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¿De verdad #SalimosMásFuertes? Los datos indican lo contrario

El Gobierno ha estado comprando las portadas de los principales medios de comunicación de prensa escrita, lanzando un mensaje: #SalimosMásFuertes. Un lema que forma parte de la propaganda del Gobierno de PSOE-UP pagado por el contribuyente.

Pura propaganda como vimos recientemente con el CIS hace una semana, en el que se apuntaba que un 70% de los encuestados estaría satisfecho con su economía personal. Un incremento debido a que en el mes de abril el número de satisfechos era del 69% y en marzo de solo el 35,8%.

Lo peor de todo no es que estos mensajes estén financiados por el contribuyente, sino que se financia una mentira.

No, no salimos más fuertes… No solo porque el número de casos o muertes relativo a la población nos posiciona entre los países líderes mundiales, sino que tenemos los peores datos económicos en décadas y las previsiones económicas para este año, se encuentran entre las peores entre los países desarrollados.

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Por ello, vamos a señalar los diferentes datos económicos que demuestran cómo se ha hundido la economía española, un hecho estrechamente vinculado a la gestión del propio Gobierno durante la crisis.

Contracción económica del 9,5%

En primer lugar, se prevé que debido a las estrictas medidas de confinamiento aplicadas en España en respuesta al brote, den lugar a una contracción económica sin precedentes. Unas medidas que fueron aplicadas como mecanismo de última instancia ante la incompetencia de ejecutar medidas de prevención al igual que hicieron países como Alemania o Corea del Sur y que permitieron poner freno a la expansión del coronavirus.

Al inicio de este año se esperaba que la economía española creciera un 1,6% del PIB. Si contextualizamos esta previsión, había sido revisada a la baja mientras que el resto de previsiones de los países desarrollados se habían revisado a la alza ante una expectativa de mayor crecimiento de la economía global. Por lo tanto, ya partimos de una situación de debilidad relativa.

Los indicadores de enero y febrero apuntaban a un ritmo de crecimiento sin cambios en comparación con el último trimestre de 2019. Sin embargo, el grave brote de la pandemia en el país a principios de marzo, dio lugar a estrictas medidas de confinamiento, que culminaron con la suspensión de todas las actividades no esenciales durante dos semanas.

Si tomamos como hipótesis un levantamiento gradual y selectivo de las restricciones más severas a partir de mediados de mayo, que es la hipótesis contemplada por la Comisión Europea, se espera que la economía experimente una contracción aún más pronunciada en el segundo trimestre, antes de experimentar un fuerte repunte en el segundo semestre de 2020 a medida que se reanude gradualmente la actividad.

Para el año en su conjunto, se prevé que el PIB disminuya en casi un 9,4%. El segundo peor dato de crecimiento económico dentro de las economías desarrolladas solo superado por Italia.

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En otras palabras, entre una previsión y otra existe una distancia de diez puntos de crecimiento que se han evaporado y lideramos los peores puestos de crecimiento global.

¿Un desempleo del 34%?

El mercado laboral ha sido históricamente un problema para la economía española con un desempleo estructural del 17%. Si bien la última reforma laboral mejoró sustancialmente los datos de crecimiento del empleo y ligeramente el problema de precariedad, la crisis y la incertidumbre que está trasladando el actual Gobierno, hacen que el futuro del desempleo sea muy oscuro.

Con el Estado de Alarma, muchas empresas han utilizado la figura de los ERTEs para rebajar temporalmente su estructura de costes laborales. La finalidad de esta figura es que se puedan limitar la pérdida de puestos de trabajo y apoyar los ingresos de los hogares durante la etapa de recesión.

No obstante, la utilización generalizada de esos planes no ha impedido una rápida caída del empleo, que afecta en particular a los trabajadores temporales.

Se prevé que la tasa de desempleo aumente rápidamente hasta situarse por encima del 20% al finalizar el año, lo que amplificará la conmoción de la economía. Si sumamos los casi cuatro millones de desempleados a los tres millones afectados por el ERTE, iríamos a un desempleo del 34%.

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Es un absurdo tratar de comunicar a la población que salimos más fuertes con este nivel de datos en el mercado laboral y justo después de experimentar el peor mes de abril del histórico, con un incremento de 282.891 desempleados.

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Se espera que la recuperación del mercado laboral sea más lenta en medio de una gran incertidumbre, la debilidad de los balances de las empresas y el impacto desproporcionado de la crisis en los sectores de gran intensidad de mano de obra, como el comercio minorista y la hostelería.

No era suficiente el drama del mercado laboral que se está viviendo… el gobierno lanzó un pacto (seguidamente desmentido/matizado) con Bildu, que pretendía revertir toda la reforma laboral llevada a cabo en 2012 bajo el compromiso de la abstención para mantener el Estado de Alarma.

Un hecho que traslada una gran incertidumbre adicional a los agentes económicos que deberían de tener un escenario legislativo claro en materia laboral para poder reanudar la contratación, en la medida de lo posible.

El déficit desbocado al 10% del PIB

El Gobierno del PSOE ya cometió el error el año pasado en romper la senda de reducción del déficit e incrementarlo hasta el 2,8% del PIB. Aunque este error, viene tras una senda de déficits elevados que posicionaron a España como el país con mayor desequilibrio presupuestario dentro de la Unión Europea.

Por lo tanto, la situación de partida ya era negativa… pero es que en este año, se espera que la recepción tengo un impacto sustancial contra las finanzas públicas del Gobierno junto la previsión es que la contracción de las bases impositivas lleve consigo a una importante disminución de los ingresos públicos, mientras que el incremento del desempleo y el uso generalizado de los ERTEs deberían llevar a grandes incrementos de transferencias sociales.

Si miramos el lado de los gastos vemos un claro incremento. Tenemos que aquellos relacionados con la atención sanitaria se han incrementado sustancialmente, pero, a ellos, debemos añadir los incrementos de las pensiones, los salarios de los empleados públicos que fueron aprobados a principios del año… Una aprobación sin Presupuestos Generales del Estado en mano.

Por todo ello, según las previsiones actuales, deberíamos acercarnos a un déficit del 10% del PIB al finalizar 2020, aunque después podría reducirse hasta el 7% debido a la no aplicación de partidas extraordinarias como la atención sanitaria por su enfoque temporal durante la crisis del COVID-19.

Debido al gran déficit público y a la grave contracción del PIB, se prevé que la relación entre la deuda pública y el PIB aumente en unos 20 puntos porcentuales, del 95% en 2019 a casi el 116% en 2020, antes de disminuir a alrededor del 114% en 2021.