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Por qué una tarifa de la luz de precio fijo sin permanencia es la mejor que podemos contratar en 2022

La recomendación clásica para una tarifa de la luz en España hasta hace poco no tenía mucho misterio: PVPC. La tarifa regulada era la mejor, ninguna del mercado libre podía batirla. Pero la situación ha cambiado radicalmente en los últimos meses.

Los precios del mercado mayorista se han disparado y la PVPC, que va indexada a estos precios, también. No es raro ver días en los que durante el día tenemos precios de 0,3 euros / kWh o más, el triple de antes de estas subidas. Entonces, ¿qué debemos hacer en estos momentos?

Abandonar la PVPC

No queda otra, el mejor consejo ahora mismo es abandonar la PVPC. Pero por supuesto no hay que dejarse llevar por cualquier oferta que nos hagan, muchas están por encima del PVPC, incluso las que ofrecen precio fijo: ya que cambiamos lo mejor es comparar.

Las dos mejores ofertas que hay en el mercado en estos momentos tienen precio fijo las 24h: son la de Repsol (tarifa fija largo plazo) y Naturgy (tarifa compromiso), con unos precios estables durante 3 o 2 años respectivamente.

Los detalles de cuál es la mejor tarifa dependen del consumo, ya que el término fijo y variable son distintos en ambos casos. Realizar comparaciones es, por tanto, complicado, pero existen comparadores online como el de la CNMC u otros privados que ayudan a elegir la mejor tarifa.

Una cosa importante es elegir una tarifa sin permanencia, pues la situación en la que nos encontramos de precios mayoristas elevados, aunque podría extenderse durante buena parte de 2022, no tiene por qué quedarse así para siempre.

Pero sin perder de vista que los precios podrían volver a bajar

Por tanto, aunque actualmente algunas tarifas son mejores que las PVPC, esto no tendría por qué ser así siempre. Lo normal es que en algún momento se vuelva a la "normalidad" y la PVPC vuelva a ser muy competitiva.

Por tanto es también importante elegir una tarifa que no tengan permanencia para poder cambiar de vuelta rápidamente cuando sea interesante. Las dos tarifas mencionadas arriba no tienen permanencia, pero hay que leer la letra pequeña

Y no olvidemos que puede haber una cierta estacionalidad: puede que los precios sigan altos en invierno, bajen en primavera y verano y vuelvan a subir en otoño: al final el precio mayorista en España está determinado por el precio del gas y este, que está disparado, se consume más cuando hay frío.

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Empleo: balance de 2021 y perspectivas para 2022

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Sin duda el año 2021 ha sido excelente desde el punto de vista del empleo. Y no solo por la intensa contratación pública: en el sector privado no agrícola, el número de afiliados a la Seguridad Social supera desde noviembre el nivel previo a la pandemia. Este crecimiento del empleo privado se concentró en la segunda mitad del año, y ha mantenido mes tras mes un extraordinario vigor. Si bien no hay que olvidar que al final de diciembre todavía había 122.000 trabajadores en situación de ERTE (de los cuales 102.000 estaban ligados al Covid-19, y una parte importante del resto procedía del sector de automoción debido a los problemas de suministros) a los que se suman 108.000 autónomos con prestación, es decir, aún había más de 200.000 afiliados con una actividad nula o reducida. De modo que en términos efectivos aún no se ha alcanzado el nivel de empleo privado prepandemia.

Pero esto no resta valor a los resultados. Así, entre junio y diciembre, el incremento medio mensual de la afiliación —siempre del sector privado no agrícola, y con cifras corregidas de estacionalidad— ha sido de 112.000, mientras que, por ejemplo, en 2017, que fue el año en el que más empleo se creó después de la crisis financiera, el incremento medio mensual fue de 45.000. En el mes de diciembre se observó una ralentización, con el crecimiento más bajo de todo ese segundo semestre, 60.000 nuevos afiliados, pero, como vemos, aún se trata de una cifra notable en perspectiva histórica. Resulta incluso sorprendente que la ralentización no haya sido más acusada, si tenemos en cuenta las enormes incertidumbres y obstáculos que han pesado sobre la economía en los últimos meses del año: fuerte encarecimiento de los costes de producción —por el incremento de los precios de la energía, de las materias primas y del transporte marítimo—, escasez de componentes, adopción de nuevas restricciones en toda Europa tras la aparición de la variante Ómicron, las incertidumbres ligadas a la propia pandemia y las incertidumbres regulatorias relacionadas con la reforma laboral.

Uno de los rasgos más desconcertantes del comportamiento de la economía española en 2021 ha sido, como es sabido, la desconexión entre el notable incremento del empleo y el mucho más discreto ascenso del PIB. El empleo, medido en número de afiliados en términos efectivos —es decir, teniendo en cuenta la incorporación de ERTEs y autónomos con actividad reducida— creció en torno al 8,8%. Si lo medimos en horas trabajadas, el crecimiento puede haber sido, a falta de conocer datos completos del cuarto trimestre, de en torno al 7,5%. Todo ello frente a un avance del PIB que apenas alcanzará el 5%. Ello implica una caída de la productividad por hora trabajada para la cual no existe una explicación clara, más aún teniendo en cuenta que este fenómeno no se ha producido en los países de nuestro entorno.

Asumiendo que no se está infraestimando el cálculo del PIB, una posible explicación de carácter general —puede haber otras explicaciones más específicas para actividades concretas— podría ser que las empresas de los sectores más afectados, solo para poder funcionar, necesitan a un número de trabajadores prácticamente igual al de antes de la pandemia, aunque su número de clientes sea todavía muy inferior. Otra explicación complementaria es que hayan decidido recuperar toda, o prácticamente toda, su plantilla con la expectativa de un pronto retorno a niveles previos de actividad.

Si esto fuera así, podemos pronosticar que el ritmo de crecimiento del empleo se va a reducir drásticamente en 2022, y va a ser notablemente inferior al del PIB. Es decir, va a ocurrir justo lo contrario a lo de 2021. Las empresas no necesitarán más personal a medida que recuperen el nivel normal de actividad, puesto que ese personal ya habría sido incorporado previamente, conforme a la interpretación anterior.

Además, cuando en primavera finalicen las medidas adoptadas al inicio de la pandemia para proteger a las empresas más afectadas —moratorias, plazos de carencia en préstamos ICO, ERTEs—, algunas empresas que han sido zombificadas no volverán a la actividad, y muchas otras lo harán con un nivel inferior al previo a la crisis, ya que hay sectores, como los más ligados al turismo, que van a tardar mucho tiempo en recuperar sus clientes. Habrá, por tanto, trabajadores en ERTE que perderán definitivamente su empleo, lo que ralentizará aún más el crecimiento del empleo.

