la-brecha-de-empleo-con-europa

La brecha de empleo con Europa

Comparte esta entrada



El tirón de mercado laboral, en un contexto de desaceleración y de gran incertidumbre, es una de las sorpresas de un otoño económico que se presentaba con grandes nubarrones. El camino será largo hasta alcanzar los estándares de los países más exitosos en materia de empleo. Solo hay que constatar que nuestra tasa de paro es la más elevada de la UE, y supera ampliamente los dos dígitos cuando se sitúa por debajo del 6% en tres de cada cinco países europeos. 


Pero la subida continuada de la afiliación —132.000 puestos de trabajo creados en los últimos tres meses, cuando se auguraba un parón, y 459.000 desde inicios de año— es un resultado llamativo, al que se añade la mayor estabilidad de los nuevos contratos, fruto de la reforma laboral. La recuperación de algunos de los sectores más intensivos en empleo, como la hostelería, la restauración y otras actividades ligadas al turismo, explica en parte el buen comportamiento del mercado laboral. Cabe esperar que ese empuje perdure en los próximos meses, al calor de las perspectivas turísticas vislumbradas por el sector. También se alude a menudo al afloramiento de la economía sumergida, un factor que sería transitorio.  Otro es la ausencia de burbujas en el mercado laboral, es decir de sectores inflados por una demanda insostenible, a diferencia de lo que ocurrió en la construcción tras el estallido de la crisis financiera.

Sin embargo, las cifras podrían estar evidenciando algo más fundamental, a saber un cierto cambio en la gestión de las plantillas. Ya no es tan frecuente que las empresas recorten empleo ante el mínimo rumor de recesión. Por ejemplo, en la industria —el sector más expuesto a turbulencias globales— las expectativas empresariales se han deteriorado drásticamente (desde el verano el índice PMI de expectativas ha pasado netamente por debajo del nivel 50 que apunta al riesgo de contracción de la actividad). Pero la afiliación industrial ha resistido, incluso avanzando levemente, lo que indica que las empresas no recortarán plantillas hasta percibir señales inequívocas de recesión.         

También se va produciendo una toma de conciencia de la realidad demográfica: los jóvenes que entran en el mercado laboral no bastan para cubrir las vacantes que dejan los trabajadores que se jubilan. Nos asomamos a fenómenos de escasez de mano de obra, que difícilmente se compensarán con la inmigración. El recurso cada vez mayor a fórmulas contractuales relativamente estables en comparación con la temporalidad, omnipresente durante décadas, también contribuye a cambiar el panorama. La agilización de las ayudas al mantenimiento del empleo aporta un sostén adicional a las empresas ante los vaivenes de la coyuntura. 

Dicho de otra forma, el umbral que necesita la economía española para crear empleo se ha reducido. La principal asignatura pendiente atañe a la reincorporación de los parados y de las personas alejadas del mercado laboral, catalogadas como “inactivos” pero que podrían trabajar. Según el último recuento de la EPA correspondiente al tercer trimestre, los parados y los inactivos con edades comprendidas entre 20 y 64 años suman 8,6 millones de personas (2,8 millones de parados y el resto de inactivos en edad de trabajar). Si bien este es el mejor registro de la serie histórica, todavía representa el 30% de total de la fuerza laboral, es decir 4,4 puntos más que la media europea. Para suprimir esa brecha, sería necesario crear nada menos que 1,7 millones de puestos de trabajos adicionales.   

La inclusión de los parados y de los colectivos de inactivos que pueden trabajar es por tanto un reto fundamental para nuestra economía. Ello depende de una reforma en profundidad de las políticas activas de empleo, condición necesaria para aportar una solución definitiva a la rémora histórica del desempleo. Y aliviar los cuellos de botella que empiezan a aflorar.       

AFILIACIÓN Y PARO | La afiliación a la Seguridad Social siguió aumentando en noviembre, con contratos cada vez más estables. La tasa de temporalidad desestacionalizada se situó en el 15,2%, casi el doble que antes de la entrada en vigor de la reforma laboral. Por otra parte, el paro se redujo en 33.500 personas, un resultado sensiblemente mejor de lo habitual en un mes de noviembre. El número de demandantes de empleo que están ocupados se incrementó en 110.000, cifra que podría estar recogiendo, entre otros colectivos, los demandantes de empleo con contrato fijo discontinuo. 

