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Lo que podemos esperar del nuevo horizonte financiero

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Desde hace más de un año las condiciones monetarias y financieras han cambiado. La Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco de Inglaterra, como casi siempre, se adelantaron. Hacia finales de primavera, el mercado ya descontó que el Banco Central Europeo (BCE) endurecería pronto sus acciones monetarias retirando liquidez y, sobre todo, subiendo tipos de interés. En julio de 2022, el BCE comenzó a incrementar el precio del dinero. Desde entonces, ha realizado cinco subidas de tipos (dos de 0,75% y tres de 0,5%). Han situado el precio del dinero en el 3%. Ya se sabe que en la próxima reunión del Consejo de Gobierno —según anunció su presidenta, Christine Lagarde— la intención es una nueva subida del 0,50%. Es más, algunos miembros apuntan ya a nuevas subidas hasta junio, por lo que el umbral del 4% se superará relativamente pronto. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, también apuntó una nueva subida del 0,50%, lo que los llevaría al 5% en breve al otro lado del Atlántico. La inflación, aunque ha bajado, no termina de remitir. Preocupa la evolución de la subyacente. El coste de la energía se ha reducido, pero otros no. Cada vez hay más peso en los componentes de demanda que en los de oferta. Sobre los de demanda, los bancos centrales deben seguir actuando. Por ello, vendrán más subidas de tipos en los próximos meses.

Esta intensa subida en menos de un año se ha trasladado de manera efectiva al sistema financiero, como transmisor de la política monetaria al resto de la economía. La transmisión —en la eurozona— está siendo más intensa en los tipos de referencia (euríbor), en el stock existente de los préstamos a tipo variable —gran parte de ellos, hipotecas— y en las nuevas operaciones de crédito tanto a tipo fijo como variable. Y más lentamente a los depósitos bancarios, con diferencias entre países.

España es uno de los países donde menor incidencia ha habido hasta la fecha en los depósitos. Se apunta a numerosas razones. Casi todas giran en torno a la gran cantidad de liquidez existente en los balances bancarios, que aún no ha obligado a un aumento de la pugna competitiva por los depósitos minoristas y que de algún modo ralentiza esa transmisión al ahorro bancario. La anunciada reducción de la cartera de bonos del BCE de 15.000 millones de euros al mes, junto a las condiciones monetarias más duras, acelerarán el proceso de retirada de liquidez y ello debería facilitar una creciente competencia por los depósitos y el consiguiente incremento de las remuneraciones. No podría ser de otro modo. Sería inadecuado que la subida de tipos no terminara afectando a todos los instrumentos del sistema financiero. El ahorro debe estar remunerado adecuadamente en este nuevo entorno, si se desea que la transmisión de la política monetaria cumpla su cometido.

Familias, empresas, intermediarios financieros y Administraciones Públicas tienen que acomodarse al nuevo horizonte financiero, de años por delante, alejado de la excepcionalidad monetaria (que duró más diez años), con tipos ultrarreducidos y negativos. El nuevo entorno es mucho más normalizado. En línea con la experiencia histórica antes de 2008. Es un mundo con tipos nominales positivos y alejados de cero —aun así los reales, descontada la inflación, son aún a día de hoy negativos—, donde endeudarse tiene un coste y el ahorro hay que remunerarlo. Acabada la excepcionalidad derivada de la crisis de 2008, y la de la deuda soberana y de la pandemia, están volviendo los incentivos de los mercados financieros para asignar correctamente los recursos en la economía. Por supuesto, esa normalización de tipos, en la práctica supone un incremento de los costes financieros y podría suponer un aumento de la morosidad. Tendrá incidencia en la evolución del gasto y la inversión. Hará más difícil la vida a todos los endeudados. Para facilitar una transición más acomodaticia al nuevo entorno, en especial a sectores vulnerables, se están poniendo en práctica acuerdos como el de las hipotecas.

