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Olvídate de Turquía: Madrid es la nueva meca de trasplante de pelo

Tiempo atrás cuando nos planteábamos la opción de hacernos un trasplante de pelo nos veíamos obligados a viajar al otro lado del mapa, con el consecuente desembolso de dinero acarreado por un largo viaje, estancias y otros menesteres. Sin embargo, la situación ha cambiado radicalmente y ahora tenemos otras opciones mucho más viables sobre la mesa.

Cuando el mundo se vio afectado por una pandemia, nuestras costumbres cambiaron tajantemente, tuvimos que acomodarnos a una nueva forma de entender la vida. Esto ha sido lo que ha sucedido con las clínicas capilares, y es que con la llegada del Covid-19 nos volvimos mucho más temerosos a la hora de viajar, y sobre todo más precavidos para salir de la Unión Europea.

A raíz de esta nueva situación social, Madrid ha aprovechado el tirón y la capital ha abierto numerosas clínicas destinadas a la salud capilar. En este artículo conoceremos que ha llevado a Madrid a convertirse en la cuna de la medicina capilar y cuál es el volumen de negocio que manejan en la actualidad.

La salud capilar

España es el país con mayor número de ciudadanos de Europa con problemas de calvicie, solo por detrás de República Checa. De este modo, sobre el 50% de la población española padece algún problema de alopecia, que contrasta llamativamente con el 19% que se registra en China.

La salud capilar es un asunto que cada vez preocupa más al grueso de la población, y es que un 20% de éstos ven en su alopecia un problema mayor o incluso traumático. Destaca en este sentido, la población masculina comprendida entre los 25 y los 45 años. En cifras generales, el 80% de los hombres y el 25% de las mujeres sufren pérdida genética del cabello.

Así los datos recogidos pertenecientes al 2021 muestran que cerca de 3,4 millones de personas en todo el mundo se hicieron trasplantes de cabello, frente a los 2,6 millones que lo hicieron en 2019, cifras que revelan la importancia que está cogiendo el sector.

Turquía pierde en profesionalidad

Turquía manejaba antes de la llegada del coronavirus el mercado capilar, y es que antes de la pandemia sobre 400.000 extranjeros en general, y 15.000 españoles en particular, viajaban hasta el país de Oriente Medio para solucionar sus problemas capilares.

Turquía supo abrirse camino en un mercado que antes solo estaba reservado para aquellos más pudientes, abaratando precios y haciéndolo mucho más accesible. Sin embargo, cuando el negocio prosperaba también lo hicieron las malas artes, y es que la calidad y la profesionalidad se vieron altamente perjudicados con la aparición de más de 1.000 centros ilegales.

Madrid, siempre a la vanguardia

La capital de España tiene un peso importante dentro del continente europeo, no obstante la ciudad siempre está avanzando en turismo, gastronomía, arte y cultura. Madrid es un referente para millones de visitantes de todo el mundo que buscan satisfacer sus necesidades, entre ellas también las referidas a la salud.

En el trasplante de pelo, Madrid también se ha abierto hueco y ahora le hace la competencia a Turquía, el que era hasta ahora el país por antonomasia del cabello. La ciudad ha abierto mercado y es que la mejora de técnicas y la optimización de sus precios han hecho que cada vez se convierta en un destino más demandado para quienes buscan mejorar su salud capilar.

Madrid crece en medicina capilar

Todos estos factores han llevado a que la demanda se haya multiplicado en un 300% en nuestro país en solo un año. Los profesionales del sector afirman encontrarse en una situación de mucho trabajo, con listas de esperas que en ocasiones superan los tres meses y con la necesidad de contratar a nuevos especialistas y enfermeros para poder satisfacer tanta demanda.

La alopecia ya no te obligará a viajar a miles de kilómetros, ahora Madrid es el referente europeo, y es que aunque sus precios son algo más caros, la eliminación del viaje y la consiguiente reducción de costes le hacen ser una alternativa muy económica. En este sentido, el coste de un injerto de pelo dependerá de la clínica que escojas para tal fin o del tipo de implante que necesites, no obstante el solo ahorrar el viaje y la estancia, ya compensan hacerlo en la capital española.

Según la intervención necesaria de cada paciente, los precios pueden variar pasando de los 1.500 euros aproximadamente que puede acarrear cubrir cejas o algunas zonas de la barba, los 2.000 euros por rellenar entradas hasta los cerca de los 3.000 euros para regenerar el cabello.

Sin embargo, si un hecho la ha colocado por delante de Turquía es la seguridad de sus clínicas. Cuenta con profesionales especializados en la materia y unos espacios altamente cuidados y preparados. Así, a diferencia de Turquía donde no suelen operar médicos, en España sí que son profesionales de la medicina quienes realizan estas intervenciones.

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Turquía eligió tanques en vez de mantequilla, ahora su inflación está disparada

Hace unos años Turquía era la promesa económica de Europa. Un país relativamente joven, de camino a ser parte de la UE con una unión aduanera desde 1995, miembro de la OTAN, involucrado en asuntos internacionales y con la población equivalente a la de Alemania. Un país que estaba en las 20 economías más grandes del mundo, con marcas reconocibles fuera de sus fronteras por los consumidores como Beko, que produce más coches que Reino Unido o Italia, con PIB mayor al de Polonia y un PIB per cápita mayor que el de México.

Si había un lugar con un potencial equivalente a un país del sudeste asiático en el viejo continente, este era Turquía. Pero ya no, una inflación del 38% en 2021 no es una buena carta de presentación ante inversores internacionales.

