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Mujeres en la judicatura: de excluidas a mayoría

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No fue hasta la década de 1960 que las mujeres pudieron acceder plenamente a la judicatura en España. Aunque durante la Guerra Civil el gobierno republicano permitió brevemente que algunas ejercieran como juezas, la dictadura franquista reestableció la prohibición de acceso de las mujeres al cargo de juez. Sin embargo, en 1961 se autorizó una incorporación limitada, restringida a los juzgados de menores y los laborales, manteniéndose la prohibición para el resto del sistema judicial. El momento decisivo llegó en 1966, año en que se garantizó el acceso pleno, permitiéndolas competir por cualquier puesto judicial en igualdad de condiciones con los hombres. 

Casi seis décadas después, las mujeres representan el 57% de los jueces y magistrados en España (gráfico 1a). Son mayoría en todas las comunidades autónomas (excepto Murcia), con porcentajes superiores al 60% en Madrid, Galicia y País Vasco (gráfico 1b). Este protagonismo femenino en la carrera judicial no es, en todo caso, especialmente llamativo en el contexto europeo. Que la mayoría de los jueces sean mujeres sucede en todos los países europeos (excepto en Irlanda y Chipre) para los que se dispone de datos, con porcentajes especialmente altos en algunos países del este de Europa (gráfico 2)[1].


La transformación en la composición por sexos de la judicatura ha sido gradual a lo largo de las décadas transcurridas desde los años sesenta, pero no parece haberse detenido todavía. A mediados de los años noventa, el 30% de los jueces y magistrados en España eran mujeres, pero en 2013 superaron por primera vez el 50%, y desde entonces las mujeres son mayoría en la carrera judicial. A lo largo de la última década, la cifra aumentó en otros siete puntos porcentuales, alcanzando en 2024 el 57% (gráfico 1a). Este crecimiento continuo no es sorprendente si se considera que, entre los nuevos ingresos en la judicatura, la presencia femenina es aún más dominante. Entre 2006 y 2023, el 67% de quienes accedieron a la carrera judicial fueron mujeres y en 2023 se alcanzó el 74% (gráfico 3).


En todo caso, que las mujeres sean mayoría en la carrera judicial no implica que la presencia femenina tenga el mismo alcance en todos sus ámbitos o niveles. Los datos apuntan a que se da una doble segregación de género en la carrera judicial: vertical y horizontal. En primer lugar, las juezas son clara mayoría (63%) en los juzgados de primera instancia (gráfico 4a). Estos suelen ser el primer punto de contacto de los ciudadanos con el sistema judicial, pues en ellos se inician los procedimientos judiciales. Los jueces de primera instancia representan el 72% de los jueces y magistrados. Sin embargo, el porcentaje de mujeres cae hasta el 43% en los juzgados de segunda instancia, encargados de revisar las resoluciones de la primera instancia cuando se presentan recursos de apelación, y hasta el 21% en el Tribunal Supremo. En todo caso, en los tres niveles se ha registrado un aumento de la presencia femenina, al menos, desde 2017 (gráfico 4a). Al respecto, llama la atención el Tribunal Supremo, en el que las mujeres son clara minoría y el grueso del aumento es muy reciente.


Que la antigüedad en la carrera judicial influya en desempeñar cargos en los niveles superiores de la judicatura explica, en parte, la desigualdad de género en esos niveles, ya que, por término medio, los jueces y magistrados en activo varones tienen más antigüedad que las mujeres (23,4 años frente a 19,5). Por ejemplo, en el Tribunal Supremo la antigüedad media es de 33 años. Sin embargo, en ese mismo tribunal, la antigüedad media de las mujeres es mayor que la de sus colegas varones (36,9 años frente a 32), lo cual sugiere que la menor presencia femenina en los niveles superiores de la judicatura no se explica solo por la menor antigüedad media de las juezas. Aunque las promociones se basan en criterios de capacidad y mérito, es razonable considerar que en ellas influyen otros factores, entre ellos, el impacto de la maternidad y la conciliación laboral y familiar en el desarrollo profesional de las juezas.