La contra natura de la estrategia monetaria anterior permitió la supervivencia de empresas zombi, que resistían con elevado apalancamiento gracias al bajísimo o nulo coste financiero. No era sostenible. Quizás no hubo la suficiente pedagogía pública para alertar de la excepcionalidad de aquel entorno y de que las cosas, más pronto que tarde (aunque hayan tardado bastante) volverían a tipos de interés nominales positivos y alejados de cero.

También hay elementos para el optimismo. En este ámbito normalizado, los mejores proyectos rentables recibirán la financiación que necesitan, lo que debe mejorar el desempeño de la economía. Un mercado crediticio que asigna más correctamente los recursos —y eso me temo solamente ocurre con tipos positivos— ayuda a crecer más y mejor. Facilita el desarrollo de las empresas más pujantes. Con fondos o liquidez en abundancia sin los incentivos correctos, como estamos viendo, por ejemplo, en algunos casos con los Next Generation EU, no hay siempre garantía de un impacto óptimo en actividad y empleo. Con fondos prestables suficientes e incentivos en materia de coste/rentabilidad se puede ayudar mejor a la renovación del parque empresarial. Por lo que apuntan los bancos centrales, parece que liquidez suficiente —que no excesiva— va a existir, pero con un coste. Esto mejora la eficiencia de mercados crediticios y economía. Ese nuevo entorno puede ser muy favorable para el crecimiento en años venideros.

Este artículo se publicó originalmente en el diario Cinco Días

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Así es el tope a las hipotecas que propone Podemos: hipotecados afectados, tope propuesto y quién lo pagaría

Unidas Podemos ha comparecido en el Congreso a través de su portavoz, Pablo Fernández, para reclamar al PSOE la necesidad urgente de limitar el incremento de las cuotas hipotecarias variables en una cuantía inferior a 300.000 euros durante un año. De este modo, se lograría frenar el aumento de los tipos de interés y del Euribor. Y es que el indicador variable ha alcanzado unas cifras récord durante el pasado mes de enero, situándose en el 3,337%, lo que supone un alza del 3,8% respecto a enero de 2022.

Pablo Fernández aboga porque el límite diferencial del Euribor sea del 0,1% en el caso de las hipotecas de tipo variable inferiores a los 300.000 euros, pudiéndose prolongar el plazo de un año en seis meses más hasta que el Euribor se posicionase por debajo del 1,5% durante tres meses consecutivos.

No es la primera vez que se plantea esta idea desde la formación morada. Ya a principios de diciembre, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, hizo hincapié en la necesidad de congelar las hipotecas con carácter retroactivo desde la subida del Euribor. Por aquel entonces, Díaz aseguraba que era misión imposible para muchas familias españolas asumir a día de hoy el incremento que supone el Euribor en sus hipotecas, que experimentaron un incremento del 55% en las cuotas.

A esto se le suma que, además de Díaz, la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, también reclamó la congelación puntual de la subida de las hipotecas al ver los beneficios récords que presentaron las principales entidades financieras del país hace unos días. La gran banca española (BBVA, CaixaBank, Santander, Sabadell, Bankinter y Unicaja) obtuvo un beneficio conjunto récord de 20.850 millones de euros en 2022, es decir, un 28% más que en 2021.

Si bien es cierto que la subida de los tipos de interés ha marcado el escenario económico del 2022, después de que el Banco Central Europeo (BCE) los elevase hasta en tres ocasiones, siendo la última la cifra de diciembre donde subió hasta los 50 puntos básicos. Así pues, la tasa de referencia para las operaciones de refinanciación se posicionó en el 2,5% y la tasa de depósito alcanzó el 2%, mientras que la facilidad de préstamo el 2,75%.

¿Quién sale beneficiado de todo eso?

La pregunta genera grandes controversias, pues desde Unidas Podemos se garantiza que ningún contrato hipotecario afectado por el tope produce pérdidas para el banco, sino que reduce los beneficios al mínimo durante el período que ellos proponen. Sin embargo, desde Unidas Podemos consideran que su obligación es "revertir la situación, restaurar la justicia social y reparar los estragos que dicha dinámica extractiva provoca sobre el consumo y, por lo tanto, sobre el crecimiento económico", afirma Fernández.