En noviembre de 2021 Apple decidió dejar de vender en Turquía a través de su tienda oficial. En las Apple Store turcas, todas en Estambul, se dejó de vender todo lo que no fueran auriculares o proporcionar servicio postventa al cliente mientras que los turcos trataban de acumular iPhones como inversión alternativa que no se viera afectada por la inflación. La lira turca no para de bailotear frente al resto de divisas y las empresas multinacionales tienen problemas para operar en este mercado.

El banco español BBVA hizo una oferta por el 50% de un banco turco (Garanti) que no controlaba al 100%, esto está suponiendo una incertidumbre al banco tremenda, ya que debido a la irregular evolución de la lira turca, no sabe si le va a costar 2.500 millones de euros (presupuestado inicialmente) 1.400 millones de euros el 17 de diciembre de 2021 o 1.800 millones el 21 de diciembre de 2021. Además, dado que el banco turco opera en liras turcas, una depreciación de la misma supone una disminución del beneficio para el banco español, con lo cual la depreciación no es que suponga un beneficio inmediato para los inversores extranjeros.

El clásico dilema entre mantequilla y tanques

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En primero de la carrera de economía suele presentarse a los estudiantes el dilema de un país de fabricar mantequilla (comida) o tanques (defensa). Esto se hace para expresar la intercambiabilidad de los bienes y el concepto de la Frontera de Posibilidades de Producción.

Este dilema viene de un dilema que tuvo durante la Primera Guerra Mundial EEUU. Con los suministros de nitratos proporcionados por Chile, EEUU los podía convertir en abono (que nos llevaría a obtener mantequilla y comida para la población) o usarlos para fabricar pólvora. Al final el gobierno lanzó una tremenda campaña diciendo que habría “guns and butter”. En cambio los líderes nazis Goebbles y Göring dijeron que preferían las pistolas a la mantequilla y el concepto también fue referenciado por el presidente Lyndon B Johnson y por la primera ministra Margaret Thatcher.

Turquía en los últimos años parece que es de la misma escuela de Putin, dándoles más importancia y siendo más efectiva en su vertiente militar que en su vertiente económica. Desde que en 2014 el antiguo alcalde de Estambul y primer ministro Recep Tayyip Erdoğan ganara las elecciones presidenciales, ha ido poniendo una política exterior de uso de poder duro que ha sido calificada por los críticos como “neo-otomanísta”, interviniendo cada vez más militarmente en el mediterráneo oriental y alrededores.

El profesor asociado de la Universidad de Qatar Ali Bakir, hace un listado de los lugares en los que Turquía tiene presencia temporal y permanente como el norte de Siria o Qatar, los países en los que Turquía ha firmado acuerdos militares entre 2017 y 2021, tan diversos como Níger, Túnez, Montenegro, Kazajastán o Azerbaiyán, y los momentos en los que se ha ido definiendo la situación geopolítica turca.

Pero mientras que el poder militar turco ha crecido, el poder económico está cada vez más tambaleante. En el dilema de mantequilla y tanques, Turquía ha elegido. No es el único, en cierto modo es lo que sucede con Rusia y la doctrina de Putin en el Kremlin.

Es cierto que las fronteras turcas con países como Siria o Irak, hacen que la necesidad de Turquía de tener un ejército bien armado, pero uno diría que las ambiciones de poder no han casado con las necesidades de la economía turca.

¿Por qué ha caído la economía turca?

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En 2021 Turquía cerró su año con una inflación del 38%, la peor en diecinueve años. Para parar la caída de la divisa que durante 2021 perdió el 44% de su valor frente al dólar, el banco central ha tenido que subir los tipos del 14 al 19%. El presidente Erdogan ha culpado a los altos tipos de interés de ser el padre y la madre de todos los males, y afirma que la economía turca ascenderá de división en este 2022.

Es difícil de creer sus teorías heterodoxas. Desde que Erdogan ascendió a la presidencia ha ido aumentando el déficit público cada año del estado turco, además de pretender intervenir en los tipos de interés del Banco Central Turco. Es cierto que ha aumentado el gasto en I D y educación, pero este no está teniendo el efecto esperado.

Según el Financial Times, las ventajas de Turquía de bancos fuertes, una cultura emprendedora pro negocios y buena demografía, se han desperdiciado por los años de mala gestión macroeconómica. La depreciación de la lira turca frente al euro muestra esto, en 2021 ha caído aproximadamente un 50%, pero es que entre 2017 y 2022 casi ha caído a la quinta parte.

El incremento del autoritarismo en Turquía no está ayudando a la economía turca, los inversores principales sienten que tienen menos garantías y que la rentabilidad y seguridad de sus inversiones dependerá más de las decisiones de Ankara que de otra cosa. Durante 2020 Turquía fue uno de los países que más oro vendió de sus reservas nacionales, al igual que España lo hizo en 2007, justo antes de la tormenta financiera.

Además se ha ido desligando de países que eran sus principales inversores, como Alemania, Francia y Holanda, que se han ido queriendo ir del país. En agosto de 2017 los inversores extranjeros tenía 92.000 millones de dólares en acciones, bonos y deuda corporativa turca, en julio de 2018 las cantidades se habían reducido a 53.000 millones. No es buena noticia que los inversores internacionales se vayan de un país.

El problema de la confianza en la economía de un país es que es como la cerámica que se vende en el Gran Bazar de Estambul, se rompe fácilmente y no es fácil de arreglar. Ankara tendrá que tomar una senda larga y difícil si quiere recuperar la confianza económica en los próximos años.

Pregunta a los lectores ¿mantequilla o tanques?

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