A la desigualdad de índole vertical se suma una segregación horizontal que se plasma en la diferente especialización de un sexo y otro en distintos tipos de juzgados o salas. Por ejemplo, las mujeres son muy mayoritarias en los juzgados de violencia contra la mujer (77%), de menores (68%) y de lo penal (67%), pero los hombres son mayoría en los juzgados de lo mercantil (56%) (gráfico 4b). 

A lo largo de las últimas décadas, el avance de las mujeres en la judicatura ha sido incuestionable, transformando profundamente la demografía del sistema judicial. Si esta tendencia se mantiene, es previsible que su presencia siga aumentando y que alcance cifras más favorables a las mujeres en todas las instancias y especialidades.  En el Día Internacional de las Juezas, que se celebra el próximo 10 de marzo, la ONU llama la atención sobre cómo la diversidad de género en la judicatura es clave para su legitimidad y representatividad, ya que un poder judicial equilibrado refleja mejor la sociedad y enriquece la toma de decisiones al incorporar diversas perspectivas. En este contexto, resultaría interesante considerar las posibles consecuencias de una infrarrepresentación masculina duradera en el funcionamiento futuro de la carrera judicial.


[1] A diferencia de los datos de fuentes españolas, que cubren el conjunto de la carrera judicial, los obtenidos de Eurostat no se refieren a la totalidad, pues las cifras anuales son inferiores en la segunda fuente. En cualquier caso, tal como se indica en Eurostat, se refieren a los profesionales autorizados para conocer de causas civiles, penales y de otro tipo, también en tribunales de apelación, y para dictar resoluciones en un tribunal de justicia, que han sido contratados y reciben una remuneración por ejercer como juez. Quedan excluidos los jueces no profesionales.

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Mejora la percepción de la situación económica de los hogares

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Tras el deterioro que experimentó a principios de esta década, la percepción de los españoles sobre la situación económica de sus hogares ha ido mejorando en los últimos meses. Según los últimos datos del Índice de Confianza del Consumidor (ICC), encuesta que lleva a cabo mensualmente el Centro de Investigaciones Sociológicas, el porcentaje de entrevistados que afirman que la situación económica de su hogar había empeorado en los seis meses anteriores a la encuesta creció mucho entre enero y mayo de 2020. Aunque se redujo desde finales de ese año hasta mediados de 2021, la tendencia se invirtió en la segunda mitad del año, alcanzando niveles altísimos en el periodo inflacionista de 2022. Así, en octubre de 2022, casi seis de cada diez encuestados (59%) declararon que la situación económica de su hogar había empeorado en los últimos seis meses. Desde entonces hasta diciembre de 2024, esa cifra se ha reducido a casi a la mitad, el 32%. Al mismo tiempo, ha aumentado sustancialmente la proporción de encuestados que afirmaba que la situación económica de su hogar no había cambiado, e incluso había crecido, bastante menos, la de quienes reconocían que había mejorado, que alcanzó el 20% en diciembre de 2024, el segundo nivel más alto registrado desde 2013 (gráfico 1).


Según ese último ICC, el de diciembre de 2024, el juicio de las mujeres sobre la situación de su hogar era algo peor que el de los hombres (gráfico 2A), pero el factor más importante en esa percepción es la edad. A medida que cumplimos años, nuestra estabilidad económica aumenta, tal como lo hace en la encuesta la proporción de quienes afirman que su situación económica no ha cambiado en el último medio año. Sin embargo, esa sensación de estabilidad ni siquiera es predominante entre los encuestados de mediana edad (de 35 a 54 años), que, a su vez, creen algo más que el resto que su situación económica ha empeorado (gráfico 2B). Como era de esperar, los miembros de los hogares con ingresos más bajos reconocen en mayor medida un empeoramiento económico reciente, mientras que los que disponen de ingresos mensuales más elevados evalúan su situación más positivamente. Sin embargo, incluso entre estos, casi uno de cada cinco (19%) cree que su situación financiera ha empeorado (gráfico 3A).  La ideología política (y, por lo tanto, probablemente el grado de simpatía con el gobierno) desempeña un papel relevante en la percepción de la situación económica, no solo la nacional, sino la doméstica: quienes se sitúan más a la izquierda en la escala de ideología tienden a evaluar más positivamente la situación económica de su hogar que quienes se posicionan más a la derecha (gráfico 3B).


