el-modelo-exportador-espanol

El modelo exportador español

Comparte esta entrada



El sector exterior está aportando un saludable balón de oxígeno, propulsando la economía española por encima de los niveles de actividad previos a la pandemia. Ahora la incógnita es si ese pulmón se mantendrá pese a la desaceleración que se percibe en nuestros principales mercados de exportación.

Sin el impulso exterior, el PIB se situaría todavía un 2,5% por debajo del umbral fetiche de la era precovid, como consecuencia principalmente de la anemia del consumo privado, lastrado por la erosión de poder adquisitivo sufrida por los hogares. Entre los factores de demanda nacional, solo se salva el consumo público y, en menor medida, la inversión en equipo.

El panorama interno contrasta con el dinamismo de las exportaciones de bienes y servicios: hoy por hoy los clientes extranjeros compran más de 4 de cada 10 euros que se generan en España, en fuerte alza frente a 2019 y casi el doble que antes de la crisis financiera. Estamos por tanto asistiendo a la aceleración del proceso de internacionalización de nuestra economía. Como, por otra parte, las importaciones crecen a un menor ritmo, el resultado es una aportación positiva al crecimiento del PIB, más que compensando la debilidad de la demanda que emana de los sectores residentes.


La normalización del turismo es de gran ayuda, pero el tirón no procede solo del “sol y playa”. También cabe señalar el auge de los servicios no turísticos (30% desde finales de 2019 en términos reales, es decir descontando la inflación), y en menor medida de las exportaciones de mercancías (5,5%). Detrás de estas referencias está el mercado europeo, como lo evidencia el creciente superávit de los intercambios con la UE, más que triplicado desde 2019. Gracias a estos excedentes, hemos podido afrontar cómodamente el encarecimiento de la factura de las importaciones energéticas.

Otro potente factor es la inversión internacional en nuestro tejido productivo (la llamada inversión directa extranjera). Según datos armonizados de la OCDE, España es el país de la eurozona que más inversión directa recibe, después de Francia. Además, la entrada de capital productivo se ha casi duplicado en relación a 2019 (84%), un logro en un contexto de inversión en decline a nivel global (-27%). La inversión procede sobre todo de otros países europeos, de manera similar a lo que ocurre con las exportaciones. Todo ello configura la profundización del mercado único y una relocalización en nuestro país de las cadenas de producción de algunos sectores. Es prematuro determinar si se trata de un cambio estructural como consecuencia de la desglobalización, o bien de un fenómeno pasajero.

Pero no habrá que esperar mucho tiempo para saberlo: la economía europea está dando señales inquietantes de desaceleración, poniendo a prueba el pulmón exterior. Los indicadores de gestores de compra de la eurozona han dado un vuelco inesperado, lo que sería consistente con una cierta contracción de la actividad en este inicio de verano, especialmente en la industria. En España, los datos más recientes de ventas de grandes empresas y de afiliación a la Seguridad Social, con una primera quincena de junio sorprendentemente en negativo en términos desestacionalizados, también apuntan a un menor dinamismo. Las subidas de tipos de interés están provocando una reducción de la demanda a través de toda la eurozona, como lo muestra el inquietante descenso de los préstamos bancarios de nueva concesión. Nos asomamos por tanto a una segunda parte del año menos boyante.

Con todo, los hechos evidencian el buen posicionamiento competitivo de nuestro aparato productivo, algo que habrá que cuidar ya que necesitamos un excedente externo tanto para mantener la senda de crecimiento a corto plazo, como para aprovechar el proceso de reducción de riesgos, que redunda en un acercamiento de la producción a los lugares de consumo. El tiempo dirá si este fenómeno de reducción de riesgos, o de-risking, resulta beneficioso para la economía española. De momento, las sensaciones son positivas.

PIB | El crecimiento del PIB del primer trimestre ha sido revisado al alza, desde un 0,5% inicialmente publicado hasta un 0,6%. También se ha revisado al alza una décima la tasa de crecimiento del cuarto trimestre de 2022, hasta el 0,5%. Estas dos revisiones implican que en el primer trimestre de este año se alcanzó el nivel real de PIB del cuarto trimestre de 2019 (lo supera en apenas un 0,07%). Entre los países de la UE, solo Alemania y República Checa se sitúan por debajo de ese umbral (-0,5% y -1%, respectivamente).

