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El futuro de Argentina ante unas elecciones inciertas

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Este domingo Argentina celebra elecciones generales. Trascendentales por su difícil y persistente situación. Si ninguno de los candidatos logra el 45% de los votos, algo bastante probable según las encuestas, habrá segunda vuelta el domingo 19 de noviembre. Centrando el tiro en la economía, décadas de políticas poco exitosas —por no poner otro calificativo—, explican dónde se ha llegado, con una inflación del 138% y gran volatilidad del cambio del peso con el dólar (que superó los 1.000 pesos hace poco, cuando en agosto estaba por debajo de 800). No son los únicos problemas, pero sí buen ejemplo de los enormes desafíos económicos. Desde mi viaje estival al país, he podido dialogar con algunos colegas argentinos. Con mayor detalle con el economista y novelista Eduardo Levy Yeyati, que también ha ocupado puestos relevantes en la gestión pública (por ejemplo, en el Banco Central de la República Argentina). También me he nutrido de declaraciones públicas de otros economistas. En estas líneas desgrano problemas y posibles soluciones, algunas propuestas en campaña electoral. El país del gran Jorge Luis Borges lleva decenios en un círculo vicioso. Para salir de esa pesadilla y pasar a virtuoso, hay mucho que reformar y cambiar. Es clave tomar decisiones valientes para alcanzar la estabilidad macroeconómica y aumentar la formalización de la economía.

Realizando un ejercicio de simplificación, los problemas-síntomas principales se pueden resumir en tres. El primero, un déficit crónico que impide que los gobiernos logren superávits primarios, lo que para la deuda implica impagos recurrentes y autarquía financiera. En segundo lugar, el denominado abuso de la moneda, por la insistencia en políticas expansivas e inflacionarias en años buenos. También por el recurso al impuesto inflacionario para financiar el déficit en años malos, que son la mayoría. El resultado es una presión cambiaria constante que lleva a controles de capitales y a dificultar las exportaciones, que agrava la escasez de divisas. Así surge la tradicional falta de apego de los argentinos a su moneda (el peso), que necesita estabilidad para poner precio a las cosas. El tercero es la creciente dualidad de la economía. Solo un 30% de los ocupados tiene empleo formal y permanente y un 37% de informalidad, que sube. Para hacer frente al primero de los problemas, habría que redoblar los esfuerzos para lograr un equilibrio fiscal primario. Para ello habría que racionalizar determinados subsidios (como energía o transporte), que alcanzan fundamentalmente a la clase media y alta, reducir exenciones y subvenciones a sectores protegidos, actuar contras las inadecuadas praxis de muchas empresas públicas y reducir las redundancias en el sector público. Estas medidas no deberían afectar la provisión de educación o sanidad, ni implicar necesariamente despidos, para evitar mayores males sociales en una sociedad agotada.

Para el segundo desafío, de naturaleza monetaria, es urgente dotar de completa independencia al banco central, que evite el mal uso del tipo de cambio como respuesta a todo. Para el tercero, en el ámbito laboral, hay que promover una eficaz formación continua con nuevas modalidades de contratación, facilitando la creación de empleo y la jerarquización del trabajo independiente, hoy mayormente precario.

La dolarización ha estado nuevamente sobre la mesa en la campaña electoral. Parece que los que la proponen han olvidado las terribles consecuencias económicas y sociales de lo acontecido en 2001, que llevó al corralito. La mayoría de los economistas considera que sería un grave error. Entre ellos, lo ha declarado públicamente el que fuera presidente del banco central, Martín Redrado (al diario El País, el pasado 4 de agosto). Es inviable con reservas netas negativas y sin financiación externa. Asimismo, generaría una brutal fragilidad para el sistema bancario argentino, sin un fondo de dólares líquidos que sirva de colchón. Incluso si ganaran los que proponen la dolarización, es muy probable que esa opción se deseche al poco tiempo por impracticable, lo cual podría generar mucha frustración entre los argentinos. Más aún si no hay un improbable plan B que sea eficaz y si no es capaz de compartir el proyecto de país con otras fuerzas políticas.

La modernización de la economía argentina precisa reformas transversales. En el mercado de trabajo, parece necesaria la introducción de puertas de entrada al empleo menos rígidas. También mejorar notablemente la productividad, especialmente la de los millones trabajadores subempleados. En el ámbito productivo, se deberían priorizar políticas horizontales que generen estabilidad económica. Claves son la reaparición del crédito, la simplificación de la maraña impositiva, la mejora de la conectividad física y digital, la eliminación de controles a las importaciones y de impuestos a las exportaciones y el reforzamiento de la competencia y de instituciones que la vigilen. Estas reformas deberían llegar antes de las políticas verticales específicas, por ejemplo, en renovables o procesos en línea con la agenda climática. En el ámbito internacional, Argentina tiene que buscar su hueco en un mundo que debate el futuro de la globalización. Debe dejar de perder oportunidades, retener talento —un gran volumen de expatriados, con sus ahorros y recursos— y de capacidades emprendedoras. Mercosur puede jugar un papel constructivo si se refuerza la integración, pero las dudas de Brasil no ayudarán a corto plazo. Es una baza por la que apostar una vez se superen las grandes dificultades del presente.

La agenda de política económica es enormemente desafiante para Argentina. Muchísimo en juego en estas elecciones. Con una estrategia que acierte, las enormes potencialidades del país y el gran margen para hacer reformas podría propiciar un rebote de su economía, desconocido desde hace décadas.

