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El papel del ISV en el éxito de la adopción de la innovación tecnológica por el cliente final

Analizamos el papel del independent software vendor (ISV) en la innovación tecnológica, todo lo que ofrece al cliente final y a la empresa desarrolladora. 

  • El ISV constituye un último eslabón de la cadena con el cliente final 
  • Además, los ISVs hacen que las soluciones que recibe el cliente se parezcan a un “traje a medida”, pero sin sus inconvenientes 

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Las grandes soluciones de software suponen para las empresas una oportunidad de acceder a herramientas tecnológicas que les ayuden a desarrollar su actividad de forma más eficiente y a abordar mejor su transformación digital. 

No obstante, muchas veces, las compañías tienen una forma de trabajar concreta y requieren de una adaptación o desarrollo a medida. Y es aquí cuando es clave el papel del ISV en el éxito de la implantación de la nueva solución tecnológica para el cliente final. 

El ISV aporta su conocimiento de un sector para ayudar a adaptar un programa a otra empresa o sector concreto 

Los ISV (desarrolladores de software independientes, por sus siglas en inglés) son empresas que son capaces de desarrollar sus propias soluciones de software adaptándolas, en muchos casos, a las necesidades de un cliente concreto. Así, un desarrollo de ERP se hace pensando en las necesidades de industrias de todo tipo, pero no tendrá las mismas una empresa que fabrica calzado que otra que está en el sector de la hostelería, por ejemplo. 

¿Qué es un ISV?  

A la hora de adoptar una solución tecnológica, una empresa tiene diferentes opciones. La primera de ellas es acudir a un desarrollador que haga un programa a su medida. Por poner un ejemplo cotidiano, sería como ir al sastre para que nos confeccione un traje. Esto tiene varios inconvenientes: 

  • Los costes son excesivos para muchas empresas. 
  • Los tiempos de desarrollo son demasiado prolongados. 
  • En ocasiones, nos obliga a estar atados con este desarrollador del que dependemos para actualizaciones, mantenimiento, etcétera. 

La segunda opción es acudir a una solución estándar, si necesitamos un CRM o un ERP contratamos esta herramienta que ya está desarrollada y empezamos a trabajar previa parametrización de los procesos empresariales. Sería similar a acudir a una tienda y elegir un traje de los que ya tienen en venta. 

La tercera opción sería intermedia entre las otras dos: utilizamos un software estándar, pero la complementamos con herramientas o módulos que se adapten a las necesidades concretas de nuestra empresa. Es aquí donde el papel de los ISV es clave, ya que se encargará de crear las soluciones necesarias para que esta herramienta se adapte a nuestra empresa y no al contrario. 

Los ISV son uno de los grandes motores de la innovación tecnológica. Averigua el por qué.

Por decirlo de otra manera: el desarrollador de software independiente se encarga de añadir funcionalidad y nuevos procesos a un software ERP o CRM estándar como los que desarrolla SAGE, o incluso adecuar y acercar un programa a un sector concreto (lo que se conoce como una adaptación a sectores verticales) para que responda mejor a las necesidades de una compañía, a la normativa y protocolos que tiene que cumplir, etcétera. 

¿Qué valor ofrece el ISV al cliente final? ¿Y a la empresa desarrolladora?  

El ISV es muchas veces el último intermediario entre el cliente final y la empresa que desarrolla una solución estándar como puede ser Sage 200cloud o Sage X3, que aporta al cliente en su versión estándar funcionalidad para sectores concretos como comercios, fabricación, distribución al por mayor o construcción. Ya que puede crear pequeños programas o add-ons que constituyan soluciones específicas para cada cliente y que se adapten a la filosofía de su empresa o ayude a integrarse con otras soluciones. 

El ISV es quién mejor conoce al cliente final y en el que confían para implantar la herramienta elegida 

En este sentido, da una respuesta para tener algo próximo a ese traje a medida que deseamos, sin los inconvenientes antes comentados de costes, tiempos de desarrollo o dependencia de un desarrollador concreto. 

Es por ello por lo que una compañía que ofrece soluciones contables, ERP, CRM o software para la gestión de recursos humanos tiene certificado un importante ecosistema de ISV. Además, de este modo, si en algún momento los caminos de empresa e ISV se separan, otros pueden continuar su trabajo. 

Para la empresa desarrolladora son un pilar muy importante, ya que llegan donde ellos no pueden, ofreciendo la personalización que muchas pequeñas y medianas empresas requieren para contratar estos productos. De otra forma, no habrían contratado este tipo programas. 

La empresa desarrolladora será tan apreciada por el cliente como lo sea el ISV. Su importancia es mayor que la de un integrador, que también puede crear pequeños programas para ofrecer una solución a la implantación de un software en una empresa. La diferencia entre unos y otros suele estar en el volumen de programas que crean para el cliente final, que, en el caso del integrador, suele ser mucho menor. 

El ISV como último eslabón de la cadena con el cliente final  

Es en este punto donde el ISV ofrece al cliente final la tranquilidad de tener soluciones para sus necesidades, puesto que en muchos casos se crean a medida para él. Estos programas personalizados se pueden aplicar a varios clientes del mismo sector o al mismo tipo de empresas. Estar certificado como ISV de una gran empresa da acceso a una amplia cantidad de clientes que demandan estas personalizaciones. 

Así, si una solución planteada para un cliente concreto ha funcionado bien, no es raro que otro de este mismo sector busque tener este programa. Y esto, hoy en día, en un mundo de soluciones que son on premise, híbridas o por suscripción, es básico. No en vano, el ISV puede ayudarnos a decidir de forma más fácil cuál es la más adecuada para nosotros o qué soluciones se plantean para cada necesidad en concreto. 

Los ISV son el último eslabón en una cadena de innovación. Descubre cómo llega su trabajo al cliente final.

El ISV es quien mejor conoce al cliente, lo que le permite también acelerar los procesos de implantación. Cuenta con experiencia del trabajo realizado anteriormente para otros clientes similares, que tienen una problemática local, por lo que la labor de consultoría va guiada por otros trabajos previos y no es raro que se ofrezcan soluciones que el cliente final muchas veces ni siquiera se ha planteado, por desconocimiento. 

Para la empresa final es una gran tranquilidad. Son conscientes de que están tratando con alguien experto y cercano que sabe lo que se trae entre manos; que ya ha implantado y creado programas con éxito para otras empresas y que no solo va a darnos una herramienta mejor para nuestro día a día, sino que también tiene experiencia sobre el programa que quiere adquirir. 

En resumen, de lo que hablamos es de que son capaces de ofrecer un resultado más eficiente para el empresario final. Esto supone un rápido retorno de la inversión, sobre todo porque la aceleración del proceso de consultoría e implantación, así como menores costes en la adaptación y creación de pequeños programas a medida, suponen un gran ahorro en el gasto, no solo monetario, también en horas invertidas en su manejo durante el día a día. 

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