Entre quienes en el ICC de diciembre de 2024 declararon que la situación económica de su hogar había empeorado, el motivo más citado fue el alza de los precios (gráfico 4). El porcentaje que menciona este motivo había experimentado un fuerte aumento de abril de 2021 a julio de 2022, alcanzando entonces un máximo (80%). Desde mediados de 2022, la preocupación por la inflación ha disminuido gradualmente, pero sigue siendo la razón más citada, por un 58% de los encuestados. Este porcentaje supera con creces otras causas aducidas de deterioro económico de los hogares, como el estancamiento salarial o laboral (18%), el aumento del gasto familiar(17%), la amenaza del desempleo (9%) y la disminución del ingreso familiar (8%). 


Los datos del último ICC, por tanto, reflejan una mejora de la percepción de la economía doméstica, pero la preocupación por esta todavía es considerable. El peso de la inflación como principal factor de preocupación de quienes creen que la situación de su hogar ha ido a peor apunta a factores de pesimismo distintos de la evolución del paro o la ocupación, y, quizá, a que la marcha de la opinión pública española sobre la situación económica dependerá especialmente de la evolución de los precios en los próximos meses. 

Más información en el número de febrero de 2025 de Focus on Spanish Society.

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Entorno socioeconómico, formación y abandono educativo

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Poco después de la celebración en Funcas de una jornada virtual que analizaba los últimos datos de abandono escolar, el Ministerio de Educación publicaba un análisis adicional que profundiza en los distintos factores que inciden en la salida prematura de los estudiantes del sistema educativo. 

Uno de ellos es el nivel educativo de los progenitores; los datos muestran una clara relación entre el nivel de estudios de las madres y la probabilidad de que sus hijos abandonen los estudios. Como destaca el Ministerio, “la tasa de abandono educativo temprano  disminuye a medida que aumenta el nivel educativo alcanzado por las madres” En 2024, la tasa de abandono entre los jóvenes cuyas madres solo alcanzaron la educación primaria o inferior es del 34,0%, mientras que entre aquellos cuyas madres tienen educación superior, la tasa desciende hasta el 2,3%, lo que implica que la primera es 14,7 veces más alta que la segunda (gráfico 1). Estos datos refuerzan las conclusiones sobre la relación entre el entorno socioeconómico y la desigualdad educativa. La evidencia indica que reducir el abandono educativo pasa no solo por mejoras en la enseñanza, sino también por políticas de apoyo a las familias y al contexto social de los estudiantes más vulnerables.


Nivel de formación y abandono educativo

En la última década, el nivel de formación de los jóvenes en España ha experimentado un avance significativo, contribuyendo a la reducción del abandono educativo temprano. Esta evolución se refleja en el aumento del porcentaje de población de 20 a 24 años que ha completado al menos la segunda etapa de secundaria (gráfico 2). En 2024, este porcentaje ha alcanzado el 79,9%, lo que supone un incremento de 14,1 puntos porcentuales en comparación con 2014 (65,8%) y una ligera mejora respecto a 2023 ( 0,9 p.p., desde el 79,0%).


Desde una perspectiva europea, España ha logrado acercarse a la media de la UE. Aunque no se ha establecido un objetivo europeo para este indicador de cara a 2030, su evolución permite evaluar el progreso de España en la mejora del nivel educativo de su juventud y complementar el análisis del abandono escolar temprano. Las diferencias de género siguen siendo notables. En 2024, el 84,3% de las mujeres de entre 20 y 24 años han completado al menos la segunda etapa de secundaria, una cifra 8,5 puntos porcentuales superior a la de los hombres (75,8%). 