Comparte esta entrada



Leer más
tres-reformas-inaplazables

Tres reformas inaplazables

Comparte esta entrada



En un contexto tan incierto como el actual, y ante la recomposición del tejido productivo de las economías avanzadas como consecuencia de la revolución digital, la transición ecológica y la amenaza proteccionista, la confianza se ha convertido en un factor clave de la coyuntura. Las decisiones de consumo de las familias, la inversión empresarial y el clima de negocios, están fuertemente determinados por la percepción de que los gobiernos son capaces de acompañar los cambios y así preparar un futuro mejor.

Gráfico 1

Gráfico 2

Fuentes de los gráficos: Funcas en base a Davis, Steven J.; y Eurostat.

Esto se consigue principalmente con reformas, cuya necesidad es alevosa en nuestro país, tras cerca de cinco años de inercia. Por supuesto, algunas reformas como la laboral o la del sistema fiscal que pueden provocar resistencias entre los que temen ser perjudicados, requieren de fuertes dosis de diálogo. Sin embargo, otras tienen por objetivo la corrección de ineficiencias, sin plantear importantes conflictos distributivos, y por tanto su concreción no debería demorarse.

Un ejemplo es la colocación de personas desempleadas, un sistema que en España sufre de disfunciones estructurales. Prueba de ello, algunos sectores se enfrentan a dificultades para encontrar personal cualificado, una situación incomprensible teniendo en cuanto que nuestra tasa de paro todavía ronda el 14%, y que podría generar cuellos de botella en la expansión.

Las mejores prácticas, tanto en nuestro país como a nivel internacional, muestran que las oficinas de empleo pueden jugar un papel fundamental en la “activación” de parados en riesgo de exclusión. La regularidad de los contactos entre los orientadores y los parados en el marco de planes de apoyo individualizados es uno de los ingredientes del éxito en la colocación. Otro es el despliegue de personal de las oficinas en el mundo empresarial, de modo que identifiquen las necesidades del mercado laboral y los obstáculos a la contratación. Es evidente que la creación de una plataforma de empleo, gracias a la tecnología digital y la inteligencia artificial, mejoraría la adecuación entre oferta y demanda y ayudaría a reducir el paro, como lo muestran las experiencias llevadas a cabo en Dinamarca y Reino Unido.

«Ante la probable creación de un fondo europeo para la transición ecológica, sería útil agilizar la cooperación público-privada en nuestro país, y a la vez crear una fiscalidad verde que ofrezca previsibilidad a los inversores privados»

Raymond Torres

Otra reforma que tampoco parece traumática es la de la financiación de las empresas. Las normas contables y las prácticas establecidas en muchos países como el nuestro tienden a privilegiar los activos tangibles –en especial aquellos asociados al “ladrillo”—como colateral para obtener financiación. Esta situación perjudica a las empresas innovadoras en los sectores de la tecnología y las pequeñas empresas que, pese a su potencial de crecimiento, no están respaldadas por un volumen suficiente de activos físicos. Según un estudio de la OCDE, el reconocimiento a efecto de concesión de créditos de activos intangibles ha facilitado la innovación y la actividad económica en EEUU y Corea del sur. En Francia, el número de start-ups de inteligencia artificial se incrementó un 38% en 2019, fruto de la creación de “aceleradores” de innovación y de la racionalización de la fiscalidad sobre el trabajo autónomo y la pequeña empresa.

Finalmente, ante la probable creación de un fondo europeo para la transición ecológica (cerca de 100.000 millones, para el conjunto del periodo presupuestario), sería útil agilizar la cooperación público-privada en nuestro país, y a la vez crear una fiscalidad verde que ofrezca previsibilidad a los inversores privados. La gradualidad de esos ajustes es clave para prevenir un brusco y contraproducente encarecimiento de las energías no renovables, e incentivar la aparición de alternativas viables.

Estas, y otras muchas reformas de eficiencia (reducción de las exoneraciones fiscales, portabilidad de los derechos a pensión entre diferentes tipos de empleo, armonización de las prestaciones no contributivas, etc.), apenas tienen incidencia en las arcas públicas. Y, sin embargo, si se cuida el diseño, funcionan. Su rápida puesta en marcha alejaría los malos augurios, frenaría la desaceleración y abriría el camino a reformas que, aunque ineludibles, plantean conflictos de intereses o dilemas entre diferentes objetivos.

Comparte esta entrada



Leer más

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies