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La inflación general está a punto de cruzarse con la subyacente: hemos atajado el problema del corto plazo pero qué pasa con el largo plazo

Las buenas noticias sobre la inflación no dejan de llegar. Hace poco comentábamos que las perspectivas eran bastante más halagüeñas de lo que parece, pero es que los últimos datos indican que España es el país con menor inflación de la UE en noviembre.

Sin embargo ahora el dato en el que hay que fijarse bien es el de la inflación subyacente, es decir, la inflación si excluimos los precios energéticos y alimentos no elaborados. Este indicador es menos volátil y aunque está plano en los últimos meses, no acaba de moderarse.

¿Por qué la inflación subyacente es importante?

El índice general de inflación es muy volátil ya que está influenciado por cambios de muy corto plazo, como son los precios energéticos y los alimentos no elaborados. Es decir, están muy influenciados por commodities que dependen de precios internacionales.

Indicador adelantado Índice de #precios de consumo #IPC. Noviembre 2022

Variación anual: 6,8%, medio punto por debajo de la de octubre

Inflación subyacente. Tasa anual: 6,3%, aumenta 1 décima

Nota de prensa: https://t.co/moyrDSlH8y

Resultados: https://t.co/a8nE3zqaRQ@es_INE #INE pic.twitter.com/85PaJ5M5mE

— INE España (@es_INE) November 29, 2022

Si excluimos estos factores del cálculo de la inflación tenemos un indicador más a largo plazo de cómo evolucionan los precios. Y por tanto si este valor es alto es más preocupante que si el índice general lo es, pues estamos ante efectos de segundo orden, implicaciones de que la elevación de precios de factores como el energético se están propagando al resto de la economía.

¿Qué implica que se vayan a cruzar el índice general y el de subyacente?

En los últimos datos dados por el INE estamos viendo que la inflación general está a punto de cruzarse con la subyacente. Todas las medidas del Gobierno para reducir la inflación, que han sido muy efectivas pero a costa también de mucho gasto (el descuento en carburantes, por ejemplo), no están teniendo gran impacto (de momento) en la subyacente.

Ya lo tenemos. La general a punto de cruzar desde arriba a la subyacente. Los meses que vienen tendremos el cruce a menos que la subyacente empiece a ceder. Más wait & see por ahora. Pero si la subyacente no cede... pic.twitter.com/MCXTejYhhL

— José A. Herce 🇺🇦 (@_Herce) November 29, 2022

Es cierto que el indicador de subyacente tiene cierto retraso respecto al general. Al igual que tardó en subir una vez que los precios energéticos se dispararon, ahora tardarán en caer. Pero si no lo hacen, si la inflación subyacente sigue elevada y por encima del índice general es que estamos tapando un problema: estamos gastando mucho dinero públicos para reducir los precios energéticos pero esta reducción no acaba de propagarse al resto de la economía y los problemas de inflación son más serios de lo que pensamos.

Habrá que esperar unos meses para ver la evolución de la inflación subyacente, para ver si el problema de inflación ha sido simplemente temporal o es algo estructural que ha llegado para quedarse y de difícil solución. Igual que nosotros el BCE también lo estará mirando para determinar la política  monetaria.

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Que la inflación caiga 1,5 puntos y se quede en el 9% no significa que bajen los precios, sino que suben menos que el mes pasado

El Gobierno está vendiendo como un éxito que la tasa mensual del IPC del mes de septiembre (dato adelantado) es del -0,6% y la evolución anual del IPC ha abandonado los dos dígitos hasta situarse en el 9%. Unos datos que deben ser tratados en su contexto para no confundir al público.

Nadia

En primer lugar, que la tasa anual del IPC descienda al 9% significa que se desacelera, es decir, de septiembre de 2021 hasta septiembre de 2022 la cesta de la compra se ha encarecido un 9%. Incluso, el dato es más desalentador cuando echamos un ojo al IPC anual subyacente que ha pasado del 6,4% en agosto al 6,2%, un recorte de tan solo dos décimas.

Ipc

Es más, la comparativa con nuestros vecinos saca los colores a España. El IPC anual en agosto fue del 10,5% y la media de los países de la Eurozona fue del 9,1%, 1,4 porcentuales por encima. Hemos estado por encima de la media de los países de la moneda única desde el mes de abril y el diferencial se ha ido ampliando paulatinamente.

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Con los datos de agosto, el IPC de alimentación y bebidas subía un 13,8%, el grupo de gastos del hogar -alquileres reales de viviendas, mantenimiento y reparación, abastecimiento de agua, electricidad, gas y demás- se ha encarecido un 24,5% y transporte un 11,2%.

Si comparamos este grupo de datos, la Eurozona ha ido mejor que España:

  • IPC alimentos y bebidas no alcohólicas: 12,7%, -1,4 puntos porcentuales.
  • IPC vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles: 19,7%, -4,8 puntos porcentuales.
  • IPC transporte: 9,9%, -1,4 puntos porcentuales.

Los datos no invitan al optimismo. Recordemos que tanto el barril de Brent como el de WTI llevan en un proceso de descenso de precios desde los 120 dólares alcanzados. Hoy se encuentran en 84 dólares y 77 dólares respectivamente. El barril ha bajado alrededor de un tercio de su precio en este trimestre y el consumidor no nota, en el acumulado anual, una reversión notable de los precios que está pagando.

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La idea de EE.UU para contener la inflación: mandar al paro a más de 2 millones de personas

La inflación es el 'mal' que sacude al mundo entero en una época en la que esperábamos estar creciendo si problema alguno tras superar la pandemia. La escalada de los precios está poniendo en jaque a todas las economías del mundo. No se salva ni una. Tampoco la de Estados Unidos.

El pasado mes, la economía más potente del mundo registró una inflación del 8,6%, tasa que, por ejemplo en España, hemos superado ya antes. Pero en Estados Unidos está causando estragos a pesar de su saneada economía y ya han empezado a aplicar medidas para intentar que no haya recesión.

Los tipos de interés tuvieron en mayo el mayor incremento en dos décadas y se esperan nuevos aumentos. Pero no va a ser suficiente, pues la cosa no pinta bien, y lo dice alguien que sabe mucho de lo que habla.

Larry Summers, exsecretario del Tesoro y asesor del presidente Joe Biden, ha lanzado una posible solución a este problema inflacionista que ha extrañado a propios y extraños, pues para contener este problema se va a tener que agravar otro.

Según el experto, la curva inflacionista podría bajar si la tasa de paro de Estados Unidos sube al 5%. Es decir, a costa del trabajo de muchas personas, en concreto unos 2,3 millones de americanos.

¿Sacrificio eficaz?

Estados Unidos tiene una tasa de paro muy baja, hay casi pleno empleo, del 3,6%, casi seis millones de parados en una población de cerca de 330 millones de personas es un rango excelente. Pero la receta de Summers apunta a un sacrificio de estos buenos datos para que la inflación no acabe en recesión.

El reputado economista propone que esta tasa suba al 5%, es decir, que se sumen unos dos millones más de personas a las filas del paro, para que la inflación baje. Y ya se lo ha hecho saber a Biden, que ha anunciado su conversación con Summers y que este le ha trasladado que la recesión no es inevitable si se actúa pronto.

También ha recomendado más medidas, como controlar el déficit, pero sacrificar el empleo parece imprescindible, ya que de este modo los precios empezarían a bajar. Pero, ¿es tan imprescindible evitar una recesión a este precio?

La población se está empobreciendo con la inflación, es un hecho, pero si sube el paro lo va a hacer más, además, esos empleos que se sacrifican vendrán de sectores menos cualificados y, por ende, peor pagados, por lo que para cerrar un melón se va a abrir otro bastante importante.

El problema es que los precios no tienen visos de bajar a corto plazo, por lo tanto, la encrucijada de Estados Unidos es grande, aunque es la misma que tienen el resto de países, solo que no se le está dando tanta importancia (véase España).

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Vuelven los 80 a la Fed: así mató la inflación Volcker en su mandato con un gran daño colateral

A principios de la década de 1980, cuando la Reserva Federal estaba dirigida por Paul Volcker, la disminución de la inflación fue probablemente el evento macroeconómico más discutido. La inflación aumentó considerablemente, pero bajo Volcker, la Fed primero frenó el proceso y luego lo revirtió.

El contexto de esos años y hoy es similar en términos de avance de precios. A la luz de la experiencia de los años 70, los argumentos a favor de un período prolongado de alta inflación son sencillos. En primer lugar, las interrupciones de la oferta provocadas por la pandemia y el reciente shock de la oferta en los precios de la energía por la guerra en Ucrania se asemejan a los shocks petroleros de 1973 y 1979-80.

Hay un pequeño matiz y es que, en términos reales, la subida del petróleo hoy es dos tercios frente a las mediciones posteriores de la crisis del embargo contra los Estados Unidos en represalia de la OPEP por la decisión de los Estados Unidos de reabastecer al ejército israelí y ganar influencia en las negociaciones de paz de la posguerra.

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Los datos de avance de precios son similares. En agosto de 1979, cuando Paul Volcker asumió la presidencia de la Junta de la Reserva Federal, la tasa de inflación media anual en Estados Unidos era del 9%. En contraste, el último dato de mayo nos muestra una inflación anual del 8,6%, la más alta desde diciembre de 1981.

Inflation

Cuando Volcker se puso a los mandos de la Fed, la inflación había subido tres puntos porcentuales en los 18 meses anteriores y había indicios de que iba a seguir subiendo (como así fue, alcanzando un máximo del 11% a principios de 1980). Un hecho similar al que vivimos hoy, aunque el auge de hoy es más intenso: en septiembre de 2021 la inflación anual era del 5,4%, tres puntos menos que ahora.

Volcker contra la inflación desató dos recesiones

En 1964, la inflación era del 1% y el desempleo del 5%. Diez años después, la inflación estaría por encima del 12% y el desempleo por encima del 7%. Para el verano de 1980, la inflación estaba cerca del 14,5% y el desempleo superaba el 7,5%. La situación se enquistaba en la economía estadounidense.

La Reserva Federal había aplicado una política monetaria restrictiva para estabilizar la inflación en varias ocasiones durante las dos décadas anteriores, pero, en todas ellas, la inflación subió poco después. No estaban acertando.

Con la llegada de Volcker se aceptaba en general que reducir la inflación requería un mayor control sobre la tasa de crecimiento de las reservas específicamente y del dinero en sentido amplio para controlar el crecimientode la oferta monetaria. El Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) ya había comenzado a establecer objetivos para los agregados monetarios.

Las medidas de política de la Fed de Volcker en 1979 y 1980, incluido el célebre anuncio de octubre de 1979 de nuevos procedimientos operativos con mayor énfasis en el dinero, se limitaron a contener la inflación ante el fuerte aumento de las expectativas de inflación evidente en los tipos de los bonos a principios de 1980.

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No obstante, el esfuerzo inicial de la Fed de Volcker para combatir la inflación se abandonó a mediados de 1980 con el inicio de los controles crediticios y una recesión que, fue provocada en parte por la política monetaria restrictiva.

Lo que sucedió fue que en el transcurso de 1980, los tipos de interés se dispararon, cayeron brevemente y luego volvieron a subir. En 1979, los tipos pasaron del 10,5% en el momento de su nombramiento al 17,5 % en abril de 1980 y se produce la primera recesión.

La actividad crediticia cayó, el desempleo aumentó hasta el 7,8% y la economía entró en una breve recesión entre enero y julio, con una contracción del 2,2% del PIB. La inflación cayó pero seguía siendo alta incluso cuando la economía se recuperó en la segunda mitad de 1980.

Esta breve recesión terminó formalmente cuando la Fed redujo los tipos al 9,5% en agosto de 1980, pero la inflación se mantuvo alta. En noviembre de 1980, la inflación seguía siendo superior al 10% anual.

La Fed de Volcker se había comportado de forma coherente con las experiencias anteriores. Había emprendido una política monetaria restrictiva ante el aumento de la inflación, pero rápidamente había dado marcha atrás para luchar contra esa primera recesión de la era Volcker y permitió que la inflación siguiera aumentando.

