A medida que pasan los meses, estamos viendo un deterioro continuado de los grandes datos macroeconómicos de la economía española. Lo peor de todo es que para este año las perspectivas se revisan a la baja por la política fiscal que del Gobierno y la confianza los agentes económicos que genera.
El crecimiento económico español de este año en curso se revisa a la baja en un contexto global de ligera mejora, nos hemos desviado de los objetivos de déficit público asumidos en el último plan presupuestario y el mercado laboral se encuentra excesivamente ralentizado. Repasamos las últimas revisiones del Gobierno.
Crecimiento económico al 1,6% para 2020
Dentro del contexto internacional, las previsiones existentes para este año indican que el mundo reflejará un mayor crecimiento que el del año anterior. En concreto, según las estimaciones, fue de 2,9% en 2019, y aumentará hasta el 3,3% en 2020 (previsión FMI tras la revisión de enero).
A falta de datos oficiales, previsiblemente en España, habremos cerrado 2019 con un crecimiento económico del 2% en el PIB. Para este año, la previsión inicial era un crecimiento del 1,8%, lo cual llama la atención esa pérdida de dos décimas en un entorno global que se presupone un mayor crecimiento. Pero en la última revisión del FMI, España perdió dos décimas más ¡el crecimiento sería del 1,6%!
Pensemos que en la etapa de expansión económica española, los datos de crecimiento económico habían sido siempre superiores a los de las economías avanzadas, reflejando así un mayor dinamismo. Y por primera vez, tanto el crecimiento económico esperado de las economías avanzadas como en España se equiparan en ese 1,6%, un dato que el Ministerio de Economía ya ha reconocido en su última revisión.
El problema existente es que España, de todas las economías avanzadas existentes, es la que más ha revisado a la baja sus perspectivas de crecimiento económico (dos décimas) en los últimos meses. Este es el dato importante, lo que refleja un deterioro de la economía por causas internas no externas.
El déficit será mayor del esperado
Si acudimos al Programa de Estabilidad Presupuestaria 2019 y 2022, el último presupuesto de Montoro se comprometió a una paulatina reducción del déficit publico. Para 2019 debíamos alcanzar un deficit del -1,3%, en 2020 el -0,5% y, para 2021, conseguir un superávit presupuestario del 0,1%.
Manteniendo la senda de los Presupuestos de 2018 que fueron prorrogados se hubiera tendido a estos objetivos, pero con el Gobierno de Sánchez de por medio y sus reales decretos, como la subida de pensiones y el salario de los funcionarios, nos hemos desviado de esa senda marcada. Y la combinación de gasto vía deuda es siempre un problema.
De hecho, Bruselas nos lleva avisando. Con las medidas del Gobierno, la Comisión Europea señaló en octubre que el déficit público cerraría en 2019 en el 2,7% y para el actual en el 2,1% (el gobierno es más optimista y lo valora el déficit en el 1,8%). Es decir, en 2019 habríamos sumado 1,4 puntos de déficit frente al objetivo de estabilidad y para este año, nos iremos a 1,6 puntos.
El gobierno de la coalición PSOE-UP, trata de ignorar medidas de carácter estructural para la consolidación de las finanzas públicas. Muchos pueden pensar que gracias a las medidas adoptadas, se mejoran las rentas de pensionistas o funcionarios pero el problemas es que vamos inflando el tamaño del problema… la deuda.
Pudiera parecer una exageración que España se desvíe un punto y medio en el déficit público. Pero el problema existente es que el Gobierno de Sánchez está lanzando un mensaje muy peligroso a los acreedores o los titulares de deuda española. Si las Administraciones Públicas asumen un elevado volumen de deuda y tienen un débil compromiso para ajustar las cuentas ¿para qué poseer títulos de deuda españoles que son más arriesgados?
Es más, en un supuesto de shock económico ya sea interno o externo, estos títulos de deuda serían desdichados por los inversores por la falta de garantía en el correspondiente pago, buscando activos seguros. Eso se traduce en más intereses para atender al servicio de la deuda (menor importe relativo spara el resto de partidas) y, en los casos más extremos y tal y como le ocurrió a Grecia, a tener que solicitar un rescate porque ningún emisor está dispuesto a arriesgar su dinero en la compra de deuda para que nosotros podemos refinanciar los vencimientos.
No obstante, la realidad de los títulos de deuda está enmascarada por una política monetaria ultra intervencionista que ha llevado a los títulos de deuda a cotizar con rentabilidades nominales negativas, algo no visto en el histórico y que no refleja la realidad del riesgo subyacente de este producto financiero por las características del emisor.
Desempleo en stand by en 2020
Hemos comentado en numerosas ocasiones como el mercado laboral se ha relentizado en los últimos meses. Los últimos datos que tenemos del mes de enero reflejan que el número de desempleados únicamente ha bajado un 0,97% en los últimos 12 meses, un dato dinámico irrisorio.
Ya quedan lejos aquellos momentos de la etapa expansiva de la economía que el desempleo caía en tasas entre el 6% y el 9%, y parece que ha llegado una nueva realidad en el mercado laboral. El mercado agrícola ya está sufriendo una subida en el desempleo, al igual que otros segmentos de baja productividad como son la inmigración y los jóvenes varones menores de 25 años.
El Gobierno no se le escapa la evidencia se los datos, y se dispone a reflejar a la baja las cifras esperadas en el mercado laboral al finalizar el 2020 y para los siguientes años.
Para este año, según el Gobierno, nos dirigiremos hacia una tasa de desempleo del 13,6%, lo que representa un recorte de tan solo medio punto desde la tasa vista al finalizar el ejercicio anterior.