Desde los representantes vascos se tiende a asegurar que su ciudadanía ostenta de mayores servicios debido a unos impuestos sensiblemente más elevados. Este es un mantra reiterado en numerosas ocasiones cada vez que se intenta tratar de cuestionar su modelo particular.
El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, lo recordaba ayer: «no se suele recordar que también pagamos más impuestos que otros y es uno de los pequeños secretos por los que tenemos mejores cosas, porque tenemos una presión fiscal mayor».
Esta afirmación hace referencia cuando se revisa específicamente los tipos del IRPF en las diferentes provincias vascas (Bizkaia, Gipuzkoa y Álava) que son las encargadas del diseño tributario. Y, es cierto, tanto los tramos inferiores del IRPF como los tramos superiores se encuentran más altos que la media nacional.
Pero hay que tener en cuenta que en el IRPF existe complejidad con numerosas deducciones, bonificaciones y reducciones que pueden hacer que unos tipos sensiblemente elevados en primera instancia, lleguen a ser altamente competitivos aplicando una serie de correcciones.
, las comunidades implicadas en el régimen común pueden deducirse 2.000 euros en concepto de gastos deducibles. Con ello, para salarios de 18.000 euros, la base imponible es igual al rendimiento neto menos esos 2.000 euros.
Si esto lo comparamos con las tres diputaciones vascas tenemos una bonificación del rendimiento en el trabajo de 4.650 euros en los rendimientos netos de hasta 7.500 uros que desciende a 3.827,64 euros para un salario bruto de 12.000 euros y hasta alcanzar 3.000 euros para todos los rendimientos por encima de 15.000 euros.
Ahí reside la competitividad fiscal que es especialmente atractiva en Guipúzcoa, Vizcaya para las rentas medias y en las tres haciendas forales para las rentas medias-altas, llevándolas a las regiones con una mayor competitividad fiscal.
Pero no solo existe el IRPF en materia de impuestos, sino que para completar el análisis entran en juego las diferentes figuras impositivas como el Impuesto sobre Patrimonio, el Impuesto sobre sucesiones, el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados y el Impuesto sobre Hidrocarburos. Las provincias de Euskadi no destacan por ser especialmente gravosas, sino que presentan una alta competitividad fiscal.
Además, las comunidades autónomas tienden a incorporar impuestos propios, Cataluña destaca como la comunidad con mayores impuestos creados por la autonomía, y este es un hecho diferencial con las tres diputaciones del País Vasco ya que no han establecido más impuestos propios.
¿Por qué el País Vasco destaca en competitividad fiscal?
El País Vasco goza de un régimen de financiación diferente al resto de comunidades autónomas ya que se rige por el Régimen Foral, al igual que Navarra, mientras que el resto de comunidades se rigen por el Régimen Común.
Gracias a este régimen de financiación se le permite gozar de un alto nivel de autogobierno en temas tan relevantes como son la sanidad, la educación, la seguridad, la vivienda y, en materia de impuestos, una autonomía que se deriva del Estatuto de Gernika que es su pilar fundamental.
Este sistema fiscal es enormemente positivo para las administraciones intermedias porque permite ser consecuente en términos de estabilidad presupuestaria, sin que se echen balones fuera culpando a la administración superior por una problemática de gestión.
En este caso, no sería el País Vasco la administración intermedia sino las tres provincias vascas que compiten fiscalmente para la creación de sus respectivos sistemas tributarios. Debido a la gran autonomía que tienen, la competencia termina beneficiando a los contribuyentes al igual que sucede en los modelos ampliamente descentralizados como Suiza y sus cantones.
Asimismo, el País Vasco aporta al Estado unos dineros a través del cupo en concepto de la contribución a todas aquellas cargas del Estado que no han sido asumidas por la Comunidad Autónoma Vasca. En ese cupo entran todas aquellas competencias que no está asumiendo la comunidad autónoma como por ejemplo el sostenimiento de la casa real, las instituciones centrales del Estado español, el Congreso de los Diputados y el Senado, Defensa, Relaciones Exteriores o bien la contribución a la Unión Europea.
En contraste, con el régimen común, el ciudadano paga la gran parte de sus impuestos a la Hacienda del Estado central y, seguidamente, se establecen transferencias a las comunidades autónomas, cuyo objetivo final es que las regiones más ricas de España apoyen al sostenimiento de las regiones más desfavorecidas o pobres.
Este hecho es muy importante ya que únicamente el País Vasco paga por esos servicios sin entrar en la retribución de la renta con el resto de autonomías. De ahí, que asume una ventaja competitiva frente a otras regiones ricas de España como son Baleares, Cataluña o Madrid. No obstante, no es ajeno a las transferencias del Estado a las comunidades autónomas y ahí que se genere cierta problemática en el esquema global de financiación.
Esto se entiende perfectamente al hablar de su balanza fiscal…
En primer lugar, Euskadi se encuentra entre las regiones más ricas de España que logra, incluso, superar la media de la Unión Europea. Es la segunda autonomía con mayor renta per cápita con un total, estimado por el INE, de 33.223 euros, la segunda más alta en España solo superada por la Comunidad de Madrid.
Pero, a pesar de ser una de las regiones más ricas del país, se encuentra, con una balanza fiscal favorable, es decir positiva, recibe más de lo que aporta. Este hecho impacta con otras regiones ricas del Estado español como son la Comunidad de Madrid, Cataluña y Baleares que son contribuidores netos al resto de autonomías.
Según el informe Estudios sobre la Economía Española – 2019/08 elaborado por Angel de la Fuente, en términos per cápita, el País Vasco estaría recibiendo más de 2.000 euros por habitante del resto de autonomías. Y curiosamente Cataluña, con una renta per cápita inferior a la vasca, sería aportador neto con poco más de 200 euros por habitante al resto de autonomías. Otra curiosidad es que Valencia, con una renta per cápita inferior a la media nacional, estaría aportando al resto de autonomías 700 euros.
Y este es verdaderamente el punto del conflicto. El sistema de financiación autonómico está llevando a que el País Vasco (al igual que Navarra), disfruten de superávit fiscal pese a situarse entre los territorios más ricos del país.