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

Comparte esta entrada



Leer más
los-nervios-llegan-a-la-deuda-privada

Los nervios llegan a la deuda privada

Comparte esta entrada



El nerviosismo que se ha desatado en los mercados tras el estallido de la epidemia sanitaria está penalizando las empresas más endeudadas, convirtiéndose en uno de los eslabones más frágiles de la economía mundial y una amenaza para nuestro crecimiento.

La acumulación de deuda corporativa de alto rendimiento (la de riesgo más elevado) es una de las consecuencias más llamativas, aunque insuficientemente apreciadas, de las políticas ultraexpansivas practicadas por los bancos centrales estos últimos años. Desde el inicio de la compra de bonos por el BCE en 2015, la deuda privada con baja calificación crediticia (cotizada BBB) se ha incrementado significativamente. Solo en 2019, las nuevas emisiones totalizaron cerca de 90.000 millones de euros en la zona euro.

«Con la extensión del coronavirus, los mercados han revisado drásticamente su apreciación del riesgo, dificultando el acceso a nueva financiación para muchas empresas que dependían del dinero gratis».

Si bien el total de deuda privada española ha descendido como consecuencia del esfuerzo de consolidación de las empresas tras el estallido de la crisis, esta tendencia esconde dos evoluciones contradictorias. Por un lado, una fuerte contracción de las emisiones de deuda por parte de empresas saneadas, con beneficios que superan sus compras de bienes de capital. Por el otro, un incremento de las necesidades de financiación de empresas poco rentables, que posiblemente no existirían de no tener acceso a financiación barata.

Gráfico 1

Gráfico 2

Hasta la llegada del virus, los inversores, en búsqueda de rendimientos positivos, se mostraron dispuestos a financiar empresas de dudosa viabilidad a largo plazo. Esta era una de las pocas alternativas para los ahorradores, ante la escasez de títulos de deuda privada de alta cualificación, la rentabilidad nula o negativa de los bonos públicos y la volatilidad inherente a los valores bursátiles. El creciente apetito por las inversiones de elevado riesgo se ha trasladado a los tipos de interés, reduciendo exageradamente el diferencial con respecto a las rentabilidades que ofrecen los activos seguros. Hasta el mes pasado, la prima de riesgo de los títulos BBB con respecto a los mejor cotizados se situaba en niveles reducidos, próximos a los valores precrisis.

Con la extensión del coronavirus, los mercados han revisado drásticamente su apreciación del riesgo, dificultando el acceso a nueva financiación para muchas empresas que dependían del dinero gratis. Su coste de financiación se ha incrementado un 25%. Todo ello en el peor momento para esas actividades que se enfrentan a una reducción de sus ventas y de sus maltrechos márgenes como consecuencia del parón de la economía. De prolongarse la epidemia, y de confirmarse el desafecto de los mercados, una reestructuración de ese sector empresarial de baja rentabilidad parece ineludible, con evidentes efectos sobre los fondos y entidades que participaron en su expansión.

Algo que podría agravar la desaceleración, por el impacto directo sobre el crecimiento económico y porque podría dificultar el acceso a facilidades de liquidez para pymes y empresas viables que se ven afectadas temporalmente por la escasez de suministros que ha surgido a raíz de la epidemia. La política económica se enfrenta al reto de aliviar esos desfases temporales de tesorería, y de asegurar una financiación adecuada de las pequeñas empresas, que son las que más dependen del crédito bancario. Afortunadamente, tanto el gobierno como el BCE parecen haber tomado conciencia de las nefastas consecuencias de no desplegar su arsenal de medidas específicas de liquidez.

Sin embargo, el tratamiento de la deuda corporativa de alto riesgo es más complejo. Un excesivo rigor agravaría los efectos perniciosos del virus, precipitando la recesión en economías frágiles como la italiana y con consecuencias para la española. Por el contrario, el BCE podría incorporar esos activos al programa de apoyo a operaciones bancarias de largo plazo, algo que aliviaría la situación de las empresas más endeudadas, pero plantearía un riesgo para la estabilidad financiera a largo plazo. Un dilema endiablado para el banco central, que tendrá que resolver sin la ayuda de la política fiscal europea, carente de presupuesto anticíclico, y con escaso margen propio, por no disponer de nuevos PGE.

Fuentes de los gráficos: Eurostat , BCE, ICMA y Funcas.