Este avance en los niveles educativos está estrechamente relacionado con la disminución del abandono escolar temprano. Las comunidades autónomas con mayor porcentaje de jóvenes que han completado la educación secundaria superior coinciden con aquellas donde el abandono es menor (gráfico 3). En 2024, las tasas más elevadas se registran en el País Vasco y Cantabria (ambas con un 89,6%), junto con otras seis regiones que superan el 80%.

En el otro extremo, las tasas más bajas corresponden a Ceuta y Melilla, Baleares y Murcia que también presentan cifras más altas de abandono escolar. A pesar de ello, todas las comunidades han experimentado una evolución positiva en la última década. Los mayores incrementos desde 2014 se han observado en Andalucía ( 19,4 puntos), Canarias ( 17,4), Illes Balears ( 15,9), Extremadura ( 15,0) y la Comunidad de Madrid ( 14,5). Estos avances reflejan el impacto de las políticas educativas y los esfuerzos de cada territorio por mejorar la continuidad educativa.


En definitiva, los datos muestran una mejora notable en la formación de la juventud española, lo que ha contribuido a la reducción del abandono educativo temprano. Sin embargo, siguen existiendo desafíos importantes, especialmente en la reducción de la brecha de género y en la convergencia con los niveles educativos europeos. Garantizar que más jóvenes completen su educación secundaria no solo es un imperativo educativo, sino también una inversión en el desarrollo económico y social del país.

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La evolución del abandono educativo en España y sus implicaciones en el mercado laboral

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La tasa de abandono educativo temprano ha disminuido del 13,7% en 2023 al 13,0% de 2024, marcando un mínimo histórico. No obstante, sigue siendo la segunda más alta de la Unión Europea, solo superada por Rumanía, y aún lejos del objetivo del 9% fijado por la UE para 2030. El 3 de febrero, Funcas celebró una jornada virtual sobre “Análisis de los últimos datos del abandono educativo en España”. El acto contó con la participación de cuatro expertos para abordar el fenómeno del abandono desde diferentes perspectivas. 

El abandono educativo en perspectiva: evolución y situación actual

Jesús Ibáñez, subdirector general de Estadística y Estudios del Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes, fue el primero en intervenir, explicando la evolución del abandono educativo en España y su comparación con Europa. Recordó que este indicador surge en el marco de la Estrategia de Lisboa como parte de los objetivos europeos en educación y formación. En los últimos 15 años, la tasa de abandono en España se ha reducido drásticamente, pasando del 31,7% en 2008 al 13% en 2024. La diferencia con la media de la UE se ha reducido a 3,5 puntos, ya que en 2023 se situaba en el 9,5%, debiendo seguir con un último esfuerzo para alcanzarla.

Ibáñez destacó que el abandono educativo temprano no solo depende de la participación escolar, sino también de las estructuras del sistema educativo y las oportunidades de formación. En este sentido, subrayó la importancia de los programas de Formación Profesional Básica y Grado Medio, así como la necesidad de facilitar las vías de acceso a la educación secundaria superior. También apuntó a la persistente brecha de género: la tasa de abandono sigue siendo más alta en hombres que en mujeres, una tendencia que se ha mantenido estable a lo largo del tiempo.

El abandono y la desigualdad educativa

Marisa Hidalgo, profesora titular de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad Pablo de Olavide, abordó el abandono desde una perspectiva de equidad. Hidalgo explicó que el fenómeno no afecta por igual a toda la población, sino que está fuertemente condicionado por el entorno socioeconómico y familiar. En España, los jóvenes de familias con menor nivel educativo o situación financiera desfavorecida tienen una probabilidad mucho mayor de abandonar los estudios antes de finalizar la educación secundaria superior. Marisa Hidalgo; también mostró que, por ejemplo, que la tasa de abandono educativo en nuestro país es 5 veces más elevada si ninguno de tus padres tiene estudios superiores. La Profesora Hidalgo también presentó datos que muestran cómo las tasas de abandono son considerablemente más altas en las comunidades autónomas del Sur y señaló que el abandono educativo temprano perpetúa situaciones de desventaja y pobreza por la baja movilidad social española.