Pero a finales de 1980, el movimiento fue contundente, los tipos de interés se dispararon y en julio de 1981 llegaron hasta el 19%. Como resultado de la política monetaria restrictiva junto con una fuerte recuperación de la recesión. Esta vez, el movimiento contra la inflación fue sostenido.

La economía volvió a entrar en recesión en julio de 1981, y resultó ser más severa y prolongada, que duró hasta noviembre de 1982, con una contracción del PIB del 2,9%. El desempleo alcanzó su punto máximo en casi el 11%.

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En esta ocasión hubo una diferencia con la anterior y es que medida que empeoraba la recesión y aumentaba el desempleo, Volcker se resistió a las repetidas demandas en el Congreso de cambiar de rumbo: había que matar a la inflación.

Para octubre de 1982, la inflación se había reducido al 5%, mientras que el desempleo se mantendría por encima del 10% hasta mediados de 1983. Volcker le había ganado la partida al pulso inflacionista.

En conclusión, para acabar con la inflación Estados Unidos experimentó dos recesiones que se atribuyen generalmente a la política monetaria desinflacionista. La recesión de 1981-1982 fue la mayor caída acumulada del empleo y la producción en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial.

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La inflación es tan alta que los consumidores ya están cambiando sus hábitos: te contamos dónde

Un 8,3% marcó la inflación el pasado mes de abril, bajando del 10% de marzo. Un 'respiro' que no es tal tras ya un año con seguido de subida de precios que empezó con la energía y ha acabado afectando a toda la cadena de consumo.

Somos más pobres que hace un año y esta va a ser la tónica de 2022, aunque la inflación se va a ir moderando. Por lo tanto, si tenemos menos dinero, gastaremos menos. O lo intentaremos.

Y eso ya se nota en el mercado de consumo general. Porque se acaba de dar una cifra récord en uno de los termómetros de la situación económica de un país: la cesta de la compra. Sí señores, lo que compramos en el supermercado refleja lo que tenemos en el bolsillo, y lo que dice ahora mismo es claro.

La marca blanca, la de los propios supermercados, ha alcanzado su mayor cuota la historia: el 43%. Es decir, de 100 artículos que vende un supermercado, 43 son de su propia marca. Casi la mitad.

Más marca blanca, pero también más cara...

La consultora Nielsen cifra en un 11,8% el incremento de la marca blanca en lo que va de año, alcanzando ese 43% tras cerrar el 2021 en el 38%. Y es posible que siga subiendo en los próximos meses, pues los consumidores cada vez tienen más gastos.

De hecho, se prevé que este año gastemos unos 3.000 euros más que en 2021 en productos de primera necesidad. Por ello, cada vez más personas dejan de lado las marcas de autor y se van a las blancas.

Y es cierto que las primeras repercuten antes las subidas de los precios de la energía en sus productos, pero las blancas también lo hacen, no nos engañemos.

De hecho, hace unas semanas estuvimos analizando aquí un informe que mostraba cómo Mercadona ha ido subiendo precios de sus propios productos (casi todos, porque es el supermercado que menos tira de marcas ajenas) en los últimos meses y que los habría encarecido una media del 20%.

Por lo tanto, aunque menos, la marca blanca también nos hace gastar más en el contexto inflacionista en el que nos movemos. Es muy posible que, si se analiza la cesta de la compra, se note este fenómeno en las categorías de productos que se compran, pesando más los alimentos de primera necesidad y cada vez menos las chucherías accesorias.

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La paradoja de la inflación: para que no se convierta en una espiral los trabajadores tenemos que perder poder adquisitivo

El principal problema de la inflación es la pérdida de poder adquisitivo a la que se ve sometida la sociedad, los trabajadores. Y por tanto, ante una situación como en la que nos encontramos, con tasas de inflación cercanas al 10%, la demanda de los trabajadores es que haya subidas de sueldo para compensar esta pérdida de poder adquisitivo.

Sin embargo, una subida generalizada de los sueldos debido a la alta inflación podría llevarnos a una espiral inflacionaria sin fin: suben los precios, luego suben los salarios y debido a estas subidas, vuelven a subir los precios. ¿Cuál es la salida? Asumir que hay que perder, al menos de forma temporal, poder adquisitivo.

De momento las rentas no están subiendo

Lo cierto es que de momento no estamos viviendo esta espiral inflacionaria. Los sueldos no está aumentando, a pesar de los elevados niveles de inflación. A pesar de las demandas, parece haber un consenso en que las fuentes inflacionarias son exógenas, es decir, vienen motivadas principalmente por los elevados precios de las energías y por la escasez de ciertos materiales derivados por una mayor demanda, no por mayores salarios

Esto no es así en todos los sectores, es cierto, pero por lo menos se puede decir que no hay una subida generalizada de los salarios que nos arroje en una espiral inflacionaria. Cosa que es buena, pero por otro lado son los trabajadores quienes estamos sufriendo los efectos de la inflación con una pérdida de poder adquisitivo.

La productividad tiene que aumentar

Para que los salarios puedan aumentar, por tanto, no podemos fijarnos únicamente en la inflación. Lo que tiene que pasar es que la productividad aumente, y así puedan subir los salarios sin que los precios suban. Y sí, la productividad puede subir, de hecho lo hace de forma constante en la economía mundial. Aunque normalmente en España cae en épocas como la actual, cuando hay una expansión del empleo.

La única forma de que los trabajadores recuperemos el terreno perdido en esta época inflacionaria es que seamos más productivos. De lo contrario acabaremos cayendo en una espiral inflacionaria que, en último término, también acabaremos pagando los trabajadores.

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La inflación está disparada: las soluciones de los expertos para que el descontrol no sea aún mayor

La inflación está oficialmente desatada. En marzo alcanzó la cota del 9,8%, que no se veía en España desde 1985. Esta subida echa más leña al fuego que los españoles estamos soportando desde hace más de un año. El incremento del precio de la energía y los carburantes ya se nota en toda la cadena de consumo, un problema al que se ha añadido la huelga indefinida de transporte.

El Gobierno ha conseguido en Europa un acuerdo histórico para España que le permitirá intervenir el mercado eléctrico para contener los precios del gas (que empujan los de la electricidad hacia arriba), pero desde luego eso no será suficiente para frenar la escalada de los precios.

Cada día que pasa somos un poco más pobres. Es un hecho. Y aunque el Gobierno culpe de más del 70% de este aumento a la guerra en Ucrania, es evidente que tenemos un problema de fondo muy grave.

De momento, ha aprobado una bonificación de 20 céntimos por litro de combustible al repostar y ha congelado las subidas del precio de los alquileres al 2%, pero son medidas transitorias que no van a aliviar demasiado a los hogares españoles.

En este contexto urgen medidas contundentes, sobre todo porque nos acercamos a la temida recesión. ¿Qué puede hacer más el Gobierno? Si es que puede hacer algo... Algunos expertos nos lo cuentan.

La inflación es un fenómeno monetario que el Gobierno no puede arreglar

Es más que posible que en la revisión del dato de inflación que se hará en abril la inflación quede definitivamente en el 10%, una cifra que los expertos califican de "muy mala".

Manuel Hidalgo, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Pablo de Olavide, prevé que las medidas aprobadas por el Gobierno "como mucho van a bajar la inflación un punto". Para él lo importante será la intervención del precio de la luz, "eliminar esa distorsión, se podría ganar muchísimo". "Si realmente se controla de tal forma que baje 50€ el megavatio, que es lo que dicen que quieren logra, se podría notar mucho, pues podría restar hasta 4 puntos a la cifra de inflación.

Y además, propone una "política de rentas que incluya pensiones". A largo plazo, ya que el problema de la energía no es coyuntural de la guerra (lleva así más de un año), Hidalgo cree que "se deben mantener las inversiones para tener autonomía energética mientras nos convertimos en un hub de suministro para el resto de Europa".

Rafael Salgueiro, profesor de Administración de Empresas de la Universidad de Sevilla, aclara que las medidas del Gobierno "no van destinadas a reducir la inflación, sino su impacto en la renta de los ciudadanos, en el poder adquisitivo".