Este artículo se publicó originalmente en el diario Cinco Días

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Desde Argentina

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Tengo la suerte de estar visitando Argentina. Va de suyo decir que es maravillosa. Infinidad de riqueza y posibilidades, pero también abundantes y recurrentes problemas Con comentarios conocidos, como la opinión generalizada de que su situación económica relativa es notablemente peor a la que tenía en las décadas de los 40 y 50 del siglo XX. El momento es, asimismo, oportuno ante la segunda vuelta de las elecciones presidenciales argentinas que serán el 22 de octubre. Hay una gran expectativa y muchos nervios tras la victoria de Javier Milei en las primarias hace dos semanas. Milei ha generado polémica hasta en la definición de sus políticas. Para los medios de comunicación internacionales es un político de extrema derecha. Para la prensa nacional argentina representa la “derecha libertaria”.

No
había estado en Argentina desde hace 26 largos años. Sin embargo, he observado
elementos favorables, como la modernización de algunas infraestructuras críticas
de transporte y de parte de su estructura productiva y en un potencial enorme
de su capital humano. Mucha formación que debería aprovecharse —con los
incentivos correctos— en una economía global que pugna por el talento. También
hay un importante espíritu crítico de los más jóvenes por el futuro del país,
más que en otras latitudes. Y a pesar de los saqueos (por ahora puntuales) de
esta semana, Argentina cuenta con mucha mayor estabilidad social que otros
países del continente.

El país ganador —y feliz— del último Mundial de Qatar está nuevamente con una inflación por encima del 100 % y “flirteando” con el impago internacional. El famoso tango de Carlos Gardel parece resumirlo: «Cuántos desengaños, por una cabeza. Yo juré mil veces no vuelvo a insistir». Ahí estamos otra vez. Con una situación monetaria imposible. En medio de esta carrera presidencial sorprendentemente (y con miedo) la idea que surge es desmantelar buena parte del Estado.  No se puede descartar una nueva decepción de las políticas tras las votaciones de octubre, una más.

Las principales dificultades actuales vienen, entre otros factores, de desequilibrios fiscales recurrentes, fuente evidente de inflación. También del gran control de la actividad productiva, sobre todo del sistema financiero —que tiene excesiva exposición a los riesgos internos— y causa el constante repudio de los argentinos hacia su gobierno y su moneda. Un “déjà vu” del pasado. La experiencia de 2001 con la dolarización —Argentina importó su crisis del exterior al revalorizarse la divisa estadounidense— debería descartarla, aunque ahora se ha propuesto nuevamente.                                                              

Solamente una estrategia de reformas de largo plazo funcionaría. Además, Argentina debe buscar su lugar en una economía global que se desgaja en porciones de peso geopolítico —Estados Unidos vs China—  con problemas de inflación, cambiarios y de productividad. Debería jugar un papel determinante Mercosur si se refuerza con una mayor integración en este entorno de intentos de integración monetaria y control de precios. Tratar de decir “aquí estoy yo” en el nuevo mundo. Viene una especie de “invierno” tenso sobre la primacía mundial en comercio y tecnología, con implicaciones monetarias y cambiarias y todos los países deben prepararse para aprovechar las abundantes posibilidades.

Este artículo se publicó originalmente en el diario La Vanguardia”

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Financiamiento para emprendedores que desarrollen soluciones relacionadas al COVID-19

El Ministerio de Desarrollo Productivo lanzó una nueva convocatoria para otorgar Asistencia Económica para proyectos productivos de PyMEs o Emprendedores que den soluciones a las problemáticas que se presentan por la pandemia ocasionada por el Covid-19 y que sean relevantes, escalables y de fácil implementación en el actual contexto de emergencia.

Los proyectos seleccionados accederán a aportes no reembolsables por un monto máximo de $1.800.000, y de hasta $6.000.000 para proyectos de gran impacto o asociativos, que podrá abarcar hasta el 100% del proyecto.

La convocatoria está dirigida a PyMEs y/o Emprendedores cuyos proyectos tengan como objetivo:

  • Aumento de la producción y oferta de equipamiento, bienes específicos o desarrollos tecnológicos para la prevención, diagnóstico, tratamiento, monitoreo y/o control del Coronavirus,
  • Desarrollo de servicios tecnológicos y actividades tendientes a generar cambios innovadores para las MiPyMEs, como plataformas de teletrabajo, e-commerce y pagos electrónicos, automatización de procesos, que respondan a cambios como consecuencia de la pandemia en Argentina;
  • Mejora de procesos para la obtención de certificaciones de normas, homologaciones y validaciones de productos o servicios asociados al control del virus COVID-19.

Requisitos y condiciones para los proyectos

Los Proyectos deberán ser presentados vía Plataforma “Trámites a Distancia” (TAD) y tendrán un tiempo máximo para la ejecución de tres o seis meses, según la modalidad de asistencia.

La asistencia económica podrá destinarse al financiamiento de servicios de consultoría, tecnológicos, servicios y certificaciones de viabilidad técnica, gastos e inversiones asociados a la puesta en marcha o aumento de la capacidad productiva, entre otros.

El desembolso podrá realizarse, a elección del beneficiario, mediante las modalidades de anticipo y/o reintegro de gastos. En el caso de anticipo, el beneficiario deberá constituir un seguro de caución una vez aprobado el proyecto.

Aquellos emprendedores que deseen obtener el beneficio deberán asesorarse con profesionales de las ciencias económicas respecto del plan de inversiones, los requisitos de la solicitud del Ministerio y durante el proceso de evaluación y de rendición de cuentas y auditoria.

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