FOMO es el acrónimo de Fear Of Missing Out, lo que se traduce como «miedo a perderse». Se refiere a la sensación de ansiedad o malestar que se siente cuando otras personas comparten una experiencia positiva o única mientras uno mismo se la está perdiendo.
Este fenómeno se ha magnificado con la llegada y auge de las redes sociales que permiten compartir especialmente las experiencias positivas y nos permite saber lo que otros están experimentando en cada momento.
Y esto tiene un aplicación en las inversiones. Pues la sensación de perderse un fuerte repunte en una acción invita a ese sentimiento ¡hay que aprovechar este movimiento! ¡no puedo dejar pasar esta oportunidad!
Se forja un deseo que nos empuja a participar en el movimiento del precio, nublando cualquier juicio, lo que le dificulta realizar el análisis necesario de las acciones antes de cerrar una operación.
La sensación FOMO es el resultado de nuestra tendencia natural a creer que lo que está sucediendo continuará en el futuro reciente, que es un sesgo cognitivo común. Nuestras emociones comerciales primordiales son la codicia y la envidia: deseamos obtener los mismos beneficios que obtienen los que ya están invirtiendo.
Si existe el temor de perderse algo, las consecuencias suelen ser bastante graves. FOMO conduce a un pensamiento irracional y puede llevar a decisiones, lo que significa que la gente compra o vende precipitadamente, sin sustentar su decisión en un análisis profundo de la inversión.
Desafortunadamente, la sensación de FOMO se vuelve mayor cuanto más el mercado continúa moviéndose en esa dirección, ofreciendo grandes rentabilidades positivas. Sin embargo, cuanto más se mueva el precio, es más probable que se revierta o retroceda. La mayoría de las operaciones realizadas vía FOMO, a menudo, terminan como perdedoras, lo que podría haberse evitado con un poco de disciplina financiera.
Lo vemos claramente con Tesla, una automovilística que no ha parado de subir superando los 1.000 dólares por acción y el billón de dólares por capitalización del mercado. Su inversores no podrían estar más satisfechos. El FOMO aprieta.
Pero los datos ponen en cuestión esta valoración. Su capitalización se iguala a la suma de los grandes fabricantes de automóviles, pero Tesla podría entregar 900.000 vehículos este año, mientras que todos los fabricantes de automóviles combinados a nivel mundial pueden entregar 75 millones de vehículos.
Lo mismo nos ocurre al hablar de las criptomonedas y, en particular, el bitcoin que ha tocado recientemente los 67.000 dólares. El sentimiento FOMO es particularmente frecuente cuando la criptimoneda registra otro nuevo máximo o aumenta de valor significativamente durante un período de tiempo relativamente corto. Este sentimiento invita a los inversores a no perderse la fiesta y es uno de catalizadores de su precio.
Se trata de comprar porque otros lo hicieron, pensamiento de rebaño. Una encuesta de la Autoridad de Conducta Financiera del Reino Unido publicada concluyó que el 76% de los jóvenes que invierten en productos de alto riesgo sienten una sensación de competitividad con amigos, familiares y otros conocidos. También está contribuyendo una falsa sensación de seguridad: el 69% creía erróneamente que las criptomonedas eran un activo regulado.