Como señala, "la inflación es un fenómeno monetario, por eso la Fed ya ha empezado a subir los tipos de interés y el BCE se lo está planteando". Así, avisa que reducir la inflación es "enormemente complicado y lleva su tiempo". En cualquier caso, el paquete de medidas gubernamentales se notará en los bolsillos de los consumidores y "se reflejará en el IPC al solucionarse el tema del transporte, que tensaba la cadena alimentaria, y al intervenir los precios de la energía".

Pero, a largo plazo, sigue habiendo problemas, recalca. "A nivel mundial no se ha solucionado la crisis de los microchips, que se producen en China, un país que sigue semicerrado por el COVID. La cadena de suministro, por tanto, sigue tensada".

Por ello, como algo adicional que se podría hacer en una situación tan compleja, indica que "el Gobierno podría bajar los impuestos para que tuviéramos mayor capacidad de compra, el problema es que tiene poco margen, porque ya vamos a tener déficit este año. Está muy atado de manos en este sentido, no como otros países europeos, pero puede reducir gastos sin tener que tocar necesariamente la educación o la sanidad como siempre se dice".

Por lo tanto, la situación va para largo, señores. Lo que ha hecho el Gobierno aliviará la situación a corto plazo pero vamos a seguir sufriendo esta etapa inflacionista bastante tiempo, al menos todo este 2022, lo que pone muy en riesgo la economía.

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Un 3% de inflación en un mes hace 20 años que no lo veíamos, ahora sí que todas las alarmas para España están encendidas

Ayer se publicó el dato adelantado de inflación para el mes de marzo. Y fue un dato muy muy malo que deja una sensación de descontrol muy peligrosa. La tasa interanual de inflación fue del 9,8%, el mayor nivel desde 1985, hace 37 años.

De hecho la tasa interanual ha aumentado 2,2 puntos en un solo mes, cosa que no se veía desde 1977, hace 45 años. Estamos hablando de épocas de descontrol económico y esto puede ser a lo que nos estemos abocando.

La tasa mensual es espectacular

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Además de todo esto, la tasa mensual ha sido del 3%. Es decir, los precios subieron en un solo mes lo que deberían subir en año y medio si la inflación estuviera bajo control. Esto no se daba desde 2002, hace 20 años, pero la metodología de medición era otra.

Esta tasa mensual indica que no estamos ante un simple efecto base. Cuando la inflación del año anterior ha sido muy baja o negativa, un pequeño rebote de los precios puede dejar tasas de inflación interanuales muy altas. Pero lo cierto es que estamos viendo la inflación mes a mes y por tanto no hay excusas: las alarmas para España están encendidas.

Energía y alimentos no elaborados

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La culpa de esta tasa la tienen principalmente los aumentos de los precios energéticos y lo alimentos no elaborados. Pero no podemos descuidar la tasa de inflación subyacente que ya toca el 3,4%.

2/

¿Qué se puede decir de los datos de avance?:

➡️ similar a lo previesto dentro de las dificultades.

➡️ el IPC general puede que haya tocado máximos en marzo.

➡️Sin embargo, la inflación subyacente aún tiene recorrido al alza. pic.twitter.com/YRXtczhXR7

— Combarro (@_combarro_) March 30, 2022

Urge un plan de choque para contener los precios, pues el mayor problema de la inflación es que si los agentes económicos asumen de que hay inflación deciden elevar los precios y tomar decisiones con este escenario en mente, provocando una espiral de subida de precios de la que es difícil salir.

La inflación en otros países de Europa

Lo cierto es que el fenómeno de inflación que estamos viendo no es exclusivo de España. Pero también es verdad que estamos en el grupo de los peores países que lo están haciendo. España es uno de los países en publicar primero el indicador adelantado, pero ya los datos de febrero nos situaban en el grupo de cola (con un 7,6% de inflación interanual), junto con países de Europa del este, Luxemburgo y Bélgica pero lejos de Francia (4,2%), Alemania (5,5%), Italia (6,2%) o incluso nuestro vecino Portugal (4,4%).

Son todos valores muy altos y esperemos que, aparte de las medidas que se van a tomar en España para contener estos precios, tengamos alguna medida en ámbito europeo para contener esta inflación que no implique únicamente una subida de tipos que podría lastrar la recuperación.

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