El paquete de ayudas alemán es tan grande que podría generarle un problema de deuda
Desde el comienzo de la guerra, el presidente Putin ha utilizado los suministros de gas como arma política y económica para reducir el apoyo occidental y especialmente europeo a Ucrania. Y Alemania, que ha desarrollado su modelo industrial con la contribución del gas ruso, es uno de los grandes perjudicados del conflicto.
En consecuencia, las interrupciones en el suministro de gas de Rusia han llevado los precios del combustible a niveles récord desde el verano y aumentaron los temores de escasez de gas en invierno en la economía más grande de la Eurozona. En el mes de septiembre, la inflación alemana alcanzó un máximo de 70 años del 10,9%.
Este panorama ha llevado al Gobierno socialista alemán a anunciar el llamado "escudo protector" una medida que pretende movilizar 200.000 millones de euros, para mitigar el impacto del aumento de los costos de la energía y aliviar las peores consecuencias para los consumidores y las empresas, lo que supone un duro golpe para las finanzas públicas del país.
Ese dinero tiene como objetivo financiar el tope del precio del gas, proporcionar liquidez y subvenciones para el freno del precio de la electricidad hasta la primavera de 2024. La financiación de medidas de apoyo adicionales para empresas que están experimentando dificultades debido a la guerra. La asistencia de liquidez y capital estará disponible para las empresas que no estén suficientemente cubiertas por los frenos de precios de la electricidad y el gas. Esta asistencia se dirigirá a las dificultades causadas por la guerra de agresión de Rusia y evitará efectos inesperados.
Pero esta medida tiene un reverso: el jaque a las finanzas públicas.
Si por algo se ha caracterizado Alemania es por un modelo de finanzas públicas sostenible, con un férreo control del déficit público que, combinado con las múltiples reformas estructurales de su economía y mercado laboral, han llevado a gozar una altísima calidad en su deuda.
En el año 2010 llegó a una relación de deuda pública sobre PIB del 82% para rebajarla al 58,9% en 2019, antes de la crisis del coronavirus. Con la pandemia, los déficits saltaron por los aires y la ratio ha subido al 68,7% y 69,3% en 2020 y 2021 respectivamente.
La medida presentada se financiaría vía nuevos préstamos y se canalizarán a través del Fondo de Estabilización Económica (FSM) reactivado, una medida extrapresupuestaria que se creó en 2020 para ayudar a empresas a sobrevivir a los cierres y otras medidas de salud pública impuestas durante la pandemia.
Alemania emitirá mucha deuda precisamente en el peor momento y pondrá a los mercados de bonos bajo estrés adicional. Sumar una alta deuda en un momento de estanflación no es la mejor señal para la comunidad inversora. La clave la vemos en el bono alemán a diez años. Hoy se encuentra cotizando a una TIR del 2,34%, el nivel más elevado desde el año 2011.
Otro dato interesante es que los swaps de incumplimiento crediticio subieron al nivel más alto desde abril de 2020, incluso cuando el ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, insistió en que Alemania "no está siguiendo expresamente el camino del Reino Unido" que después de que los planes de reducción de impuestos del nuevo gobierno provocaran la mayor liquidación en décadas exacerbando riesgos potenciales para la estabilidad del sistema financiero con el desplome de la libra.
El problema surge en un contexto en el que la alta inflación ha eliminado la capacidad de relajar la política monetaria para compensar el impacto en hogares y empresas, en contraste con el inicio de la pandemia de Covid-19. El BCE no absorberá la emisión de deuda adicional, por lo que la expansión fiscal se producirá en un contexto de costes marginales de financiación mucho más elevados.