Frente a esto, la Banca ahora se presenta como la gran damnificada al tener que abonar más de 1.100 millones de euros a raíz del nuevo impuesto que aprobó el Gobierno para el sector. Por un lado, la formación morada considera que el código de buenas prácticas sobre préstamos hipotecarios impulsado por el Ejecutivo y el sector bancario es insuficiente, ya que su alcance va a ser limitado, y por otro se propone seguir asfixiando indirectamente a otros sectores.

Y es que los expertos bursátiles llevan años asegurando que quienes apuesten por una hipoteca variable estarán sometidos a una mayor presión y carga, asumiendo unos riesgos innecesarios en unos tiempos de carestía y de fluctuación de los impuestos y de la inflación. De este modo, lo que se propone por parte de Unidas Podemos es ayudar y beneficiar a quienes asumieron un riesgo consciente, no a todos los que pagan sus hipotecas. Así pues, quienes decidieron cubrirse las espaldas y abonar una cuota hipotecaria a tipo fijo no merecerán tener el respaldo y la protección de la formación morada.

También hay que matizar que la congelación de la hipotecas no libera del pago, sino que alarga los plazos y genera unos intereses mayores con el tiempo, lo que puede acabar convirtiéndose en una trampa peligrosa para los hipotecados más vulnerables. Por tanto, la medida por la que acabarán optando los bancos será la de dejar de conceder hipotecas a quienes no presentasen garantías suficientes de pago e invertirían su dinero en otros productos. Esto condenaría a que la clase trabajadora más humilde tuviese que dirigirse al mercado del alquiler, con una oferta cada vez menor e intervenido por el Estado.

Se sientan unos precedentes peligrosos

Con la propuesta defendida por Podemos y su ministra de Igualdad, Irene Montero, amparada por el texto constitucional, se está apoyando la idea de sumergirnos en un modelo de sociedad en el que frente a cualquier tipo de contratiempo financiero que sufran los ciudadanos sea el Estado el encargado de solucionarlo obligando a otros sectores, en este caso a la banca, a asumir dichas pérdidas.

En contrapartida, la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, ha asegurado que el mercado hipotecario español es uno de los más competitivos de la UE y que ha derivado en que las hipotecas en nuestro país sean las más baratas de la Eurozona. Además, la compra de viviendas en España se está financiando al 2,9% habiendo una tasa de riesgo del 3,5%. Al final, según señala Botín, se está instigando a la sociedad a que haga lo que sucedió en México hace quince años, incurrir en la ‘cultura del impago’.

Además, cuando los tipos eran negativos (de 2016 a 2022) la banca no redujo la oferta de crédito, sino que mantuvo el mercado hipotecario abierto y permitió a muchos ciudadanos beneficiarse de ello. A eso se le suma el ‘código de buenas prácticas’ que la banca acordó para ayudar a las familias vulnerables estableciéndoles moratorias y la congelación temporal de sus hipotecas. Por tanto, en lugar de establecer enmiendas a la totalidad del mercado hipotecario lo más lógico sería dar tiempo a que esas ayudas hiciesen efecto, tal y como ha defendido la vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño.

La pregunta por tanto que debería hacerse el Ejecutivo de Sánchez es si estaría dispuesto a poner en riesgo al sector bancario español y al mercado inmobiliario por tal de satisfacer las nuevas ideas de su socio de Gobierno.