Artículo publicado originalmente en el diario El País.

Comparte esta entrada



Leer más
el-virus-prolonga-la-desaceleracion

El virus prolonga la desaceleración

Comparte esta entrada



La propagación del coronavirus desde China a través del planeta ha disparado las alarmas en los mercados financieros, provocando dudas acerca del impacto sobre la economía global. Los índices bursátiles se han desplomado, con pérdidas en el caso de España del 12% en la última semana. La directora gerente del FMI ha advertido de un próximo recorte de las previsiones para la economía mundial, mientras que economías renqueantes como la italiana podrían estar entrando en recesión.

Conviene, sin embargo, precisar el diagnóstico económico, porque algunas de las reacciones que se empiezan a manifestar podrían tener peores efectos que el propio virus. Según los expertos, la actual crisis sanitaria se asemeja a otras que ya ocurrieron en tiempos recientes y sus principales efectos, aunque con un importante riesgo de contagio, deberían poder contenerse. Algo que, por la multiplicación de las bajas médicas y la ralentización de la actividad productiva, golpea los intercambios e interrumpe los suministros incluso en países donde apenas hay indicios de contaminación, desorganizando las cadenas productivas de forma temporal. En el caso de España, sectores como el automóvil, el material informático, los productos farmacéuticos y la maquinaria de precisión, con un contenido en insumos importados superior al 50% del total producido, figuran entre los más vulnerables. Otra consecuencia inevitable es la cancelación de eventos como el Mobile de Barcelona y de desplazamientos, afectando el transporte, la hostelería y el conjunto del sector turístico, a las puertas de la Semana Santa.

«A falta de reformas, el contexto español no es propicio a ajustes preventivos, por la elevada proporción de empleos precarios, la escasa cultura de teletrabajo y la tendencia exagerada a ajustar plantillas frente a giros coyunturales».

Raymond Torres

Para España lo lógico sería una desaceleración más intensa de lo anticipado durante el primer semestre del año. La eurozona, por su parte, podría reducir significativamente su ya muy escaso crecimiento. A medida que los efectos del virus se disipen, la economía podría rebotar, de modo que los efectos serían limitados para el conjunto del 2020, como lo vaticina el BCE.

Este es un shock de oferta ante el cual los estímulos a la demanda, como una política fiscal expansiva o un recorte adicional de tipos, tienen poca incidencia. Lo que sí funciona es el despliegue de medidas preventivas para evitar despidos cuando el bajón es temporal, o suavizar los desajustes en el sistema de pagos entre empresas, evitando quiebras. A falta de reformas, el contexto español no es propicio a ajustes preventivos, por la elevada proporción de empleos precarios, la escasa cultura de teletrabajo y la tendencia exagerada a ajustar plantillas frente a giros coyunturales.

Pero existe otro escenario, el del miedo que se extiende por toda la economía y que ya ha empezado a manifestarse en los mercados financieros. Los inversores huyen hacia los activos considerados más seguros, que son los bonos públicos, en especial los de Alemania y EE UU. Por el contrario, disminuye ligeramente el apetito por el bono español, que si bien sigue cotizando en niveles reducidos (la rentabilidad es inferior al 0,3% para el bono a 10 años), atrae menos demanda. Sobre todo, las empresas renuncian a emitir títulos de deuda, algo que podría castigar a las que están consideradas como zombies, por arrastrar dudas sobre su viabilidad.

Gráfico 1

Gráfico 2

Fuente: Eurostat y Comisión Europea.

Por fortuna, esas aprensiones no se han propagado todavía a la economía real. Hasta mediados de febrero, la confianza de los consumidores se mantenía y no se detectaba una caída de los índices de sentimiento económico. Los gobiernos pueden fortalecer ese dique de contención, apoyando el sistema sanitario —siendo el de España uno de los mejores del mundo—, y evitando una escalada proteccionista, como el cierre de fronteras como algunos propugnan. El entorno internacional, ya debilitado por las tensiones comerciales, se deteriora. Alemania y Francia podrían bordear la recesión en el inicio de 2020, y otros como Italia recaer en ella. Por tanto, en España la desaceleración será más intensa de lo previsto en los próximos meses. Sin embargo, existen mecanismos para limitar los efectos a más largo plazo. Y para prevenir el miedo, cuya extensión sería peor que el propio virus.

Comparte esta entrada



Leer más
incertidumbre-radical

Incertidumbre radical

Comparte esta entrada



Algunas de las señales precursoras de un crecimiento menos renqueante se han confirmado, y solo un nuevo “cisne negro” —como una expansión incontrolada del coronavirus desde China— podría desmentir la leve recuperación que vaticinan los principales analistas para la segunda parte del año. La confianza repunta en Europa, y se mantiene en niveles relativamente elevados en España, según el índice de sentimiento económico de enero que acaba de divulgar la Comisión Europea. Habida cuenta de la relación estrecha entre este indicador y las principales variables económicas, el crecimiento en la zona euro se acercaría a un punto de resistencia, suavizando la desaceleración en nuestro país.

Gráfico 1

Gráfico 2

La confianza se sustenta en factores que ya se habían advertido, como la tregua comercial y los esfuerzos de renovación del aparato industrial, en especial en el sector del automóvil. Y en otros que se confirman, como la resistencia que muestra el mercado laboral. La tasa de paro sigue disminuyendo en Europa, pese a estar en plena desaceleración. Y en España, según la Encuesta de Población Activa, el empleo avanzó un 0,5% en el cuarto trimestre, lo que deja la creación de puestos de trabajo en más de 400.000 para el conjunto del año. Junto con el incremento cercano al 2% del salario medio, el buen comportamiento del empleo sostiene la demanda de las familias. También destaca el aumento de la población activa en 290.000 personas, un resultado que, de prolongarse en los próximos ejercicios, elevará el potencial productivo y fortalecerá la financiación de las pensiones.

El sector externo también evoluciona mejor de lo esperado. Los datos de balanza de pagos presentan un incremento moderado de las exportaciones, en consonancia con los mercados mundiales, pero como las importaciones crecen a un ritmo menor, la balanza sigue arrojando un saldo positivo. Así pues, el superávit externo rondó los 22.000 millones hasta noviembre, otro sorprendente dato que sustenta la confianza.

La estimación del INE para el PIB en el cuarto trimestre avala estas tendencias, con una leve mejora del crecimiento sostenida por el sector externo y que permite cerrar el año con un 2% de crecimiento, una décima más de lo anticipado en el consenso de analistas de Funcas y cerca del doble de la media de la eurozona.

Sin embargo, la economía siempre se enfrenta a brotes de incertidumbre radical, es decir difícil de predecir ni de cuantificar. Así pues, el estallido de la crisis sanitaria en China podría amenazar el incipiente repunte de la actividad. Las comparaciones con la crisis del SRAS que se desató en 2003 son engañosas. Desde entonces, la economía china ha sextuplicado su tamaño, pasando a ser la principal potencia mundial después de EEUU. Y el número de turistas chinos que viajan por el mundo se ha multiplicado por 6,7. Además, el país más poblado del mundo ya arrastraba una acumulación de deuda del sector privado. Con la crisis sanitaria, se agudizan los riesgos de impago para la estabilidad financiera y el crecimiento en ese país.

Si bien los vínculos directos entre China y España son todavía limitados (exportamos menos a ese país que a Bélgica), una parálisis de los intercambios lastraría la recuperación global y socavaría la confianza.

Por lo pronto, el consenso de analistas de Funcas considera que el entorno externo no se deteriorará durante los próximos meses, de modo que la economía española podría todavía crecer un 1,6% en 2020. Sin embargo, estas previsiones no incorporan las consecuencias de un posible deterioro de las expectativas como consecuencia una extensión de la crisis sanitaria. Tampoco incluyen las orientaciones de los próximos presupuestos generales, ni la senda marcada para el déficit público en el presente ejercicio, tras un 2019 desaprovechado para la corrección de los desequilibrios. La inversión es la principal variable a vigilar, por su sensibilidad a un deterioro imprevisible de las expectativas. Y porque, en un entorno de incertidumbre radical, no es fácil realizar previsiones a partir de la experiencia pasada.


Fuentes de los gráficos: INE, Comisión Europea, Markit Economics y Funcas.

