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Navidades adaptativas: ajustes del gasto y evitación de conversaciones políticas

Llega la Navidad y, con ella, unas fiestas que a la mayor parte de los españoles nos gusta celebrar. Así lo pone de manifiesto la ‘Encuesta Funcas Navidad 2022’, realizada online entre el 2 y el 12 de diciembre a 1.032 ciudadanos de nacionalidad española de entre 25 y 65 años. La muestra representa, por tanto, a las generaciones que nacieron a lo largo del periodo conocido como el baby boom (desde los últimos años cincuenta hasta el final del régimen de Franco) y durante los dos siguientes decenios (marcados por la transición y la consolidación de la democracia); es decir, a casi 23 millones de españoles.

Casi tres de cada cuatro encuestados (73%) reconocen que les gusta celebrar las fiestas de Navidad. Ese “gozo navideño” está más extendido entre los menores de 45 años y, en particular, entre las mujeres más jóvenes: nueve de cada diez de las que cuentan entre 25 y 34 años (89%) contestan afirmativamente a la pregunta acerca de si les gusta celebrar la Navidad, proporción que cae a seis de cada diez en el grupo de las mujeres de 55 a 65 años (59%). También se aprecian diferencias significativas a este respecto en función del tamaño del hogar en el que viven los encuestados: mientras seis de cada diez encuestados que viven solos (59%) aseguran que les gusta celebrar la Navidad, entre los que residen en hogares de tres o más personas el porcentaje asciende a 81% (Gráfico 1).


La principal razón por la que a los españoles nos atrae la Navidad es de carácter social: el 62% de los encuestados a los que les gusta celebrar estas fiestas ven en ellas “una buena ocasión para compartir tiempo con la familia y los amigos”. Sumados a los que mencionan esta misma razón en segundo lugar (24%), se obtiene una proporción cercana a nueve de cada diez encuestados. La respuesta referida al especial “ambiente navideño en las calles y casas” la citan (en primer o segundo lugar) casi dos tercios de los encuestados a los que les gusta la Navidad (64%). En cambio, la religión adquiere menos importancia en esta lista de razones: el 17% menciona la conmemoración del nacimiento de Jesús como una de las dos principales razones explicativas de su gusto por la Navidad, porcentaje que aumenta con la edad de los encuestados, acercándose al 30% entre los de más edad (55-65 años) (Gráfico 2).


Aunque casi tres cuartas partes de los encuestados reconocen que les gusta celebrar las fiestas navideñas, la proporción de los que se declaran ilusionados ante la próxima Navidad queda por debajo del 60%. En efecto, al 42% le ilusiona “bastante”, y al 15%, “mucho”, pero a un tercio (34%) le ilusiona “poco”, y a un 9% “nada”. Llama la atención que a uno de cada cinco encuestados (21%) a los que les gusta celebrar la Navidad, la que ahora comienza le ilusione “poco” o “nada”. 

La ilusión por la Navidad de 2022 se percibe más entre las encuestadas más jóvenes (25-34 años: 81%) y también se halla más extendida en el grupo de encuestados que viven en hogares formados por tres o más personas (66%) y en los que entran más de 3.000 euros al mes (67%). De los datos se desprende con claridad que la “ilusión por la Navidad” aumenta con el nivel de renta y, por tanto, la capacidad de gasto de los hogares (Gráfico 3).


Entrando en la celebración concreta de las fiestas, seis de cada diez encuestados afirman que van a cenar en Nochebuena y comer en Navidad con familiares con los que no viven habitualmente (61% y 60%, respectivamente). Cenas de Nochebuena y comidas de Navidad en soledad son muy poco frecuentes entre los españoles de las edades incluidas en la muestra encuestada (25-65 años). No más de un 3% de los encuestados anticipan que cenarán en Nochebuena o comerán en Navidad solos, si bien entre quienes viven en hogares unipersonales los porcentajes se elevan hasta el 10-13%. No obstante, aproximadamente dos terceras partes de los encuestados que viven solos van a celebrar la Nochebuena (65%)  o la Navidad (68%) con familiares con los que no viven habitualmente (Gráfico 4a). 

En cuanto a los gastos previstos para la cena de Nochebuena y la comida de Navidad, el mayor desembolso lo asumen quienes “ponen la casa”. En efecto, los encuestados que van a celebrar la Nochebuena en su propia casa estiman un gasto medio de 121 euros, mientras que el previsto por quienes van a cenar en casa ajena ronda los 70 euros. Los importes correspondientes al gasto de la comida de Navidad son menores, pero, también en esta fecha, la celebración en la propia casa comporta gastos bastante más elevados. El gasto medio estimado por los encuestados que van a celebrar la Navidad en su propia casa supera los 90 euros, aproximadamente 40 euros más que el de quienes piensan disfrutarla en casa de otra persona (Gráfico 4b). 

