Clase trabajadora jugando a ser clase alta, hazte fan
A poco que paras máquinas en tu ajetreada vida y te detienes a reflexionar unos segundos, te das cuenta de que hace ya mucho que este puto mundo perdió la cabeza.
Me explico.
En el mundo actual, el 99% de la actividad diaria gira en torno al trabajo:
- La hora a la que suena el despertador cada mañana la decide tu trabajo.
- El día y la hora a la que vas al súper a hacer la compra también dependen de tu jornada de trabajo.
- Incluso si sales a pasear o no con tu hijo, cuándo y durante cuánto tiempo, suele ser, de forma indirecta, una decisión de tu jefe o de tus clientes, pero no tuya.
Piénsalo.
Seguro que tú y yo hemos sacado un muy deficiente en la cama en alguna ocasión porque estábamos cansados, preocupados o agobiados por culpa del maldito trabajo. Nos guste o no, es un hecho: el trabajo se ha convertido en la máxima prioridad de nuestras vidas.
¿Y esto es así porque somos seres de luz que queremos construir un mundo mejor desde la oficina?
Mmm... No.
¿Porque nuestra misión en la vida es responder amablemente emails de clientes?
Para nada.
¿Porque el trabajo nos dignifica, nos apasiona y nos convierte en personas más interesantes
Tampoco.
No tiene nada que ver con nada de esto.
El trabajo se ha convertido en la máxima prioridad de nuestras vidas porque es nuestra forma de conseguir dinero.
Si trabajamos, hay dinero; si no trabajamos, no.
-“Ya, Nudista, pero también hay personas a las que el trabajo les hace sentir bien y que no lo dejarían nunca, ni aunque tuviesen un montón de dinero”.
No te lo crees ni tú.
El número de ceros en tu cuenta corriente define tus prioridades. Y no creo que por encima de seis o siete ceros tu prioridad sea pasar el día en una oficina entre semana para pasear en yate los domingos.
Pero no nos desviemos del tema principal de este artículo. Mira, hasta ahora he expresado dos ideas:
- El trabajo dirige nuestra vida.
- Por culpa del dinero.
Sin embargo, pasa algo curioso aquí:
La mayoría de la gente se pasa la mayor parte de su tiempo trabajando para ganar dinero con el que comprar cosas que, en teoría, le elevan en una escala social inventada por ellos mismos y respaldada por sus semejantes.
Vamos a darle una vuelta a ese último párrafo, creo que merece la pena.
Esclavos de un estilo de vida estúpido: caso práctico
Una vez conté en mi newsletter la historia de un matrimonio que ganaba 7.000 euros limpios al mes y, pese a ello, estaba medio arruinado. ¿Se puede ganar 7k pavos al mes y caer en la ruina? Claro que se puede, atento:
- Casita cara en barrio pijo.
- Segunda residencia en la playita.
- Audi Q7.
- Cole internacional para la niña.
Creo que no hace falta seguir.
Todos estos caprichos los compraron a crédito, por supuesto. Y para pagar esas deudas y mantener un estilo de vida/postureo nivel Paris Hilton, a esta pareja no le quedaba más remedio que trabajar un montón de horas cada día.
Desde un punto de vista matemático, no podían permitir que sus ingresos menguaran porque sus gastos se habían expandido al mismo nivel que estos.
Ganaban siete mil pavos al mes y gastaban siete mil pavos al mes. Estaban al borde de la bancarrota.
De puertas para afuera, este matrimonio era la envidia de las barbacoas vecinales: familia feliz, acomodada y con éxito financiero en la vida. Pero de puertas para adentro… Ay… De puertas para adentro todo era una farsa.
Llegados a este punto, alguien podría preguntarse: ¿y esto es ser rico? La respuestas es no. Esto no es ser rico: esto es ser medio gilipollas, con perdón.
Y esta gilipollez es una consecuencia de la sociedad en la que vivimos: una sociedad financieramente inculta y adormecida en la que la mayoría de la gente relaciona el “ser” con el “tener”.
Una sociedad que se apunta el día sin IVA de Mediamarkt en el Google Calendar para comprar una nueva tele 4k en la que ver series de Netflix por las noches, si no están muy cansados del trabajo.
Una sociedad que acepta como buena la idea de dar horas extras en la oficina para así poder disfrutar de 5 o 6 noches al año con todo incluido en el Riu Chiclana.
Vacaciones de ensueño, rezaba el banner del Marca. Qué casualidad, reservaste con un 20% de descuento y niños gratis porque estabas en el lugar adecuado y en el momento adecuado. Leyendo el Marca, recuerda.
No me digas que no es lamentable.
Esta maldita sociedad nos ha hecho creer que estamos al volante de nuestras vidas y que tomamos decisiones inteligentes que mejoran nuestro lifestyle…
(oh)
...pero la realidad es que estamos haciendo el idiota a niveles que sonrojarían a nuestros antepasados.
Por ponerlo en perspectiva:
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Esa funda tan gorda y fea en tu flamante iPhone 12 Pro envía un mensaje inconfundible: si se rompiese la pantalla, no podrías repararla. Quizás deberías pasarte a Xiaomi.
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¿Un Audi Q7 con seguro a terceros básico en Línea Directa y gasoil de Carrefour? Igual pilotas por encima de tus posibilidades, Lewis.
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El nuevo restaurante de diseño en el que cenaste la semana pasada se veía espectacular en tu storie de IG, una lástima que eligieras los platos mirando la columna de precios.
Si te interesa mi opinión, planes de vida como los que te acabo de describir no me parecen nada inteligentes.
Me suenan a que los nuevos lujos de la clase trabajadora solo tienen como objetivo aparentar ser clase media/alta.
Y eso me parece triste.
No es millonario el que financia productos de consumo con préstamos personales con el único objetivo de proyectar un status fake ante sus vecinos y compañeros de postureo.
Millonario es quién tiene opciones para decidir qué hacer con su familia, con su vida y con su dinero.
¿Tú tienes opciones?
Volvemos a hablar en unos días.