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Los tipos de interés deberían subir al 10%, pero no estamos preparados para esa discusión

Año 1993. España se sumerge en una crisis económica tras la resaca de las Olimpiadas de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla. La peseta se devalúa frente a las demás monedas europeas. Matías Prats anuncia hipotecas con una tasa de interés que hoy nos resulta inimaginable: ¡9,65 %! Y sin embargo, estas cifras -y superiores- fueron habituales hasta entrado el siglo XXI (en 1995 aún seguían al 8%)

La llegada del euro y la estabilización de la inflación permitieron una reducción de las tasas de interés en toda Europa. La expansión monetaria para remediar la gran crisis financiera de 2008 hizo que bajaran aún más, a niveles nunca vistos. Fue una década de 'dinero gratis' en la que nos acostumbramos a unos intereses anormalmente bajos, con las tasas de referencia (como el euríbor) en negativo, e hipotecas a tipo fijo por debajo del 1%. La hipótesis de que los tipos de interés bajos acaban ocasionando un aumento de la inflación parecía haber dejado de ser válida.

Pero a partir de 2020 llegó el final del espejismo. La estrategia de seguir imprimiendo dinero para estimular la economía comenzó a dar señales de agotamiento y finalmente sucedió lo inevitable: ante la expansión monetaria empezó a aumentar la inflación. Aunque tímidamente al principio, la escalada en los precios de producción anticipaba una subida sin precedentes en décadas. La invasión rusa de Ucrania fue el detonante final: la inflación en occidente alcanzó en 2022 niveles que no se habían visto en décadas.

Los bancos centrales se han visto obligados a tirar de la palanca de emergencia contra la inflación: subir los tipos de interés. Sin embargo, ¿se trata de una medida suficiente para contener la escalada de los precios?

Los tipos de interés, la herramienta de los bancos centrales para controlar la inflación

La relación entre intereses e inflación es una de las leyes básicas de la macroeconomía. Los intereses bajos estimulan la economía al abaratar el crédito: los consumidores y empresas tienen más capacidad para acceder a préstamos e hipotecas y por tanto aumenta la demanda, lo que a su vez hace aumentar los precios. A la inversa, cuando las tasas de interés aumentan endeudarse es menos atractivo, desciende la demanda y con ello se modera el aumento de los precios.

La inflación es difícil de controlar de por sí, y los experimentos de control de precios normalmente suelen resultar un fracaso. Pero los bancos centrales sí tienen la capacidad de hacer subir o bajar los tipos de interés. Lo hacen modificando la tasa de referencia a la que los bancos obtienen liquidez (en el caso de la eurozona, la tasa de refinanciación). A su vez, esto hace que varíe la tasa de interés a la que los bancos se prestan entre sí (en el caso de la eurozona, el euríbor). Finalmente los bancos prestan dinero a particulares y empresas aplicando un margen sobre la tasa interbancaria. Es decir, la consecuencia de una subida (o bajada) del tipo de interés de referencia por parte del banco central hará que los particulares paguen más (o menos) por sus préstamos.

Pero subir los tipos de interés es una medida impopular. La subida de las hipotecas variables, por ejemplo, tiene un impacto directo en millones de hogares. El encarecimiento del crédito a las empresas reduce la inversión y enfría la economía, pudiendo resultar en un aumento del paro. Ningún político, con su objetivo cortoplacista de ganar elecciones, tiene incentivos para subir los tipos de interés. Por ello los bancos centrales deben ser independientes del poder político, y existe correlación entre lo independiente que es un banco central de su gobierno y la capacidad de controlar la inflación.

La década de 2010, una anomalía histórica

Con la excepción de la década de 2010, a lo largo de la historia siempre hemos experimentado una estrecha relación entre las tasas de interés y la inflación y los bancos centrales no han dudado en subir los intereses cuando los precios se desbocaban. Por ejemplo, la federal funds rate de EEUU llegó a alcanzar el 20% cuando la inflación se desbocó a principios de la década de 1980.

