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Empresas y empresarios: responsabilidad fiscal y deseabilidad profesional

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Apenas hace un par de meses que el asunto de la presión
fiscal sobre las empresas acaparaba los principales titulares de los medios de
comunicación españoles y dividía la opinión publicada entre quienes consideran
que los impuestos que gravan en España a las empresas son altos y lastran su
competitividad internacional, y quienes lo ponen en duda, incluso lo niegan. Ahora
bien, en la opinión pública esas posiciones aparecen menos polarizadas. Así se
desprende de las respuestas a la pregunta que Funcas ha planteado en junio de
2023 a una muestra representativa de la población española mayor de edad (1.373
entrevistados): “En su opinión, ¿los impuestos que pagan en España las empresas
son muy altos, altos, adecuados, bajos o muy bajos?”.

Cerca de la mitad de los entrevistados opinan que los impuestos que pagan las empresas son “altos” (22%) o “muy altos” (23%), mientras que uno de cada cinco (20%) considera que son “adecuados”. Esta última proporción es similar a la de quienes tildan tales impuestos de “bajos” (15%) o “muy bajos” (5%) (Gráfico 1). Podría pensarse que esta distribución de opiniones está influida por una cobertura mediática que mayoritariamente ha resaltado el elevado nivel de impuestos que pagan las empresas en España. Sin embargo, la encuesta más cercana en el tiempo que hemos hallado con una pregunta comparable, realizada en 1996, arroja datos sorprendentemente similares a los obtenidos en junio de 2023. En aquel año (Gráfico 2A) —como el actual (Gráfico 2B), un año electoral— un 43% de los entrevistados de una muestra representativa encuestada por CIRES opinó que las empresas pagaban “mucho” o “demasiado” en impuestos, mientras que un 19% mantuvo que pagaban “poco” o “demasiado poco”. Obviamente estos datos, separados en el tiempo por casi 30 años, no permiten afirmar la estabilidad durante las últimas décadas de la opinión pública española respecto a la presión fiscal sobre las empresas, pero sí dudar de que los porcentajes que ha arrojado la encuesta Funcas de junio de 2023 resulten de un cambio reciente en el “clima de opinión” provocado por los medios de comunicación. Asimismo, permiten sostener que, según la mayoría de la población adulta española, las empresas cumplen con su responsabilidad fiscal, pagando impuestos calificados como “adecuados”, “altos” o “muy altos”.  


Volviendo a los datos recogidos en junio de 2023, no se observan diferencias sustanciales entre las opiniones de mujeres y hombres acerca de los impuestos que pagan las empresas, si bien ellas se abstienen mucho más que ellos de opinar sobre esta cuestión. La edad, en cambio, sí marca algunas diferencias de interés: entre la población de menos de 45 años abundan más quienes piensan que las empresas pagan impuestos “altos” o “muy altos”. Este parecer también encuentra más respaldo entre quienes tienden a asociar mentalmente la palabra “empresarios” con las PYMES o con los trabajadores autónomos, más que con las grandes empresas (Gráfico 1).

Qué representación social de los empresarios emerge cuando se oye hablar de ellos es una cuestión a la que hasta ahora se ha prestado escasa atención, a pesar de que, en este punto, se observan diferencias individuales considerables: casi cuatro de cada diez entrevistados piensan en “grandes empresas” cuando escuchan la palabra “empresarios”, pero un 24% imagina “pequeñas y medianas empresas”, y un 12% los asocia fundamentalmente con los “autónomos” (Gráfico 3). Probablemente, estas diferentes visiones (o percepciones) de los empresarios influyen en las opiniones que los individuos albergan sobre cuestiones relacionadas con el mundo de las empresas. Así, por ejemplo, quienes identifican a los “empresarios” como los responsables de “grandes empresas” (39% de los entrevistados) se muestran, en general, menos favorables hacia esta profesión. Solo un 11% de ellos recomendaría a una persona joven que se hiciera “empresario/a”; en cambio, un 54% de esas mismas personas le aconsejaría ser funcionario. Parece, por tanto, que la identificación de los empresarios con las grandes empresas está relacionada con juicios más críticos sobre este colectivo.