En términos de políticas, destacó la importancia de programas de refuerzo educativo como el PROA, que han demostrado tener efectos positivos en el rendimiento académico y la persistencia en el sistema escolar. También subrayó la relevancia de las intervenciones en edades tempranas, dado que cuanto antes se detecte el riesgo de abandono, mayor será el impacto de las medidas correctivas.

Políticas para reducir el abandono educativo

Jorge Sainz, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Rey Juan Carlos, habló en su intervención en el análisis de medidas efectivas para reducir el abandono. Basándose en la literatura económica reciente, destacó la importancia de tres estrategias clave: incentivos y mentoría; la reducción del tamaño de las clases y el uso de modelos de inteligencia artificial para identificar el riesgo de abandono.

Sainz hizo referencia a estudios internacionales que demuestran que las campañas informativas sobre los beneficios de la educación pueden tener un impacto positivo en la permanencia escolar. Asimismo, subrayó que los programas de mentoría han mostrado efectos significativos en la mejora de la motivación y el rendimiento, especialmente entre los estudiantes con más dificultades. Respecto a la reducción del tamaño de las clases, explicó que la evidencia empírica muestra que su impacto es mayor en etapas tempranas de la educación y que los efectos son más positivos en contextos de mayor vulnerabilidad social. Disminuir la ratio alumnos por clase en un estudiante mejora el aprendizaje en un 1% de la desviación estándar, el equivalente a lo que el alumnado aprende en una semana. Además, un menor tamaño de la clase también mejora el funcionamiento del centro y el bienestar de la comunidad educativa en las aulas en donde hay más estudiantes disruptivos, en centros situados en zonas desfavorecidas y con alumnado rezagados.

Finalmente, presentó un estudio en el que ha trabajado junto con Ismael Sanz y Maite Ballestar, en el que se demuestra que los modelos de inteligencia artificial pueden ser herramientas útiles para predecir el abandono educativo y mejorar la asignación de recursos en programas de refuerzo.

El abandono educativo y el mercado laboral

Por último, Marta Martínez-Matute, profesora del Departamento de Análisis Económico de la Universidad Autónoma de Madrid, analizó el impacto del abandono en la empleabilidad y la calidad del empleo. Explicó que los jóvenes sin educación secundaria superior enfrentan mayores dificultades para acceder a trabajos estables y bien remunerados, lo que contribuye a la precariedad laboral y a una mayor incidencia del desempleo juvenil en España.

Martínez-Matute subrayó que el mercado laboral español es especialmente sensible al ciclo económico, lo que significa que en épocas de crisis el desempleo juvenil aumenta de manera desproporcionada. Además, destacó la existencia de una fuerte polarización en el empleo, donde las personas con baja cualificación se concentran en sectores con tareas rutinarias, lo que las hace más vulnerables a los efectos de la automatización y la digitalización.

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Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia: desafíos en España y la OCDE en matemáticas y STEM

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Cada 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una iniciativa aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas “con el fin de lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, y además para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas”. Sin embargo, a pesar de los avances en igualdad de género en muchas áreas, los datos recientes indican que persisten importantes brechas en el rendimiento académico y en la elección de carreras científicas y tecnológicas.

Brecha de género en matemáticas en España y la OCDE: una tendencia preocupante

Los resultados de TIMSS (Estudio Internacional de Tendencias en Matemáticas y Ciencias) revelan que, en España, la brecha de género en matemáticas en 4º de Primaria (9-10 años) no solo persiste, sino que se ha ampliado en la última década y ha pasado de 11 puntos en 2011 a los 18 en 2023. Es decir, en poco más de una década, la brecha de género en matemáticas ha aumentado un 63%, lo que indica que las desigualdades en el aprendizaje de esta disciplina siguen en ascenso. 


El panorama en los países de la OCDE no es mucho mejor. En 2011, la diferencia en rendimiento matemático entre chicos y chicas era de 6 puntos; en 2023 alcanzó los 16 puntos. Los datos reflejan un fenómeno preocupante: en un período en el que se han implementado diversas estrategias para reducir la desigualdad de género en educación, la brecha en matemáticas prácticamente se ha triplicado en los países desarrollados.

Ciencias: un panorama más equitativo

A diferencia de lo que sucede en matemáticas, el rendimiento en ciencias presenta una tendencia más estable y equitativa. En España, la brecha de género en ciencias en 2011 era de 10 puntos a favor de los chicos, pero en 2019 y 2023, la diferencia desapareció y dejó de ser estadísticamente significativa. En la OCDE, la brecha de género en ciencias nunca ha sido sustantiva: en 2011, la diferencia era de 5 puntos, en 2015 se redujo a 2 puntos, y en 2023, se ha estabilizado en torno a 4 puntos.

¿Por qué siguen siendo pocas las mujeres en STEM?

A pesar de los esfuerzos por fomentar la igualdad de oportunidades en la educación, el número de mujeres en carreras STEM sigue siendo bajo en la OCDE. En promedio, solo el 15% de las mujeres que ingresan en la universidad optan por estudiar una carrera de ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas, en comparación con el 41% de los hombres. En España, la proporción de mujeres en STEM se ha mantenido estancada en el 13% entre 2015 y 2022, sin señales de mejora significativa, mientras que entre los hombres esta proporción es del 40% (gráfico 2). 

 

Estrategias para reducir la brecha de género en STEM

Para revertir esta situación, varios países han implementado iniciativas dirigidas a fomentar el acceso de las mujeres a carreras STEM:

  • España: STEAM Alliance for Female Talent, Girls Rising in Science es una iniciativa que busca incentivar las vocaciones científicas y tecnológicas entre niñas y mujeres jóvenes. Más de 150 empresas y organizaciones han suscrito esta alianza.
  • Irlanda: El STEM Passport for Inclusion conecta a estudiantes con profesionales del sector y ofrece programas de mentoría específicos para mujeres.
  • Alemania: La alianza Women in MINT Professions lanzó en 2023 el programa de prácticas #empowerGirl, diseñado para jóvenes interesadas en carreras STEM.
  • Luxemburgo: El proyecto Fairness in Teaching (FIT) capacita a docentes para reducir sesgos de género en la enseñanza.
  • Bélgica: La Comunidad Flamenca tiene como objetivo aumentar la matrícula en STEM de todos los estudiantes para 2030 y mejorar la competencia en ciencias y tecnología en la sociedad en general.

¿Qué más se puede hacer?

Para reducir la brecha de género en STEM, es necesario actuar en diferentes frentes:

  • Romper estereotipos de género: Varios estudios han demostrado que los sesgos de género de los docentes pueden afectar el desempeño y las decisiones educativas de las niñas. La formación del profesorado en enfoques libres de prejuicios es clave.
  • Fomentar modelos de referencia femeninos: La exposición de niñas y jóvenes a mujeres referentes en STEM tiene un impacto positivo en sus decisiones académicas y profesionales.
  • Impulsar programas de mentoría y becas: El acceso a redes de apoyo, experiencias prácticas y oportunidades de aprendizaje puede ayudar a que más mujeres se interesen en las carreras STEM.
  • Combatir la brecha en matemáticas desde edades tempranas: La evidencia indica que la brecha de género en matemáticas comienza a manifestarse desde la infancia. Intervenciones tempranas pueden marcar la diferencia.

Conclusión

El incremento de la brecha de género en matemáticas en España y la OCDE es una señal de alerta. Aunque en ciencias se han logrado avances, es fundamental reforzar las políticas educativas para fomentar la participación de las niñas y mujeres en STEM.

Las iniciativas existentes han demostrado que es posible reducir las desigualdades, pero aún queda un largo camino por recorrer. La educación STEM no solo es clave para la innovación y el desarrollo económico, sino que también es fundamental para construir una sociedad más equitativa.

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A mujeres y hombres no les interesa lo mismo la ciencia (y la tecnología), pero casi

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La participación de la mujer en actividades científicas es un tema de creciente interés en el análisis de las desigualdades de género. Aunque su incorporación a profesiones y titulaciones académicas relacionadas con la ciencia y la tecnología ha aumentado en las últimas décadas, no pocos participantes en la discusión pública siguen considerando insuficiente el avance. En todo caso, las trayectorias profesionales o académicas ligadas a la ciencia constituyen solo uno de los aspectos relevantes del papel de la ciencia en nuestras vidas. Su creciente relevancia en el desarrollo económico y social requiere de una masa crítica de ciudadanos que se interese por los avances científicos y tecnológicos, los entienda y los aprecie. Esa comprensión es fundamental para participar de manera informada en el debate público sobre el cambio científico y tecnológico, su aportación a la sociedad y los dilemas éticos a él asociados. 

Según datos del CIS de septiembre de 2024, el interés que hombres y mujeres declaran por la ciencia es muy similar, aunque todavía es un poco más alto entre los primeros: el  83% de los hombres y el 74% de las mujeres afirman tener mucho o bastante interés en la ciencia (gráfico 1). Curiosamente, la diferencia es más señalada entre los más jóvenes, debido a un nivel de interés especialmente bajo de las mujeres de 18 a 24 años (del 60% frente al 85% de sus coetáneos varones). Estas diferencias son muy pequeñas si las comparamos con las que se observaban hace cuarenta años (octubre de 1984) con otra encuesta del CIS [1]: los muy o bastante interesados en la ciencia y la tecnología eran el 48% de los varones, pero solo el 30% de las mujeres. Es decir, la evidencia sugiere que en los dos grupos ha aumentado el interés por la ciencia, pero lo habría hecho más en las mujeres. 


La Encuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología de la Fecyt permite comprobar si ese interés ha seguido creciendo en los últimos veinte años. Da la impresión de que así fue entre 2004 y 2012, manteniéndose estable hasta 2020 y creciendo de nuevo en 2022 (gráfico 2)[2]. Lo llamativo es que la media de interés de hombres y mujeres se ha mantenido también estable a lo largo de esas dos décadas, lo que sugiere que el acercamiento en los niveles de interés tuvo lugar con anterioridad. En cualquier caso, de estos datos también se desprende que el interés medio en la ciencia (y la tecnología) es similar en ambos sexos, con una media de 3,5 en una escala del 1 (ningún interés) al 5 (mucho interés) para los varones en 2022, y una media de 3,2 para las mujeres. 


De hecho, si medimos el interés a partir de la realización de actividades relacionadas con la ciencia, las diferencias también son menores, pues en 2022 porcentajes muy parecidos de cada sexo habrían visitado museos de ciencia y tecnología, asistido a actividades de divulgación científica, hablado de ciencia con amigos o familiares, visto o escuchado programas científicos en televisión o radio, leído divulgación científica e, incluso, colaborado voluntariamente en proyectos científicos (gráfico 3). 


La corta distancia en el interés medio de hombres y mujeres en la ciencia y la tecnología era evidente, también, con los datos del Eurobarómetro más reciente dedicado a esa temática, con trabajo de campo en mayo de 2021. En este caso, probablemente a consecuencia de la redacción de la pregunta y del número de opciones de respuestas, la distancia entre ambos es aún menor: están muy interesados en nuevos descubrimientos científicos y avances tecnológicos el 42% de los varones y el 40% de las mujeres. Esta representa la menor diferencia en el conjunto de los países de la UE27, entre los que, por otra parte, el nivel de interés español ocupa el undécimo lugar. 


En definitiva, en las últimas cuatro décadas se ha avanzado sustancialmente hacia una mayor convergencia en el interés por la ciencia de hombres y mujeres. Se trata este de un progreso positivo para la ciudadanía y la calidad del debate público, aunque aún quede camino por recorrer en cuanto a la presencia de la mujer en la formación y las ocupaciones relacionadas con la ciencia y la tecnología. Los datos europeos sugieren que la convergencia española en términos de interés es muy alta en términos comparativos, al tiempo que revelan que el interés medio por la ciencia podría ser mayor en España. El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra mañana, 11 de febrero, constituye una oportunidad para reflexionar sobre la necesidad de fomentar un interés más amplio y profundo por la ciencia en la sociedad en su conjunto que, además y más allá de contribuir al desarrollo profesional y personal de las mujeres, garantice que toda la ciudadanía pueda participar de manera informada y crítica en la discusión sobre el progreso científico.