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Resfriado hipotecario

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Septiembre es traicionero para los resfriados. Cambios de temperatura y cierta improvisación en los armarios que no acaban de ser ni de verano ni de otoño. Para algunos mercados se está convirtiendo también en un mes complicado porque comienza a definir cómo la incertidumbre creciente se instala en las expectativas. El mercado hipotecario es uno de ellos. Según publicó el INE este miércoles, el número de hipotecas para vivienda registradas en España cayó un 16% mensual en julio, dejando su avance interanual en un escueto 2,2%. Esto podría desactivar parte del optimismo en el sector inmobiliario sobre una posible reactivación del mercado. Hay que observarlo con normalidad, como un síntoma de un ambiente monetario distinto. Baste repasar las declaraciones públicas de los bancos centrales tras cada subida de tipos de interés, en las que se insiste que uno de los canales de transmisión claro es el enfriamiento del mercado hipotecario.

La desaceleración responde a fundamentos muy importantes para la inversión en vivienda. Uno de ellos es el coste de la financiación. Los tipos de interés están subiendo de forma acelerada. El euríbor estaba en el entorno de -0,5% en el verano de 2021, mientras que en julio de 2022 estaba muy cercano al 1% (positivo) y dos meses más tarde su valor diario ya supera el 2,5%. Es una subida de tres puntos en un año… y sigue. Se acaba el dinero barato, casi regalado. Aun así, no olvidemos que aún están muy lejos de ser elevados en una perspectiva histórica. Al igual que las generaciones más jóvenes no sabían que era vivir con inflación y tipos de interés positivos, los más mayores sí que recordarán tiempos en el que los intereses eran de dos dígitos. Situaciones que, además, coincidían con períodos inflacionarios agudos. Hoy, precisamente, el crecimiento de los precios sigue implicando que, en términos reales (descontada la inflación), los tipos de interés sigan siendo negativos, algo que podría cambiar a un año con menor inflación. En cualquier caso, aquellos que contratan una hipoteca nueva o la tenían a coste variable lo comienzan a notar en su cuota mensual.

Tampoco hay motivos para el alarmismo porque el 73% de las nuevas hipotecas que se contratan son a tipo fijo, lo que aporta seguridad en la planificación del coste. Además, las de tipo fijo ya suponen la mitad del stock existente de hipotecas. Las familias que la tienen a tipo variable aún pagan un 2,1% de interés promedio, inferior al 2,8% medio de los que la tienen a tipo fijo.

Lógico es andar con cautelas, pero los contratos hipotecarios son más garantistas hoy que nunca en España. Poco sentido tiene hablar de cuestiones tan contraproducentes e incompatibles con los incentivos como topar los tipos de interés de las hipotecas. Lo que sí parece lógico —y es habitual— es tener la posibilidad renegociar con tu banco las condiciones de la hipoteca si la subida de tipos agobia, especialmente en las economías domésticas más vulnerables cuyo presupuesto mensual anda ya bastante mermado por la inflación.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

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Así aumentan las hipotecas variables si sigue subiendo el Euribor

Hace unos meses anunciábamos que si tenías hipoteca a tipo variable había que empezar a hacer simulaciones, pues los tipos iban a subir y rápido. En ese momento el BCE todavía mantenía los tipos al 0%, pero ya había anunciado que los subiría 25 puntos básicos en julio y seguramente otra vez más en septiembre.

Pues bien, no íbamos mal encaminados: finalmente los subieron en 50 puntos básicos y luego en 75 puntos básicos en la subida más alta de la historia del BCE. Los tipos están ya en el 1,25% y todavía somos los que tenemos los tipos más bajos de occidente. Las hipotecas a tipo variable van a subir y mucho.

¿Hasta dónde llegarán los tipos?

Lo primero que podemos hacer para ver hasta dónde llegarán los tipos es mirar a nuestro entorno. La Fed de EEUU los tiene en el 3% (ayer mismo subieron los tipos 75 puntos básicos). El Reino Unido en el 1,75%. Suecia en el 1,75% (después de una subida esta semana de 100 puntos básicos). Australia en el 2,35%. Y todavía siguen subiendo. En definitiva, la zona Euro va por detrás y le queda por subir.

El Euribor a 12 meses, que realmente es el indicador al que van referenciadas las hipotecas y que recoge las expectativas del mercado, ya va por el 2,3% en su tasa diaria. La media mensual de agosto (último dato publicado y la referencia real de las hipotecas) está en el 1,249% pero la media provisional de septiembre ya supera el 2%. En diciembre de 2021 estaba en el -0,5%.

Pero estos datos, que parecen espectaculares, no son nada comparados con lo que puede venir. La inflación ronda el 8% y en algunos países, como España, supera el 10%. Por tanto no sería raro que los tipos de interés lleguen al 4-5% y si la inflación persiste incluso más. Por ello no sería raro ver un Euribor en el entorno del 4-6%, como hace 15 años. En EEUU las hipotecas ya superan el 6%, como en 2008, así que no sería raro ver algo similar en Europa.

Así aumentarán las hipotecas

Veamos unos cuantos ejemplos de lo que podría significar el aumento de cuota hipotecaria estos incrementos del Euribor. Vamos a tomar como referencia una hipoteca a tipo variable de Euribor 1% (las hay mejores pero piden vinculaciones) y a 30 años de duración. Y distintos capitales. Y vamos a ver cómo habría quedado la cuota en diciembre del año pasado, como estaría hoy y como estará con el Euribor al 3, 4, 5 y 6%.

Hipoteca 100.000 euros

Hipoteca 200.000 euros

Hipoteca 300.000 euros

Euribor -0,5% (diciembre 2021)

299,19 euros

598,38 euros

897,57 euros

Euribor 2% (septiembre 2022)

421,60 euros

843,21 euros

1.264,81 euros

Euribor 3%

477,42 euros

954,83 euros

1.432,25 euros

Euribor 4%

536,82 euros

1.073,64 euros

1.610,46 euros

Euribor 5%

599,55 euros

1.199,10 euros

1.798,65 euros

Euribor 6%

665,30

1.330,60 euros

1.995,91 euros

Como podemos ver un Euribor al 6% (lo que implicaría una hipoteca al 7%) genera una cuota hipotecaria de más del doble de lo que se tendría en diciembre de 2021. En el caso de un capital pendiente de 300.000 euros estamos hablando de un incremento de más de 1.000 euros.

Hay algunos matices, claro. Lo primero es que estas subidas afectan principalmente a las hipotecas recientes, pues una hipoteca que tiene 10-15 años de vida ya tiene menos capital por amortizar y los incrementos de tipos afectan menos. También es cierto que existen hipotecas a tipo variable con clausulas techo, por lo que habría que mirar si hay algún límite del tipo de interés que nos pueden llegar a aplicar.

¿La solución?

Lo hemos presentado recientemente, la mejor solución es cambiarse ya a una hipoteca a tipo fijo. Aunque los bancos no la promocionan se pueden encontrar todavía, y aunque el mejor momento fue hace unos meses, desde luego ahora mejor que dentro de seis meses.

Eso sí, hay que negociar con tino las clausulas, pues es importante dejar la puerta abierta a renegociar de nuevo por si los tipos vuelven a bajar. Esto requiere tiempo y esfuerzo, pero es imprescindible si no queremos que la economía familiar quede completamente rota.

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La economía ante el alza de los tipos de interés

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Desde el inicio del año los tipos de interés han emprendido una senda alcista que pone a prueba la capacidad de resistencia de la economía española. Además, todo apunta a que la escalada del coste del dinero no ha tocado a su fin. Descontando la inflación subyacente —el principal barómetro de la evolución tendencial del coste de la vida y de los precios percibidos por las empresas— los tipos de interés “reales” se sitúan en terreno netamente negativo, prolongando de facto la era ultraexpansiva propulsada por Draghi.


El contexto monetario cambiaría si la inflación se acercara al objetivo del 2% de aquí a finales de año, pero este escenario optimista está siendo cuestionado por el propio BCE: en un meritorio estudio publicado en el boletín económico de abril, Frankfurt reconoce su error de apreciación de las tensiones inflacionistas que se han abatido sobre la economía europea, y pronostica más persistencia de lo inicialmente previsto. Por tanto, el BCE podría reaccionar con más contundencia de lo anticipado, lo que abre la puerta a más alzas del Euríbor y de otras importantes referencias.

