Vivimos una crisis energética como la de los 70: las medidas de entonces que quizá veremos pronto
Estamos inmersos en una etapa inflacionista probablemente nunca vista en España. Al aumento de precios del pasado año por la salida de la crisis del COVID se suma una inesperada guerra en Ucrania que ha puesto el mundo patas arriba y los precios por las nubes.
Sobre todo, por la subida del coste de la energía. Al de la luz (ha llegado hasta 700 euros el megavatio) se une el de la gasolina, que en España ya ha rebasado la cota histórica de los dos euros por litro. Cifras nunca vistas que tienen temblando a los ciudadanos porque el problema no tiene pinta de acabar a corto plazo.
La dependencia europea del gas ruso y del petróleo está ya pasando factura, y nunca mejor dicho, a Europa, que no sabe cómo contener esta galopada de los precios. Porque si se veta el combustible ruso y se opta por importar de otros lugares, evidentemente los precios de otras fuentes de energía suben.
Vaya, una tormenta perfecta para dejar el bolsillo del consumidor temblando todavía más. ¿Se puede hacer algo para paliar esta situación? Josep Borrel ya ha recomendado contener el uso del gas en los hogares, ¿pero es esto suficiente?
Lo que pasó en los 70
El Gobierno está poniéndose manos a la obra ante el peligro que tiene esta situación en la economía española. Está claro que la guerra nos va a hacer más pobres, pero el objetivo es no dejar que sea demasiado.
Por ello, ha puesto sobre la mesa la posibilidad de poner en marcha una reserva de bienes estratégicos para no depender tanto del exterior y no perjudicar tanto a los ciudadanos cuando sucedan conflictos de este tipo.
Pero claro, hasta que esto se ponga en marcha, si es que sucede, la subida del coste de la vida no cesa. Por lo que quizá toque mirar hacia atrás en el tiempo para ver si podemos tomar ejemplo de épocas pasadas.
La situación más similar a la actual fue la crisis del petróleo de los 70. De hecho, fueron dos crisis seguidas que hicieron mella en el crecimiento tan grande que vivía España con la salida del franquismo (era el país de la UE que más crecía).
Una de las decisiones que se tomó en esa época fue subir los salarios al hilo de los precios, pero eso acabó condenando al Estado, que para no repercutir el coste de la energía en los consumidores en total lo asumió aumentando el déficit.
Por eso, cuando se puso en marcha el gobierno de Adolfo Suárez tuvo que atajar la situación porque todo se iba al traste. Así, se puso en marcha una política económica de restricción y contención, bajando sueldos y precios y con algo fundamental que ahora no podemos hacer: devaluar la peseta. El euro no lo permite, por lo que esta opción no es viable.
Una medida que dura hasta hoy es la del cambio de hora, para ajustar la producción y, la vida, en general, a las horas de luz e intentar ahorrar lo máximo posible. Pero eso ya no se puede volver a repetir.
Las medidas que impuso el mundo en una situación límite
Si bien hay medidas que se podrían copiar, aunque habría que poner todo el mundo su granito de arena para que surtieran efecto, pues hablamos de medidas duras, de racionamiento. Por ejemplo, en Estados Unidos los conductores de vehículos cuyas matrículas acabaran en número impar (o matrículas personalizadas) fueron autorizados a adquirir carburante solo en los días impares del mes, y la misma norma se aplicó a los propietarios de vehículos con matrículas pares.
Además, en algunos estados se utilizaron carteles y banderas de tres colores diferentes para indicar la disponibilidad de gasolina en las estaciones de servicio. Una bandera verde indicaba venta ilimitada de gasolina, una amarilla restricciones y racionamiento, y una roja indicaba que no se disponía de gasolina, pero la estación estaba abierta para otros servicios.
Por otra parte, Nixon redujo en 1974 el límite de velocidad a 90km/h y se creó una reserva de energía, lo que Sánchez quiere poner en marcha. Igualmente, el sector de la automoción tuvo que reducir el tamaño de los vehículos, para que gastaran menos.
En Reino Unido, por su parte, la situación fue tan dramática que el Gobierno redujo la semana laboral a tres días. Además, se prohibió iluminar escaparates, se limitó la actividad de bares y restaurantes y la televisión solo podía emitir hasta las 22.30 horas. El tráfico se convirtió en un caos, pues se apagaron los semáforos.
En Europa, de forma general, se pusieron en marcha medidas comunes en algunos países, como la prohibición de volar, navegar o conducir los domingos. De hecho, Países Bajos fue más lejos que nadie al imponer penas de prisión si se utilizaba el coche para algo que no fuera trabajar.
Así fue como, poco a poco, se pudo enmendar una situación muy grave. ¿Puede España poner en marcha medidas así? Se derrocha mucha al día y urge cambiar esa mentalidad, con mucha pedagogía e incluso alarma, pues la situación es grave y lo requiere. Pero, ¿será suficiente? ¿o tendremos que llegar a medidas tan drásticas como las vistas anteriormente?