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Falta un gran acuerdo

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El lunes comenzó en el pleno del Congreso de los Diputados la fase definitiva para la aprobación de los nuevos Presupuestos Generales del Estado para 2021. Tras el acuerdo del Gobierno con PNV, ERC y EH Bildu, parece que las cuentas públicas tendrán el plácet parlamentario. La mejor noticia de estos Presupuestos es que tras tres años sin acuerdo para renovarlos, volveremos a contar con esta herramienta básica del funcionamiento y apoyo de la economía —empresas y familias— actualizada a la realidad económica y social de hoy. Los últimos aprobados en el Parlamento datan de 2018, hace ya una “eternidad”, con el Gobierno de Mariano Rajoy, en un contexto de fuerte crecimiento sin inflación, creación de empleo y coyuntura internacional favorable. La situación actual es radicalmente distinta, con la mayor recesión de la historia reciente tras el impacto devastador de la pandemia.

A pesar de ese contexto tan duro y de la gran incertidumbre existente, se ha perdido nuevamente la oportunidad de un gran consenso político nacional, necesitado desde hace años, aún más tras el paso catastrófico de la covid-19. Para más inri, los apoyos y los rechazos obtenidos por el Gobierno han dado lugar a un llamativo y estéril rifirrafe entre partidos. Lo peor de todo es que no hubo nunca atisbo de que se pudiera llegar a unos nuevos Pactos de La Moncloa, que hubieran conllevado una estrategia presupuestaria de varios años, junto a unas políticas de acompañamiento consensuadas que hubieran despejado muchas de las dudas de la recuperación. Es un fracaso de la clase política que tarde o temprano sentiremos todos y también los propios interesados, a los que puede pasar factura electoral. Es impensable en otras naciones de nuestro entorno con las que tanto nos comparamos que en los “grandes temas de país” no haya una unión suficiente y fuerte para acometerlos. Tras 42 años de democracia, ya es hora de que España consolide una mayor unión entre partidos de todo el espectro político para resolver los “grandes asuntos de Estado”, sobre todo en episodios de crisis. Solamente así alcanzaremos una madurez política que resuelva problemas y no los cree.

«Se ha perdido nuevamente la oportunidad de un gran consenso político nacional, necesitado desde hace años, aún más tras el paso catastrófico de la covid-19».

Santiago Carbó

Un debate sosegado y constructivo habría permitido poner en común y, probablemente, acordar una cierta armonización fiscal entre comunidades autónomas, necesaria, en mi opinión, desde hace tiempo, ya que la situación actual —que tampoco definiría como dumping— está lejos de ser óptima. Eso sí, habría que acometerla en un proceso más amplio de discusión del actual modelo de financiación regional en nuestro país. Asimismo, una mayor armonización fiscal en la UE debería estar también en el horizonte político. Me temo que después del enorme ruido político, al final, no exista un análisis serio de las divergencias fiscales y posibles soluciones, que corrija las desventajas de algunas comunidades autónomas, sin crear problemas adicionales. Esta crisis sanitaria ha mostrado las ventajas de las estrategias que nos unen y, sin embargo, la falta de grandes acuerdos sigue siendo la orden del día. La gestión de los fondos europeos de recuperación es la siguiente oportunidad. Crucemos los dedos.

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Eficacia en las medidas sin esperar a la UE

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Semanas después de la expansión de la epidemia de la Covid-19 por nuestro país y todo el mundo, y de las numerosas decisiones de gobiernos y bancos centrales tanto en materia sanitaria como económica —casi siempre graduales, según van empeorando los diferentes escenarios— es hora de que se empiecen a notar.

Mucha piscina, pocos monitores, y los nadadores achicharrándose fuera, con la puerta aún cerrada. No soy quien para hablar del impacto de los protocolos sanitarios sobre la epidemia en España. Según los expertos, en unos días o semanas deberían mejorar las terribles estadísticas. En cuanto a las medidas económicas ya aprobadas —y las que puedan estar por venir en esta vorágine de nuevos reales decretos— es vital que tengan consistencia unas con otras y que las que van a ser sustento para la “hibernación” del sector productivo se pongan en práctica inmediatamente, con eficiencia, contundencia y diligencia. Deben acometerse ya sí o sí, sin esperar a Europa. A la vez que se presiona para una “solución europea”, aquí no hay ni un minuto que perder. La excepcionalidad y gravedad de la situación obliga ya a hacer y gastar todo lo necesario. Luego veremos de qué manera ayuda la UE, si finalmente lo hiciera.

Para reforzar la eficacia futura de las acciones aprobadas, las próximas decisiones deben recuperar el análisis y consenso previo con todos los agentes sociales y empresarios. Algunas de las últimas decisiones del Gobierno (como prohibir los despidos durante la crisis o el endurecimiento del confinamiento para muchas actividades económicas en la actividad no esencial) no han sido bien recibidas entre los empresarios.

«Perder tiempo o ser ineficiente en este proceso significa mayor impacto negativo en la actividad económica y futilidad de la deuda generada. Efectividad para paliar los efectos de esta terrible crisis».

Santiago Carbó

Es deseable que no vuelva a ocurrir. Introducir nuevas rigideces —aunque sean temporales— en el mercado de trabajo no ayuda ni a empresas ni a trabajadores. De esta crisis se sale con la colaboración y consenso de todos los afectados que, además, podrán aportar diferentes contrapesos e ideas para dar efectividad a las medidas. Hay que proteger a los trabajadores, pero también a las empresas y autónomos. Muchas, desbordadas preparando un ERTE, buscando la financiación “puente” avalada por el ICO, y enfrentándose a un sinfín de contingencias. Buscando las zanahorias en un campo de minas. Los palos adicionales no ayudan.

La administración pública y otras instituciones implicadas deben poner toda la carne en el asador. Aligerar procesos administrativos, emplear intensamente la digitalización en las gestiones y elaborar “hojas de ruta” claras a las empresas y sus asesores para saber lo que tienen que hacer. Hay muchísima confusión sobre los pasos a seguir. La financiación vía avales debe llegar en cantidad suficiente a todas las empresas y autónomos que lo necesiten. Se ha puesto “mucha agua en el embalse”.

Ahora hay que canalizarla hacia todos los recovecos que la precisen. Perder tiempo o ser ineficiente en este proceso significa mayor impacto negativo en la actividad económica y futilidad de la deuda generada. Efectividad para paliar los efectos de esta terrible crisis. Y para evitar lo peor, nada de esperar a los “galgos o podencos” de esa crecientemente estéril UE. Que aporte o se aparte.

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