En principio, la economía española está mejor posicionada que en otras épocas para aguantar lo que se presenta como un nuevo shock, en este caso monetario, tras el que provocaron la pandemia y la crisis energética. La economía dispone todavía de recursos entre los que destaca el rebote providencial del turismo, que se refleja tanto en el mercado laboral como en las perspectivas de actividad para los próximos meses: el principal indicador de coyuntura del sector de servicios, en el que el turismo tiene un peso importante, registró en abril un fuerte avance (con un PMI al alza hasta el nivel 57, lo que anticipa incrementos continuados de actividad). El tirón de los servicios podría contrarrestar el debilitamiento de la industria, lastrada por los precios energéticos y la aparición de nuevos cuellos de botella, al menos a corto plazo. 

Pero la intensidad del crecimiento de los servicios, y por tanto la sostenibilidad de la recuperación, dependen de la situación financiera de las familias y de las empresas. A nivel agregado, la posición del sector privado no debería suscitar mucha preocupación, fruto del desendeudamiento realizado durante la etapa de expansión. Los pasivos de las familias se sitúan en niveles inferiores a la media europea, y sobre todo al balance desequilibrado de la época de la burbuja. La deuda ha seguido reduciéndose gracias al sobreahorro acumulado durante la pandemia. Algo similar ocurre en el caso de las empresas: incluso si la carga de intereses se duplicara (lo que supone un incremento inverosímil de tipos de interés), todavía se situaría en el 6% del excedente de explotación, un nivel próximo al inicio de la etapa expansiva en 2015 y mucho menos que en el cénit de la crisis financiera (16,5%).

Sin embargo, el panorama global eclipsa fuertes diferencias entre sectores. Las hipotecas a tipos variable van a encarecerse, poniendo en dificultad a algunos hogares. Y las industrias más vulnerables ante la crisis energética tendrán que apretarse el cinturón. Esto evidencia la importancia crucial de una acción por parte del Estado focalizada en los sectores en dificultad, sin la cual nos asomaremos a una pérdida de tejido productivo y un recrudecimiento del malestar social. 

Y ahí es donde se sitúa nuestro principal punto débil, porque el Estado dispone de un margen de maniobra limitado como consecuencia del escaso esfuerzo de contención de los desequilibrios durante la etapa expansiva, y ahora por el impacto del alza de los tipos de interés en las cargas financieras que soportan las administraciones. Todo ello plantea un desafío de sostenibilidad de las cuentas públicas, sin perder de vista la tarea de apoyar la recuperación. Una tarea que, ante el repliegue de los bancos centrales, solo podrá descansar en los Estados.

INDUSTRIA vs SERVICIOS | Mientras que la epidemia golpeó con severidad los servicios, la crisis energética y de suministros incide sobre todo en la industria. El índice de producción industrial sufrió un retroceso del 1,8% en marzo, lastrado por la disrupción de las cadenas de suministros, el alza de los costes y la huelga de transportistas. Los datos para abril apuntan en la misma dirección, con un retroceso del indicador PMI de gestores de compra y de la afiliación industrial. En contraste con el importante incremento del PMI y de la afiliación en los servicios.  

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

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Las hipotecas están subiendo y dejando a mucha gente en la estacada

El Euribor (el índice de referencia que se utiliza para las hipotecas) empieza a subir, todavía está en negativo, pero se notan unos pequeños cambios que están endureciendo la concesión de hipotecas y otros créditos en la zona Euro.

Cerró el año 2021 en -0,502, el mes de enero lo cerró en -0,478. Además este valor es igual al más alto de 2021, octubre, donde estuvo a -0,477. Además la previsión para 2022 y 2023 del departamento de análisis y estrategia de Bankinter, es que siga subiendo, rondando el -0,3% en 2022 y -0,2% en 2023.

Es cierto que según estas previsiones todavía nos quedan unos años de intereses negativos. Los intereses negativos nos parecen algo normal ahora, pero puedo asegurar que en 2010 eran algo completamente inconcebibles para mucha gente. Nunca hubiéramos imaginado que en Dinamarca se ha llegado a dar el caso de hipotecas a tipo cero o negativas, en las que se devuelve dinero al prestatario.

¿Por qué sube el Euribor?

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Si por la pandemia de la Covid se empezó a imprimir dinero, la fuerte recuperación (que está provocando escasez de materias primas y componentes) y la inflación relacionada, empezaron a empujar a los bancos centrales de todo el mundo a considerar que era necesario subir los tipos de interés para reducir la inflación. En el pasado junio de 2021, la Fed ya empezó a avisar su intención de finalizar los estímulos y subir los tipos de interés, aunque no estaba previsto hasta finales de 2023. En cambio, la Reserva Federal en 2022 subió los tipos ante una inflación superior al 5%, y prevé hacer otras dos subidas a lo largo de este año. De momento los tipos son bajos, se ha pasado del 0% al 0,25%.

¿Qué hace el Banco Central Europeo? De momento aunque debería de ser más restrictivo que la Fed con la inflación, sus estatutos le obligan sólo a controlar la inflación, opta por mantener los tipos a cero, pero si se prevé una próxima subida de los tipos de interés. Christine Lagarde, gobernadora del BCE, ha afirmado que no prevé subir los tipos hasta 2023. Afirma que la recuperación europea está siendo más lenta, de modo que no tiene sentido subir los tipos de interés, todavía.

Pero claro, si ya avisa que va a subir los tipos, el mercado empieza a reaccionar y a prevenirse, de modo que empiezan a subir los índices a los que se suelen fijar las hipotecas, el más habitual y conocido el Euribor.

Las hipotecas fijas a bajos intereses, ¿una ventana a desaparecida?

Estadistica Tipos Interes Hipotecas Ine 2003 2021

En la primera década del siglo las hipotecas a tipo fijo eran una excepción, lo habitual eran las de tipo variable, como muestra el gráfico del INE que acompaña este párrafo. No fue hasta 2021 cuando las hipotecas constituidas a tipo fijo fueron más habituales. El famoso vídeo de “a tipo fijo” fue en 2017, y recomendaba una modalidad de la hipoteca que había empezado a volverse más popular (y más fácil de conseguir) durante 2016. Aprovechando un momento en el que los tipos de interés estaban en su punto más bajo histórico, el tipo fijo era una buena idea.

Es cierto que sigue siendo factible encontrar hipotecas a tipo fijo, durante 2022, se empiezan a ver quejas en redes sociales de que no son tan fáciles de conseguir, (serán más difíciles de conseguir, pero es falso que hayan dejado de firmarse hipotecas a tipo fijo). También se puede ver cómo se están dando a intereses más altos. En un caso que me han comentado, en una promoción de vivienda nueva, el banco del crédito promotor ha empeorado las condiciones para subrogarse en más de un 25% de lo que ofrecía inicialmente. Lo cual las encarece bastante, al menos en mayor proporción que si se hubieran subido las mismas décimas con unos intereses del 4%.

Según la inmobiliaria The Simple Rent, durante 2021 el precio de la vivienda en España subió un 5%, mientras que el precio del alquiler descendió un 3%. Esperan que durante 2022 revierta la tendencia y se incremente el precio de los alquileres, con un impulso al mercado de alquler provocado por medidas como el bono joven. Es decir, si lo combinamos con los bajos tipos de interés, es posible que hayamos vivido un "momento dulce" para la compra de vivienda en unas condiciones excepcionales.

La época en la que se podía conseguir una hipoteca a una tasa nominal igual o inferior al 1%, parece estar pasando. Es cierto que el actual conflicto en Ucrania, puede acabar debilitando a la economía y que se opte por postponer las subidas de los tipos, pero también es cierto que incrementos de la inflación derivados de un aumento de precios de las materias primas, podrían adelantar la subida de tipos, o una salida rápida negociada a las agresiones podrían dejar la incertidumbre actual en el pasado en pocas semanas.

Pregunta a los lectores ¿hemos perdido una ventana de oportunidad de comprar una vivienda que sube de precio con una hipoteca a tipo fijo a mínimos históricos?

En El Blog Salmón | Las pensiones del futuro serán bajas: esto se puede hacer para tener un buen nivel de vida en la jubilación

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La reputación de los bancos vuelve al debate público

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Se vuelve a hablar de bancos y su reputación. La apertura de una investigación de la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) a algunas entidades por los préstamos ICO, las noticias sobre los esfuerzos del sector financiero por mejorar su imagen o, ahora, la prolongación de la incertidumbre sobre la sentencia del Tribunal Supremo, que abre trámite de audiencia a las partes sobre el plazo para reclamar sobre las cláusulas abusivas de las hipotecas… Todo ello ha reavivado el debate sobre su imagen pública. Anteriormente, los bonus de sus ejecutivos y los ERE —con protestas recientes— fueron objeto de fuerte polémica, incluso en el frente político.

La imagen del sector —tal y como ocurre en las valoraciones sociológicas de otros estamentos de la sociedad, como los políticos o la justicia— nunca ha sido muy positiva. Probablemente, el mayor deterioro en la confianza a escala global se produjo tras 2008 con la crisis financiera. Además de asignarles casi exclusivamente toda la responsabilidad, el que se tuvieran que dedicar miles de millones a rescatar entidades en todo el mundo las convirtió en diana fácil. Se culpó a todo el sector por problemas —eso sí, graves— de entidades específicas.

Desde entonces, la industria bancaria ha hecho frente a una intensidad regulatoria sin precedentes. Con importantes esfuerzos, en paralelo, por mejorar su reputación y su compromiso con la sociedad. Desde campañas de educación financiera a una participación intensa de sus líderes en los debates sociales, pasando por su actitud proactiva en la gestión crediticia de la crisis de la covid-19. Son acciones en la dirección correcta.

«La historia se ha repetido: el daño inicial de las noticias ya ha acontecido, la reputación del sector ha dado pasos atrás y ahora toca volver a la casilla de salida y pedalear para corregir la situación».

Santiago Carbó

La percepción de insuficiencia está muy relacionada con la transformación hacia un modelo bancario distinto, con muchos procesos traumáticos como fusiones y reestructuraciones, exigidas en muchos casos por los supervisores. Aparecen de este modo nuevos problemas y tensiones cuando aún no se habían recuperado de la última batalla. En el empleo, el foco va a los despidos en lugar de a la renovación del talento en un entorno de competencia tecnológica y orientación al cliente.

Por último, la falta de un marco normativo completo ha dado lugar a numerosas sentencias sobre diferentes cláusulas de los préstamos hipotecarios, instrumentos financieros trascendentales en nuestra economía. El miércoles, el Supremo pospuso la decisión, tal vez buscando una solución técnica específica en lugar de una más abrupta y generalizada. Estas lagunas son un quebradero de cabeza para prestatarios, bancos y justicia. En banca todo se está dictando al dedillo, algo que queda muy lejos para otras grandes empresas como las tecnológicas.

Está por ver el recorrido del episodio de los préstamos del ICO. A pesar del impacto mediático y sobre la reputación del sector, la incidencia real podría estar limitada a muy pocas operaciones. En muchos casos, podrían haber resultado incluso en una mejora de las condiciones del préstamo. La historia se ha repetido: el daño inicial de las noticias ya ha acontecido, la reputación del sector ha dado pasos atrás y ahora toca volver a la casilla de salida y pedalear para corregir la situación. El sector trabaja con más pedagogía y una gestión de la imagen y reputación más proactiva.

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