aquí el impacto
diferencial de la pandemia en la actividad turística). Véase como ejemplo el
transporte en avión o autobús; el alojamiento hotelero, y el entretenimiento en
la playa, museos o parques acuáticos. Por ello, la consecuencia inmediata de
aplicar las condiciones de la nueva normalidad al sector turístico son reducir
la capacidad de la oferta e incrementar los costes fijos y marginales (transporte
en avión o bus, alojamiento en hotel) y, en
parte
, reducir el valor del producto para el turista (su disposición a
pagar).

La seguridad sanitaria

En parte porque la existencia de la pandemia configura una nueva y fundamental dimensión en el producto turístico: la seguridad sanitaria. Es decir, una actividad turística en la que (tanto en el consumo como en la producción) el riesgo de contagio y de exposición al coronavirus sea mínima. Las dos características clave de la seguridad sanitaria en el producto turístico son:

  • En primer lugar, como es bien
    sabido en toda epidemia, la presencia de efectos externos o externalidades. Una mala gestión de la
    seguridad sanitaria del producto por parte de una empresa incrementa la
    probabilidad de contagio no solamente de sus clientes y trabajadores, sino
    también de los trabajadores y clientes de otras empresas, y de la población en
    general.
  • En segundo lugar, es un atributo de confianza (Nelson, 1970):
    la información asimétrica entre el ofertante y el comprador es extrema; éste
    último no solo no observa plenamente la calidad del atributo del producto
    (¿cuán seguro es?) antes de comprar y consumir, sino que tampoco la observa a
    posteriori. Puede ser difícil para una persona (o para las administraciones
    públicas) saber cuál ha sido el origen de su contagio, si ha sido en el hotel,
    la playa o el avión. Y, en el mejor de los casos, se sabrá pasado unos días (tal
    vez gracias al rastreo llevado a cabo por las autoridades sanitarias).

Los
límites del mercado en la seguridad sanitaria: marcas, sellos y certificaciones

Así, la presencia de externalidades y la
característica de atributo de confianza de la seguridad sanitaria en los
productos turísticos tiene la consecuencia que los incentivos privados de los
distintos agentes (empresas, trabajadores, e incluso clientes) no estén
alineados con el interés general, ni en términos de salud pública ni de negocio.
Cada agente económico incorpora principalmente en sus decisiones de gestión
sanitaria sus costes y beneficios privados, sin tener (suficientemente) en
cuenta los efectos externos. Esto previsiblemente es así para las empresas en
la asunción de sus costes de gestión de protocolos, pero muy probablemente
también para los trabajadores y clientes (piénsese, por ejemplo, en un cliente
joven que sale de copas por la noche, ¿será suficientemente riguroso en las
medidas de distancia social?). Además, la escasez de información suficientemente
creíble al respecto de los protocolos implementados por las empresas hace muy
difícil que el mercado discipline a las empresas mediante efecto marca-reputación.

«Tanto por la presencia de externalidades como por la enorme incertidumbre al respecto de la efectiva aplicación de los estándares de seguridad sanitaria en la actividad turística, es imprescindible la actuación directa gubernamental».

Por ello, no parece ser esta una situación en la que se pueda descentralizar el cumplimiento de los estándares de seguridad sanitaria a las fuerzas del mercado, esperando que éste provea con los mecanismos e incentivos suficientes a los agentes para adoptar las medidas óptimas en términos de salud pública y de generación de valor conjunto para la industria. Aun así, el mercado puede jugar un papel (aunque limitado) en lo que es la seguridad sanitaria en el sector turístico. Los tour operadores, por ejemplo, por su gran tamaño e importante papel en la distribución, en los mercados de origen y de destino, y al integrar y gestionar distintas etapas de la cadena de valor, pueden internalizar en mayor medida que otros agentes económicos los efectos externos presentes en la epidemia y pueden, por lo tanto, jugar un papel relevante en la supervisión de la seguridad sanitaria del producto turístico (Calveras y Orfila, 2019; Hosteltur, 2020a). También están apareciendo en el mercado turístico sellos y certificaciones sobre la implantación de sistemas de prevención de riesgos para la salud frente a la covid-19, sellos específicos para el sector turístico; véase, por ejemplo, el “Safe Tourism Certified” del Instituto de Calidad Turística Española (Hosteltur, 2020b). Los sellos certificados por terceras partes son instrumentos precisamente diseñados para mejorar la transparencia y aportar información creíble al respecto de algún atributo de confianza (cuando la información aportada por la propia empresa afectada no será nunca suficientemente creíble, ni antes ni después de la transacción).

Un contexto análogo son los sellos y las certificaciones medioambientales. Estos sellos informan sobre la dimensión medioambiental del proceso productivo (atributo de confianza al igual que la seguridad sanitaria), permitiendo que los clientes que valoren tal dimensión paguen un sobreprecio, y dando incentivos a las empresas a adoptar dichas prácticas medioambientales. Sin embargo, tal y como Lyon y Maxwell (2015) explican, es poco probable que las certificaciones y los sellos aporten al mercado la necesaria transparencia. Esto es así por múltiples razones:  competencia a la baja en estándares entre una gran multitud de sellos; dudas al respecto de su rigor y la presencia de incentivos perversos en su certificación; etc. En cualquier caso, parecería claro para cualquier observador que la existencia de tales sellos y certificaciones medioambientales en el mercado no ha aportado la suficiente transparencia ni ha evitado el ‘greenwashing’ por parte de las empresas (Lyon y Maxwel, 2015).

En
resumen

Tanto por la presencia de externalidades como
por la enorme incertidumbre al respecto de la efectiva aplicación de los estándares de seguridad sanitaria en la actividad
turística, es imprescindible la actuación directa gubernamental. El papel de
los distintos gobiernos y de las autoridades sanitarias tiene que ir más allá
del desarrollo de protocolos anti-covid en el sector; tienen que implicarse en
asegurar su cumplimiento mediante la supervisión y el control directo, con
inspecciones y multas en caso de incumplimiento.

Está en marcha el plan piloto de reactivación turística en las Baleares. Más allá de sus detalles, ejecutar un plan piloto a pequeña escala para contrastar la capacidad de gestión sanitaria ante la llegada de turistas es una buena idea. Pero después, para afrontar el reinicio turístico a gran escala con mayores volúmenes de turistas, es necesario disponer por parte de los gobiernos de la suficiente capacidad para escalar también la gestión sanitaria; y esto no debe dejarse a las fuerzas del mercado, requiere una intervención y gestión directa de los distintos gobiernos.


Referencias


Leer más
¿espejismo-financiero?

¿Espejismo financiero?

Comparte esta entrada



Es importante que exista ilusión frente al miedo, pero también son precisas referencias sólidas para que todo no quede en un espejismo. La última semana, siguiendo la tendencia de las anteriores, destacó por dos acontecimientos financieros. El primero, la favorable evolución de los mercados de renta variable de todo el mundo, del que el Ibex 35 no fue excepción. Parecen haberse superado los peores niveles alcanzados en marzo, en pleno tsunami de la covid-19. Sorprende, en cierto modo, porque la economía real aún está comenzando a reactivarse y tiene pronósticos preocupantes e inciertos. Los mercados siguen yendo por libre en relación con la economía real. El pesimismo no ayuda. Tampoco esperar la recuperación por la pura inercia que generó la caída.

Las acciones del BCE siguen sirviendo para anestesiar las primas de riesgo, pero pocos confían ya en su poder vigorizante para recuperar crecimiento e inflación. Que la autoridad monetaria haya decidido aumentar notablemente volúmenes y alcance de la adquisición de títulos durante la pandemia era necesario e importante pero también indicativo de las negativas previsiones macroeconómicas para la eurozona que debe estar manejando el banco central. No se conoce aún el verdadero fuelle de la recuperación de los sectores productivos.

Precisamente la segunda referencia financiera que ha llamado la atención recientemente ha sido la notable reducción de las primas de riesgo de los países de la zona euro más afectados por la pandemia, incluido España. Están a niveles pre-covid. El programa pandémico de compras del BCE parece estar funcionando. En cuanto al tan comentado fondo de recuperación europeo, podría existir la tentación, como sucedió en la anterior crisis —en la que se propuso frecuentemente el rescate completo para España— de que nuestro país haga como hipótesis de partida la necesidad de emplear al máximo las transferencias y créditos “blandos” de esa facilidad europea.

«Hay que diseñar y entender todos los posibles escenarios financieros del futuro, pero creo equivocado posicionarse ya en uno de los escenarios extremos (solicitar toda la ayuda posible)».

Santiago Carbó

Están aún en proceso de negociación y los primeros desembolsos aún tardarían en llegar. Creo que es importante liberarse de cualquier espejismo y entender el papel que España debe señalizar ante la UE ahora. Si Europa está más abierta a ayudar y flexibilizar criterios, hay que situarse como candidato para los supuestos positivos, no los negativos o derrotistas. Todo ello reconociendo que tenemos serias restricciones financieras que impiden mayor contundencia en las acciones públicas para paliar los efectos económicos y sociales de la pandemia.

Contar con más recursos facilitaría a España una mayor artillería (desde ya) para ser contundente y eficaz en materia de gasto sanitario y de apoyo a empresas y familias. Eso puedo entenderlo. Sin embargo, en la negociación parece necesario mantener la cabeza fría y no revelar una ansiedad que podría llevarnos con más velocidad de la deseada a tomar decisiones que dentro de unos meses podrían ser contraproducentes. También nos alejaría de nuestra propia responsabilidad y planes de acción. En suma, hay que diseñar y entender todos los posibles escenarios financieros del futuro —sobre todo en un contexto de restricciones fiscales y potenciales tensiones en la deuda soberana— pero creo equivocado posicionarse ya en uno de los escenarios extremos (solicitar toda la ayuda posible).

Comparte esta entrada



Leer más

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies