en-el-dia-internacional-de-las-mujeres-rurales:-las-mujeres-espanolas-en-el-sector-agrario

En el Día Internacional de las Mujeres Rurales: las mujeres españolas en el sector agrario

Comparte esta entrada



Las mujeres rurales cuentan desde 2008 con un Día Internacional que reconoce fundamentalmente su trabajo en el sector primario. Es un reconocimiento muy justo porque tradicionalmente su labor en el campo ha permanecido fuera del foco público y, en gran medida, también de los registros y las estadísticas que cifran la actividad en este sector. Y es que, por lo general, la participación laboral de las mujeres en el sector agrario se ha entendido y considerado como auxiliar o subsidiaria de la de los hombres. (Permítaseme aquí una nota biográfica: en la temporada de cosecha, mi abuelo paterno, labrador valenciano, removía la tierra arreando al caballo de tiro al que enganchaba un pesado apero, mientras que mi abuela, caminando agachada a varios metros de él, recogía las patatas y las metía en un capazo de esparto. Así lo recuerda mi padre que, muy joven, decidió trabajar sentado tras un escritorio).

En España, la salida masiva del sector primario hacia otros sectores productivos a partir de los años sesenta del siglo XX fue mucho más intensa entre las mujeres que entre los hombres. Lo demuestran rotundamente los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) representados en el gráfico 1 y elaborados por Luis Garrido Medina. En 1976, cuando en el sector primario trabajaban más 2.700.000 españoles, por cada 100 hombres ocupados en él había 40 ocupadas, una proporción que coincidía exactamente con la observada en el resto de sectores (tomados en conjunto). Es decir, la participación laboral de las mujeres era tan baja en el campo como en el resto de sectores productivos. Sin embargo, mientras la ocupación femenina en otros sectores comenzó a aumentar con intensidad a partir de esas fechas, en la agricultura tendió a disminuir. En la tercera década del siglo XXI, cuando el número total de ocupados en el sector agrario no llega a 800.000, la proporción de mujeres por cada 100 hombres se ha estabilizado en torno a 30, mientras que, en el conjunto de los otros sectores, se eleva a 88. Cabe afirmar, por tanto, que el sector agrario ha quedado al margen de la creciente igualación por sexos de la ocupación en España.

Nota: AGP = sector agrario (incluye agricultura, ganadería, pesca, actividades agropecuarias, caza y silvicultura).
Fuente: INE, Encuestas de Población Activa (1976-III 2020-II 2021). Elaboración de Luis Garrido Medina.

Las grandes diferencias en la composición por sexo entre los ocupados en el sector primario y en el resto de sectores se distinguen mejor cuando se tiene en cuenta la edad, como se muestra en el gráfico 2. El número de mujeres ocupadas en el sector agrario por cada 100 hombres ocupados oscila entre 19, en el grupo de 20-24 años, y 40, en el grupo de 60-64 años. Llama la atención que mientras, en el resto de sectores, el número de ocupadas de 25-29 años por cada 100 hombres ocupados se aproxima al centenar (es decir, a la igualdad), en el sector agrario apenas llegan a 25.

Nota: AGP = sector agrario (incluye agricultura, ganadería, pesca, actividades agropecuarias, caza y silvicultura).
Fuente: INE, Encuestas de Población Activa (III 2020-II 2021). Elaboración de Luis Garrido Medina.

Es cierto que las mujeres ocupadas en el campo mantienen un nivel educativo algo más alto que el de los varones, una brecha de género (a favor de ellas) que destaca más en el grupo de 20 a 35 años. No obstante, el número de años dedicados a la formación por parte de las mujeres ocupadas en el sector agrario es considerablemente menor (en todas las edades) que el de las mujeres que trabajan en otros sectores (gráfico 3). Del mundo rural permanecen prácticamente ausentes las que estudian más de catorce años, probablemente porque en él no pueden sacar el rendimiento esperado a sus estudios. 

