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Bitcoin en El Salvador: sálvese quien pueda

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Otra vez en el ojo del huracán, un no parar desde hace más de un lustro. El anuncio del gobierno de El Salvador de la adopción de bitcoin como moneda de curso legal y la reciente propuesta regulatoria de Basilea vuelven a poner encima de la mesa lo complejo que es delimitar el campo de juego de monedas digitales y criptoactivos. Cada vez es más necesaria la coordinación internacional. El fuerte crecimiento de este tipo de divisas y activos –de evidente riesgo– ha irrumpido en los mercados de inversiones de la última década. La indefinición de un marco regulatorio que dote de mayores garantías estos mercados y plataformas refuerza el interés y la polémica.

El caso de El Salvador es paradigmático. Primero, porque precisamente la semana pasada, tras el anuncio, bitcoin sufrió una severa corrección del 14%. Es la apuesta de un país como campo de pruebas, como una de las “cunas” futuras de bitcoin. Puede alentar otras inversiones digitales en el futuro. Teóricamente, esto favorecería a un país con un elevado nivel de pobreza y limitadas capacidades de crecimiento. Aunque el mundo es para los valientes, existen también innumerables riesgos en esta prueba de laboratorio. En primer lugar, adoptar la moneda de un país tercero –como ocurre con el dólar americano– o de una divisa digital descentralizada y no respaldada por banco central alguno, reduce la capacidad de maniobra para las políticas fiscal y monetaria. El impacto sobre los presupuestos públicos y la deuda –ya en categoría de “bono basura”– es impredecible. Genera grandes incertidumbres y posibilidad de especulación. Asimismo, el bitcoin no funciona bien como medio de pago. Es muy probable que las familias salvadoreñas, con bajos niveles de educación financiera, no conozcan bien las implicaciones de un instrumento tan volátil y opaco. Mucho menos para emplearlo como instrumento para realizar transacciones cotidianas.

Parte del problema es la falta de una regulación internacional específica y adecuada. Como (casi) siempre, la regulación parece que empezará por la banca. El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea ha presentado una propuesta de regulación de las operaciones con “criptos” para las entidades financieras que deseen tener estos instrumentos en su balance, en el que exige un requerimiento de recursos propios tan duro como el de los préstamos morosos. El descontento de buena parte de los bancos es evidente, ya que limita las posibilidades para competir con los nuevos operadores tecnológicos. Si tan peligroso son bitcoin, ethereum y sus similares, lo que se precisa es que se regulen estos activos, más allá de la banca. No olvidemos que despiertan el interés de todo tipo de inversores, grandes y pequeños, particulares e inversores institucionales. Son instrumentos complejos, sobre todo para quienes no entienden su funcionamiento. Por ello, tiene poca lógica que los mayores especialistas en evaluación de inversiones y de sus correspondientes riesgos tengan un tratamiento más gravoso que el resto. Es el momento de dar un paso adelante entre todos y entender mejor las grandes posibilidades y riesgos que suponen los instrumentos basados en blockchain, para que una gran oportunidad no se convierta en un “sálvese quien pueda”.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

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La nueva tecnología bancaria: aplicaciones, adopción e impacto en banca

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El sector
bancario está inmerso en un proceso de transformación tecnológica. Aunque a
lo largo del tiempo se han sucedido numerosos cambios tecnológicos, el actual
proceso de innovación es susceptible de tener un mayor impacto en la actividad
bancaria. El desarrollo de nuevas tecnologías que permiten el análisis masivo
de datos (big data), la inteligencia artificial (IA), la tecnología de
registro descentralizado (blockchain)
y la computación en la nube (cloud computing) empiezan a configurar una
«nueva tecnología bancaria». Su implantación, adopción y uso tiene la capacidad
de alterar la oferta –con bancos más digitales y con la llegada de nuevos
proveedores tecnológicos capaces de ofrecer servicios financieros– y la
demanda de servicios bancarios –con clientes más digitalizados–.

El
cambio en la oferta y la demanda de servicios financieros es fruto del
liderazgo en el gasto tecnológico que protagonizan las entidades bancarias.
Dicho proceso de transformación se caracteriza por estar sometido a una
continua aceleración y por su carácter global. Las estimaciones apuntan a que
este proceso de cambio de la industria bancaria se está acelerando, dado que
las tasas de crecimiento futuras del gasto tecnológico superarán a las
actuales. Utilizando una amplia muestra de entidades bancarias de
Norteamérica, Europa y la región Asia-Pacífico, se observa que los bancos
destinan entre el 7,99% y el 16,15% de su presupuesto a tecnología,
situándose la media en el 11,85%. Se aprecia además una tendencia positiva a
nivel mundial, de modo que los bancos incrementaron un 4,07% la partida
tecnológica en 2018 con respecto al año anterior. Asimismo, la inversión
tecnológica y su tasa de crecimiento parecen retroalimentarse, al observarse
correlaciones positivas entre ambas. De manera que, aquellos bancos que más
invierten en tecnología son también los que más las incrementan.

«La banca líder en la adopción de tecnologías presenta de media un mayor rentabilidad por activo (ROA) y por patrimonio neto (ROE) que la banca denominada menos tecnológica. Asimismo, los bancos con un mayor grado de adopción de las nuevas tecnologías bancarias son capaces de generar más ingresos en relación a su nivel de activos».

Una
parte importante de este gasto, cerca del 26%, se destina a las tecnologías
más innovadoras. Desde el propio sector se identifican cuatro campos como los
más disruptivos: big data, inteligencia artificial, blockchain y
cloud computing. Su uso combinado es lo que se conoce como la «nueva
tecnología bancaria». Su potencial en la oferta de servicios financieros es
muy extenso, aunque el análisis de sus actuales aplicaciones en banca
determina que todas ellas se orientan hacia tres objetivos principales:
fortalecer el posicionamiento competitivo de la entidad ante la llegada de
nuevos competidores, mejorar la experiencia de usuario para ampliar la
capacidad de atraer a nuevos clientes y de retener a los actuales y,
finalmente, ahorrar en costes para mejorar la eficiencia operativa.

La
banca europea destaca a nivel mundial por la adopción de las nueva tecnologías.
Del  análisis textual de las memorias de
las cuentas anuales de las 48 entidades bancarias europeas objeto de los stress-tests por parte del Banco Central
Europeo, para analizar el grado de adopción de nuevas tecnologías entre la
banca europea, se desprende que el 94% de estos bancos hacen referencia al uso
de al menos una de las citadas tecnologías. El porcentaje más elevado de
adopción se corresponde con el uso del big data, seguido de la
inteligencia artificial y blockchain. Este esfuerzo tecnológico del
sector se está produciendo tanto individualmente, donde cada entidad decide y
ejecuta su presupuesto tecnológico de acuerdo con sus prioridades, como a
través de proyectos globales, en los que participan un conjunto de entidades
bancarias (We.trade, Marco Polo, Komgo o Trade Information Network).

¿Cuál es el posible impacto de la adopción de la «nueva tecnología bancaria»? Distinguiendo entre dos grupos de entidades bancarias –aquellas que hacen un uso intensivo de estas tecnologías (bancos líderes en la nueva tecnología bancaria) y aquellas que hacen un uso limitado de las mismas (bancos incipientes en el uso de nueva tecnología bancaria–, se evidencia que existen diferencias entre las entidades en función del grado en que la han adoptado. La banca líder en la adopción de tecnologías presenta de media un mayor rentabilidad por activo (ROA) y por patrimonio neto (ROE) que la banca denominada menos tecnológica. Asimismo, los bancos con un mayor grado de adopción de las nuevas tecnologías bancarias son capaces de generar más ingresos en relación a su nivel de activos. Aunque no pueden inferirse una relación de causalidad, sí parecen existir evidencias a favor de una cierta correlación positiva entre la adopción de las nuevas tecnologías, la rentabilidad bancaria y la capacidad de generar ingresos.


Esta entrada es un resumen del artículo ‘La nueva tecnología bancaria: aplicaciones, adopción e impacto en banca’, disponible en el número 162 de Papeles de Economía Española: La gestión de la información en banca: de las finanzas del comportamiento a la inteligencia artificial

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