De este modo, con un crecimiento del empleo notablemente inferior al del PIB, la economía recuperaría la productividad perdida durante la pandemia. Si no fuera así, si el crecimiento del PIB este año estuviera acompañado de un crecimiento del empleo en proporción semejante a la del año pasado, o incluso si el empleo creciera en línea con su elasticidad habitual con respecto al PIB, habríamos sufrido una caída brusca y permanente en el nivel de productividad, y este sí que sería un fenómeno muy difícil de entender.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El Periódico de España.

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La inflación, en la encrucijada

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La inflación está siendo el principal condicionante de la recuperación de la economía española. Su impacto sobre el poder adquisitivo es ineludible: como el principal factor es el alza de costes importados, mayormente la electricidad, actúa como un impuesto que tiene que soportar toda la sociedad Comprar reseñas Google (a excepción del sector eléctrico). Además, el brote inflacionario refleja los cuellos de botella que limitan el rebote, especialmente en algunos sectores industriales como el automotriz.

Es posible que el brote inflacionario generado por el encarecimiento de la energía y de otros suministros esté tocando techo. Los precios del mercado mayorista de la electricidad apuntan a una estabilización —si bien en niveles desorbitados— y los indicadores de costes soportados por las empresas evidencian una cierta relajación, en consonancia con la reorganización de las cadenas de suministro. Veremos si la tendencia es inmune a los desajustes provocados por ómicron.

Ahora se trata de evitar que se abra otro frente, el de eventuales efectos de segunda ronda, que consistirían en ajustes de precios y de salarios en una pugna por la recuperación del poder adquisitivo perdido como consecuencia de la crisis energética. De momento, se mantiene la moderación: si bien el IPC total crece a un ritmo muy superior a la eurozona (6,6% frente al 5%), la inflación subyacente se sitúa en el 2,1%, cuatro décimas menos que la media europea. Es decir, nuestro diferencial desfavorable de IPC se debe exclusivamente a la energía, y no a un comportamiento especialmente inflacionista del aparato productivo. Nada que ver con la situación en Estados Unidos, donde la inflación subyacente escala hasta el 5,5%, algo que preludia una acción contundente de la Reserva Federal.

Fuentes: Eurostat y Ministerio de trabajo.

Sin embargo, los datos de diciembre apuntan a un mayor traslado de los costes al núcleo central de precios. Prueba de ello, los incrementos de precios empiezan a generalizarse. El sector agroindustrial no aguanta más la presión y se ve abocado a trasladar el encarecimiento de la luz, de los fertilizantes y del transporte a sus precios de venta —con un gran peso en el IPC total—.

Los servicios también revisan sus tarifas, tras meses de atonía provocada por la pandemia. Bien es cierto que se trataba de una tendencia inédita, también registrada en la mayoría de países avanzados, rara vez observada en épocas anteriores: como la productividad industrial crece por encima de la media de la economía, los productos industriales tienden a abaratarse en términos relativos (esto explica que, desde la creación del euro hasta el estallido de la pandemia, el IPC de bienes no energéticos subiera apenas un 13%, frente al 54% en los servicios).

La tendencia es ahora alcista tanto en los sectores más afectados por la crisis como el turismo y la restauración como en otros servicios menos perjudicados: las comisiones bancarias, el ocio y los seguros de salud, por ejemplo, suben a tasas superiores al 2%. En suma, los servicios ya no desempeñan el papel moderador de meses anteriores.

Ante las crecientes tensiones en los precios internos, los salarios no parecen reaccionar: en 2021 las remuneraciones pactadas crecieron en torno al 1,5% (la mitad que el índice de precios al consumo). El resultado fue una pérdida de capacidad de compra, en un contexto en el que las empresas también sufrieron un recorte de excedentes. La gran incógnita es si ese pacto tácito entre actores sociales se mantendrá a medida que las empresas elevan sus precios, y así contienen la disminución de sus márgenes.

Si ese pacto prevaleciera, y bajo la hipótesis adicional de una estabilización de los precios energéticos, el IPC podría moderarse tanto en España como en el resto de la eurozona. De lo contrario, la visión de transitoriedad del Banco Central Europeo (BCE) se volatilizaría y daría alas a los halcones que preconizan un endurecimiento de la política monetaria.

IPC | La senda de inflación, determinante de la intensidad de recuperación de la economía, depende de manera crucial de la evolución de los precios energéticos. Si la cotización de la electricidad descendiera en primavera en línea con los mercados de futuros, las tasas de inflación se mantendrán por encima del 5% en los primeros meses del año antes de comenzar a descender. Ello dejaría el IPC total en el 3,7% en media anual. Pero si el descenso previsto en la primavera no se produjera, la tasa media anual sería al menos un punto más que en el escenario central.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

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«El oro inmobiliario del futuro será el flipping». Entrevista a HooL Investor

Twitter está lleno de expertos sobre inversión y que siempre tienen cosas interesantes que contar. En esta ocasión hemos entrevistado a @HoolInvestor, un experto en el sector inmobiliario que seguro no dejará indiferente a nadie.

Desde su cuenta de Twitter y su newsletter da consejos sobre inversión en inmuebles, dando las claves que permiten sacar un buen rendimiento a este tipo de inversión. No tiene pelos en la lengua y explica todo de forma muy directa y sencilla, sin por ello guardarse detalles.

En tu cuenta de Twitter y la newsletter hablas de la inversión inmobiliaria, ¿qué ventajas le ves a este tipo de inversión frente otras como por ejemplo bolsa?

Todo el mundo sabe que el sector inmobiliario tiene grandes desventajas.

Esto es una realidad, como también es una realidad que existen grandes ventajas.
Existe 1 razón que marca la diferencia en la mente de los inversores. 1 razón que he escuchado muchas veces a lo largo de los años.

‘’Me gusta invertir en el sector inmobiliario porque tengo todo el control’’.

Para mi es la gran diferencia. Es el motivo que más peso tiene a la hora de que los inversores decidan meter su capital aquí.

Puedes controlar en qué activo inviertes.
Puedes controlar el análisis de la rentabilidad por ti mismo, al milímetro.
Puedes controlar que inquilinos entrarán en caso de alquiler.
Puedes decidir precios de venta a la hora de compra-reforma-venta.

Vamos, que puedes controlar todo lo que sucede alrededor de tu dinero.

Muchos inversores deciden entrar ya que tienen estimado el flujo de caja anual que dejará su inversión.

Hay una gran trilogía de problemas a la hora de invertir en el sector inmobiliario

Otro punto interesante es por el poder de apalancamiento.

En los mercados financieros también puedes apalancarte, pero si hay un mal momento el broker probablemente te exigirá más liquidez o cerrarán tu posición.

En el sector inmobiliario si hay un mal o un buen momento, tendrás que pagar tu hipoteca. Y punto.