Comparte esta entrada



Leer más
guinos-a-la-economia-y-una-sombra

Guiños a la economía y una sombra

Comparte esta entrada



El pulso de la economía late al ritmo de la desaceleración, sin grandes cambios con respecto al pasado ejercicio, y sin embargo aparecen algunas señales de reactivación que, de confirmarse, podrían reservarnos una sorpresa. De momento, el crecimiento palidece y durante los dos próximos trimestres podría situarse por debajo del 1,9% alcanzado en 2019 como consecuencia de la cuasi crisis en buena parte de la industria y del estancamiento del comercio internacional. Tanto la producción industrial como los indicadores avanzados del sector apuntan a una actividad deprimida en el arranque de 2020.

Por su parte, los servicios mantienen su buena tónica, aunque sin evitar la pérdida global de vigor. El principal índice de actividad del sector divulgado esta semana por el INE muestra un incremento en noviembre del 2,6% con respecto a un año antes, y los indicadores avanzados para el inicio de 2020 van en la misma dirección.

Los brotes verdes provienen, en primer lugar, del sector del automóvil. En diciembre la producción se incrementó un sorprendente 21% y las exportaciones lo hicieron a un ritmo similar, principalmente por el dinamismo en el segmento de vehículos híbridos y eléctricos. El sector se está adaptando a los cambios en las pautas de movilidad y en la demanda, cada vez más concienciada de la importancia de la lucha contra el cambio climático. Y los gobiernos, tras un periodo de incertidumbre, empiezan a despejar el horizonte normativo.

La pausa en el conflicto comercial entre EE UU y China es otro paso en la buena dirección, y motiva que el FMI vaticine un próximo repunte de los intercambios internacionales. Esto aportaría algo de aire a la economía mundial, en especial en Alemania, uno de nuestros principales mercados, que doblaría su crecimiento con respecto a 2019.

Además, ante la ausencia de presiones inflacionistas, los bancos centrales mantienen sus economías bajo perfusión monetaria. Para Europa esto significa la persistencia de tipos de interés excepcionalmente bajos durante los dos próximos años, por lo menos, y la inyección de copiosas dosis de liquidez. Todo ello contribuirá a sostener el crédito y la actividad, aunque a cambio de nuevos riesgos en materia de estabilidad financiera. Prueba de ello, el volumen de transacciones en el mercado interbancario de liquidez —que es donde se determinan los principales tipos de interés como el euríbor, que sirve de referencia para las hipotecas—se ha desplomado. Esto nos expone a fenómenos de volatilidad financiera, como ocurre en EE UU desde septiembre pasado.

«[El déficit público] no condiciona la expansión, por la comodidad de las condiciones de financiación de la deuda. Sin embargo, nos dejaría con poco margen de maniobra si las señales de recuperación no se confirmaran o el entorno externo se complicara».

Raymond Torres

Con todo, se prevé un crecimiento del 1,5% para el conjunto de 2020. Fruto de la leve recuperación global anticipada por los principales organismos internacionales, la desaceleración de la economía española podría tocar fondo durante la segunda parte del año, facilitando un repunte en 2021. La inversión en equipo se mantendrá como uno de los componentes más dinámicos.

Gráfico 1

Gráfico 2

El principal escollo viene del nivel heredado de déficit público. Durante los tres primeros trimestres de 2019, el desequilibrio acumulado alcanzó cerca de 19.000 millones, frente al objetivo para todo el año de 25.000 millones (según el plan presupuestario de octubre). Las informaciones disponibles de ejecución presupuestaria, que confirman la pauta de todos los anteriores cierres de ejercicio, muestran que el agujero para el conjunto del año sería de no menos de 31.000 millones. Es decir, 2,5% del PIB, medio punto por encima del objetivo e incluso tres décimas más que la estimación de Airef realizada tan solo el mes pasado.

Esta posición, si bien decepcionante con respecto a las expectativas, no condiciona la expansión, por la comodidad de las condiciones de financiación de la deuda. Sin embargo, nos dejaría con poco margen de maniobra si las señales de recuperación no se confirmaran o el entorno externo se complicara. Por tanto, la presentación de los nuevos presupuestos generales sería una buena ocasión para diseñar un plan estratégico de contención de los desequilibrios a medio plazo. Lo que importa es el realismo de los objetivos y la credibilidad de los mecanismos de seguimiento.

Fuentes de los gráficos: INE, Gobierno y Funcas

Comparte esta entrada



Leer más
tres-reformas-inaplazables

Tres reformas inaplazables

Comparte esta entrada



En un contexto tan incierto como el actual, y ante la recomposición del tejido productivo de las economías avanzadas como consecuencia de la revolución digital, la transición ecológica y la amenaza proteccionista, la confianza se ha convertido en un factor clave de la coyuntura. Las decisiones de consumo de las familias, la inversión empresarial y el clima de negocios, están fuertemente determinados por la percepción de que los gobiernos son capaces de acompañar los cambios y así preparar un futuro mejor.

