Se abre la puerta a la nacionalización de las aerolíneas
A partir de la gran crisis que vivimos en 2008, muchos gobiernos de todo el mundo se lanzaron a la nacionalización de las entidades financieras para garantizar su supervivencia. Los contribuyentes hicieron frente a una dura factura de la crisis agravada por la compra obligatoria de las entidades financieras que no supieron gestionar adecuadamente sus riesgos.
Ya en 2020, la crisis del COVID-19 está afectando a un sector en particular, las aerolíneas y se están empezando a valorar nacionalizaciones. El sector vive con el agua al cuello. Si tomamos los datos del mes de abril, la capacidad de pasajeros internacionales se redujo hasta ahora en un 85% frente al 33% del mes de marzo, y que en el caso específico de España se eleva hasta el 90%.
En el caso específico de Europa, la pérdida potencial de ingresos de las compañías europeas en 2020 ha aumentado a 89.000 millones de dólares y se prevé que la demanda de pasajeros (medida en kilómetros de ingresos por pasajero) será un 55% inferior a los niveles de 2019. Esto supone un aumento con respecto a las estimaciones anteriores (publicadas el 24 de marzo) de 76.000 millones de dólares y el 46% respectivamente.
En términos de impacto económico, el actual colapso del 90% en el tráfico aéreo pone en riesgo alrededor de 6,7 millones de puestos de trabajo y podría llevar a un impacto negativo del PIB de 452.000 millones de dólares en toda Europa. En bolsa son quiénes han sufrido el mayor varapalo por las fuertes pérdidas presenciadas.
España es el país que más sufriría en términos de pérdida de pasajeros en Europa y de ingresos. Serían 114 millones de pasajeros menos, lo que supone una pérdida de ingresos de 15.500 millones de dólares, con el riesgo de 901.300 empleos y 59.400 millones de dólares de contribución a la economía española.
La empresa hispano-británico IAG, propietaria de Iberia, ha anunciado que su capacidad de vuelo se reducirá en un 75% y Virgin Atlantic reducirá el 80% de sus vuelos, y se le pidió al personal que tome ocho semanas de vacaciones sin sueldo. Ryanair, EasyJet y Norwegian también están recortando la mayoría de sus vuelos y sus trabajadores se enfrentan a despidos, recortes salariales y, posiblemente, incluso la pérdida de empleos.
El sector de la aerolíneas pide ayudas a los gobiernos
La situación es verdaderamente complicada para el sector y las dos grandes asociaciones internacionales, el Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI) y la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) están solicitando los gobiernos que ofrezcan inmediatamente ayuda financiera para respaldar tanto a los operadores de aeropuertos como las aerolíneas durante la crisis del COVID-19 y así apoyar la conectividad.
La decisión del confinamiento sumada las restricciones del tráfico aéreo a repercutido en un impacto económico sobre la industria mundial del transporte aéreo coma provocando una caída en la demanda de mensajeros a niveles nunca antes vistos. Sus ingresos están cayendo más allá de la capacidad de adoptar las medidas de reducción de costes más extremas, lo que les lleva a enfrentar un periodo de falta de liquidez.
Estas asociaciones recalcan que el riesgo reno ayudar al transporte aéreo se traduce en la pérdida de millones de empleos. En términos globales, la industria de la aviación respalda a 65,5 millones de empleos en todo el mundo, incluidos 10,5 millones de personas empleadas en aeropuertos y aerolíneas, y aporta 2,7 billones de dólares en la actividad económica global.
Pero ¿qué tipo de ayudas están solicitando? El sector está pidiendo desgravaciones fiscales, que incluyan el alivio de los impuestos sobre la renta, impuesto sobre sociedades, préstamos en condiciones ventajosas con garantías por parte de los estados y, en última instancia el apoyo directo para mantener a flote las empresas a través de liquidez financiera o hasta el punto de proceder al rescate, pura nacionalización.
Afirman que desde los gobiernos se ha reconocido la urgencia de actuar, pero se está acabando el tiempo para que otros gobiernos brinden la ayuda financiera necesaria para mantener a toda la industria viable y lista para apoyar una recuperación equilibrada, incluidos los operadores de tierra y otros proveedores de servicios en los aeropuertos.
Intervencionismo y distorsiones del mercado
Italia es el principal país que está sufriendo en su economía la crisis vinculada al COVID-19. El último trimestre la economía italiana se hundió un 4,7%, su mayor caída primer trimestre desde los registros recientes que parten de 1995.
Fruto de las dificultades, en el mes de marzo, se decidió nacionalizar a Alitalia, su principal aerolínea. La aerolínea se está nacionalizando, y el gobierno tomará el control total en junio. Ya ha tenido más de 2.100 millones de euros desde que tomó participación en 2017.
Si bien es cierto que está crisis ha pasado una gran factura para su aerolínea, lo cierto es que sus cuentas ya han estado en una situación difícil durante los últimos años. Con la fuerte crisis, prácticamente se ha quedado sin efectivo para afrontar sus necesidades financieras.
Por su parte, la aerolínea nacional alemana Lufthansa está buscando un rescate de 10.000 millones de euros que le daría al gobierno alemán una participación del 25,1% en la compañía.
Air France-KLM, una de las aerolíneas más grandes de Europa, recibirá un préstamo bancario de 4.000 millones de euros respaldado por el estado francés y un préstamo gubernamental directo de 3.000 millones de euros. Paralelamente, el gobierno holandés dijo que proporcionaría entre 2.000 y 4.000 millones de euros adicionales en ayuda pública.
En Estados Unidos también se está aguantando a la aerolínea de referencia. En este caso, Amerinan Airlines, el mayor operador estadounidense, se ha asegurado 5.800 millones de dólares dedicados al apoyo para el pago se las nóminas y se está negociando los términos para un préstamo federal separado de 4.750 millones.
Por supuesto, el debate está servido. Que algunas aerolíneas estén siendo rescatadas o reciban asistencia financiera en condiciones ventajosas, mientras que otras como por ejemplo Ryanair que se ven abocadas a afrontar reformas estructurales en sus cuentas (la compañía despediría al 15% de su fuerza laboral) nos lleva a un mercado con claras distorsiones.
Las aerolíneas rivales, ya sean estatales o antiguas compañías de bandera, reciben ayudas públicas, que les permiten competir en condiciones especialmente favorables. En contraste, sus rivales más pequeños dependen de sus propios recursos para aguantar el golpe.