En la cabeza de todo el mundo encaja muy bien la idea de generar rentas a partir del capital del banco. Vale que tendrás que aportar un 20-30% de los gastos, pero el resto es una gran parte que tú no vas a poner.

Y claro, si lo haces bien y solo si lo haces realmente bien, puedes comenzar una bola de nieve imparable. Una bola de nieve de deuda, inmuebles y flujo de caja que tiene tanto fanáticos como detractores.

Conozco casos muy cercanos de personas que tienen más de 25 viviendas y 2 millones en deuda con el banco. Los flujos de caja superan los pagos mensuales de la deuda, pero claro… duerme tú por la noche.

No me gusta ser ventajista, si hay algo que nos diferencia a los inversores inmobiliarios es que sabemos reconocer las ventajas del resto de inversiones.

Si me permites, voy a marcarme un señor de los anillos para hacer más ameno todo esto. Vamos a hablar de la gran trilogía de problemas del sector inmobiliario.

Las desventajas por las que la gran mayoría de personas piensa:

‘’Que pereza’’

La primera es la más obvia diría, la iliquidez.

Si no hay un trabajo previo, es muy difícil entrar en este sector

De media (según los portales inmobiliarios), una propiedad tarda de 3 a 6 meses en venderse. Imagínate que necesitas el dinero hoy, pues no. En 3 o 6 meses con suerte tienes tu dinero. Si quieres el dinero hoy, baja el precio un 20% y asume la pérdida.

La segunda y es lo más común de leer entre los jóvenes es, demasiado texto. Demasiada burocracia. Demasiado papeleo.

Ten en cuenta las notas simples. El contrato de arras que firmas. El certificado energético. La propia escritura de compraventa. La de préstamo. Los impuestos a presentar. Los certificados de la comunidad. Los de los suministros.

Demasiado papel que asusta hasta al más culto de los aquí presentes.

Y la última, la que escucharás en boca de los jóvenes constantemente, la gran necesidad de capital inicial.

Vale que te puedes apalancar con el dinero del banco, pero necesitarás siempre un 20 o 30% para afrontar la entrada y los gastos. No se donde leí ese dato pero una gran parte de la sociedad no ahorra ni 50€ al mes. Si no hay un trabajo previo, es muy difícil entrar en este sector.

Dentro de la inversión inmobiliaria muchas veces hablas de comprar para alquilar. ¿Por qué este tipo de inversión es, en tu opinión, aconsejable?

Esto sucede por la frase que escuchamos muchas veces de:

‘’El piso me lo están pagando los inquilinos’’.

Relacionado con la pregunta anterior, creo que esta pregunta se responde sola. Gracias al apalancamiento, al estudio de rentabilidad y al análisis completo de la operación, la renta mensual del alquiler puede afrontar todos los gastos.

La gran parte del capital, te la presta el banco.

Saber encontrar un buen inmueble es fundamental

Si se hace el trabajo bien, la renta del alquiler siempre suele ser más grande que la suma de los gastos del inmueble y del préstamo.

Este concepto es muy simple, pero existe muchísimo trabajo detrás.

Esta modalidad de inversión inmobiliaria es de las más comunes, pero hay una cara oculta que en pocos casos la gente suele contar.

Partimos de la base de que es una práctica que bien hecha es muy rentable. Mucho. Más de lo que mucha gente imagina.

Pero no hay que olvidar todo el trabajo que hay detrás, que no es poco.

El saber encontrar un buen inmueble, ya que por las vías tradicionales de portales inmobiliarios solo nos encontramos con lo que todo el mundo puede encontrar.

Una vez encontrado, usar las herramientas correctas para calcular la rentabilidad lo más certera posible, teniendo en cuenta todos los gastos que hay.

Saber la mejor forma para poner en alquiler este inmueble (tanto la forma de venta, como el precio, como saber detectar a un buen inquilino…).

En resumen, es muy aconsejable… pero hay que tener unos conocimientos previos.

¿Qué piensas del flipping (comprar, reformar y vender)?

El oro inmobiliario del futuro.

Los centros de ciudades siguen envejeciendo, pero lo que no envejece son las ganas que tenemos de vivir en el centro. Por lo que sea, por trabajo, por ocio, por familia…

Uno de los errores más comunes de los inversores novatos es meterse en obras demasiado complicadas.

Saber hacer flipping es una de las mejores skills que una persona podrá aprender en los próximos años (y ahora mismo ya lo es) para aprovechar esta ineficiencia del sector inmobiliario.

Ahora que llevas un rato leyéndome, puedo empezar a ser sincero contigo.

Los seres humanos somos más perros que Niebla (el perro de Heidi). Esto es un hecho tan cierto como que todos vamos a morir.

Nos encanta que nos lo den todo hecho y estamos dispuestos a pagar por ello.

El valor real en este tipo de operaciones es en la propia realización de la reforma. Poder ver un inmueble en un estado pésimo y ser capaz de proyectar una vivienda del siglo 21 es lo que marca la diferencia.

Todo este proceso, se repercute al cliente final. Pero claro, como en la pregunta anterior, mucho cuidado con dónde nos metemos.

Uno de los errores más comunes de los inversores novatos es meterse en obras demasiado complicadas.

Si fuese yo, lo haría al 100% con gente con experiencia.

Sobre este tema del flipping, ¿no penaliza mucho la fiscalidad española?"

La fiscalidad española suele penalizar todo.

Para no hacer larguísima esta entrevista, es obvio que la fiscalidad es una piedra en el camino. Recordemos rápidamente los tramo de las ganancias de capital:

  • 19% para los primeros 6.000 de ganancia
  • 21% para los siguientes 44.000 euros
  • 23% de 50.000 euros en adelante, hasta el nuevo umbral de 200.000 euros.
  • 26% para las plusvalías que superen los 200.000 euros

A estos tramos, hay que sumar la plusvalía municipal, etc

Sabes las reglas del juego, adáptate o muere. ¿Hay menos operaciones interesantes por culpa de la fiscalidad? Sí. ¿Es un motivo para descartar este tipo de operaciones? No.

Una de las pegas de la inversión inmobiliaria es que se suele hacer con deuda (de lo contrario hace falta mucho capital) y si algo no va bien el riesgo es mayor. ¿Qué piensas sobre esto?

A día de hoy, creo que ese riesgo es mínimo.

Están concediendo hipotecas fijas al 90% y con un interés del 0.7-1%. Hablando claro, es dinero regalado.

Si inviertes, tienes posibilidad de perderlo todo.

Pero lo que realmente marca la diferencia es tu gestión del riesgo. Por dar un dato interesante, tienes 15 meses desde el primer impago de tu hipoteca para ponerte al día (con los intereses que se generen).

Si tú dejas de pagar hoy la hipoteca, hasta Abril de 2023 podrías ponerte en acción para solventar la situación.

Por otro lado, las hipotecas fijas te permiten tener realmente controlado cuánto vas a pagar cada mes exactamente. Puedes proyectar tus ingresos y gastos de una forma muy certera hasta el largo plazo.

Creo que son armas suficientes como para tener el escenario más o menos bajo control.
¿Pueden haber catástrofes que ni en 15 meses puedas solventar? Pues claro. Pero teniendo todo lo anterior en cuenta junto a la correcta administración de los flujos de caja, el riesgo pasa a ser mínimo.

Digo mínimo, siempre hay riesgo. Si inviertes, tienes posibilidad de perderlo todo.

Este tipo de inversiones, ¿son para cualquiera que adquiera los conocimientos necesarios o hay que dedicarse profesionalmente a ello?

Esto es como el resto, se puede compaginar con casi todo. Tendrás que dedicarle horas pero si tienes los conocimientos necesarios, es una buena fuente de ingresos alternativa.

Lo más importante (cosa que yo no hago), es formarse y seguir formándose. Ser una espiral que absorba conocimientos día tras día. Si te gusta un modelo de inversión, intentar ser cada vez mejor genera mucho interés compuesto.

Respondiendo claramente a la pregunta, son para cualquier persona que adquiera los conocimientos necesarios. Recalco la pregunta para que quede claro que hay que adquirir todos los conocimientos necesarios.

Esto no es comprarse unos zapatos, hay mucho detrás.

Pero si decides formarte, puedes compaginarlo con todo y generar una fuente de ingresos alternativa.

¿Cómo se te ocurrió contar lo que haces en una cuenta de Twitter y una Newsletter? ¿Desde el principio tenías en mente la monetización?

Te seré sincero, uno de los arquitectos que tenemos en la promotora me lo propuso.

‘’Tío, métete en Twitter que a la gente le gusta el sector inmobiliario y tú sabes más o menos escribir bien’’.

A los pocos días empecé a mirar esto y me di cuenta de que había mucho interés y que podía ser divertido hablar sobre esto con otras personas.

Sobre la Newsletter, caí en la trampa de toda persona que termina generando ruido dentro de cualquier nicho. Fui otra ovejita más.

Haciendo un salto atrás en el tiempo, entre Twitter y la Newsletter, todo cambió un sábado por la mañana.

Días atrás ya me había dado cuenta de que todos los que escribían sobre el sector inmobiliario usaban el tono formal y serio característico de los inversores que se dedican a esto.

Pues justo ahí, encontré un nicho que cuadraba con mi personalidad. Suena a tópico, a lo que todo el mundo dice, pero soy tal cual podéis leerme en la Newsletter o en Twitter.

A mi me gusta decir que soy un cuñao, porque creo que lo soy. Escribo claro, directo y sencillo sobre el sector inmobiliario para todos los públicos. Para que hasta un chimpancé de 3 años pueda entenderme.

Pues visto esto, decidí crear un hilo con 10 consejos sobre el sector inmobiliario siguiendo esta línea de sencillez y claridad.

Pues lo petó. Me fui a caminar a las 9 de la mañana dejando el hilo con 600 seguidores y a la vuelta ya superaba los 2.500. No entendí qué había pasado, pero al tiempo sí.

Escribir sobre un sector tan arcaico donde la mayoría escriben con un estilo muy formal con mi estilo propio de amigo en la barra de un bar a las 2 de la mañana con 3 copas encima funcionó.

Y desde ese preciso momento supe que aquí había dinero. Te mentiría como creo que hacen la mayoría intentando ser un falso humilde, pero no es mi estilo.

Supe desde bien pronto que había una oportunidad y me decidí a intentar aprovecharla, no hay otra.

¿Qué porcentaje de tus ingresos provienen de las ventas que has hecho de infoproductos relacionados con la inversión inmobiliaria?

Tengo un problema.

La gran mayoría de mis gastos los tengo puestos en diferentes sociedades. Me gusta hacernos desfalcos a nosotros mismos.

Por darte una cifra irreal, te podría decir que han supuesto un 60% ahora mismo. Esto sin contar los gastos que derivo a otras empresas.

Si te quisiese dar una cifra real, tendría que calcular cuánto se genera en cada una de las empresas que tenemos y ver el porcentaje real. Al estar en la empresa familiar, el 95% de lo generado lo dedicamos a la reinversión y únicamente tenemos una nómina puesta para vivir en el día a día.

Esto quiero matizarlo, porque no quiero que se interprete como no es. Tenemos varios negocios en la familia, pero todos han sido levantados por mis padres, yo simplemente estoy siguiendo el camino que me dejaron de la mejor forma posible.

Contaría la historia (que a la gran mayoría de mis lectores les gustó), pero me llevaría demasiado tiempo para ser una entrevista.

Por lo que se entiende por lo que cuentas en Twitter, una parte de tu negocio es la promoción inmobiliaria, ¿puedes explicarnos en qué consiste? ¿Es algo para todo el mundo o para esto hay que dedicarse profesionalmente?

La promoción inmobiliaria consiste en crear un edificio. Lo mejor en estos casos es resumirlo por puntos:

  • Buscar terrenos edificables que sean interesantes.
  • Negociar con la propiedad la adquisición del terreno sea mediante compra, permuta u otros métodos.
  • Contratar a todos los profesionales necesarios para la creación del proyecto (arquitectos, ingenieros…).
  • Contratar a una constructora o a los profesionales que vayan a ejecutar la obra.
  • Coordinar y organizar todo el proyecto durante su construcción.
  • Asegurar que todo se ha creado según proyecto.
  • Solicitar junto a los profesionales correspondientes las licencias pertinentes y cédulas de habitabilidad.

Por norma general, la promotora delega la construcción y las ventas.

Vuelvo a recurrir al recurso de la pregunta anterior, podría contar la historia de mi padre por la cual creo que esto podría ser para casi todo el mundo, pero es demasiado larga para una entrevista.

Por hacer algo de spam, en mi Newsletter hay una edición en la cual cuento todo esto.

Respondiendo a la pregunta, podría llegar a ser algo para todo el mundo pero sí que se necesita dedicarse a esto totalmente. Es una profesión de alto riesgo y cualquier fallo puede costar decenas de miles de euros.

Gracias a Alejandro por la invitación, espero que no os hayáis aburrido con un servidor. Ha sido un placer poder escribir unas líneas para este blog.

Nos vemos pronto, HooL Investor.

Imagen | Abstract vector created by vectorjuice - www.freepik.com

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Reacciones financieras a la inflación

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La inflación continúa su escalada en las principales economías. Estuvo tanto tiempo perdida que este retorno ha sido tan vigoroso como polémico en cuanto a su continuidad ¿Fantasma pasajero o pesadilla recurrente? El dato definitivo del IPC en España de diciembre ha alcanzado el 6,5%, su nivel más alto en décadas. Esta misma semana conocimos también que la inflación en EE UU llegó al 7%. Como consecuencia del reconocimiento explícito —el mismo Jerome Powell lo ha hecho esta semana en el Senado estadounidense— de esa mayor persistencia de la inflación por parte de la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra Comprar Reseñas google, y en menor medida, del Banco Central Europeo, los agentes financieros están comenzando a reaccionar.

En la primera semana de 2022 se produjo algo llamativo, una emisión masiva de bonos —más de cien mil millones de dólares— por parte de las grandes empresas en los mercados globales de deuda. Una forma de anticiparse y beneficiarse aún de unos tipos más bajos, antes de que suban. Los de deuda son casi siempre los mercados que reaccionan primero a un cambio de expectativas, como el actual, de una gran magnitud. Ya aparecen varios aumentos de tipos de interés en el horizonte en EE UU.

Esto tiene importantes implicaciones, incluso para la eurozona. Que se “levante” esa cantidad de deuda en tan corto plazo de tiempo es un movimiento de mucha trascendencia sobre lo que va a acontecer con las expectativas y los mercados. Es algo de lo que no se podrá “desacoplar” el BCE, aunque siga teniendo una visión de mayor cautela ante el crecimiento de los precios. Tarde o temprano, si la inflación se mantiene, el BCE no podrá desentenderse de lo que están haciendo otros bancos centrales relevantes.

Por el lado del ahorro, cabe esperar también reacciones. La liquidez que no busca rentabilidades y no se mueve, apenas sufre cuando no hay inflación o ésta es muy baja. Sin embargo, en entornos de inflación del 6-7%, cabe esperar movimientos en la colocación del ahorro. La evolución de algunos productos bancarios de nuestro país es curiosa. En octubre de 2021 (último dato disponible) los depósitos a la vista eran 1,21 billones de euros, casi el doble que en 2015. Los depósitos a plazo han seguido la tendencia contraria: en 2015 eran 508.000 millones de euros y el pasado octubre habían bajado a 124.000 millones.

Esa elevada cantidad en cuentas corrientes —un instrumento fundamentalmente transaccional y que puede moverse rápidamente—, puede ir a parar, en el actual contexto de inflación, a instrumentos que generen un mayor rendimiento que otras alternativas estrictamente bancarias. Los fondos de inversión, por ejemplo, pueden ser grandes recipientes de ese ahorro que ahora sí buscará rentabilidades nominales significativas. No serán los únicos instrumentos de mercados financieros que recibirán ahorro, incluidos destinos más heterodoxos y arriesgados como los criptoactivos. Eso sí, con algo más de incertidumbre porque no está claro hasta qué punto estas inversiones tan volátiles protegen contra la inflación.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

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Turquía eligió tanques en vez de mantequilla, ahora su inflación está disparada

Hace unos años Turquía era la promesa económica de Europa. Un país relativamente joven, de camino a ser parte de la UE con una unión aduanera desde 1995, miembro de la OTAN, involucrado en asuntos internacionales y con la población equivalente a la de Alemania. Un país que estaba en las 20 economías más grandes del mundo, con marcas reconocibles fuera de sus fronteras por los consumidores como Beko, que produce más coches que Reino Unido o Italia, con PIB mayor al de Polonia y un PIB per cápita mayor que el de México.

Si había un lugar con un potencial equivalente a un país del sudeste asiático en el viejo continente, este era Turquía. Pero ya no, una inflación del 38% en 2021 no es una buena carta de presentación ante inversores internacionales.

En noviembre de 2021 Apple decidió dejar de vender en Turquía a través de su tienda oficial. En las Apple Store turcas, todas en Estambul, se dejó de vender todo lo que no fueran auriculares o proporcionar servicio postventa al cliente mientras que los turcos trataban de acumular iPhones como inversión alternativa que no se viera afectada por la inflación. La lira turca no para de bailotear frente al resto de divisas y las empresas multinacionales tienen problemas para operar en este mercado.

El banco español BBVA hizo una oferta por el 50% de un banco turco (Garanti) que no controlaba al 100%, esto está suponiendo una incertidumbre al banco tremenda, ya que debido a la irregular evolución de la lira turca, no sabe si le va a costar 2.500 millones de euros (presupuestado inicialmente) 1.400 millones de euros el 17 de diciembre de 2021 o 1.800 millones el 21 de diciembre de 2021. Además, dado que el banco turco opera en liras turcas, una depreciación de la misma supone una disminución del beneficio para el banco español, con lo cual la depreciación no es que suponga un beneficio inmediato para los inversores extranjeros.

El clásico dilema entre mantequilla y tanques

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En primero de la carrera de economía suele presentarse a los estudiantes el dilema de un país de fabricar mantequilla (comida) o tanques (defensa). Esto se hace para expresar la intercambiabilidad de los bienes y el concepto de la Frontera de Posibilidades de Producción.

Este dilema viene de un dilema que tuvo durante la Primera Guerra Mundial EEUU. Con los suministros de nitratos proporcionados por Chile, EEUU los podía convertir en abono (que nos llevaría a obtener mantequilla y comida para la población) o usarlos para fabricar pólvora. Al final el gobierno lanzó una tremenda campaña diciendo que habría “guns and butter”. En cambio los líderes nazis Goebbles y Göring dijeron que preferían las pistolas a la mantequilla y el concepto también fue referenciado por el presidente Lyndon B Johnson y por la primera ministra Margaret Thatcher.

Turquía en los últimos años parece que es de la misma escuela de Putin, dándoles más importancia y siendo más efectiva en su vertiente militar que en su vertiente económica. Desde que en 2014 el antiguo alcalde de Estambul y primer ministro Recep Tayyip Erdoğan ganara las elecciones presidenciales, ha ido poniendo una política exterior de uso de poder duro que ha sido calificada por los críticos como “neo-otomanísta”, interviniendo cada vez más militarmente en el mediterráneo oriental y alrededores.

El profesor asociado de la Universidad de Qatar Ali Bakir, hace un listado de los lugares en los que Turquía tiene presencia temporal y permanente como el norte de Siria o Qatar, los países en los que Turquía ha firmado acuerdos militares entre 2017 y 2021, tan diversos como Níger, Túnez, Montenegro, Kazajastán o Azerbaiyán, y los momentos en los que se ha ido definiendo la situación geopolítica turca.

Pero mientras que el poder militar turco ha crecido, el poder económico está cada vez más tambaleante. En el dilema de mantequilla y tanques, Turquía ha elegido. No es el único, en cierto modo es lo que sucede con Rusia y la doctrina de Putin en el Kremlin.

Es cierto que las fronteras turcas con países como Siria o Irak, hacen que la necesidad de Turquía de tener un ejército bien armado, pero uno diría que las ambiciones de poder no han casado con las necesidades de la economía turca.

¿Por qué ha caído la economía turca?

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En 2021 Turquía cerró su año con una inflación del 38%, la peor en diecinueve años. Para parar la caída de la divisa que durante 2021 perdió el 44% de su valor frente al dólar, el banco central ha tenido que subir los tipos del 14 al 19%. El presidente Erdogan ha culpado a los altos tipos de interés de ser el padre y la madre de todos los males, y afirma que la economía turca ascenderá de división en este 2022.

Es difícil de creer sus teorías heterodoxas. Desde que Erdogan ascendió a la presidencia ha ido aumentando el déficit público cada año del estado turco, además de pretender intervenir en los tipos de interés del Banco Central Turco. Es cierto que ha aumentado el gasto en I D y educación, pero este no está teniendo el efecto esperado.

Según el Financial Times, las ventajas de Turquía de bancos fuertes, una cultura emprendedora pro negocios y buena demografía, se han desperdiciado por los años de mala gestión macroeconómica. La depreciación de la lira turca frente al euro muestra esto, en 2021 ha caído aproximadamente un 50%, pero es que entre 2017 y 2022 casi ha caído a la quinta parte.

El incremento del autoritarismo en Turquía no está ayudando a la economía turca, los inversores principales sienten que tienen menos garantías y que la rentabilidad y seguridad de sus inversiones dependerá más de las decisiones de Ankara que de otra cosa. Durante 2020 Turquía fue uno de los países que más oro vendió de sus reservas nacionales, al igual que España lo hizo en 2007, justo antes de la tormenta financiera.

Además se ha ido desligando de países que eran sus principales inversores, como Alemania, Francia y Holanda, que se han ido queriendo ir del país. En agosto de 2017 los inversores extranjeros tenía 92.000 millones de dólares en acciones, bonos y deuda corporativa turca, en julio de 2018 las cantidades se habían reducido a 53.000 millones. No es buena noticia que los inversores internacionales se vayan de un país.

El problema de la confianza en la economía de un país es que es como la cerámica que se vende en el Gran Bazar de Estambul, se rompe fácilmente y no es fácil de arreglar. Ankara tendrá que tomar una senda larga y difícil si quiere recuperar la confianza económica en los próximos años.

Pregunta a los lectores ¿mantequilla o tanques?

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La competencia es más eficaz que regular los precios de los test de antígenos

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Si no les gusta el gris no sigan leyendo. La regulación de precios de productos sanitarios en tiempos de pandemia no se presta a un debate maniqueo. No hay verdades absolutas, sino pros y cons, un mundo lleno de grises. Ya discutimos en el blog la decisión de imponer un precio máximo a las mascarillas y concluíamos aquella entrada con una enigmática frase: los controles de precios en general no funcionan, pero las mascarillas pueden ser la excepción que confirma la regla. El caso de las pruebas de antígenos y, sobre todo, la situación de la pandemia, son diferentes, pero gran parte de los argumentos de entonces son válidos ahora.

El primer principio general es que los controles de precios no suelen funcionar bien en mercados competitivos. El precio de equilibro de mercado —el punto de intersección de la famosa X de oferta y demanda— maximiza los intercambios y el bienestar. Si imponemos un precio inferior al de equilibrio, la oferta se reducirá y la demanda aumentará, lo que conllevará que existan más consumidores que quieran comprar el bien que unidades disponibles. Este exceso de demanda se traduce en colas, desabastecimientos y, en definitiva, en pérdida de bienestar. Además, se reducen los incentivos a invertir en aumentar la oferta o en innovar.

Sin embargo, es dudoso que estos argumentos se puedan aplicar directamente al mercado de los test. Primero, por un problema de equidad. Sus altos precios hacen que sean los grupos de mayor renta los que proporcionalmente más los utilizan. Si reducimos el precio y la suerte (o las colas) deciden quién obtiene el test, este efecto renta se reducirá sustancialmente. Este es un argumento redistributivo en favor del control de precios defendido por muchos economistas, entre los que se encuentra el premio nobel Paul Krugman, que encuentra inadmisible que la protección ante la pandemia esté condicionada por el nivel de renta.

Amihai Glazer, autor de uno de los mejores manuales de microeconomía y teoría de precios, proporciona otro argumento en favor del control de precios en mercados sanitarios que mezcla efectos redistributivos y de eficiencia. La idea central es que, correlacionado con la renta, está el tipo de ocupación. Por ello, con precios altos, los denominados white collar —trabajadores de oficina, de mayor renta y con más posibilidades de teletrabajar— acapararían las mascarillas y los test, frente a los trabajadores de la construcción o de las fábricas (blue collar) que tienen más riesgo por no poder teletrabajar y por depender en numerosas ocasiones del transporte público. Por ello, incluso con riesgo de desabastecimiento y racionamiento, puede ser preferible un precio máximo.

Pero seguramente el argumento más poderoso es que el mercado de distribución farmacéutica no se corresponde con un mercado perfectamente competitivo. Las farmacias y los distribuidores farmacéuticos tienen poder de mercado y su comportamiento no casa bien con la pasiva y dócil oferta de los mercados competitivos. Cuando existe poder de mercado, un precio máximo puede aumentar la demanda y mejorar el bienestar porque, en este caso, la ineficiencia proviene de que transacciones eficientes no se realizan puesto que las empresas prefieren mantener precios altos antes que aumentar las ventas.

Pero cuando uno evalúa políticas públicas, no solo debe centrarse en análisis de los costes y beneficios de una medida, sino también en las posibles alternativas. Por todo lo dicho, la decisión del gobierno de fijar un precio máximo de los test de antígenos en 2,94 euros puede justificarse, aunque supone algunos riesgos que el gobierno intenta mitigar con la compra masiva de test. Pero existe una medida que podría alcanzar los mismos objetivos y, al mismo tiempo, disiparía el fantasma del posible desabastecimiento: el aumento de competencia en la distribución de los test.

Tal como recomendó ya en 2015 la CNMC, la venta en general de productos farmacéuticos que no requieren prescripción médica (como es el caso de los test) en supermercados y otros medios de distribución aumentaría la competencia, reduciría los precios, y el aumento de oferta reduciría el riesgo de desabastecimiento. Además, las grandes cadenas de distribución tendrían un gran poder de compra (en este caso el poder de mercado es viento de popa) y podrían conseguir más unidades con menores costes. Esto no es solo teoría: es lo que observamos en otros países que han tomado esta medida (ver gráfico 1 y mapa 1), y lo que observamos también con las mascarillas: que bajaron de precio radicalmente cuando aumentaron los canales de distribución y tienen ahora un precio mucho menor que el fijado inicialmente por el gobierno.

Nota: El gobierno británico subvenciona la adquisición de paquetes de 7 test en farmacias.

Es importante, finalmente, reflexionar sobre el impacto de las medidas en el medio y largo plazo. El aumento de precio de los test se ha dado en España y en todos los países de Europa. La razón es que la sexta ola ha incrementado la demanda exponencialmente, y los suministradores de test deben estar al límite de su capacidad. Cuando tenemos restricciones de capacidad, la teoría económica nos dice que los precios suben, porque los incentivos a bajar los precios y captar nuevos consumidores se reducen. Pero esta situación tendrá un reverso: por la misma lógica, previsiblemente la sexta ola habrá terminado en febrero; la demanda caerá, las restricciones de capacidad desaparecerán, y los precios bajarán. Comprar Reseñas googleSi aumentamos la competencia en los canales de distribución, esa bajada se trasladará a los consumidores, y con ello se ayudara a controlar más la pandemia. Sin embargo, si no aumentamos la competencia, la mera existencia de un precio máximo no solo no ayuda a bajar los precios, sino que puede ralentizar la bajada de los mismos al actuar como un precio de referencia.

Terminemos con la capacidad de síntesis de las redes sociales. Tenemos dos problemas: los altos precios de las pruebas y su escasez. Fijar un precio máximo ataca el primero de los problemas con el riesgo de agravar el segundo. Aumentar la competencia, permitiendo la venta de los test en supermercados, no solo mata los dos pájaros de un tiro, sino que nos garantiza que cuando se produzcan las previsibles bajadas de los costes, estas se trasladarán a los consumidores, aumentando con ello su uso y la salud de todos.

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La importancia de las competencias digitales a la hora del emprendimiento entre los empleados

En este post te contamos por qué son tan importantes en la actualidad las competencias digitales y cómo pueden ayudar al emprendedor.

  • La tecnología conecta a personas y a máquinas para ofrecer una completa experiencia de usuario.
  • Las competencias digitales permiten evaluar y compartir contenidos utilizando la tecnología.

Miles de personas buscan una oportunidad laboral en el emprendimiento. La crisis provocada por la COVID-19 ha llevado a muchos a replantearse su futuro y a considerar el emprendimiento como una opción. Sin embargo, hoy en día ya no es suficiente con tener una buena idea de negocio. Ahora, es necesario tener ciertas habilidades y estar formado en competencias digitales para conseguir el éxito del negocio.

Las competencias digitales, más necesarias que nunca

Las competencias digitales son todas aquellas que permiten encontrar, evaluar, utilizar, compartir y crear contenidos utilizando la tecnología.

Internet ha afectado a todos los aspectos de nuestra vida y el espíritu empresarial no se ha librado. La tecnología conecta a las personas y a las máquinas entre sí para ofrecer una experiencia que hace décadas estaba fuera del alcance de muchos. Se trata de un activo a tener en cuenta tanto si se emprende un nuevo negocio como si se quiere desarrollar una nueva idea empresarial en una empresa.

1. La comunicación en la era de la digitalización

La comunicación es posiblemente la habilidad más importante que se debe dominar si uno quiere convertirse en un empresario de éxito. Los desempleados que aspiran a convertirse en emprendedores de éxito tendrán que explicar su idea en repetidas ocasiones. Ya sea para presentarla a un inversor, a un posible cofundador o al cliente. Ser capaz de comunicarse a nivel personal y profesional ahorrará sin duda mucho tiempo y estrés.

Las habilidades digitales pueden ayudar al emprendedor en este sentido. Gran parte de la comunicación que se realiza hoy en día se hace en línea y, como empresario, se tendrá que ser capaz de comunicarse profesionalmente a través de canales como el correo electrónico y Skype. Sin habilidades digitales, se puede fracasar en la presentación a un inversor potencial en el otro extremo del mundo porque no se haya podido configurar el ordenador para hacer una llamada por Skype.

2. Fomentar el branding

Todas las empresas tienen un rostro. Cuando se piensa en marcas como Apple y Facebook, vienen a la mente personas como Steve Jobs y Mark Zuckerberg. Estas empresas no solo son mundialmente famosas e influyentes, sino que también tenían una marca fuerte influenciada por sus fundadores.

Todo el mundo tiene una marca, y todo el mundo es una marca. La forma de hablar, de responder a los correos electrónicos, de presentarse y de escribir es la marca del emprendedor. Si no se tienen habilidades digitales, se limita la marca y se reducen las posibilidades de tener éxito como empresario.

3. Automatización de la empresa

Cuando se empieza como emprendedor, lo más probable es que no se tengan los fondos ni la tracción para contratar a mucha gente que ayude a poner en marcha la empresa.

Las habilidades digitales pueden ayudar, a través de la automatización de algunas tareas, dando al emprendedor la oportunidad de ser más productivo. Se pueden automatizar tareas como las secuencias de correo electrónico y las publicaciones en las redes sociales. Esto permitirá ahorrar costes y tiempo y dará mayores posibilidades de tener éxito como empresario.

4. Uso de software en la nube

Los programas informáticos ahorran mucho tiempo al emprendedor. Por ejemplo, digitalizar ciertos procesos como la facturación puede suponer un plus para el empresario.

A través de programas de facturación en la Nube como el de Sage Contabilidad y Facturación se dispone de toda la información en un mismo lugar. Esto permite crear facturas en cuestión de segundos y contabilizar más fácilmente los pagos.

5. Aprendizaje

Un buen empresario debe mejorar continuamente. En este sentido, las habilidades digitales también resultan útiles. Internet está lleno de material de aprendizaje que cubre cualquier tema de interés para los empresarios, desde la contabilidad hasta el liderazgo y el desarrollo personal.

A través de las habilidades digitales, uno puede investigar y encontrar el material de aprendizaje adecuado para su negocio.

Programas de facturación en la nube ayudan a los emprendedores a ahorrar tiempo y a ser más efectivos en la gestión del negocio.

Las competencias digitales reducirán en gran medida sus costes de explotación del negocio, lo que mejorará las posibilidades de éxito como empresario.

Las competencias digitales permiten, además, competir con empresas más grandes y mejorar la eficiencia de cualquier empresa. No basta con contratar a expertos digitales. Los empresarios tienen que entender cómo la economía digital afecta a todos los aspectos de su negocio. Las competencias digitales son claves para conseguir impulsar cualquier empresa.

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si-los-bancos-centrales-reaccionan-fuerte-contra-la-inflacion-ya-sabemos-lo-que-viene:-una-recesion

Si los bancos centrales reaccionan fuerte contra la inflación ya sabemos lo que viene: una recesión

Llevamos unos meses con unos datos de inflación preocupantes. En España hemos superado el 6%, en EEUU casi roza el 7% y eso sí, en la zona euro está en el 5%, por debajo de estos extremos pero muy por encima del universal 2% que contemplan como objetivo los bancos centrales.

Ahora los Bancos Centrales se hayan en una disyuntiva. Su mandato les obliga a actuar evitando que la inflación se dispare. Pero sobre-reaccionar podría tener unas consecuencias nefastas para la recuperación económica todavía incipiente.

Los tipos de interés y la posible recesión

Para aplastar la inflación los Bancos Centrales tienen una herramienta muy potente: elevar los tipos de interés. Si lo hacen de forma decidida y con fuerza claramente el flujo monetario se desviaría y la espiral inflacionista podría detenerse. Sin embargo esto lastraría nuestro crecimiento incluso llevándonos a la recesión.

Y una recesión justo cuando acabamos de salir de una, muy profunda además, no es una buena noticia. Los Bancos Centrales deben evaluar muy bien cuál es el riesgo real de una inflación elevada y prolongada porque las armas que tienen para combatirla van a dejar muchos daños colaterales en el camino.

Recesión implica desempleo y pobreza. Recesión implica sufrimiento. Pero también es cierto que la inflación también implica esas cosas y por eso están ahí los Bancos Centrales separados de los políticos, porque estos últimos priman mucho el corto plazo y no quieren ver sufrimiento a costa de futuros beneficios.

Pero, ¿no era eso lo que estábamos buscando?

Estamos ante una paradoja interesante. La última crisis que tuvimos fue financiera por un sobre endeudamiento importante de las manos privadas, que acabó impactando a las cuentas públicas. Una de las posibles salidas a esta crisis es una inflación algo más alta de lo habitual, que reduce las deudas en términos reales.

Pues bien, ya tenemos aquí la tan deseada inflación para reducir las deudas públicas. Sin embargo ahora no nos gusta. Sinceramente, creo que la inflación puede ser preocupante pero todavía estamos contemplando un cierto efecto base (la inflación el año pasado estaba en negativo) y no se acaban de ver efectos de indexación o expectativas elevadas.

Por tanto los Bancos Centrales deberían contenerse un poco antes de actuar. Llevarnos a una recesión puede ser un impacto peor que lo que se intenta solucionar. Todavía recuerdo a Jean-Claude Trichet elevando los tipos de interés de la zona euro en 2011 por miedo a la inflación, agravando la crisis de la que no lográbamos salir en Europa.

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Si el mercado de bolsas de todo el mundo se vuelve bajista estas son las medias en descenso históricas

Los mercados bajistas son propios de todo mercado. El más reciente en la renta variable global fue el resultado de la crisis sanitaria por la pandemia del Covid-19 que, en lo económico desembocó en cierres forzosos para las empresas y, en el marco financiero, se desató la volatilidad en los mercados.

Pero ¿cómo son los mercados bajistas? ¿el último se ha alejado mucho del promedio histórico? Debido a que la renta variable estadounidense representa el 60% de la global y que está altamente correlacionada con el resto de entornos bursátiles, nos fijaremos en ésta principalmente.

¿Cómo son los mercados bajistas?

Antes de nada, debemos definir qué es un mercado bajista. Se trata de un período de mercado prolongado en el que una inversión tiene precios que caen. Se caracteriza normalmente por un mercado de valores que ha caído al menos un 20% desde su máximo anterior.

Históricamente, los mercados bajistas se han ido repitiendo a lo largo de los años, pues las expectativas de los inversores de van descontando a través de las cotizaciones. Nos fijamos en su estructura y sus principales características.

Teniendo como referencia la renta variable estadounidense representada por el S&P500, las pérdidas de un mercado bajista son un 35,62% -los mercados alcistas suman una revalorización promedia del 114%-. Comparativamente, el último mercado bajista que experimentó el S&P500, el índice cayó un 33,92% por lo que estuvimos muy cerca del promedio histórico

Son más frecuentes de lo que muchos se pueden creer fruto del espejismo de los últimos años. Hemos presenciado 26 mercados bajistas desde 1928.

También hay que matizar que mercado bajista no siempre va de la mano con una recesión económica. La prueba más evidente es que he esos 26 mercados bajistas desde 1929, pero solo 15 recesiones durante ese tiempo. Los mercados bajistas suelen ir de la mano de una economía en desaceleración, pero un mercado en declive no significa necesariamente que se avecine una recesión.

Se dice que cuando el mercado sube lo hace por las escaleras y cuando baja lo hace por el ascensor, y la estadística lo respalda. Los mercados bajistas tienden a ser de corta duración. La duración promedio de un mercado bajista es de 289 días, o alrededor de 9,6 meses. Eso es significativamente más corto que la duración promedio de un mercado alcista, que es de 991 días
o 2,7 años.

El último mercado bajista fue excepcionalmente corto, 33 días hasta firmar los mínimos, el más corto en el último siglo.

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En promedio, **cada 3,6 años veríamos un mercado bajista*. Por su parte, aunque muchos consideran que el mercado alcista que finalizó en 2020 es el más largo registrado, el mayor fue el que duró desde diciembre de 1987 hasta la caída de las punto.com en marzo de 2000 es técnicamente el más largo -una caída del 19,9% en 1990 casi lo hace saltar-.

A pesar de los múltiples mercados bajistas, han sido menos frecuentes desde la Segunda Guerra Mundial. Entre 1928 y 1945 hubo 12 mercados bajistas, es decir, uno cada 1,4 años aproximadamente. Desde 1945, ha habido 14, uno cada 5,4 años aproximadamente.

Los cuatro peores mercados bajistas

Los mercados bajistas pueden ser muy intensos, los siguientes cuatro mercados bajistas han sido los peores en el último siglo:

  • El crack de 1929 que abrió las puertas a la Gran
  • La crisis del petróleo del 1973, que fue seguido por un período de estanflación.
  • Tras el mayor mercado alcista de la historia, la crisis punto.com.
  • La crisis de las hipotecas subprime que ha marcado la era de los bajos tipos de interés.

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De ellos, el mercado bajista de septiembre de 1929 a junio de 1932 resultó en una pérdida del 86,2% para el S&P. Los otros ni siquiera están cerca, con pérdidas del 56,8% en 2007-09, 49,1% en 2000-02 y 48,2% en 1973-74. Después de la caída de 1929-32, las acciones no recuperaron su máximo anterior hasta 1954.

Como dato interesante, tres de los cuatro peores mercados bajistas fueron precedidos por una alta valoración. Entre los cuatro peores mercados bajistas con más del 40% de pérdidas, comenzaron con una valoración de mercado algo extrema. La única excepción es el mercado bajista de 1973 causado por el embargo petrolero árabe y la recesión subsiguiente, pero al principio también tuvo un PER por encima del promedio.

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