Desde hace unos días tenemos un hito histórico en la UE. Por primera vez ha creado un fondo para financiar una crisis a los países miembros, y parte de este fondo será en forma de subvenciones. Para ello se emitirá deuda, los primeros «eurobonos» de la historia.
Eso sí, estos fondos que irán recibiendo los Estados miembros, entre ellos España, irán condicionados a realizar reformas. Aunque no habrá «hombres de negro», los países más reticentes podrían tener derecho a vetar las transferencias si no se cumplen las reformas prometidas.
Pero seamos sinceros: independientemente de los fondos, España necesita realizar reformas que nos permitan progresar como país, no acabar en bancarrota. Y estas son las tres reformas que deberíamos acometer.
Reforma de las pensiones
Las pensiones es uno de los grandes problemas que tiene España, aunque apenas se habla de ello. La población está envejeciendo y cada vez estamos más cerca de tener problemas de presupuesto muy serios por este motivo. No es la primera vez que lo comentamos por estas páginas.
En 2007 las pensiones suponían el 33,85% del gasto público. En 2018 el 44,16%. En 2007 había superavit de la Seguridad Social. En 2019 el déficit rondó los 22.000 millones de euros. Es decir, de todo lo que se gasta España las pensiones cada vez son más, y la caja única (que se supone que separa las cuentas de las pensiones del resto del gasto público) ya está perforada por las transferencias que recibe año a año del resto del Presupuesto.
Habría que recuperar el espíritu de la reforma de las pensiones de 2013
En 2013 se hizo una reforma buena, aunque lenta. Se quería que a largo plazo las pensiones fueran sostenibles. Es decir, se crearon mecanismos automáticos que hicieran que lo recaudado por la Seguridad Social y lo gastado por la misma tendieran a converger. Sin embargo no se hizo caso del todo a las recomendaciones del Comité de Expertos y se fijo una revalorización mínima de las pensiones del 0,25% al año (esto no contiene el gasto sino que lo hace crecer) y a la mínima que salimos de la crisis también saltó por los aires y volvimos a los incrementos por el IPC.
¿Qué reforma deberíamos hacer? Lo primero, recuperar el espíritu de la reforma de 2013: el gesto en pensiones tiene que estar equilibrado con lo recaudado, y cuanto antes mejor. Si no las pensiones se van a comer todo el Presupuesto (como ya lo está haciendo) y básicamente esto implica recortar en Sanidad y Educación (los otros dos pilares del gasto público).
Las pensiones deberían ser más proporcionales a lo cotizado
¿Cuál sería una reforma adecuada? Primero, del lado de los ingresos, eliminar las bonficaciones a la Seguridad Social y reformar el sistema de cotizaciones. Seguramente habría que implementar, de una vez por todas, el que los autónomos coticen por sus ingresos reales (para así fomentar la creación de empresas, pero sin bonificar). Quizá habría que eliminar los topes y subir las cotizaciones por parte del empleado.
Por otro lado habría que contener el gasto. Las nuevas pensiones y la revalorización de las mismas deberían estar ligadas a lo que se recauda (a medio plazo). Y sí, habría que incluir revalorizaciones negativas, como proponía el Comité de Expertos en 2012-13.
Por último, las pensiones deberían ser más proporcionales a lo cotizado. Moverse a un sistema de cuentas nocionales como en otros países y que se tuvieran en cuenta todo lo aportado durante la vida laboral sería una buena idea.
Reforma del mercado laboral
El segundo problema que tenemos en España es nuestro disfuncional sistema laboral. Miles de tipos de contratos y una alta temporalidad. Es normal que en España haya temporalidad ya que tenemos sectores muy potentes (turismo, agricultura) con picos y valles de trabajo. Pero lo que no puede ser es que sectores que no tienen temporalidad abusen de la contratación temporal.
La establidad en el empleo implica mayor productividad
Lo ideal aquí sería fijar un contrato único y que la indemnización por despido sea independiente de si la labor es estable o temporal. Así las empresas que tienen trabajadores temporales simplemente por el hecho de tener menores costes de despido por si acaso y rotan cada pocos meses o como máximo dos años a sus trabajadores dejarían de hacerlo.
La establidad en el empleo implica mayor productividad, con lo que los beneficios empresariales son claros, pero también un mayor consumo por parte del trabajadores, ya que la estabilidad da tranquilidad.
También vendría bien un verdadero sistema de formación de trabajadores, y para evitar los múltiples fraudes que se han ido viendo en el pasado los cheques formación serían una buena idea, como ha sido propuesto en el pasado.
Dejar de tener déficit a largo plazo
La tercera gran reforma debería ser controlar el déficit a largo plazo. No es casualidad que desde Europa nos vengan poniendo este requisito desde hace años. La única forma de ser prósperos es con una deuda pública que no crezca de forma indefinida y se coma el Presupuesto.
El equilibrio presupuestario debe ser la base de las políticas públicas
Para ello la reforma de las pensiones es fundamental, pues ya se come una buena parte del Presupuesto. La reforma del mercado laboral también, pues si logramos que el nivel de paro estructural baje esto implica menos gasto público. Pero no es suficiente.
Desde hace poco la AiREF está haciendo una evaluación del gasto público y se debería profundizar en sus recomendaciones. El equilibrio presupuestario debe ser la base de las políticas públicas, pues la sostenibilidad del Estado de Bienestar se basa en que podamos pagarlo.
Son las más importantes pero hay otras
Las tres reformas mencionadas son fundamentales y cuanto antes de se hagan mejor. Pero hay otras como simplificación de procesos administrativos, los sistemas de oposiciones, la Universidad Pública y un largo etcétera que requieren revisión.
Lo fundamental es que ha habido algún momento, a finales de los años 90, en que hemos sido incapaces de seguir haciendo reformas. Las estructuras de España de principios de los 80 y de finales de los 90 se parecía muy poco. Pero la de principios de 2000 y de ahora se parecen mucho. Y el mundo ha cambiado mucho.
Las reformas que hicimos en la época de 2010-2013 fueron tímidas para lo que necesitábamos y empujados por Europa, sin convicción
Las reformas pueden ser duras a corto plazo pero a la larga funcionan. No hay más que ver cómo las reformas que hizo Alemania a principios de la década de 2000 convirtieron a un país que estaba atascado en una integración con unos costes muy altos en un país de nuevo puntero. Y no son los únicos.
Los llamados países «frugales» que en realidad tienen un gasto público mucho más alto que España realizaron sus reformas hace tiempo y por eso están en una posición cómoda. Habría que recuperar esa capacidad de hacer reformas, que la tuvimos en el pasado y que ahora hemos perdido, pues las reformas que hicimos en la época de 2010-2013 fueron tímidas para lo que necesitábamos y empujados por Europa, sin convicción.