De un tiempo a esta parte el sector de las aerolíneas ‘low cost’ ya no es lo que era. Si hace unos años nos podíamos ir a cualquier ciudad de Europa ida y vuelta por menos de 50 euros, ahora se ha convertido en una quimera que dificulta la movilidad a las personas que no tienen muchos ingresos.
No solo es la inflación y demás, es que para obtener márgenes, las empresas de este segmento del sector aéreo han tenido que empezar a llevar a cabo prácticas cuanto menos dudosas, por no decir claramente ilegales.
Es decir, que ahora te cobran prácticamente por todo. Sí, de primeras el vuelo te aparece a un precio bajo en la web cuando te dispones a comprarlo, pero a medida que vas avanzando pasos se empieza a encarecer por cosas como la famosa maleta de mano.
Sí, algo que es santo y seña de viajar en avión que es llevar el equipaje de mano sin coste adicional (lo que cuesta es facturar), es desde hace unos años forma de hacer negociazo de las aerolíneas ‘low cost’, aun cuando es ilegal y lo saben. Pero les da igual.
Reclamaciones que les salen por muy poco
Vamos a partir de que las aerolíneas no pueden ni deben cobrar por llevar equipaje de mano. No lo decimos nosotros, lo establece el derecho europeo. según la jurisprudencia establecida por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), estas compañías pueden cobrar por el equipaje que se factura, porque no se considera indispensable, cosa que sí sucede con el de mano.
Es decir, cuando tu llevas tu maleta en cabina es porque llevas contigo tus pertenencias básicas para ese viaje que haces, por lo tanto, no se puede cobrar por ello. Si bien ahora las aerolíneas low cost lo hacen. Lo vemos cómo al comprar un billete se nos encarece de media 20 euros por la maleta o mochila de mano.
Así, por la cara. La historia es que muy poca gente sabe que eso es ilegal. Por ello, no reclama. Pero que sepan que, si lo hacen, interponiendo su consiguiente demanda, van a ganar. El problema es que a las aerolíneas les da igual, porque realmente les sale muy barato este contencioso.
Las reclamaciones no tienen unos importes muy elevados, pues son básicamente del precio de los billetes, por lo tanto hablamos de cantidades que normalmente están por debajo de los 100 euros. Y son tan pocas las personas que reclaman en comparación con las que no lo hacen, que el precio a pagar por cometer esta ilegalidad es irrisorio.
Así, vemos cómo se aprovechan de un derecho básico sin que el cliente lo sepa y, básicamente, riéndose en su cara. Así se las gastan. Si todas las personas que vuelan con ellos reclamaran lo que es suyo, otro gallo cantaría.