Gráfico 1

Gráfico 2

Fuentes de los gráficos: Funcas en base a Davis, Steven J.; y Eurostat.

Esto se consigue principalmente con reformas, cuya necesidad es alevosa en nuestro país, tras cerca de cinco años de inercia. Por supuesto, algunas reformas como la laboral o la del sistema fiscal que pueden provocar resistencias entre los que temen ser perjudicados, requieren de fuertes dosis de diálogo. Sin embargo, otras tienen por objetivo la corrección de ineficiencias, sin plantear importantes conflictos distributivos, y por tanto su concreción no debería demorarse.

Un ejemplo es la colocación de personas desempleadas, un sistema que en España sufre de disfunciones estructurales. Prueba de ello, algunos sectores se enfrentan a dificultades para encontrar personal cualificado, una situación incomprensible teniendo en cuanto que nuestra tasa de paro todavía ronda el 14%, y que podría generar cuellos de botella en la expansión.

Las mejores prácticas, tanto en nuestro país como a nivel internacional, muestran que las oficinas de empleo pueden jugar un papel fundamental en la “activación” de parados en riesgo de exclusión. La regularidad de los contactos entre los orientadores y los parados en el marco de planes de apoyo individualizados es uno de los ingredientes del éxito en la colocación. Otro es el despliegue de personal de las oficinas en el mundo empresarial, de modo que identifiquen las necesidades del mercado laboral y los obstáculos a la contratación. Es evidente que la creación de una plataforma de empleo, gracias a la tecnología digital y la inteligencia artificial, mejoraría la adecuación entre oferta y demanda y ayudaría a reducir el paro, como lo muestran las experiencias llevadas a cabo en Dinamarca y Reino Unido.

«Ante la probable creación de un fondo europeo para la transición ecológica, sería útil agilizar la cooperación público-privada en nuestro país, y a la vez crear una fiscalidad verde que ofrezca previsibilidad a los inversores privados»

Raymond Torres

Otra reforma que tampoco parece traumática es la de la financiación de las empresas. Las normas contables y las prácticas establecidas en muchos países como el nuestro tienden a privilegiar los activos tangibles –en especial aquellos asociados al “ladrillo”—como colateral para obtener financiación. Esta situación perjudica a las empresas innovadoras en los sectores de la tecnología y las pequeñas empresas que, pese a su potencial de crecimiento, no están respaldadas por un volumen suficiente de activos físicos. Según un estudio de la OCDE, el reconocimiento a efecto de concesión de créditos de activos intangibles ha facilitado la innovación y la actividad económica en EEUU y Corea del sur. En Francia, el número de start-ups de inteligencia artificial se incrementó un 38% en 2019, fruto de la creación de “aceleradores” de innovación y de la racionalización de la fiscalidad sobre el trabajo autónomo y la pequeña empresa.

Finalmente, ante la probable creación de un fondo europeo para la transición ecológica (cerca de 100.000 millones, para el conjunto del periodo presupuestario), sería útil agilizar la cooperación público-privada en nuestro país, y a la vez crear una fiscalidad verde que ofrezca previsibilidad a los inversores privados. La gradualidad de esos ajustes es clave para prevenir un brusco y contraproducente encarecimiento de las energías no renovables, e incentivar la aparición de alternativas viables.

Estas, y otras muchas reformas de eficiencia (reducción de las exoneraciones fiscales, portabilidad de los derechos a pensión entre diferentes tipos de empleo, armonización de las prestaciones no contributivas, etc.), apenas tienen incidencia en las arcas públicas. Y, sin embargo, si se cuida el diseño, funcionan. Su rápida puesta en marcha alejaría los malos augurios, frenaría la desaceleración y abriría el camino a reformas que, aunque ineludibles, plantean conflictos de intereses o dilemas entre diferentes objetivos.

Comparte esta entrada



Leer más
asi-entra-la-economia-espanola-en-2020

Así entra la economía española en 2020

Comparte esta entrada



Nuestra economía se acerca a un punto de
inflexión, y corre el riesgo de agudizar su desaceleración, si bien un repunte
providencial no es descartable. Los datos revisados de crecimiento traducen una
pérdida de ritmo más acusada de lo anticipado por algunos analistas y el propio
gobierno. Salvo una improbable aceleración de la actividad en el cierre del año
pasado, todo apunta a un avance del PIB del 1,9% en 2019. Un resultado que,
pese a casi doblar la media europea, se sitúa medio punto por debajo del
registro de 2018.

El deterioro del entorno externo —frenazo de la eurozona, unido al enfriamiento de los mercados internacionales— es el principal responsable de la desaceleración, por el impacto directo sobre las exportaciones, y su propagación a los sectores más dependientes de los intercambios con el exterior.

«A falta de concreción acerca de los Presupuestos Generales del Estado, parece difícil mantener un gasto expansivo en 2020, además de plantear un problema de credibilidad de los compromisos presupuestarios y de deuda, como viene produciéndose en los últimos años».

Raymond Torres

Pero también se echa en falta una
estrategia que ayude a la industria a sortear la recesión que la atenaza. Las
expectativas son negativas a corto plazo, como lo muestra el principal
indicador avanzado (índice PMI de gestores de compras de las manufacturas), que
apunta a una caída acelerada. La construcción también se resiente de ese
deterioro de las anticipaciones y del agotamiento del ciclo inmobiliario.  

Gráfico 1

Gráfico 2

Estos resultados se producen pese al carácter expansivo del gasto público, que muestra un incremento cercano al 4,5%, uno de los más elevados desde que se inició la recuperación. El revés de la medalla es el déficit de las administraciones, que se estanca en torno al 2,5% del PIB (estimación de Funcas). Descontando el pago de intereses, el agujero fiscal podría haberse agravado. A falta de concreción acerca de los Presupuestos Generales del Estado,  parece difícil mantener un gasto expansivo en 2020, además de plantear un problema de credibilidad de los compromisos presupuestarios y de deuda, como viene produciéndose en los últimos años.  

«Se confirman los síntomas de debilitamiento del empleo. Se puede inferir que la economía está creando menos de la mitad de los puestos de trabajo que generaba en ejercicios anteriores. Sin duda los consumidores lo tendrán en cuenta en sus decisiones de gasto en los próximos meses».

Raymond Torres

Por otra parte, se confirman los síntomas
de debilitamiento del empleo. Con datos desestacionalizados de afiliación de
noviembre y diciembre, se puede inferir que la economía está creando menos de
la mitad de los puestos de trabajo que generaba en ejercicios anteriores. Sin
duda los consumidores lo tendrán en cuenta en sus decisiones de gasto en los
próximos meses.         

Pese a todo, la expansión tiene todavía
recorrido. Y es que no se perciben signos anunciadores de una posible recesión.
Esta suele venir de la mano de un exceso de demanda con respecto a la capacidad
productiva (que acaba erosionando la competitividad y generando un
desequilibrio de las cuentas externas), o como consecuencia de un
sobre-endeudamiento del sector privado. Nada de eso está ocurriendo. La balanza
externa arroja un sólido superávit, uno de los mayores logros de los últimos
años, y la inflación es muy reducida, incluso inferior a la de los países más
ortodoxos en materia de contención de los precios. En cuanto a la deuda
privada, su nivel es de momento sostenible tanto para las familias como para las
empresas, especialmente en un entorno de tipos de interés casi nulos.   

Una de las bazas más destacadas es la
inversión en maquinaria y equipo, que se muestra resiliente ante el deterioro
general (en el tercer trimestre progresó un vigoroso 4%), sustentada en las
favorables perspectivas de demanda y la saneada situación financiera de muchas empresas.
Otro resultado esperanzador es que los productores españoles ganan cuotas frente
a la competencia extranjera, tanto en los mercados de exportación como en los
internos. Esta circunstancia podría frenar la desaceleración, en la medida que
el entorno externo, y en especial el europeo, se recuperan (algo que por ahora
no está garantizado).  

Poner en valor estas ventajas es sin duda la principal función de la política económica para el nuevo año. Una tarea que pasa necesariamente por un debate de fondo en torno a los próximos presupuestos, para quebrar la espiral de la desaceleración.  

Fuentes de los gráficos: Markit Economics, INE, M. de Trabajo y Funcas.

Comparte esta entrada



Leer más

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies