El teletrabajo forzado por los confinamientos de la COVID19 así como la crisis económica están cambiando el mercado inmobiliario. No sólo porque el precio de la vivienda esté bajando ahora (entre un 4 y un 30% según los expertos), sino porque están cambiando las necesidades, tanto de familias como de empresas.
Si las condiciones de pandemia continúan con cuarentenas intermitentes o el teletrabajo se impone como algo común, la demanda de las familias va a cambiar para sus hogares, pero también lo va a hacer para las empresas, que van a demandar un tipo de espacios que podrían ser completamente diferentes a lo que había antes.
¿Adiós a los rascacielos?
En los últimos años hemos visto como se han estado inaugurando rascacielos de oficinas en las grandes ciudades, así como proyectando nuevos. The Shard en Londres, el nuevo World Trade Center en NY, la Torre Reforma en México, la Torre de Shaghai en el distrito de Pudong,la Lotte World Tower en Seoul, el 30 de Hudson Yards en Nueva York o incluso la Torre Sevilla en dicha ciudad (a menor escala) son grandes torres de oficinas inaugurados en esta última década. Las ciudades han permitido y querido extenderse en vertical y alcanzar el cielo, así como ser vistas de lejos.
Esto podría cambiar. En Londres ante la incertidumbre ya se están retrasando varios proyectos de rascacielos que iban a cambiar el panorama urbano de esta ciudad. Es cierto que Reino Unido se enfrenta a una doble incertidumbre, a la de la COVID19 hay que añadir la incertidumbre que tiene el Brexit pero esto puede significar que Londres es el canario en la mina del desarrollo urbano. Existen empresas que de trabajar en la City, están optando por usar una oficina virtual (o business centre) y pagar sólo por el uso de la oficina que consideran adecuado. Ahorran costes y sus empleados ahorran el tiempo y coste de transporte diario al trabajo.
Proyectos cuya fecha de finalización estaba prevista para 2020, se han retrasado a 2021. Además proyectos como el 1 de Undershaft, o edificio Trellis están retrasándose. Es decir, puede que en un futuro haya menos demanda de oficinas, ya que la gente podróa optar a trabajar desde su casa. En ese caso los rascacielos que están diseñados para aprovechar más el espacio pequeño en localizaciones concretas, dejarían de tener sentido.
¿Hola suburbia?
Pensemos dónde vive la mayor parte de la gente en las grandes ciudades, no en el caro centro, sino muchas veces en barrios residenciales o ciudades dormitorio a las afueras. Al sur de Madrid las ciudades de Móstoles, Getafe, Leganes, Fuenlabrada, Alcorcón y Parla suman alrededor de un millón de habitantes. Estos seis municipios en conjunto formarían la tercera ciudad del país tras Madrid y Barcelona. En el área metropolitana de Barcelona sucede algo parecido, Hospitallet del Llobregat, Badalona y Santa Coloma de Gramanet suman alrededor de 600.000 habitantes, lo que en conjunto les colocaría entre las ciudades más grandes de España. Todo en lo que se considera las afueras de la ciudad.
Si los trabajadores de estas ciudades que trabajan en la gran urbe optaran por dejar de trabajar, al tener los servicios que necesitan en su día a día en su localidad, seguramente dejarían de tener incentivos para desplazarse al centro, probablemente gastando su sueldo más en estos municipios que tienen muchos servicios que puedan necesitar.
Esto ya lo comentan en The Guardian sobre como las afueras de las grandes ciudades del Reino Unido están en auge los comercios y hostelería, que comienzan a tener demanda por sus residentes que dejan de gastar en el centro de la ciudad para hacerlo en las afueras. Además de que se está incrementando la demanda de viviendas que disponen espacios al aire libre, áss adecuadas para pasar una cuarentena si fuera necesario. En este caso, las casas ganan frente a los bloques de pisos como opción a elegir.
Esto podría acelerarse hacia ciudades más pequeñas si hubiera un “éxodo inverso” a las ciudades más pequeñas por parte de los teletrabajadores, aunque no me extrañaría que tal como se plantea el teletrabajo ahora, se espere que los trabajadores estén a una distancia razonable de su sede de trabajo, quizás medida en tiempo. En ese caso, quizás junto con lo comentado anteriormente, podría hacer que las personas optaran por viviendas suburbanas más baratas.
Hoteles, centros comerciales, plataformas lógísticas…
En 2019 España recibió 83,7 millones de turistas, uno de los países que más visitantes recibió en el mundo. Según un informe de KPMG dependiendo de la actividad de estos hoteles, habrá una vuelta al turismo, pero dependiendo de la medida en la que esta se sostenga recuperarán más o menos su valor los activos hoteleros.
Los centros comerciales están en una mala situación. Se calcula que al inicio del estado de alarma el 90% de los espacios retail se encontraban cerrados. De hecho las empresas están renegociando los contratos, ya que esperan una recuperación lenta del consumo.
Por último, el suelo logístico se ha visto beneficiado de los cambios de tendencia entre los consumidores que han pasado a comprar cada vez más de modo online. Se espera que se pongan cada vez más centros logísticos cerca de los núcleos de población para abaratar costes y distribuir mejor las ventas online. Por otro lado, el suelo industrial se ha visto perjudicado ante la necesidad de algunas actividades, como por ejemplo la automoción o la aeronáutica, de parar su actividad o la necesidad de adaptar su sistema de trabajo a ciertas medidas higiénicas o de aforo.
El sector inmobiliario está cambiando, ya lo estaba haciendo antes, pero la enfermedad del coronavirus y las medidas relacionadas lo han hecho cambiar más todavía. ¿Qué más cambios creen los lectores de El Blog Salmón que habrá en el futuro?
Más información | pwc, Cushman & Wakefield
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