Tasa de interés de la Reserva Federal e IPC, EEUU

Fuente: Reserva Federal de EEUU / elaboración propia

Observamos como los tipos de interés han sido históricamente mucho más elevados que en la actualidad, para rebajar la inflación al nivel deseado del 2% (que también es el nivel de inflación objetivo del Banco Central Europeo). La respuesta a la crisis financiera global de 2008 se tradujo en una bajada histórica de los intereses a casi cero, algo nunca visto anteriormente. Sin embargo estos bajos intereses no provocaron un excesivo crecimiento de la inflación, como podría haberse esperado.

La escalada de los precios a partir de 2020 forzó a la Reserva Federal a intervenir y subir finalmente los tipos de interés. Pero, al contrario que en otras crisis inflacionistas, ha intervenido con retraso y tímidamente: los tipos de interés siguen por debajo de la inflación, y esta sigue muy por encima del objetivo del 2% pese a un leve descenso en los últimos meses.

Europa está entrando en territorio desconocido y las actuales subidas de intereses se quedan cortas

En el caso de la eurozona, el BCE controla la tasa de interés de referencia de los países de la moneda única desde 1999. El banco se tomó muy en serio su trabajo de mantener a raya la inflación. Las tasas de interés del 3%-4% fueron la norma en la década de los 2000 en cuanto el IPC armonizado de la Eurozona superaba unas décimas el objetivo del 2%. Además, el BCE usaba la palanca de los tipos de interés de forma preventiva, como observamos en los periodos 2000-2002 y 2006-2008, con subidas de intereses que se anticipaban a los precios.

Tasa de interés del BCE e IPC en la Eurozona

Fuente: BCE / elaboración propia

La crisis global de 2008 también supuso cambios radicales en la política monetaria europea. Para reactivar la economía el BCE bajó de forma drástica los tipos de interés, lo que causó un repunte de los precios por encima del 2% en torno a 2012. Pero en este caso, el BCE no reaccionó como hubiera hecho en la década previa. La Unión Europea había recaído en la recesión, forzando incluso rescates bancarios en países como España. En julio de 2012, Mario Draghi pronuncia la que quizá sea la frase más decisiva nunca dicha por un banquero central.

Dentro de nuestro mandato, el BCE está preparado para hacer lo que haya que hacer para salvar al Euro. Y, créanme, será suficiente.

Mario Draghi, 26 de julio de 2012

El mensaje de Draghi era claro: si había que mantener los tipos bajos para reanimar la moribunda economía europea, el BCE lo haría. Durante los años siguientes el BCE bajó los tipos hasta llegar al histórico 0% en marzo de 2016. Esto significaba literalmente dinero gratis para los bancos, que se tradujo en años de hipotecas baratas y crédito fácil para los ciudadanos europeos. Y la economía europea se hizo adicta al dinero fácil. El euro se salvó, pero los años de bajos intereses no se tradujeron en un gran crecimiento económico como cabría haber esperado.

En 2021 los precios comienzan a dispararse, pero la economía europea está digiriendo el golpe de la pandemia. Europa entra en una situación de 'estanflación', los precios suben pero la economía no crece. El BCE se ve en el dilema de controlar la inflación (subiendo los tipos de interés) o avivar la recuperación económica (bajándolos) - ¡pero hacer lo segundo es imposible, al estar los tipos de interés ya al 0%!

El BCE optó por no tocar nada hasta que ya fue demasiado tarde. En julio de 2022, con la inflación desbocada al 9%, finalmente sube los tipos de interés, copiando lo que ya había hecho la Reserva Federal de EEUU. Desde entonces han seguido varias subidas hasta llegar al actual 3%.

¿Es suficiente? los datos históricos indican que no. Tras la excepcionalidad de la pasada década, volvemos a un mundo con periodos de alta inflación donde los bancos centrales tendrán que tomar decisiones impopulares. En los años 2000, el BCE consiguió mantener los precios a raya subiendo la tasa de interés por encima de la inflación, igual que hizo la Reserva Federal estadounidense en la década de 1980. Si queremos que la inflación vuelva al 2% partiendo del 9% actual, podríamos necesitar tipos de interés al 10%, ¿estamos preparados para esto?

En El Blog Salmón | Los datos que apuntan a que los tipos de interés van a seguir subiendo en Europa

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La subida de tipos empieza a notarse en el sector inmobiliario en España: menos opciones y peores perspectivas para 2023

Las previsiones del Banco Central Europeo son que los tipos de interés, que vienen experimentando un gran crecimiento desde julio de 2022, no alcancen su tope máximo hasta el próximo verano. Esto sumando a la desaceleración de las economías como consecuencia de la inflación y del encarecimiento de las materias primas y de la guerra de Ucrania marca en el horizonte un proceso de recesión casi imparable.

Con el nuevo aumento en 50 puntos básicos de los tipos de interés (a fecha de 21 de diciembre) de manos del Consejo de Gobierno del BCE, quedaron fijados en el 2,5%.

Por consiguiente, las operaciones de refinanciación se sitúan en el 2,5%, la tasa de depósito en el 2% y la de facilidad de préstamos en el 2,75%. Con el Euribor cotizando casi al 3%, los préstamos hipotecarios se están encrudeciendo, por lo que el BCE intenta frenar la inflación.

Ante esta situación, y según datos de BNP Paribas Real Estate, la inversión inmobiliaria en España se redujo en el último trimestre de 2022 hasta los 2.400 millones de euros, aunque si miramos las cifras generales del año, éste ha aumentado en un 35% con respecto a 2021 y en un 21% con respecto a 2019.

No obstante, la gran mayoría de las compras procedieron de inversores extranjeros en un 60%, alcanzándose un récord histórico de inversión de 15.400 millones de euros. Dichos ingresos de capital han procedido especialmente de fondos institucionales que ahora poseen una cuota en las compraventas de inmuebles del 54% con respecto al 35% que representaron durante el curso pasado. Dichas inversiones se han enfocado en el ámbito residencial, de oficinas y del retail.

Con la subida notable de los tipos de interés se aumenta el coste de financiación y se perjudica a las valoraciones inmobiliariasmediante tasas de descuento más altas, de tal modo que se reduce la demanda de alquileres. Por consiguiente, las previsiones para 2023 son de un año en el que los precios del mercado inmobiliario volverán a niveles estándares, en los que las rentas se mantendrán y solo se aumentarán cuando surgiesen oportunidades para entrar en activos con mayores rendimientos.

Si analizamos los datos de cerca, vemos cómo las promotoras han pasado de planificar 220.000 nuevas viviendas para el período 2023-2026 a fijar las cifras en poco más de 184.000. De igual modo, la vivienda destinada a la venta bajará en un 15% y la destinada al alquiler en un 31%.

Por consiguiente, el nivel de compra-ventas en 2023 se reducirá en un 11,1%, a pesar del saneamiento con el que afronta el sector el nuevo año y con la inminente bajada de precios de la oferta en torno al 0,3%. Si llegase la ansiada recuperación y estabilización de los tipos de interés a mediados de año, habría determinadas edificaciones que incrementarían su poder de atracción sobre los inversores privados, como es el caso de las construcciones sostenibles.

La situación de las socimis y las promotoras

Muchas se están marchando del país a la vez que los precios no paran de caer. Las principales socimis españolas, como Inmobiliaria Colonial o Lar España están apostando por oficinas y centros comerciales, donde existe un riesgo latente de rebajas en las valoraciones de activos. Al final, los inversores apuestan por aquellas cuyas rentas y valoraciones sufren menos debido a la ubicación prime de sus activos. Así pues, su rentabilidad por dividendo será superior al 5% estimado para 2023 y cotizará con un descuento del 59% sobre NAV (valor liquidativo neto).

Los elevados costes del sector de la construcción y la reducción de los márgenes de beneficios llevarán este año a promotoras como Aedas Homes, Neinor Homes y Metrovacesa a no levantar el vuelo y a recortar en más de un 16% su oferta de nueva vivienda de cara a 2026.

Se espera una mayor demanda inversora en activos de oficinas y rebajas de valoraciones de activos del 10-15% de cara a los próximos dos años. De hecho, el rendimiento bruto de los activos primeen España es del 3,25%, ofreciendo una diferencia sobre el bono español para la próxima década de apenas el 3,5%.

Para ser más exactos, el analista de Atlas Real Estate Analytics, Álvaro Rodríguez, ve que en 2023 triunfará el build-to-rent, ya que su éxito vendrá derivado de los altos precios, elevados tipos de interés y reducción de la oferta.

El problema de la accesibilidad a la vivienda

Para aquellos jóvenes y familias en general que se han sumergido en el proceso de compra de una nueva vivienda, los tipos Euribor se posicionan entre el 2% y el 3%. Por consiguiente, si los tipos subiesen un punto (hasta el 3,8%) la tasa de esfuerzo de los españoles se incrementaría al 30%, mientras que si subiesen los tipos en tres puntos (5,8%) la dura relación entre deudas e ingresos se incrementaría hasta alcanzar el 37%.

Las previsiones determinan que durante 2023 se verá un descenso en el número de transacciones inmobiliarias y que los precios se estabilicen. Con tasas de esfuerzo entre el 35% y el 40% y con un LTV máximo (valor neto de ingresos) del 80%, los nuevos compradores se verán abocados a alquilar o a buscar viviendas de segunda mano acordes a su presupuesto. Si comparamos los datos actuales con respecto a 2019, veremos que hace cuatro años se destinaba el 22% a pagar la hipoteca, mientras que ahora se eleva hasta el 30%.

Aunque no se espera una elevada tasa de impagos de media en nuestro país, la situación sí que se agrava para las familias más vulnerables que tengan contratado un crédito hipotecario variable, pues verán cómo les afecta el incremento en los tipos de interés.

Hay que tener en cuenta que la política monetaria europea ejercerá una gran presión sobre los compradores que soliciten una hipoteca, ya que se los bancos les exigirá mayor solvencia económica y la subida de los tipos encarecerá sus cuotas mensuales.

Previsiones sobre los tipos de interés

Las reuniones del BCE previstas para los meses de febrero y marzo podrían traer consigo el alza de los tipos en 50 puntos básicos, mientras que en las de los meses de mayo y junio podrían anunciarse incrementos de hasta 25 puntos básicos.

Es cierto que estos datos dependerán de la inflación, de los salarios y de otros indicadores, aunque dejaría el tipo terminal de la tasa de depósito en torno al 3,5%.

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Subir tipos para combatir la inflación y evitar la devaluación del euro

A principios del año existían dudas razonables sobre qué movimientos haría finalmente el Banco Central Europeo en forma de subida de tipos de interés ante la escalada inflacionista. Mientras la Reserva Federal ya ejecutaba sus primeros movimientos en marzo, nuestra autoridad monetaria parecía inmóvil.

Y es que en juego no sólo teníamos la evolución del nivel de precios que el bloque económico de la eurozona sino que también la fortaleza del euro, el euro llegó a cotizar por debajo de la paridad frente al dólar. A partir de la segunda mitad del año, empezamos a ver que la autoridad monetaria apuesta claramente por la estabilidad de precios, aunque ello signifique no solo una desaceleración de la economía sino una potencial entrada en recesión.

El retraso del BCE

El BCE actuó tarde. Y es que anclado en los bajos tipos de interés subestimó la persistencia de la inflación e inicialmente no se tomó suficientemente en serio las señales de la inflación cada vez más alta, sobre todo porque se estaba saliendo de una fase en la que el principal riesgo existente haya sido una inflación demasiado baja.

Empezamos el año con tipos de interés al 0% y no fue hasta julio, que se ha incrementado significativamente en cada reunión del Consejo de Gobierno de la autoridad monetaria, a menudo mucho más de lo esperado.

Llevamos cuatro subidas de tipo de interés y, con la última subida, en 50 puntos básicos en su reunión del 15 de diciembre se alcanzó el 2,5%, el banco central continuó con su tono agresivo, afirmando que espera seguir subiendo debido a la revisión sustancial al alza de sus pronósticos de inflación.

Euro Area Interest Rate 2x

Mientras tanto, la enorme cartera que el BCE acumuló en su Programa de Compra de Activos se reducirá en 15.000 millones de euros a partir de marzo de 2023 durante tres meses y luego se actualizará el ritmo. El BCE prometió más información sobre las carteras del APP y del Programa de Compras de Emergencia ante la Pandemia durante el transcurso de 2023.

Las subidas de tipos empiezan a mostrar sus efectos

Conociendo la hoja de ruta del BCE, hay que observar sus efectos. Y el primero de todos se manifiesta en el tipo de cambio que reacciona con relativa rapidez, ya estamos sintiendo los efectos de esto.

En la primeras mitad del año, con una guerra en la frontera de la eurozona, un suministro de energía incierto de Rusia y un riesgo creciente de recesión, las presiones sobre el euro finalmente aumentaron tanto que el euro cayó brevemente por debajo de la paridad con el dólar estadounidense, una tasa de uno a uno. Desde entonces, el BCE se la puesto firme en las subidas de tipos de interés y a pocos días de cerrar el año el euro cotiza a 1,064 dólares.

Euro Area Currency

Las expectativas de inflación, que influyen en las negociaciones salariales y la fijación de precios, también pueden adaptarse con bastante rapidez. Estamos en una etapa de desinflación, es decir, rebajar el ritmo de crecimiento de los precios, aunque seguirán permaneciendo altos. Esto se puede ver con claridad cuando se observa la evolución bajista del petróleo el la segunda mitad del año que representa un indicador adelantado para la evolución de los precios. Si en junio la cotización del brent la teníamos en unos 123 dólares, hoy se encuentra ligeramente por encima de los 80 dólares.

Brent Crude S Price Performance Year To Date

Con todo ello, el nivel de precios que refleja el IPCA ya muestra alguna señal positiva. La inflación de la eurozona frena por primera vez en 17 meses al caer al 10% en noviembre, una bajada de seis décimas respecto del récord histórico registrado en octubre.

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La subida de tipos para combatir la inflación y su limitado impacto en el verdedero problema de Europa: los costes energéticos

Los tipos están subiendo en las principales economías del mundo. Las últimas novedades apuntan a que EEUU lo va a seguir haciendo este otoño y Europa también (pese a la recesión que están provocando en EEUU y la que viene en Europa).

El motivo es claro: combatir una inflación que no se veía desde los años 80. Y parece que la determinación de los bancos centrales es tan clara como en aquella época. Los tímidos intentos de los 70 en controlar los precios lo único que hicieron es que las expectativas de inflación se afianzaran en las cabezas de la gente y volver a niveles normales fue más complicado y doloroso de lo necesario. Sin embargo no está claro que simplemente subiendo los tipos se pueda combatir, en esta ocasión, la subida de precios.

Los motivos de la inflación

Elevar los tipos de interés tiene un efecto claro en los precios: frena la inversión, lo cual detrae la demanda y ante una demanda más baja los precios caen. El problema de esta estrategia es que frena la economía, y por eso los Bancos Centrales tienen que hacerlo intentando minimizar los daños a la economía.

Sin embargo en esta ocasión la subida de precios tienen mucho que ver con la subida de precios energéticos, especialmente en Europa. Y aquí la subida de tipos tiene un impacto limitado, pues hay otros aspectos que determinan la oferta y la demanda.

Ante una subida de tipos la demanda baja, pero en energía no está tan claro. La demanda energética, al menos de los hogares, es bastante inelástica: el consumo no se va a frenar porque los tipos suban. Sí que tiene un impacto los propios precios y los hogares moderarán su consumo hasta cierto punto.

En la industria la cosa es muy distinta: tiene dos opciones ante los precios más altos, o elevar a su vez los precios o dejar de fabricar. Pero el impacto de esto es simplemente el precio energético y la subida de tipos va a tener un efecto muy limitado.

Los problemas energéticos

El principal problema energético que tenemos en el mundo (y especialmente en Europa) es la dependencia del gas natural. Normalmente cuando la dependencia es del petróleo las variaciones de oferta y demanda llegan rápidamente a los precios. En cambio en el gas es más complicado, pues el suministro suele ser principalmente por gaseoducto y muy determinado por temas geoopolíticos locales (como Rusia y Europa).

El transporte de gas por barco es algo relativamente reciente, tiene un coste bastante elevado (debido a que hay que licuar y deslicuar el gas) y existe todavía una falta de infraestructura (pocos barcos, pocas centrales de regasificación, por ejemplo Alemania no tiene ninguna).

Y esto ha coincidido con unas políticas de lucha contra el cambio climático que han impulsado el uso del gas en la generación de electricidad, por ejemplo dejando de lado el carbón. Si a esto le sumamos las presiones de Rusia, tenemos un cocktail perfecto para la explosión de precios que estamos viendo.

Todo esto no se soluciona con una subida de tipos de interés. Lo único que puede hacer esta subida es hacer financieramente imposibles ciertas transformaciones de la industria y retraer la demanda destruyendo la economía.

Cambiar el modelo energético es lento y costoso. Y por tanto no se puede solucionar de un día para otro. Los precios energéticos van a seguir impulsando la inflación por mucho que suban los tipos, a no ser que suban tanto para destruir suficientemente la economía como para que la demanda energética baje significativamente y con ello los precios.

Al final la salida de esta crisis inflaccionaria va a tener más que ver con la capacidad de los Estados para abaratar el gas, ya sea con menor consumo, con más buques de transporte de gas licuado, con más centrales de regasificación, volviendo a quemar carbón o interviniendo los mercados de generación eléctrica, que con los tipos de interés.

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La subida de tipos va a empezar a frenar la inversión: así afecta a las empresas

Los tipos de interés vuelven a subir. La inflación desbocada ha obligado al BCE a subir los tipos por primera vez en 11 años para atajar una situación que se puede llevar por delante la economía europea y que ya está afectando a muchos países.

Será un incremento del 0,25% a partir de julio y habrá otro en septiembre de la misma proporción se espera. Algo que se prevé es que esta situación perjudique a la inversión, y son los bancos los que lo han anticipado con una medida también que no se veía desde hace unos años.

Las entidades van a dejar de cobrar a las grandes empresas y clientes institucionales por sus depósitos. Hasta ahora se les aplicaba un 0,2% de cargo por esa liquidez sobrante que los bancos tienen depositada y que a estos les cobra el BCE.

Vamos, que les trasladaba ese coste con el objetivo de que utilizaran esa liquidez para invertir. Pero a partir de ahora no les cobrará nada, ¿por qué? Porque tampoco se les va a cobrar a los bancos, y esto puede perjudicar a la inversión. Todavía más de lo que ya está pasando.

Sin incentivos para invertir

Los bancos venían cobrando esta tasa de depósito a grandes empresas y clientes con el objetivo claro de que invirtieran. Si tenían en dinero parado se les 'penalizaba', de modo que era mejor tenerlo invertido.

Pero ahora -será a partir del cuarto trimestre- no se les va a cobrar por tener su dinero parado. Por lo tanto, se desincentiva la inversión y, teniendo en cuenta los tiempos que corren y lo complicado que se presenta ahorrar, muchas empresas preferirán tener su dinero guardado a buen recaudo.

Además, ahora mismo los mercados están muy revueltos y la rentabilidad es más difícil de conseguir, por lo que muchos pensarán que más vale pájaro en mano, dejando el dinero tranquilo en el banco.

Otro punto también importante es que la vivienda está volviendo a ser el valor estrella. Y para adquirir una se necesita un buen colchón de cash para la entrada, algo que incentiva más el ahorro que la inversión.

Por lo tanto, se vienen malos tiempos para los mercados. Muchos se alejan ante un panorama muy incierto en el que los ecos de la crisis financiera se oyen desde el BCE con algo a lo que nos habíamos desacostumbrado pero que fue nuestro pan de cada trimestre: las subidas de tipos. Veremos hasta cuándo.

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¿Qué significa el IRPF con tipos negativos que propone el PSOE? Ventajas para rentas bajas y un gran problema

Hace unos días el PSOE expuso sus ideas para una reforma fiscal en una Ponencia Marco, documento que será debatido en el 40 Congreso del partido que se celebrará en Valencia en el mes de octubre.

Entre los temas propuestos está la reforma del impuesto de sociedades para fijar un tipo efectivo mínimo o estudiar nuevos impuestos verdes. Pero lo más destacado es la creación de tipos negativos en el IRPF.

¿Qué son los tipos negativos?

Actualmente en el IRPF todos los tipos son positivos. Es decir, siempre que tengamos ingreso como persona física acabaremos pagando algo de impuestos. Si el salario es muy bajo y/o las circunstancias familiares son unas determinadas puede que en la declaración de la renta del año posterior el importe total a pagar de IRPF sea cero y por tanto la declaración salga a devolver.

Pero que Hacienda devuelva dinero a una persona no implica que haya tipos negativos. Implica que el tipo una vez realizada la declaración es más bajo que el tipo que hubo en la retención. Pero en ningún caso el tipo es negativo.

Si el tipo del IRFP fuera negativo esto implica que Hacienda pagaría al contribuyente. Es decir, que estaría recibiendo una subvención y que el sueldo neto sería superior al sueldo bruto, cosa que en la actualidad no sucede.

IRPF negativo, una buena idea

Esta propuesta del PSOE no es nueva. De hecho hace unos años Ciudadanos propuso un complemento salarial para las rentas más bajas para estimular la empleabilidad de los trabajadores con menor formación.

Este complemento salarial incluso llegó a firmarse en el pacto de Presupuestos de 2017 entre PP y Ciudadanos, pero no llegó a implementarse. Y era una buena idea que quedó en nada, como casi todo lo de aquella legislatura incompleta.

Por tanto este nuevo complemento salarial propuesto por el PSOE, aunque ahora lo llamen IRPF negativo, es una buena idea. Es una forma de redistribución directa, sin papeleo, que podría llegar a los más necesitados sin tener que esperar años para recibir ayudas que necesitan.

El gran fallo del necesario Ingreso Mínimo Vital aprobado en 2020 es el tiempo que tardan en aprobarse las ayudas, y un mecanismo automático, donde Hacienda comprueba los datos, agiliza necesariamente el proceso de las ayudas.

Sin embargo, tiene un gran problema

Agilizar el IMV a través de Hacienda, con cero papeleo y con todos los receptores recibiéndolo es una muy buena idea. Pero tiene un problema: como el pagador de los ingresos no puede aplicar tipos negativos a la retención el trabajador tendría que presentar la declaración de la renta para recibir los ingresos a través de Hacienda. Y esto implica que recibiría las ayudas un año más tarde.

En muchas ocasiones un año de retraso puede ser muy importante, no hay más que ver la situación desesperada de muchas familias porque el IMV no llega a tramitarse y se aprobó hace un año.

Para compensar esto se podría crear un mecanismo para el adelanto de las devoluciones de IRPF, como por ejemplo existe con la desgravación de maternidad o de familia numerosa. Pero ya tendrían que ser los beneficiarios los que la soliciten y aunque el proceso podría ser muy sencillo (así lo es en los casos mencionados) hay numerosa literatura que explica que cuando las ayudas no son automáticas hay gente que queda fuera.

Otro problema de este sistema sin el adelanto de las devoluciones es que los trabajadores tienen que realizar la declaración de la renta para recibir su ayuda, y son trabajadores que no están obligados a hacerlo. De nuevo, la falta de automatismos podría reducir su eficiencia y todo lleva a la conclusión de que estos complementos salariales deberían ser implementados de forma automática.

Por tanto, estamos ante una buena idea del PSOE que seguramente tendría más velocidad y aceptación que el mecanismo actual de IMV, pero que requiere una implementación con automatismos para que su efectividad sea universal. Esperemos que llegue a buen puerto.

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¿Qué tipos de mercados existen?

En nuestra sección de Conceptos de Economía vamos a explicar cuáles son los principales tipos de mercados que existen. Así, estructuraremos el artículo en tres grandes bloques: tipos de mercados según la naturaleza del producto, según el ámbito geográfico y según la naturaleza del comprador.

Sin embargo, antes de empezar, considero oportuno recordar qué es exactamente un mercado, que podríamos definir desde un punto de vista microeconómico como el conjunto de ofertas y demandas relativas a un bien o servicio. Como vemos, el concepto de mercado tiene dos perspectivas diferentes: la de la oferta (vendedores) y la de la demanda (compradores).

Desde un punto de vista empresarial, y dado que toda empresa está interesada en captar el número máximo de compradores posibles, nos interesaremos en el mercado de la demanda, esto es, de los compradores. De esta forma, podríamos redefinir el concepto de mercado como el conjunto de compradores potenciales (tanto personas físicas como jurídicas) de los bienes y servicios producidos por las distintas empresas.

Tipos de mercados según la naturaleza del producto

Esta primera clasificación diferencia a los mercados en función de las características propias del bien que se intercambia en el mismo, el cual puede ser perecedero, duradero, industrial o un servicio.

  • Mercado de bienes perecederos. Los bienes perecederos son aquellos artículos cuyo uso hace que se destruyan en un periodo concreto de tiempo. Este tipo de mercado engloba, por tanto, a los potenciales compradores de unos bienes que por sus características dejan de ser útiles en un breve plazo de tiempo, como por ejemplo los productos alimenticios o los combustibles.

  • Mercado de bienes duraderos. En este caso, y al contrario que los anteriores, este tipo de bienes permiten un uso continuado de los mismos antes de que se destruyan, como por ejemplo un automóvil, un electrodoméstico o una prenda de vestir.

  • Mercado de bienes industriales. Los bienes industriales son aquellos que se incorporan al proceso productivo de las empresas, es decir, que se utilizan para producir otros bienes, como la materia prima y los productos manufacturados. A ellos se unen los bienes de capital y los suministros y servicios utilizados en el proceso de producción.

  • Mercado de servicios. A diferencia de los bienes, los servicios tienen una naturaleza intangible y no son susceptibles de ser fabricados, sino que se prestan, como por ejemplo la sanidad, la educación, el transporte o la justicia.

Tipos de mercados según su ámbito geográfico

En este caso, la variable que se utiliza para clasificar los mercados es la localización geográfica de los consumidores, que nos permite distinguir entre mercados locales, regionales, nacionales, internacionales y globales.

  • Mercado local. Es el ámbito geográfico más reducido que existe. Este tipo de mercado engloba a los consumidores de un ámbito municipal o provincial. Aquí encontraríamos, por ejemplo, a la pequeña panadería que vende sus productos en la localidad en que se encuentra ubicada, así como a una empresa de construcción cuyo ámbito de actuación se limita a la provincia de Málaga.

  • Mercado regional. El mercado regional es un mercado más amplio que el anterior. En el caso de la empresa malagueña, su acceso al mercado regional se produciría cuando comenzase a realizar obras y servicios en otras provincias de la comunidad autónoma andaluza.

  • Mercado nacional. Como su propio nombre indica, los compradores potenciales de este tipo de mercado se extienden por todo el país. Un ejemplo bastante claro sería el de RENFE, empresa que presta el servicio de transporte ferroviario por toda la geografía española.

  • Mercado internacional. El mercado internacional surge cuando una empresa extiende su actividad por diversos países. Como no podía ser de otra manera, los compradores potenciales tienen distintas nacionalidades. Cualquier empresa multinacional opera en este mercado.

  • Mercado global. Su origen no es otro que el fenómeno de la globalización. En un mundo tan avanzado como el actual, las empresas operan a nivel mundial realizando operaciones comerciales que incluye prácticamente todas las zonas del planeta. Internet ha jugado un papel decisivo en la consolidación de los mercados globales.

Tipos de mercado según la naturaleza del comprador

No todos los compradores de bienes y servicios son iguales, lo que nos permite diferenciar entre otros cuatro tipos de mercados: el de consumidores, el industrial, el de revendedores y el institucional.

  • Mercado de consumidores. Es el más cercano a todos nosotros y en él se encuentran los compradores que buscan cubrir una necesidad mediante la adquisición de un bien o servicio de consumo.

  • Mercado industrial. El mercado industrial es un tipo de mercado profesional al que las empresas acceden para poder comprar los bienes y servicios que necesitan para realizar sus actividades. Un ejemplo sería el caso de una empresa de electricidad que compra materiales necesarios para el día a día de su actividad.

  • Mercado de revendedores. Es una modalidad de mercado bastante amplia formada por las empresas que compran bienes y servicios con la intención de volver a venderlos a un precio superior para obtener un beneficio. Un ejemplo bastante claro serían los supermercados.

  • Mercado institucional. Se refiere al mercado formado por las distintas instituciones que conforman el Sector Público español, desde el Estado hasta las Comunidades Autónomas pasando por los Ayuntamientos o las Diputaciones Provinciales.

Bibliografía: Economía de la Empresa. José Miguel Ridao González. Editorial Algaida.

En El Blog Salmón | ¿Quienes son los consumidores?, ¿Qué es el consumo privado?

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