Se está tratando de acercar posiciones con el norte europeo, los llamados países frugales, para que den el brazo a torcer y apuesten por el plan diseñado por la alianza francoalemana en la constitución del fondo de 750.000 millones de euros en favor de los países más afectados de la crisis.
Pero ni las transferencias propuestas del fondo ni el criterio para ser beneficiario de las mismas terminan de convencer al norte europeo que prefieren un diseño más claro y más vinculado a obligaciones explícitas en forma de deuda. A día de hoy, del total de transferencias que están previstas, Grecia, Italia y España representarían cerca del 50% de la dotación.
Específicamente, tenemos que Finlandia, Holanda, Dinamarca y Austria estarían buscando el compromiso sobre la cantidad de dinero que se recaudaría, cómo se recaudaría (vía los mercados financieros o vía impuestos) y cómo será gastado (a través de subvenciones o préstamos).
España entra en la discusión como uno de los grandes beneficiarios y, a su vez, un país que necesita unas grandes reformas, más específicamente en la contención del déficit público de las Administraciones Públicas.
El norte europeo no quiere saber nada del déficit abultado de España que en el año anterior, incluso, se incrementó hasta el 2,7%, rompiendo la senda de reducción de los últimos años. El déficit de la Seguridad Social que asciende al 1,34% del PIB, 16.000 millones de euros. Recordemos que actualmente el fondo de la Seguridad Social debe acudir a los Presupuestos Generales del Estado para atender a los pagos de las pensiones, debido al agotamiento de la hucha de las pensiones.
En parte, las transferencias de Europa irían el sostenimiento de las pensiones, y es en ese punto en el que surgen las discrepancias ya que ese desequilibrio le compete a España y prefieren que se establezca una reforma para que cuadren ingresos y gastos del sistema. Recordemos que el gobierno de Pedro Sánchez, sin presupuestos en mano, no le tembló el pulso para revalorizar las pensiones en función del IPC, lo que dificulta la consecución de la estabilidad presupuestaria en la Seguridad Social a largo plazo.
Los problemas estructurales en materia de desempleo han sido propios del histórico mercado laboral español. La falta de flexibilidad laboral del mercado español ha sido la principal causa de un desempleo estructural del 17%. Para más inri, desde el Gobierno español se difunden mensajes sobre que hay que derogar la última reforma laboral. Hoy España tendría un desempleo del 36% si incorporamos 3,14 los datos de desempleo y los ERTEs afectados.
Si hablamos de dinero, en el mes de mayo se gastó 4.948 millones de euros en prestaciones, y en lo que va de año ya hemos gastado 15.600 millones de euros ¿debe el norte contribuir al pago de las prestaciones de desempleo cuando es más un problema estructural?**
Por otra parte, tenemos la reciente aprobación del Ingreso Mínimo Vital, co. Un presupuesto estimado de 3.000 millones de euros. Una renta de apoyo desde un punto de vista centralista (las comunidades autónomas ya ofrecían las Rentas Mínimas de Inserción) que concede a aquellos ciudadanos más perjudicados por la crisis económica una renta para poder hacer frente a los gastos sin caer en la pobreza.
Pero norte europeo no quiere financiar estas cuestiones. Desde su punto de vista, los gastos de Pedro Sánchez llevarían a que la Comisión Europea sumará préstamos y dejaría a las generaciones futuras cargadas de deudas. Por parte de Finlandia se está exigiendo cambios en el instrumento de regulación, presionando para que el volumen sea inferior y que la proporción de los préstamos simplemente sobre la proporción de transferencias y que esos mismos préstamos se devuelvan un periodo más corto que los 30 años programados.
El problema para acordar el criterio del fondo
La pandemia ha impactado particularmente en los países del sur de Europa y se beneficiarían de las ayudas, mucho más que en los países más pobres del Este, que tradicionalmente han sido los grandes beneficiados de las ayudas de la Unión Europea. Ellos han logrado contener la expansión del virus y consiguieron reabrir sus economías relativamente rápido.
Las estimaciones actuales sugieren que Italia, España, Polonia y Grecia serían los países más beneficiados del fondo. Curiosamente en este grupo entraría Polonia que se presupone que tendrá la recesión menos severa dentro de los países de la Unión Europea.
Esto sucede porque el fondo de recuperación asigna el dinero en base a tres criterios económicos principales: el PIB de un país, el PIB per cápita y su nivel de empleo promedio entre 2015 y 2019.
El criterio del desempleo es el más cuestionado ya que no guarda relación con el cierre que ha vivido las economías sino más bien con problemas estructurales internos. Desde la Comisión Europea se apunta al que los países con un ingreso per cápita más bajo y con una alta tasa desempleo reflejan los desafíos económicos y sociales más problemáticos de cara al futuro.
El norte de Europa no está de acuerdo con el diseño del fondo, ya que argumentan que no existe una conexión directa con la pandemia. Esto lo podemos entender al reflejar un caso, el de Bélgica. El país destaca por los altos índices de mortalidad en que ha visto cómo lograba la peor relación muertes por habitante en la Unión Europea. Curiosamente, con los criterios establecidos, recibirán las cantidades más bajas del fondo.