En todo caso, la función pública destaca ostensiblemente como destino profesional que se recomendaría a una persona joven que buscara orientación al respecto. En efecto, independientemente del sexo de los entrevistados, de su edad, de su nivel educativo o de la idea de “empresario” que albergue en su imaginario, la mayoría de los entrevistados en junio de 2023 aconsejarían a una persona joven que optara por la función pública (Gráfico 4). Llama la atención que la proporción de entrevistados que revelan una preferencia profesional por la función pública supera a la resultante de sumar todas las respuestas que hacen referencia a la ocupación en el sector privado (bien sea como empresario, como autónomo o como asalariado).


Esta extendida recomendación de incorporarse a la función pública podría interpretarse contra el trasfondo de un mundo que, sobre todo desde el inicio de esta década, se percibe como crecientemente incierto en casi todos los ámbitos de la vida. En ese entorno de incertidumbre la función pública brinda estabilidad en un ámbito tan importante como el laboral; y también ofrece, en general, jornadas de trabajo más cortas, lo que las hace más compatibles con otros quehaceres y con un valor en alza, la disposición de más tiempo libre (como se desprende de la comparación del número medio de horas semanales trabajadas por los asalariados del sector público y el resto de ocupados: Gráfico 5).


Con todo, esta interpretación que relaciona la predilección por la función pública con la agudización de sentimientos de inseguridad pasa por alto que, en momentos del pasado reciente en los que la incertidumbre provocaba menos “presión ambiental”, la preferencia por la función pública como destino profesional también se hallaba, en España, más extendida que la preferencia por la ocupación en el sector privado, como ponen de manifiesto diversas encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (Gráficos 6A y 6B).


Estos datos ofrecen materia para la reflexión. Por una parte, inducen a anticipar una elevada demanda social de empleo público, lo que convierte su oferta en un expediente tentador para cualquier gobierno que desee ganar apoyo electoral.  Por otra parte, obligan a plantearse una cuestión preocupante: una sociedad que traslada a sus jóvenes de manera tan masiva la preferencia por trabajar en las Administraciones Públicas puede estar olvidando que los ingresos para pagar a esos funcionarios dependen decisivamente de que empresas y trabajadores en el sector privado generen suficiente riqueza.

Ficha técnica de la Encuesta Funcas (junio 2023)

• Entrevista telefónica asistida por ordenador a una muestra de 1.373 entrevistados representativa de la población de 18 años o más residente en España.

• Trabajo de campo:

– Fecha: 12- 25 de junio de 2023.

– Empresa: IMOP Insights.

• Margen de error: en el supuesto de un muestreo aleatorio simple, el margen de error es de ±2,7 puntos porcentuales para p=q=50 % y un nivel de significación del 95 %.

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la-insoportable-levedad-del-indice-de-presion-fiscal

La insoportable levedad del índice de presión fiscal

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El
Gobierno planea subir los impuestos apoyándose fundamentalmente en el argumento
de que España presenta una presión fiscal más reducida que la media europea. En
concreto, según Eurostat, en torno a
5 puntos respecto al promedio de la UE-28. Efectivamente, de todas las formas
posibles de medir la carga impositiva, la más conocida es la presión fiscal
(PF),definida como el ratio entre
recaudación (T) y producto interior bruto (PIB). Su cálculo facilón,
conjuntamente con la escasa información que requiere su cómputo, hace que este
indicador sea, con diferencia, el más utilizado en la valoración de los
sistemas fiscales, especialmente para hacer comparaciones internacionales. Sin
embargo, popularidad no implica robustez, el índice de presión fiscal es un
índice impreciso, poco informativo y de una utilidad muy limitada para realizar
prescripciones de política fiscal. Entre sus limitaciones cabe mencionar que sólo
informa, y de manera imperfecta, del nivel de imposición, pero nada dice de la
composición del sistema fiscal que genera esa recaudación ni de cómo se
distribuye la carga fiscal entre los contribuyentes. Asimismo, tampoco tiene en
cuenta el esfuerzo que requiere la generación del PIB. Una misma presión fiscal
puede exigir sacrificios fiscales muy distintos. Por ejemplo, si se aplicase la
presión fiscal de Dinamarca (45,4%) a España, el esfuerzo fiscal exigido a los
españoles sería mucho más elevado: los daneses tienen una renta per cápita de
51.600 euros anuales mientras que la renta per cápita española es menos de la
mitad (24.000 euros). Es decir, presión fiscal y esfuerzo fiscal son dos
conceptos diferentes. Por eso, si las desigualdades económicas entre países
preocupan, el índice de presión fiscal como indicador impositivo es muy
deficiente.

