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Los tipos de interés deberían subir al 10%, pero no estamos preparados para esa discusión

Año 1993. España se sumerge en una crisis económica tras la resaca de las Olimpiadas de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla. La peseta se devalúa frente a las demás monedas europeas. Matías Prats anuncia hipotecas con una tasa de interés que hoy nos resulta inimaginable: ¡9,65 %! Y sin embargo, estas cifras -y superiores- fueron habituales hasta entrado el siglo XXI (en 1995 aún seguían al 8%)

La llegada del euro y la estabilización de la inflación permitieron una reducción de las tasas de interés en toda Europa. La expansión monetaria para remediar la gran crisis financiera de 2008 hizo que bajaran aún más, a niveles nunca vistos. Fue una década de 'dinero gratis' en la que nos acostumbramos a unos intereses anormalmente bajos, con las tasas de referencia (como el euríbor) en negativo, e hipotecas a tipo fijo por debajo del 1%. La hipótesis de que los tipos de interés bajos acaban ocasionando un aumento de la inflación parecía haber dejado de ser válida.

Pero a partir de 2020 llegó el final del espejismo. La estrategia de seguir imprimiendo dinero para estimular la economía comenzó a dar señales de agotamiento y finalmente sucedió lo inevitable: ante la expansión monetaria empezó a aumentar la inflación. Aunque tímidamente al principio, la escalada en los precios de producción anticipaba una subida sin precedentes en décadas. La invasión rusa de Ucrania fue el detonante final: la inflación en occidente alcanzó en 2022 niveles que no se habían visto en décadas.

Los bancos centrales se han visto obligados a tirar de la palanca de emergencia contra la inflación: subir los tipos de interés. Sin embargo, ¿se trata de una medida suficiente para contener la escalada de los precios?

Los tipos de interés, la herramienta de los bancos centrales para controlar la inflación

La relación entre intereses e inflación es una de las leyes básicas de la macroeconomía. Los intereses bajos estimulan la economía al abaratar el crédito: los consumidores y empresas tienen más capacidad para acceder a préstamos e hipotecas y por tanto aumenta la demanda, lo que a su vez hace aumentar los precios. A la inversa, cuando las tasas de interés aumentan endeudarse es menos atractivo, desciende la demanda y con ello se modera el aumento de los precios.

La inflación es difícil de controlar de por sí, y los experimentos de control de precios normalmente suelen resultar un fracaso. Pero los bancos centrales sí tienen la capacidad de hacer subir o bajar los tipos de interés. Lo hacen modificando la tasa de referencia a la que los bancos obtienen liquidez (en el caso de la eurozona, la tasa de refinanciación). A su vez, esto hace que varíe la tasa de interés a la que los bancos se prestan entre sí (en el caso de la eurozona, el euríbor). Finalmente los bancos prestan dinero a particulares y empresas aplicando un margen sobre la tasa interbancaria. Es decir, la consecuencia de una subida (o bajada) del tipo de interés de referencia por parte del banco central hará que los particulares paguen más (o menos) por sus préstamos.

Pero subir los tipos de interés es una medida impopular. La subida de las hipotecas variables, por ejemplo, tiene un impacto directo en millones de hogares. El encarecimiento del crédito a las empresas reduce la inversión y enfría la economía, pudiendo resultar en un aumento del paro. Ningún político, con su objetivo cortoplacista de ganar elecciones, tiene incentivos para subir los tipos de interés. Por ello los bancos centrales deben ser independientes del poder político, y existe correlación entre lo independiente que es un banco central de su gobierno y la capacidad de controlar la inflación.

La década de 2010, una anomalía histórica

Con la excepción de la década de 2010, a lo largo de la historia siempre hemos experimentado una estrecha relación entre las tasas de interés y la inflación y los bancos centrales no han dudado en subir los intereses cuando los precios se desbocaban. Por ejemplo, la federal funds rate de EEUU llegó a alcanzar el 20% cuando la inflación se desbocó a principios de la década de 1980.

Tasa de interés de la Reserva Federal e IPC, EEUU

Fuente: Reserva Federal de EEUU / elaboración propia

Observamos como los tipos de interés han sido históricamente mucho más elevados que en la actualidad, para rebajar la inflación al nivel deseado del 2% (que también es el nivel de inflación objetivo del Banco Central Europeo). La respuesta a la crisis financiera global de 2008 se tradujo en una bajada histórica de los intereses a casi cero, algo nunca visto anteriormente. Sin embargo estos bajos intereses no provocaron un excesivo crecimiento de la inflación, como podría haberse esperado.

La escalada de los precios a partir de 2020 forzó a la Reserva Federal a intervenir y subir finalmente los tipos de interés. Pero, al contrario que en otras crisis inflacionistas, ha intervenido con retraso y tímidamente: los tipos de interés siguen por debajo de la inflación, y esta sigue muy por encima del objetivo del 2% pese a un leve descenso en los últimos meses.

Europa está entrando en territorio desconocido y las actuales subidas de intereses se quedan cortas

En el caso de la eurozona, el BCE controla la tasa de interés de referencia de los países de la moneda única desde 1999. El banco se tomó muy en serio su trabajo de mantener a raya la inflación. Las tasas de interés del 3%-4% fueron la norma en la década de los 2000 en cuanto el IPC armonizado de la Eurozona superaba unas décimas el objetivo del 2%. Además, el BCE usaba la palanca de los tipos de interés de forma preventiva, como observamos en los periodos 2000-2002 y 2006-2008, con subidas de intereses que se anticipaban a los precios.

Tasa de interés del BCE e IPC en la Eurozona

Fuente: BCE / elaboración propia

La crisis global de 2008 también supuso cambios radicales en la política monetaria europea. Para reactivar la economía el BCE bajó de forma drástica los tipos de interés, lo que causó un repunte de los precios por encima del 2% en torno a 2012. Pero en este caso, el BCE no reaccionó como hubiera hecho en la década previa. La Unión Europea había recaído en la recesión, forzando incluso rescates bancarios en países como España. En julio de 2012, Mario Draghi pronuncia la que quizá sea la frase más decisiva nunca dicha por un banquero central.

Dentro de nuestro mandato, el BCE está preparado para hacer lo que haya que hacer para salvar al Euro. Y, créanme, será suficiente.

Mario Draghi, 26 de julio de 2012

El mensaje de Draghi era claro: si había que mantener los tipos bajos para reanimar la moribunda economía europea, el BCE lo haría. Durante los años siguientes el BCE bajó los tipos hasta llegar al histórico 0% en marzo de 2016. Esto significaba literalmente dinero gratis para los bancos, que se tradujo en años de hipotecas baratas y crédito fácil para los ciudadanos europeos. Y la economía europea se hizo adicta al dinero fácil. El euro se salvó, pero los años de bajos intereses no se tradujeron en un gran crecimiento económico como cabría haber esperado.

En 2021 los precios comienzan a dispararse, pero la economía europea está digiriendo el golpe de la pandemia. Europa entra en una situación de 'estanflación', los precios suben pero la economía no crece. El BCE se ve en el dilema de controlar la inflación (subiendo los tipos de interés) o avivar la recuperación económica (bajándolos) - ¡pero hacer lo segundo es imposible, al estar los tipos de interés ya al 0%!

El BCE optó por no tocar nada hasta que ya fue demasiado tarde. En julio de 2022, con la inflación desbocada al 9%, finalmente sube los tipos de interés, copiando lo que ya había hecho la Reserva Federal de EEUU. Desde entonces han seguido varias subidas hasta llegar al actual 3%.

¿Es suficiente? los datos históricos indican que no. Tras la excepcionalidad de la pasada década, volvemos a un mundo con periodos de alta inflación donde los bancos centrales tendrán que tomar decisiones impopulares. En los años 2000, el BCE consiguió mantener los precios a raya subiendo la tasa de interés por encima de la inflación, igual que hizo la Reserva Federal estadounidense en la década de 1980. Si queremos que la inflación vuelva al 2% partiendo del 9% actual, podríamos necesitar tipos de interés al 10%, ¿estamos preparados para esto?

En El Blog Salmón | Los datos que apuntan a que los tipos de interés van a seguir subiendo en Europa

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El conflicto de interés al que se enfrentan los fondos de inversión en el actual mercado

Las fases finales de ciclo de un mercado alcista bursátil son siempre complicadas para aquellas entidades que comercializan fondos de inversión de renta variable, debido a que se enfrentan a un dilema importante en forma de conflicto de interés.

Los conflictos de intereses generalmente surgen cuando los objetivos o intereses financieros entre entidades financieras y clientes no se alinean.

Los fondos de inversión de renta variable son los que mayores comisiones de gestión ocasionan, y es difícil que una entidad se posicione abiertamente en contra de la renta variable de cara a sus inversores. De ahí, que se produzca un fuerte conflicto de interés que no es comunicado a sus clientes.

¿Qué sucede en este conflicto? La entidad se enfrenta al riesgo reputacional vinculado a la credibilidad ante sus inversores y al mismo tiempo, lógicamente, no quiere asustar a sus clientes porque ello se traduciría en un menor volumen de negocio sobre las comisiones de sus fondos que es la columna vertebral de toda gestora/comercializadora.

Captar dinero cuándo sea y cómo sea

Recientemente, en unas conferencias en la Bolsa de Barcelona, se reunieron dos actores de peso en el mundo de la inversión, JP Morgan y Blackrock, para dar a conocer su visión de mercado para el presente ejercicio. Sin duda una conferencia importante, por la envergadura de ambos actores. En el caso de Blackrock, se posiciona como la gestora de mayor peso a escala global con 7,43 billones de dólares (6,66 billones de euros) en activos bajo gestión.

En primer lugar, los ponentes tienden a tener un perfil comercial más que analítico. Al fin y al cabo, las conferencias que realizan las gestoras (aunque no en todas) ante sus clientes, buscan crear un mayor vínculo entre la marca y el cliente y, especialmente, captar más suscripciones para sus fondos y ello justifica una mayor visión comercial.

Lo más interesante es qué tipo de estrategia se tiende a utilizar en términos de comunicación comercial.

En una fase de final de ciclo de mercado alcista ¿cómo se capta el interés de los inversores? la estrategia comercializadora en esta fase se centra en reflejar las rentabilidades pasadas de un producto financiero determinado, el histórico, y más específicamente de los fondos que más hayan destacado.

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Por el contrario, en una fase de ciclo bajista, se pone el énfasis el la "oportunidad" que representa la renta variable por las continuas caídas y las valoraciones atractivas.

Pero la conclusión es la misma siempre... Es irrelevante el contexto, "hay que captar y retener".

Obviamente, en un mercado alcista que tiende a su fase final, el histórico del fondo más reciente será especialmente positivo. No obstante, como recuerda la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), rentabilidades pasadas nunca garantizan rentabilidades futuras.

Por el contrario, aquello que no hacen en un mercado maduro es dar a conocer las valoraciones existentes del mercado. En los mercados recalentado las valoraciones son especialmente altas y en conjunción con otros indicadores de suma importancia tienden a obviar se en las presentaciones... Simplemente desaparecen.

¿Por qué estamos en una fase de final de ciclo?

En promedio, el ciclo bursátil alcista, representado por la bolsa americana, tiende a durar 54 meses con una rentabilidad acumulada del 164%. El actual mercado, acumula una tendencia alcista prolongada en 129 meses, la mayor en duración de toda la historia. En términos de revalorización, es el segundo mayor de la historia con una subida del 378%, solo superado por la irracional punto.com ( 417%).

Pero que la bolsa suba no significa este una fase madura per se, sino que hay que acudir a las valoraciones para dictaminar si algo está caro o barato y referenciarlo a su histórico.

Aquí mostramos algunas de las valoraciones recientes de la bolsa americana que tiene un peso del 60% sobre la renta variable global:

  • PER de Shiller. El promedio de los beneficios de los últimos 10 años ajustados a la inflación de la bolsa americana se encuentra alcanzó los niveles de 32 veces, aunque con las últimas caídas ha descendido a 28 veces. Es decir deberíamos esperar 32 años para poder recuperar el valor de nuestra inversión beneficios por acción promedios. Está ratio es disparatada y curiosamente coincide en el punto máximo de la euforia de la euforia de 1929.

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  • EV/EBITDA. Esta es otra de las medidas más utilizadas para valorar si una empresa. Comparar el valor de la empresa frente al resultado de explotación. Hoy está ratio se encuentra en 14 veces, niveles altos y solo visto anteriormente al clímax de las punto.com.

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  • Indicador Buffet. Otra de las métricas utilizadas para reflejar la valoración del mercado es comparar la renta variable de un país en este caso Estados Unidos frente al Producto Nacional Bruto, es decir aquello que generan los nacionales aunque sea fuera del país. Bajo esta medición, la renta variable americana representa más del 130% de la economía. La referencia histórica es la misma que la anterior ratio, la burbuja del 2000.

March 2019 Buffett Indicator Wilshire To Gdp

  • Se ralentiza el crecimiento de los beneficios. Tenemos que la variación porcentual anual de los beneficios reales del S&P 500 a 12 meses ha estado cayendo en los últimos meses y hoy, los beneficios sólo crecen un 0,18%.

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