¿campeones-europeos?

¿Campeones europeos?

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Muchas
son las razones que se aducen cuando se habla de la menor productividad europea
con respecto a Estados Unidos. Entre las frecuentes, el menor tamaño relativo
de las empresas del Viejo Continente, que impide el aprovechamiento de las
economías de escala. España es un caso claro que lleva a muchos analistas a
plantear la necesidad de aumentar la dimensión de nuestras corporaciones. Desde
normas burocráticas que desincentivan la creación de empresas más grandes,
hasta la escala del mercado interior —sea el europeo o el español— que no se
acerca a la realidad del norteamericano. Aunque la UE cuenta con un Mercado
Único teóricamente desde hace más de 30 años —reforzado con el euro y otros
avances— aún existen obstáculos a que la escala real del marco competitivo para
muchas empresas sea la de Europa.

Con
la mayor magnitud del Mercado Único de la década de 1990, los países empezaron
a incentivar sus “campeones nacionales”, grandes empresas que fueran capaces de
competir en ese marco sin barreras. Fue una época de fusiones y adquisiciones
en numerosos sectores, destacando el financiero. España fue buen ejemplo.
Curiosamente fue una década antes cuando se lanzó un campeón europeo en el
ámbito aeroespacial, Airbus, una potencia industrial en la actualidad. Se hizo
algo bien en aquel momento. No ha vuelto a acontecer salvo con Galileo
(satélites), otro gran éxito. Estos dos proyectos panaeuropeos se quedaron en
solitario y dieron paso a las iniciativas de “campeones nacionales”, de cada
país por separado. La competencia interna en la UE no es, en absoluto, mala. De
hecho, es uno de sus principios fundacionales. Sin embargo, los acontecimientos
tecnológicos del siglo XXI, donde han aparecido grandes tecnológicas
estadounidenses y chinas, han dejado rezagada a la UE, sin “campeones
continentales” al menos hasta ahora. En vez de esos grandes operadores, los
europeos andábamos con una visión muy nacional de los asuntos económicos. Ahora
estamos a las puertas de unas votaciones europeas, pero las que más importan
son las que ocurren a escala doméstica, a pesar de la creciente importancia de
las decisiones y recursos europeos. El Brexit, la crisis de la deuda soberana,
la falta de completitud en la integración europea y el consiguiente mayor
desapego de buena parte de la población, han dado lugar a un menor debate y
apuesta por lo europeo. Aunque los fondos EU Next Generation fueron una gran
noticia, no han logrado tener ese impacto deseado. Y durante la pandemia
también se primó lo nacional con las ayudas nacionales de Estado que se
permitieron en ese periodo crítico, que volvió a ser una apuesta por los
“campeones nacionales”.

Es el tiempo de los “campeones europeos” —con escala suficiente— en diferentes sectores estratégicos. Particularmente, en Inteligencia Artificial, donde ahora se habla de Gaia-X, la primera propuesta europea de IA prometedora que se lanza. Se ha perdido mucho tiempo, décadas, en desarrollar una comunión de intereses tecnológicos en la UE, pero al final puede llegar. Veremos si tiene éxito y es un verdadero player (jugador) global.

Este artículo se publicó originalmente en el diario La Vanguardia.

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La innovación, un desafío inaplazable… que se está aplazando

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Recientemente se celebró una Jornada de trabajo en el Observatorio Funcas de la Empresa y la Industria (OFEI) sobre innovación, aprovechando que se había publicado un número de Papeles de Economía Española sobre este tema. Entre las muchas ideas interesantes que aparecieron, quiero resaltar una reflexión: “La innovación es un desafío inaplazable hoy y hace una década, pero en España hemos sido capaces de aplazarlo”. Idea válida, además, tanto si se analiza la actividad privada como la pública. Así, mientras que la economía española es la cuarta de la Unión Europea (UE), cuando se ordena según el esfuerzo en investigación y desarrollo[1] ocupa el puesto decimosexto (el decimoséptimo al medir el esfuerzo del sector privado). Por tanto, aunque la innovación siempre está presente en la mayoría de los análisis económicos, pocas veces es protagonista. 

En una entrada anterior en el blog analicé la posición las empresas líderes en I D en el contexto europeo e internacional. Estas líneas se centran en la situación de las empresas españolas, durante el período 2014-2020, en el EU R&D Investment Scoreboardes decir, entre las 2.500 empresas que más invierten en I D en el mundo. 

Lo primero que se debe tener en mente es que, de estas 2.500 empresas líderes en la inversión en I D en el mundo, en 2020 sólo 401 están localizadas en la Unión Europea. Como se analizó en la entrada ya mencionada, aunque se trata de un número reducido de empresas, mantienen el protagonismo en cuanto al volumen de inversión en I D en relación al año 2014.

En este contexto internacional, ¿cuál es la posición de las empresas españolas? Pues, como ya se adelantaba al comienzo, mejorable. Como se aprecia en el cuadro 1, solo 14 empresas españolas se situaban entre las líderes en I D en el año 2020, lo que supone el 3,5% de las 401 europeas presentes en este grupo selecto. Si se tiene en cuenta que la economía española representa el 8,4% del PIB de la UE es, a todas luces, una cifra baja. En el gráfico 1 se representa el número de empresas en este ranking en cada uno de los países de la Unión Europea, siendo evidente el domino de Alemania y algo menos de Francia, pero es cierto que los demás de países muestran una presencia más moderada. El Reino Unido, aunque ya no figura en este gráfico de países de la Unión Europea, también es dominante con 105 empresas entre las 2.500 líderes, en el año 2020. 


En cuanto a la evolución seguida desde el año 2014, se observa que ha mermado algo el número de estas empresas en España, ya que en ese año eran 17. Lo cierto es que esta tendencia decreciente ha sido la tónica general en el panorama internacional, como consecuencia del incremento de la presencia de las empresas chinas. Lo preocupante es que la distribución de las empresas españolas dentro de las 2.500 líderes mundiales está cada vez más sesgada hacia el cuarto cuartil.

Dentro de este árido escenario, es posible ver un aspecto positivo. Se trata de que las empresas líderes españolas prácticamente mantienen la cuota en I D dentro de la inversión total que realizan las empresas europeas líderes. Así, en 2020, nuestras empresas representan el 2,4% de la I D que ejecutaron las 401 europeas, frente al 2,6% que alcanzaron las empresas europeas incluidas en el ranking de 2014.


Si, por una parte, existe un desplazamiento de empresas hacia el cuarto cuartil y, por otra parte, permanece el protagonismo en cuanto al volumen total de I D, lo que ocurre es que las 7 empresas españolas líderes en I D que permanecen en el primer cuartil están siendo muy resilientes. De hecho, estas empresas son las mismas en los últimos 4 años y, con anterioridad, los cambios fueron mínimos. El gráfico 2 identifica a estas empresas y muestra su posición en el ranking (eje X) en el año 2020. 


Desde los trabajos clásicos de Schumpeter, se plantea que el tamaño incide sobre la propensión marginal a innovar (e invertir en I D). Desde entonces, se han ido agregado determinantes explicativos de la inversión en I D como, por ejemplo, el sector de actividad. Para apreciar esta relación en el Grafico 2 también se ha representado el tamaño de las empresas españolas en relación con el tamaño medio de las europeas líderes (que se sitúa en 41.280). De manera que se comprueba que las empresas farmacéuticas (Grifols, Almirall y Pharma Mar) presentan un tamaño pequeño (con índices que van desde 0,57 a 0,01); lo mismo sucede con Amadeus o Indra Sistemas, empresas asociadas al sector del “Software y servicios informáticos”. Se evidencia así que empresas en sectores de alta tecnología con tamaños medianos pueden llegar a ser líderes, es decir, no es una condición reservada a las empresas muy grandes. El problema, no obstante, es que la presencia de empresas medianas en sectores de alta tecnología es limitada.

En resumen, la situación de España es muy similar a la observada en la Unión Europea: pierde relevancia en el contexto mundial en cuanto al número de empresas líderes en innovación, pero persevera en cuanto al volumen de recursos dedicados a I D. La debilidad más comprometida es el reducido número de empresas que llegan a ser líderes, en comparación con el protagonismo de la economía española. Una debilidad que ya existía en 2014 y que no se ha corregido durante los años de expansión previos a la pandemia.


[1] Ratio entre la inversión en investigación y desarrollo respecto del PIB.

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