La crítica al índice de presión fiscal no es su cómputo en sí, sino el obsesivo uso que se le está dando convirtiéndole en el elemento esencial, casi único, sobre en el que el descansa el debate actual de la reforma fiscal. Aun siendo útil, su protagonismo es desproporcionado. Un análisis riguroso de los sistemas fiscales requiere de la aplicación de técnicas estadísticas, econométricas y de modelización matemática mucho más elaboradas que el simple cociente de dos macromagnitudes, como son la recaudación y el PIB. La presión fiscal ni mide cuestiones distributivas, ni aspectos de eficiencia económica ni consideraciones de bienestar social. No obstante, si deseamos seguir utilizando el índice de presión fiscal como medida relativa de recaudación, debería acompañarse de otros índices agregados que complementan  y mejoran la fotografía de la carga fiscal relativa que suponen los impuestos a la sociedad. Entre ellos, destacan los índices de sacrificio fiscal propuestos hace más de medio siglo por Henry Frank y Richard Bird. Estos índices de sacrificio fiscal además de tener en cuenta la recaudación y el PIB, consideran también el tamaño poblacional y la renta per cápita. Es decir, los índices de sacrificio fiscal relacionan la recaudación con la capacidad económica de los contribuyentes, enriqueciendo el análisis. La simplicidad de su cálculo hace difícil entender por qué nunca se suministran conjuntamente con la presión fiscal. El cuadro 1 suministra esa información para los 20 principales países de nuestro entorno. Como puede verse, aunque la presión fiscal española (35,74%) ocupa el puesto 15, el sacrificio fiscal que se exige a los españoles está muy por encima del exigido a la mayoría de los contribuyentes de los 20 países analizados. Dependiendo del índice utilizado, España ocupa el cuarto o quinto puesto en sacrificio fiscal. Sólo Italia, Grecia y Portugal exigen un esfuerzo fiscal mayor a sus contribuyentes, lista a la que habría que añadir Francia si se utiliza el índice de Frank. Llama la atención el caso de los países nórdicos, considerados paradigma del Estado del Bienestar, que a pesar de tener altos niveles de presión fiscal exigen un sacrificio fiscal a sus contribuyentes mucho más bajo que el español. La razón es que estos países tienen una población altamente productiva con una renta per capita elevada —Suecia: 43.300; Noruega: 57.700; Dinamarca: 51.600; Finlandia: 41.200—, frente a una renta per capita española de 24.200 euros. Este es el caso también de países como Alemania (40.300) o Irlanda (49.300).