Los datos presentados hasta aquí muestran que las mujeres ocupadas en el sector agrario en España son comparativamente pocas y que, a pesar de todas las iniciativas públicas y privadas para dotar de más presencia y relieve a las mujeres rurales, su número no crece. ¿Se debe ello al escaso atractivo que el trabajo agrario posee para las jóvenes, que generalmente prefieren ocupaciones no manuales y localizadas en núcleos de población grandes? O, más bien, ¿la “desfeminización” del campo obedece a las dificultades que afrontan específicamente las mujeres para encontrar en él puestos de trabajo cualificado, o para consolidarse y prosperar como profesionales en un ámbito en el que todavía hoy predominan los hombres?  Difícilmente podemos responder estas preguntas si no escuchamos más la voz de las mujeres rurales en el debate público. La celebración de su Día Internacional, cada 15 de octubre, ofrece una buena oportunidad para ello, pero habría que procurarles muchas más.

Nota: AGP = sector agrario (incluye agricultura, ganadería, pesca, actividades agropecuarias, caza y silvicultura).
Fuente: INE, Encuestas de Población Activa (III 2020-II 2021). Elaboración de Luis Garrido Medina.

Comparte esta entrada



Leer más
la-causa-y-el-efecto

La causa y el efecto

Comparte esta entrada



Hasta hace unos años, la mayoría de los Premios Nobel de Economía tenían un claro perfil teórico y la inmensa mayoría de sus contribuciones tenían un fuerte componente matemático. Gracias a ellos fue creciendo la teoría microeconómica y macroeconómica. En cambio, en las dos últimas décadas, también se ha concedido a economistas empíricos y a aquellos que emplean los experimentos, la psicología, la sociología e incluso la ciencia política. Era lógico, la sociedad del fin del siglo XX y de lo que va de siglo XXI cada vez es más compleja y requiere de propuestas y soluciones que combinen rigor, una mayor completitud e interdisciplinariedad.

Los Nobel de este año van en esa dirección, con la concesión de la mitad del premio al canadiense David Card (Universidad de Berkeley) y de la otra mitad, ex aqueo, al estadounidense Joshua Angrist (MIT) y al holandés Guido Imbens (Universidad de Stanford). En palabras del Comité de los Nobel, “han revolucionado la investigación empírica en economía”. En particular, han clarificado cómo entender adecuadamente la relación “causa-efecto” en los estudios con datos. Asimismo, pero no menos importante, tienen notables y clarificadoras aportaciones en cuestiones controvertidas sobre los efectos del salario mínimo, la inmigración y el nivel educativo sobre el mercado de trabajo. En suma, los trabajos de los tres laureados este año son un ejemplo de que se puede responder a las preguntas que se hace la sociedad.

David Card contribuyó a entender mejor el impacto del salario mínimo sobre el empleo, una cuestión controvertida aún. Los estudios siempre han mostrado la relación negativa entre salario mínimo y empleo. Sin embargo, Card retó la visión convencional que apuntaba a una dirección solamente: los salarios mínimos tienen efectos negativos sobre el empleo. Según el recién Nobel, la relación contraria también podía ocurrir: cuando aumenta el desempleo, las empresas pueden estar en condiciones de fijar menores salarios, con lo que aumenta la presión social a favor de aumentar el sueldo mínimo. Su estudio experimental empleando datos de Nueva Jersey mostró la ausencia de efectos de la subida del salario mínimo sobre el nivel de empleo. Por otro lado, Card también demostró en otra investigación experimental aplicada a la ciudad de Miami, que la inmigración (que en su estudio provenía de los cubanos que huían del régimen de Castro) no afectaba negativamente a los niveles de ingresos de los trabajadores menos cualificados, desafiando la visión tradicional que la llegada de inmigrantes afecta negativamente a sus salarios.