Según una amplia mayoría de encuestados, las cantidades que van a gastar en la cena de Nochebuena y en la comida de Navidad serán, más o menos, iguales a las que gastaron el año pasado: así lo manifiesta el 69% a propósito de la Nochebuena, y el 75% a propósito de la Navidad. Los encuestados que viven en hogares con bajos ingresos reconocen en mayor medida que el resto de encuestados que gastarán menos que el año pasado, mientras que los que viven en hogares con ingresos altos declaran con más frecuencia que el resto que gastarán más que en 2021 (Gráfico 4c). Teniendo en cuenta la elevada inflación de precios de los productos de alimentación, las respuestas mayoritarias que dan los encuestados a la pregunta sobre si gastarán más, menos o igual en 2022, permiten pensar que las mesas de la cena de Nochebuena y de la comida de Navidad serán este año, en general, más austeras (o menos espléndidas) que el año pasado. La celebración de las Navidades se adapta de este modo a la subida de los precios: el gasto se mantiene, aunque ello signifique ajustar la cantidad o la calidad de los productos que se consumen. 


La previsión de gastar más o menos el mismo dinero que el año pasado también se aplica a la Nochevieja y a los regalos. Aproximadamente dos terceras partes de los encuestados así lo prevén en ambos casos, si bien entre el 17 y el 18% tienen pensado gastar más que el año pasado en la última noche del año y en la compra de obsequios. Aun cuando cerca de un tercio de los encuestados prevé gastar en regalos más de 300 euros, el 61% anticipa un gasto menor. El gasto medio en regalos previsto por todos los encuestados se sitúa en 195 euros, pero es mayor entre las mujeres (205 euros frente a 183 euros entre los hombres). Solo un 5% de los encuestados (8% de ellos y 3% de ellas) confiesan que no gastarán nada en regalos, aunque la proporción más alta de quienes no tienen pensado hacer regalos se encuentra en el grupo de  hombres de 25 a 34 años: uno de cada seis de ellos (17%) contesta que no gastará en regalos, mientras que las encuestadas de la misma edad que dan semejante  respuesta apenas representan un 3%. Como cabe esperar, el gasto medio previsto en regalos aumenta a medida que lo hace el nivel de ingresos domésticos, superando los 280 euros entre los encuestados que viven en hogares con ingresos superiores a los 3.000 euros (Gráfico 5).


Por mucho que la cena de Nochebuena y la comida de Navidad lleven consigo gastos y dedicación especiales, su éxito depende en gran medida de que se desarrollen cordialmente y sin tensiones. Conseguir este objetivo aconseja en algunas ocasiones orillar algún asunto en las conversaciones que se desarrollen durante las celebraciones. De hecho, el 50% de las encuestadas y el 40% de los encuestados contestan afirmativamente a la pregunta sobre si consideran conveniente evitar algún tema de conversación en las comidas o cenas navideñas. Son también las más jóvenes quienes creen conveniente dejar al margen algunos temas en las cenas y comidas navideñas: así lo piensa el 64% de las que tienen entre 25 y 34 años (frente al 47% de los hombres de esas mismas edades). Cuando a los encuestados que se inclinan por apartar de las conversaciones algunos asuntos se les pide que concreten los temas que consideran conveniente evitar, la mitad hace referencia a los “temas familiares delicados” (51%), pero son muchos más los que se refieren a “la política” (80%) (Grafico 6). Si se calcula este porcentaje sobre el total de la muestra encuestada, se obtiene que más de un tercio de los españoles de 25 a 65 años (40% de las mujeres y 36% de los hombres) tratarán de eludir la política durante las comidas o cenas navideñas.


Aunque parece que la política no será bienvenida en muchos hogares durante estas fiestas, en torno a tres de cada diez encuestados anticipan que escucharán el mensaje del Rey en Nochebuena. Un 28% afirma que lo hará en directo, mientras que un 7% revela que lo escuchará “más tarde, en diferido” (Gráfico 7). De acuerdo con las respuestas de los encuestados, los baby-boomers, en particular los que —como el monarca—  nacieron en el último tramo de ese periodo de elevada natalidad, están más interesados en escuchar el mensaje del Rey que las generaciones que les suceden.