Cuadro 1

NIVELES Y RANKINGS RELATIVOS DE PRESIÓN Y ESFUERZO FISCAL ACTUALES*

Países de Europa, EE.UU. y Japón


  Presión Fiscal Esfuerzo Fiscal**
      Índice de Frank Índice de Bird
Pais Valor Ranking Valor índice Ranking Valor índice Ranking
Grecia 0.4107 11 26.276 1 25.383 1
Portugal 0.3653 13 20.273 2 17.957 2
Italia 0.4291 5 16.171 3 16.107 3
Francia 0.4707 1 13.946 5 14.997 4
España 0.3574 15 15.137 4 13.418 5
Bélgica 0.4621 2 12.028 6 12.721 6
Austria 0.4384 4 10.658 7 10.767 7
Finlandia 0.4249 8 10.645 8 10.503 8
Alemania 0.4190 9 10.495 9 10.322 9
Suecia 0.4290 6 10.000 11 10.000 10
Dinamarca 0.4546 3 0.8856 15 0.9262 11
Reino Unido 0.8850 16 10.306 10 0.8850 12
Luxemburgo 0.4149 10 0.8947 14 0.8689 13
Países Bajos 0.3815 12 0.9074 13 0.8316 14
Japón 0.3377 17 0.9149 12 0.8005 15
Noruega 0.4281 7 0.7376 16 0.7397 16
Islandia 0.3594 14 0.6629 17 0.5924 17
Irlanda 0.2186 20 0.6051 18 0.3652 18
EEUU. 0.2505 19 0.4673 19 0.3543 19
Suiza 0.2881 18 0.4295 20 0.3392 20

* Cálculos realizados por los autores a partir de la noción de presión fiscal y de los conceptos de sacrificio fiscal de Henry Frank (1959) y Richard Bird (1964). Cálculos realizados a partir de los datos de la Comisión Europea (Economic and Financial Affairs).
** Esfuerzos fiscales normalizados respecto al esfuerzo fiscal de Suecia (esfuerzo mediano).

¿Podríamos mejorar la noción de presión fiscal para saber si los impuestos son altos o bajos? ¿Es posible incorporar en su cómputo la capacidad económica de los ciudadanos? La respuesta es afirmativa: a través de la “presión fiscal equivalente en esfuerzo fiscal”. Aplicado a nuestro país, este índice identificaría la presión fiscal que debería tener España para que el esfuerzo fiscal de los españoles igualase al de sus vecinos. El cuadro 2 contiene las presiones fiscales equivalentes para España respecto al conjunto de los países considerados. Como ilustración, si, por ejemplo, quisiésemos que los españoles soportasen el mismo esfuerzo fiscal que los suecos, la presión fiscal española no debería subir, si no todo contrario, debería bajar en 9,1 puntos de presión fiscal hasta colocarse en el 26,63%. El resto de las cifras hablan por sí solas y permiten concluir que la presión fiscal española, una vez que se ajusta por esfuerzo fiscal, está entre las más altas de su entorno. Sirvan estas reflexiones para advertir que el uso irreflexivo que se está dando al índice de presión fiscal conduce a la prescripción de políticas peligrosamente erróneas, especialmente en una recesión económica como la que estamos viviendo. El diseño de la política fiscal no debe sustentarse en índices agregados con escasa capacidad informativa, sino que debe apoyarse en el análisis económico riguroso, tanto macro como microeconómico.

Cuadro 2

PRESIÓN FISCAL EQUIVALENTE DE ESPAÑA AL ESFUERZO FISCAL DE LOS PAÍSES DE SU ENTORNO*


País Presión Fiscal equivalente variación % Variación puntos
Grecia 0.6760 89.2% 31.86
Portugal 0.4782 33.8% 12.09
Italia 0.4290 20.0% 7.16
Francia 0.3994 11.8% 4.21
Bélgica 0.3388 -5.2% -1.86
Austria 0.2868 -19.8% -7.06
Finlandia 0.2797 -21.7% -7.76
Alemania 0.2749 -23.1% -8.25
Suecia 0.2663 -25.5% -9.10
Dinamarca 0.2467 -31.0% -11.07
Reino Unido 0.2357 -34.0% -12.17
Luxemburgo 0.2314 -35.2% -12.59
Países Bajos 0.2215 -38.0% -13.59
Japón 0.2132 -40.3% -14.42
Noruega 0.1970 -44.9% -16.03
Islandia 0.1578 -55.8% -19.96
Irlanda 0.0973 -72.8% -26.01
Estados Unidos 0.1462 -59.1% -21.11
Suiza 0.0903 -74.7% -26.70

* Cálculos realizados por los autores. El índice de referencia de esfuerzo fiscal es el índice Bird.

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