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Google, Amazon y Microsoft están despidiendo a miles de empleados. No significa que la economía vaya a peor

Las grandes tecnológicas están despidiendo empleados a un ritmo acelerado,  tal y como hemos contado hace unos pocos días. Y esto puede ser un síntoma de que la economía mundial está colapsando. Sin embargo también puede indicar otra cosa.

Los mensajes apocalípticos sobre la ola de despidos que están haciendo las tecnológicas puede darnos una visión distorsionada de la realidad. Lo cierto es que esta crisis (como todas) afecta más a unos sectores que otros y se está cebando especialmente con grandes empresas tecnológicas.

La crisis va por barrios

Aunque la definición de la palabra crisis implica que hay una debacle generalizada de la economía, siempre hay sectores con mayor o menor afectación. Y tenemos ejemplos abundantes de ello.

En la crisis de 2001 las tecnológicas fueron las que más sufrieron. Tuvieron que cerrar muchas empresas que no tenían una clara vía de ingresos y el resto del Nasdaq sufrió mucho, al menos en sus cotizaciones bursátiles.

En la crisis de 2007/2008 el sector inmobiliario y el bancario es el que se llevó la peor parte. En cambio el sector tecnológico, con Microsoft, Google y Apple siguió creciendo sin problemas hasta dominar la economía mundial.

En la crisis del Covid-19 muchos sectores sufrieron, pero el turismo fue el más impactado. Eso sí, fue una crisis corta gracias a las ayudas e inyecciones de capital de los Bancos Centrales. Las tecnológicas, en cambio, se dispararon en bolsa y se lanzaron a contratar gente, pues era claro que se necesitaban más que nunca sus productos y servicios.

El sector no vivía una crisis hace mucho

Sin embargo con la crisis actual, la inflacionaria, el sector tecnológico está viviendo cómo la crisis les afecta de manera especial, cosa que no sucedía desde 2001. Por un lado la situación post-covid de vuelta a la normalidad les hace decrecer desde sus picos de 2020 y 2021.

Por otro lado la inflación ha hecho que los tipos de interés suban y el sector growth sea menos atractivo pues vuelve a ver rentabilidades en opciones más conservadoras, cosa que no se veía desde hace 15 años.

En definitiva, la crisis está golpeando especialmente duro al sector tecnológico y eso hace que recurra a los despidos, en muchos casos de contratados durante la pandemia cuando el pico de trabajo fue brutal.

La relevancia de los medios

Los medios de comunicación tienen una relación muy estrecha con las grandes tecnológicas. Por un lado, el sector de los contenidos es, a día de hoy, muy dependiente de la tecnología e Internet. Por otro vive de la publicidad, compitiendo duramente con empresas como Google y Facebook. Pero a su vez el tráfico que reciben depende también de estas empresas.

Por tanto los medios suelen sobre exponer lo que les sucede a estas empresas. Y por las noticias parece que esta ola de despidos es lo que le está sucediendo a la economía en general, pero no.

Los datos de paro siguen siendo buenos

En EEUU, donde radican estas empresas tecnológicas y donde se están viendo muchos de estos despidos, tienen una tasa de desempleo del 3,5%, la más baja desde febrero de 2020. Y esta es una tasa realmente bajas si miramos la historia, tanto que han hecho replantearse a muchos economistas cuál es la tasa de pleno empleo, que se creía superior.

Y si miramos a España los datos publicados por la EPA para el cuarto trimestre de 2022, aunque subió la tasa de paro (cosa que no sucedía en un cuarto trimestre desde 2017), tenemos una tasa de paro del 12,87%, el valor más bajo desde 2007.

Como han indicado algunos medios, esta crisis podría estar centrándose en un cierto tipo de empleo cualificado. O simplemente en el sector tecnológico, pues parece que de momento las personas despedidas encuentran trabajo rápido en otros sectores.

Por tanto, los despidos de las tecnológicas no son, de momento, el canario que se muere en la mina. La economía está aguantando relativamente bien la crisis de inflación y la subida de tipos. El empleo sigue fuerte y el crecimiento económico también. Cuidado con confundir crisis sectoriales con crisis generalizadas.

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La tasa Google, un riesgo innecesario para la economía española

En junio hemos visto como el Congreso de los Diputados ha dado luz verde a la tramitación del proyecto de ley del Impuesto sobre Determinados Servicios Digitales, la llamada tasa Google. Este impuesto busca regular la tributación sobre determinados servicios digitales con el objetivo final de grabar las grandes tecnológicas con ingresos superiores a 3 millones de euros en España y 750 millones a escala internacional.

Con este impuesto, el gobierno que podría ingresar a las arcas públicas un total de 968 millones de euros en el año después de su entrada en vigor que se valora para el mes de diciembre.

La puesta en marcha de esta medida tiene varios riesgos a considerar y no solo el encarecimiento para aquellos vendedores que, por ejemplo, utilicen Amazon para ampliar su volumen de ventas por la repercusión del impuesto o poner trabas a la cuarta revolución industrial, sino que, debido a que estarían afectadas las empresas estadounidenses no sería descartable una reacción en forma de aranceles a los productos españoles exportados.

La Tasa Google que impulsa el Gobierno de Sánchez supondrá una losa a la cuarta revolución industrial

 

El contexto no acompaña. El FMI ha revisado las expectativas de crecimiento para el presente año a la baja, asignando una caída del PIB del 12,8%, igualando la caída que sufriría Italia y liderando entre las economías desarrolladas.

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El contraataque de Trump

Existe un serio riesgo detrás de la aprobación de este impuesto y es que si nos ponemos en antecedentes, ya hemos visto como la administración Trump impuso aranceles a productos agroalimentarios europeos como represalia del conflicto por las ayudas públicas a Airbus dentro del marco de la OMC.

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En el caso específico de España, el aceite, el vino y el queso fueron los productos más afectados, debido a que los aranceles pasaron del 3,5% hasta el 25% provocando un descenso de las ventas. La estimación que hace el Banco de España es que, con este movimiento, las ventas que caerían un 12%, perdiendo 95 millones de euros en el sector.

Teniendo en cuenta estos antecedentes, si España finalmente aprueba la tasa Google, no es de extrañar que veamos un contraataque por parte de Estados Unidos contra los productos españoles que se exportan. Unas tensiones comerciales que se harían efectivas en el peor momento cuando la economía española necesita del sector exterior para tratar de reflotar debilidades económicas internas.

Es un riesgo del todo innecesario. Hoy por hoy, no existe un consenso a nivel internacional sobre esta medida recaudatoria y se busca trabajar dentro del marco de la OCDE y del G20 para un acuerdo de esta índole. España estaría avanzando unilateralmente sobre esta medida y coma con ello arriesgándose a que el contraataque de Trump sea específico a los productos españoles.

Si las amenazas de Trump surten efecto, el Gobierno español se vería en la posición de retroceder, un hecho que ya hemos visto en Francia, cuando Macron promulgó el impuesto el año pasado buscando recaudar 400 millones de euros, pero tras respondió con amenaza sobre Aranceles específicos sobre el vino francés y otros artículos de lujo. En ese momento, Macron cambió su posición en el mes de enero y dijo que Francia esperaría a las conversaciones en la OCDE y mientras tanto no recaudaría ningún ingreso de impuestos.

Acogiendo la propuesta de la OCDE

Lo cierto es que esta propuesta del ejecutivo español no es tanto una iniciativa propia sino que busca ejecutar en el marco impositivo la recomendación de la OCDE del pasado mes de noviembre.

El organismo internacional mencionaba que en una jurisdicción una empresa no residente está sujeta a impuestos sobre sus beneficios empresariales solo si tiene un establecimiento permanente en ella. Eso significa tener alguna forma de presencia física.

La digitalización ha puesto a prueba la aplicabilidad de esta regla ya que las empresas pueden hacer cada vez más negocios con clientes en una jurisdicción sin tener una presencia física allí. Esto es particularmente cierto en el caso de las ventas a distancia de las empresas altamente digitalizadas, cuyas actividades han puesto en tela de juicio la pertinencia de las normas de presencia física existentes, sobre todo en la mente del público y los políticos.

En una economía cada vez más digitalizada, y tal vez más allá de los modelos comerciales actuales, parece probable que las grandes empresas lleven a cabo cada vez más actividades orientadas al consumidor y/o al usuario desde un lugar remoto, sin presencia física o con una presencia física mínima.

La tasa Google buscaría abordaría esta cuestión al ser aplicable en todos los casos en que una empresa tenga una participación sostenida y significativa en la economía de una jurisdicción de mercado, por ejemplo mediante la interacción y el compromiso del consumidor, independientemente de su nivel de presencia física en esa jurisdicción.

La forma más sencilla de aplicar la nueva norma sería definir un umbral de ingresos en el mercado (cuya cuantía podría adaptarse al tamaño del mercado) como indicador principal de una participación sostenida y significativa en esa jurisdicción. Comprar reseñas en Google

El umbral de ingresos también tendría en cuenta ciertas actividades, como los servicios de publicidad online, que se dirigen a los usuarios que no pagan en lugares distintos de aquellos en los que se registran los ingresos pertinentes. Este nuevo nexo se introduciría mediante una norma autónoma -además de la norma de establecimiento permanente- para limitar todo efecto indirecto involuntario sobre otras normas existentes. Comprar reseñas Google

La intención es que un umbral de ingresos no sólo crearía un nexo para los modelos comerciales que implican la venta a distancia a los consumidores, sino que también se aplicaría a los grupos que venden en un mercado a través de un distribuidor (ya sea una entidad local relacionada o no relacionada). 

 

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