La ‘Encuesta Funcas Navidad 2022’ en siete puntos

  1. A la gran mayoría de los españoles entre 25 y 65 años les gusta celebrar la Navidad. Las mujeres jóvenes la disfrutan especialmente, así como también quienes viven en hogares de tres o más personas y en hogares con más ingresos.
  2. La Navidad gusta, sobre todo, por su carácter de evento familiar y social. La cena de Nochebuena y la comida de Navidad se celebran mayoritariamente con miembros de la familia con los que no se comparte hogar. Incluso la mayor parte de los españoles de las edades comprendidas en la muestra encuestada que viven solos se reúne con la familia para cenar en Nochebuena y comer en Navidad.
  3. La renta y el sexo de los ciudadanos son variables que inciden en la ilusión que sienten los ciudadanos por la Navidad: esa ilusión cunde más entre las mujeres (en particular, las jóvenes) y en los hogares con ingresos más elevados. 
  4. En la cena de Nochebuena se gasta más dinero que en la comida de Navidad o en la Nochevieja. Ahora bien, el gasto depende mucho de dónde tengan lugar las celebraciones. Celebrar las fiestas navideñas en la propia casa es generalmente más caro.
  5. Aun cuando los precios de los productos que se consumen masivamente en las fiestas de Navidad han crecido intensamente en los últimos meses, la gran mayoría de los españoles entre 25 y 65 años prevén gastar más o menos lo mismo que el año pasado, lo que implica que van ajustar su demanda para que el gasto total no aumente respecto al realizado en las fiestas navideñas del pasado año. 
  6. La compra de regalos también se prevé ajustar a un presupuesto que tiene como referencia lo gastado en las navidades de 2021. En general, las mujeres gastan más que los hombres en regalos, lo que encaja con su declarado mayor disfrute de la Navidad e indica  que, en el contexto de estas fiestas (y seguramente también de sus relaciones interpersonales), ellas conceden a los obsequios más importancia que ellos. 
  7. Ante el riesgo de conflictos familiares, muchas cenas y comidas navideñas van a esquivar los asuntos políticos. Sin embargo, uno de cada tres españoles de 25 a 65 años afirma su intención de escuchar el Mensaje del Rey en Nochebuena, una proporción que entre los miembros de la generación del baby boom (45-65 años) ronda el 40%. 

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Se trunca la buena racha del empleo

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Las noticias sobre el mercado del trabajo están siendo paradójicas desde hace un tiempo. Las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania y las consiguientes sanciones a Rusia no habían traído hasta ahora nubarrones al empleo, que ha resistido muy bien en estos últimos años. Es probable que los cambios de la última década en el marco institucional del mercado de trabajo lo hayan hecho más flexible. Mejor para hacer frente a los embates de problemas graves como una pandemia, una guerra o una crisis energética. Es un tema al que el análisis económico, desde la objetividad y sin partidismos, deberá dedicarle algo de tiempo, para conocer las razones de ese “buen” comportamiento hasta ahora. Porque, además, salvo en el segundo trimestre de este este año —en el que finalmente se volvieron a alinear datos positivos de PIB y empleo—, el mercado de trabajo respondía mejor que la propia actividad económica.

El empleo, por tanto, venía siendo una de las pocas noticias económicas positivas en medio de tanta incertidumbre. Este martes se ha confirmado que la racha se trunca, algo que cabía esperar por muchas razones. Si la economía se desacelera (aunque el último dato fuera bueno), la contratación también suele hacerlo. El mencionado desajuste entre empleo y PIB estaba siendo una de las grandes incógnitas económicas que ahora parece despejarse. El dato no es un desastre, ni la confirmación de que todo acabará yendo mal. Pero no es un buen dato. De hecho, la cifra corregida de variaciones estacionales (56.945 nuevos inscritos en el paro) es aún peor que la cifra cruda de los principales titulares (3.230 personas).

La economía española salió con un acelerón en la línea de salida del verano, anticipando contrataciones en junio. Luego ha frenado, quizás reajustando las necesidades en julio, algo que se ha notado en las cifras, sobre todo en hostelería, menos optimistas que hace dos meses. Deberemos ir conociendo algo más que las cifras de ocupación hotelera y observar también las de gasto. Muchos profesionales del ramo hablan de gran ocupación, pero menos consumo. Hay ganas de vacaciones en la postpandemia, pero también una prudencia creciente ante tanta incertidumbre. Asimismo, los esfuerzos de contención y recuperación tras la pandemia y de otras medidas paliativas por la guerra de Ucrania poco a poco pierden fuerza. Los ERTE han funcionado bien pero no son eternos. Los profesionales de refuerzo en varios sectores ahora salen de sus empleos temporales. El de la educación ha sido un caso claro en julio.

En cuanto al futuro, comienzan a incorporarse de forma más clara a las empresas y consumidores las expectativas casi apocalípticas de un otoño-invierno muy duro. La inflación, los problemas de suministros y la sensación de que cuesta mucho corregir las anomalías pesan. Las acciones de los bancos centrales apuntan sobre todo a frenar el crecimiento de precios. Ya veremos si de aquí a unos trimestres no hay que dar algo de marcha atrás, pero ahora, sin duda, prima una inflación desbocada sobre un empleo aún con bastante consistencia, pero que no es inmune a lo que acontece.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

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