Queremos
analizar las causas y consecuencias de la desaceleración en el crecimiento de
la productividad observada desde comienzos del siglo XXI en la mayoría de los
países desarrollados. Las ganancias asociadas al crecimiento de la
productividad son menos visibles que las que pueden alcanzarse con medidas de
resultados a corto plazo que suelen ser las que permiten ganar más votos.
Seguramente por esta razón suele prestársele poco interés en las economías
menos desarrolladas, entre las que se encuentran la mayoría de los países
periféricos de la Unión Europea (UE), entre ellos España.
Por el
contrario, en los países más dinámicos y desarrollados, la productividad es
una variable clave a la que se reconoce un papel fundamental en el crecimiento a
medio y largo plazo. Ha sido precisamente en estos países en donde han saltado
todas las alarmas. Desde comienzos del siglo XXI el crecimiento de la
productividad ha experimentado una desaceleración prácticamente generalizada,
aunque de desigual intensidad. El origen de la alarma se encuentra en que se ha
producido en un contexto de acelerado crecimiento tecnológico, en lo que se ha
venido a llamar ‘Cuarta Revolución Industrial’. A este fenómeno se le conoce
como el rompecabezas de la productividad.
La pregunta
sobre «si el crecimiento del progreso técnico es tan intenso, ¿por qué no se
refleja en el crecimiento de la productividad?» no es nueva. En el pasado más
cercano recuerda a la muy citada frase de Solow (1987) que hacía referencia al
mismo rompecabezas –conocido como la paradoja de Solow– pero entonces
originada en el despegue de las tecnologías de información y comunicación
(TIC): «Los ordenadores están por todas partes, excepto en las estadísticas
de productividad».
Las razones
normalmente esgrimidas para explicar ambas paradojas son las siguientes: a)
existencia de shocks negativos de oferta que afectan al output potencial
a través de cualquiera de los componentes de la función de producción; b)
problemas de medida basados en la sospecha de que los instrumentos de que
disponemos para medir la producción y, por tanto, la productividad, no están
preparados para la revolución digital; y c) existencia de desfases temporales
asociados a las grandes revoluciones tecnológicas, originados en la necesidad
de realizar inversiones adicionales, especialmente en activos intangibles, para
extraer todo su potencial. Esta tercera razón es la que parece proporcionar una
explicación más completa.
La comparación de España con otros países de la UE conduce a las siguientes conclusiones:
- España es un país homologable a la mayoría de los países desarrollados en lo que a inversión en activos tangibles se refiere, pero ocupa las últimas posiciones en la UE-15 en la inversión en activos intangibles. Comparte esta posición de retraso con Grecia, Italia y Portugal, países también con pobre comportamiento de la productividad.
- La inversión en intangibles está claramente sesgada en España hacia los activos que tienen un impacto menor sobre las ganancias de productividad (diseño e imagen de marca), y un menor peso relativo de la I D, software y bases de datos, así como de las inversiones destinadas a mejorar la estructura organizativa de las empresas que tienen un impacto mayor sobre el crecimiento de la productividad.
- Desde la perspectiva de la dinámica a lo largo del ciclo, la inversión en intangibles en España ha crecido más, y también se ha defendido mejor durante la crisis, que en la media de los países europeos.
- La volatilidad de la inversión en tangibles –muy superior a la de los países de nuestro entorno– es un problema en nuestro país, mientras que la resiliencia ante los shocks adversos de la inversión en intangibles actúa de factor estabilizador. Una mayor intangibilización de la economía, debería contribuir a estabilizar las fluctuaciones cíclicas.
Desde la
perspectiva regional, se identifica a la Comunidad de Madrid como líder
indiscutible, tanto en el agregado como en cada uno de los tipos de
intangibles, con la excepción de la I D en la que el País Vasco es líder.
Por otra parte, mientras las diferencias interregionales en tangibles se han
reducido a lo largo del periodo, en intangibles se han ampliado. Pese a ello,
una de las buenas noticias que se han producido en el periodo de recuperación,
a partir de 2013, es la aparición de nuevos actores tradicionalmente ausentes
en las posiciones de liderazgo. Este es el caso de Aragón, la Comunidad
Valenciana, Illes Balears y Asturias.
Esta entrada es un resumen del artículo ‘El crecimiento de la productividad y los
activos intangibles’, publicado en el número
164 de Papeles de Economía Española.