Por su parte, los otros dos premiados, Joshua Angrist y Guido Imbens han contribuido notablemente desde el ámbito metodológico a entender las “causas y efecto” en economía. Sus estudios ayudan a responder bajo qué condiciones un experimento natural puede utilizarse para mostrar los efectos de las decisiones de los individuos. Ellos, por ejemplo, retan la visión tradicional de que, a mayor nivel educativo, mejor salario en el futuro. En muchos casos, ellos demostraron con rigor que no en todos los casos es así y otros factores (ambición personal, capacidad de adaptarse al mercado laboral) pueden influir tanto o más.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

Comparte esta entrada



Leer más
economia-digital-en-tiempos-de-pandemia-(v).-realidad-invertida

Economía digital en tiempos de pandemia (V). Realidad invertida

Comparte esta entrada



El confinamiento ha provocado la hiperactividad de algunos
de nuestros grupos de WhatsApp. Los
teléfonos están llenos de manifiestos domésticos, interpretaciones de concursos
de talentos, raramente de información útil y artículos interesantes, y
frecuentemente de bromas, memes y chistes gráficos de calidad diversa. Mi
favorito representaba una jaula de pájaros, habitada por una familia, mientras
los pájaros vuelan fuera a su alrededor. ¿Qué pensarán las manadas de jabalíes
que se adentran en pueblos y ciudades de nuestra desaparición de los espacios
abiertos? Son casos de realidad invertida, que son un buen resumen de lo paradójico
y surrealista de estos tiempos. En todo caso, esto es una pequeña digresión,
porque el asunto de este artículo es una realidad invertida muy específica: la
de las aulas.

Otro de mis memes favoritos de estos días lo recibí de un
colega profesor de universidad: “he leído muchas novelas de ciencia ficción, y he
visto muchas películas apocalípticas, ¡y en ninguna había clases online!”. No se fíen de la literatura
fantástica, porque la educación en línea está revolucionando las escuelas y la
universidad y mi tesis es que, cuando acabe la pandemia, el mundo educativo habrá
cambiado para siempre. Y para mejor. Durante este tiempo los profesores estamos
aprendiendo a usar los sistemas de teleconferencia para dar clases online de la forma más interactiva
posible, aprendiendo a grabar y editar videos y a diseñar sistemas de
evaluación de forma objetiva y poco manipulable (hasta donde se puede). Los
alumnos, por su parte, se están habituando a manejar muchas fuentes de
información tanto escritas como audiovisuales y desarrollando capacidades para
interactuar y trabajar a distancia y sobre todo para el autoestudio. No se cómo acabará esta aventura, pero permítanme, al
menos en este pequeño ámbito, ser optimista.

«Cuando volvamos a las aulas, ¿por qué no sustituir parte de nuestras clases magistrales por las mejores clases en línea disponibles? Nuestros alumnos aprenderían los conceptos con este material audiovisual, de manera que en las clases presenciales podríamos trabajar las aplicaciones y dejar más espacio para la experimentación y la investigación».

Juan José Ganuza

El mundo digital se caracteriza –además de por las
externalidades de red– por costes fijos altos y costes marginales casi nulos,
lo que muy a menudo implica que una sola empresa domine el mercado (“the winner takes all”). Algo parecido se
puede producir en la educación. A la fuerza ahorcan: ahora todas las
universidades del mundo están incurriendo en los costes fijos y están produciendo
una cantidad ingente de material docente audiovisual sobre todas las materias. Cuando
volvamos a las aulas, ¿por qué no sustituir parte de nuestras clases
magistrales por las mejores clases en línea disponibles? Nuestros alumnos
aprenderían los conceptos con este material audiovisual, de manera que en las
clases presenciales podríamos trabajar las aplicaciones y dejar más espacio
para la experimentación y la investigación. Si están interesados en la
asignatura que yo imparto, Teoria de Juegos, les recomiendo un curso
abierto de la Universidad de Yale
. El
profesor, Ben Polak, es
sinceramente insuperable: dicción propia de My Fair Lady (o de Peppa Pig, que
es el inglés de la reina), sentido del humor, conceptos explicados con claridad
con tiza blanca sobre pizarra negra –caligrafía de cuadernos rubio, empezando
en la esquina noroeste, y acabando en el sureste, ¡un espectáculo bello!–… El
curso es completamente estándar y su temario está presente en casi todos los
programas de grado de economía que se imparten en el mundo. Por tanto, ¿por qué
no dejar al profesor Polak enseñar el equilibrio de Nash, ocupándonos nosotros en
clase de reflexionar sobre el concepto y explorar sus aplicaciones y límites?

Cada campo del conocimiento tiene su estrella. Gregory Mankiw es un gran macroeconomista de Harvard, pero ante todo es un excelente divulgador y docente. Hace años le pagaron un millón de dólares para que se encerrara a escribir un libro de Introducción a la Economía (los libros de texto más rentables son los más básicos). El resultado fue un salto cuántico sobre los materiales existentes, un manual que se leía como una novela y se entendía como si hubieran puesto gafas a nuestras neuronas. ¿No utilizarían sus clases si estuvieran disponibles?

Es verdad que ya existían cursos en línea de grandes
profesores (de Coursera, por ejemplo) antes de la crisis. Pero después de la
pandemia la oferta de contenidos será inmensa y, lo más importante, la demanda
estará más preparada. Por lo que este modelo mixto virtual-presencial que se
denomina “aula invertida
(en inglés, flipped classroom) puede tener
su momentum. La idea de introducir
los conceptos virtualmente antes de una clase presencial práctica no es solo
aplicable a la enseñanza no universitaria, sino que proviene de allí. Un instituto
americano (Clintondale High School) que tenía unos resultados académicos
pésimos y figuraba muy abajo en los rankings
la puso en práctica por primera vez. Gracias a la experimentación, a la
transformación radical del aula invertida, redujo el fracaso escolar y mejoró
espectacularmente sus resultados.

Un proceso similar se está registrando en los seminarios de investigación. Forzados por la necesidad, no solamente nos hemos dado cuenta de que podemos seguir con nuestros seminarios (ahora webinar) internos de investigación a través de internet, sino que se pueden organizar top webinars a coste cero con los mejores investigadores. Por ponerles un ejemplo, el pasado 9 de abril, la Royal Economic Society organizó uno de estos seminarios en líneasobre las consecuencias económicas de la pandemia causada por el Covid-19, impartido por dos de los mejores economistas del mundo, el profesor del MIT Daron Acemoglu y el premio nobel Jean Tirole. El seminario fue seguido por más de 3.500 personas (que difícilmente hubieran cabido en una sala y se hubieran encontrado en el mismo lugar). Todas las áreas de conocimiento están instaurando sus propios webinars. El CEPR Virtual IO Seminar Series, organizado entre otros economistas por un colaborador ocasional de este blog, Gerard Llobet, tiene la intención de convertirse en el seminario de referencia global de Economía Industrial. Específicamente relacionados con la Economia Digital pueden seguir desde el sofá de su casa el Virtual Digital Economy Seminar o el seminario de la TSE “Economics of Platforms Seminar”. Cuando volvamos a las aulas, estos seminarios globales no desaparecerán, porque los economistas habremos aprendido a que es un sistema muy eficiente de transmitir el conocimiento.

Termino con un moraleja macro. Los macroeconomistas están
discutiendo sobre la forma de la recesión y la recuperación, en uve, raíz cuadrada
o en la temible u. Aunque me encantaría apuntarme a la hipótesis optimista de
la uve, tendría que matizar que será la de una montaña rusa: bajaremos con
vértigo, y subiremos despacito. Cuando salgamos no lo haremos a toda velocidad;
los aviones, restaurantes y teatros empezarán reduciendo sus capacidades y
aforos, tendremos que invertir en seguridad laboral, en recuperar las
relaciones comerciales perdidas, en abrir nuevos mercados… en definitiva,
nuestros costes serán más altos y, si la demanda baja y la curva de oferta
(costes marginales) sube, no necesitamos a Mankiw para concluir que creceremos pausadamente.
En esta entrada hemos explorado una fuerza opuesta, un rayo de luz en un
horizonte oscuro. El teletrabajo puede conllevar ganancias de productividad
permanentes. Creo que será así en el sector educativo y en la investigación, no
porque se hayan producido nuevas herramientas, sino porque la necesidad nos obliga
a aprender a usar las que ya existían.

Comparte esta entrada



Leer más

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies