Louis Vuitton aprovecha la locura del BCE para comprar Tiffanys
La manipulación del Banco Central Europeo (BCE) sobre la renta fija, está ofreciendo una serie de oportunidades para captar dinero, de forma especialmente barata, para financiar las inversiones de las grandes empresas cotizadas.
La enajenación es tal, que algunas empresas europeas están viendo que pueden emitir deuda con tipos nominales negativos. Es decir pedir prestado y devolver una cantidad inferior.
Y es que entre la vía tradicional de emitir acciones mediante una ampliación de capital que al final diluye el beneficio por acción de sus accionistas frente a la alternativa de asumir un mayor apalancamiento a un coste ultra bajo, muchas empresas lo tienen claro ¡hay que aprovechar la oportunidad en las emisiones de renta fija!
Este es el caso de Louis Vuitton que vio una situación idílica para comprar Tiffanys & Co. Si nos remontamos al pasado mes de noviembre, el grupo de Louis Vuitton anunció la adquisición de la joyería Tiffany por 135 dólares por acción (122 euros) en una transacción que valoró a Tiffany en unos 16.200 millones de dólares (14.700 millones de euros).
No es una mala operación teniendo en cuenta que ello implica duplicar el el tamaño de su división de Bvlgari, su división de relojes y joyas. Y, en términos de valoración el precio representa 16 veces el EV/EBITDA del joyero (enero a finales de 2020), es decir una relación del 6,25% del EBITDA frente al valor de la empresa a ese precio.
No obstante, la ejecución de esta operación se llevará a cabo a mediados de este año y, por parte de Louis Vuitton, quedaba pendiente financiar esta operación corporativa que supone la mayor del grupo en su historia.
Diseñando la financiación
Cuando se presentó la operación de compra se tenía bien claro que había que acudir a la deuda y evitar cualquier ampliación de capital.
El grupo francés se dispuso a vender 7.500 millones de euros de bonos denominados en euros con diferentes vencimientos y 1.550 millones de libras (1.800 millones de euros) de bonos denominados en libras esterlinas.
Este diseño era muy superior al objetivo mínimo de 6.000 millones de euros que se anunció al mercado en primera instancia. Pero claro, había una gran demanda por parte de los inversores. En concreto, los inversores presentaron más de 20.000 millones de euros de órdenes para los tramos en euros y 3.650 millones de libras para los tramos en libras esterlinas.
Es por ello, que algunas de estas emisiones se pudieron colocar en negativo. Por ejemplo, tenemos el bono denominado en euros con vencimiento en febrero de 2022 que captó 1.750 millones de euros, consiguió intereses por debajo de cero y hoy está cotizando con una TIR del -0,0750%.
No obstante, la emisión de un bono en libras con un vencimiento de tres años (solo un año más que el ejemplo anterior) y que consiguió captar 700 millones de libras, vemos que su TIR salta hasta alrededor del 1%. Esto evidencia el escenario tan atípico en la renta fija europea (denominada en euros).
Es especialmente curioso el volumen de demanda existente y los intereses negativos, cuando el emisor adquiere un rating de una sola A y además, debemos tener en cuenta que ha estado de actualidad durante las últimas dos semanas por lacuestión del coronavirus y el impacto sobre su negocio.
La influencia del BCE en los intereses negativos
Los intereses negativos de los bonos, en los que los inversores están pagando efectivamente a los gobiernos o a las empresas para que sean dueños de su deuda, se dispararon a niveles récord el año pasado, ya que una amarga guerra comercial y los temores de recesión impulsaron la demanda de activos seguros.
A medida que esas preocupaciones fueron disminuyendo en los últimos meses, apoyadas por los indicios de que lo peor podría haber pasado para la economía, la reserva de bonos de rendimiento negativo también ha empezado a reducirse.
Estos vaivenes se deben a factores a factores meramente coyunturales. Pero hay un factor estructural de fondo... El BCE.
Por un lado, tenemos la reactivación del programa de compras del BCE y, por otro lado, el recorte de los tipos de interés, en concreto la tasa de depósitos que se encuentra en el -0,50%, todo ello termina empujando a la baja los costes de los préstamos del gobierno y las empresas por debajo de cero, con el objetivo de impulsar la inflación y el crecimiento económico.
A nivel mundial, el total de bonos de rendimiento negativo alcanzó un máximo de alrededor de 17 billones de dólares el año pasado y ahora se estima en alrededor de 12 billones de dólares.