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La pandemia de COVID-19 empeoraría la desigualdad por impacto desproporcionado en los trabajadores poco calificados

Si en enero de este año se esperaba que el crecimiento económico global fuera de un 3%, hoy se espera una recesión del 3%. En otras palabras, en apenas unos meses hemos quebrado fuertemente las expectativas con una diferencia de 6 puntos porcentuales.

Nos vemos abocados a una recesión mucho peor que la vista en 2008-2009. Si tomamos como ejemplo los escenarios de pandemias pasadas, el verdadero coste de las pandemias cae sobre los hombros de aquellos segmentos de la población más pobres y vulnerables.

De hecho, al igual que han ocurrido en las anteriores crisis, se esperaría que la crisis del COVID-19 empeoren los niveles de desigualdad de renta, fruto del impacto desproporcionado sobre los trabajadores menos cualificados.

Un estudio del FMI concluye que existe una evidencia respaldada sobre los impactos distributivos adversos de las pandemias. Se muestra que en las grandes epidemias vividas en la historia de la humanidad, como consecuencia final, hemos presenciado un incremento de la desigualdad de ingresos (gini renta) ya que han perjudicado a las expectativas de empleo en aquellos que únicamente tenían una educación básica, mientras que aquellos trabajadores con títulos avanzados apenas se veían afectados en el empleo.

El estudio hace referencia a las cinco pandemias principales de este siglo: SARS (2003), H1N1 (2009), MERS (2012), Ébola (2014) y Zika (2016).

En todos los casos, se ha producido un incremento de la desigualdad, a pesar de las medidas impulsadas desde los gobiernos para tratar de redistribuir la renta de los ricos a los más pobres para mitigar los efectos económicos finales. Específicamente, tras 5 años, el gini de renta se incrementaba en casi 1,5% después de impuestos y transferencias, lo que representa un severo impacto dado que esta métrica se mueve lentamente a través del tiempo.

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La disparidad es evidente: en relación con la población, el empleo de las personas con niveles de educación avanzados apenas se ve afectado, mientras que el empleo de las personas que sólo tienen niveles de educación básicos cae bruscamente, en más del 5% al final de los cinco años.

El caso específico de España: el problema de baja cualificación

La desigualdad es evidente según la cualificación. En España existe una brecha entre la tasa de desempleo de aquellos con educación superior y la de aquellas con una dedicación inferior a la secundaria superior que se encuentra alrededor del 14%, es más elevada que la del promedio de la Unión Europea del 10%.

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Además, si hablamos de la calidad de las habilidades de la fuerza laboral es baja y el desfase entre oferta y demanda de habilidades es alto, lo que contribuye a una baja productividad. De ahí nace que sea vital el desarrollo de las habilidades de los trabajadores a través del aprendizaje permanente, y ofrecer cualificaciones que se correspondan con las futuras necesidades del mercado laboral. Todo ello para poder tener una posición de mayor fortaleza en una situación como la presente.

Nos encontramos con que la tasa de abandono escolar temprana se encuentra entre las más elevadas de los países de la OCDE con un 18,3% en el año 2017, mientras que la tasa de repetición en España era la segunda más elevada de la Unión Europea. Las probabilidades de repetir curso entre los alumnos con dificultades en comparación con sus compañeros más aventajados después de tener en cuenta el desempeño se encuentra entre las más elevadas de la OCDE.

En España, la situación de los mercados del trabajo ha ido mejorando en los últimos años gracias a un ejercicio de moderación salarial y a la reforma laboral que quieren quitar de en medio el gobierno de Pedro Sánchez. Recordemos que la tasa de desempleo llegó al máximo del 26% en 2013 y a partir de esos niveles empezó a caer.

Las tasas de desempleo de los grupos más vulnerables han sido más elevadas que las del promedio de los países de la OCDE. Y a pesar de los descensos significativos, la tasa de desempleo juvenil y la tasa de desempleo de larga duración siguen situándose entre las más elevadas dentro de la Unión Europea.

La crisis anterior tuvo un impacto desigual en los salarios, siendo los deciles más bajos los que sufrieron principalmente el ajuste más fuerte, lo que exacerbó las desigualdades, aunque ellos también son los mismos que se han estado beneficiando de los años de la recuperación.

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El alto nivel de desempleo de los jóvenes, es un reto fundamental para España. Y el reto no es otro que abordar la baja cualificación profesional y la falta de experiencia laboral reciente de algunos de los jóvenes desempleados. Un dato revelador es que el número de jóvenes que no están estudiando, trabajando ni formándose sigue siendo especialmente alto, situándose en un 17,7% con los datos de 2017.