[1] Estudio 1436, con trabajo de campo en octubre de 1984. 

[2] Habrá que esperar a la encuesta de 2024 para comprobar si ese aumento es el inicio de una nueva tendencia o, más bien, un cambio debido a una ruptura de serie que no hemos podido identificar. 

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Ni emancipados ni emparejados: los jóvenes españoles al acabar el primer cuarto de siglo

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En las últimas décadas, los jóvenes nacidos en España se han ido emancipando cada vez más tarde, y cada vez lo hacen menos para formar su propia familia. En España, en 2022, vivía con su pareja el 43% de las mujeres de 30 a 34 años nacidas en España y el 32% de sus pares varones. Estas cifras son las más bajas del último medio siglo y quedan muy lejos de las de 1970, cuando vivían con su pareja el 85% de las mujeres y el 81% de los varones de ese tramo de edad (gráfico 1) [1].


Esta caída de la vida en pareja de los jóvenes españoles se registra desde los años ochenta del siglo pasado, pero, según datos de los censos de población analizados en la última Nota de Coyuntura Social, se habría acentuado en los tres últimos lustros. Una experiencia que era tradicionalmente común a la inmensa mayoría de los jóvenes en torno a los treinta años es ahora claramente minoritaria.

Que tan pocos jóvenes de origen español vivan en pareja en la actualidad podría explicarse por las dificultades que afronta hoy la juventud española, como la inestabilidad laboral y un mercado de la vivienda no especialmente acogedor, entre otros factores. Sin embargo, la caída de los emparejamientos juveniles y el retraso, cada vez más sine die, de la formación de familias, es un fenómeno generalizado en los países desarrollados[2]. De esto se deduce que las causas no pueden ser solo locales, sino que también responden a cambios culturales más amplios vinculados a las aspiraciones vitales o a la evolución de los ‘mercados matrimoniales’ y de las características individuales que dificultan la formación de parejas.

Las elevadas tasas de emancipación tardía, en cambio, sí tienen un marcado componente local y, además, han tendido a intensificarse en los últimos 35 años. Entre las mujeres de 25 a 29 años nacidas en España, casi dos tercios (66%) estaban emancipadas en 1987, pero la cifra ha caído hasta el 35% de 2024. La emancipación de los varones de 25 a 29 años nacidos en España, siempre con tasas inferiores a las de las mujeres, ha seguido un patrón similar de caída (desde el 48 al 28%), aunque se adivina una cierta convergencia entre hombres y mujeres, ya que la diferencia se ha reducido desde los 18 puntos porcentuales a unos 7 debido a una caída más intensa de la tasa femenina. 

Incluso entre las mujeres de 30 a 34 años nacidas en España se observa también una reducción de la tasa de emancipación desde 1987, con un 85%, hasta 2024, con un 74% (gráfico 2), aunque la caída no ha sido tan pronunciada como en el tramo de edad anterior. También se ha reducido la tasa de emancipación de sus coetáneos varones, desde el 79 al 64%. 


Compartimos con muchos países la caída en la formación de parejas, una de las causas inmediatas del desplome reciente de la natalidad. Y a esta se suma la intensificación de la emancipación tardía, que seguramente contribuye aún más a esa caída de la natalidad. Se refuerza así un rasgo distintivo de la sociedad española y de otras meridionales europeas, el papel protector de la familia. Si bien este modelo familiar ha sido clave para paliar las dificultades en tiempos de crisis, también suele relacionarse con sociedades menos dinámicas en términos de asociacionismo, confianza en los demás e innovación. En una sociedad envejecida y con menos jóvenes, sin embargo, el atrevimiento y la iniciativa se vuelven más necesarios que nunca para impulsar el desarrollo y el crecimiento económico.

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[1] Para aislar el efecto de los cambios demográficos asociados la migración, se emplean solo cifras de nacidos en España, si están disponibles. La metodología de elaboración de los datos puede consultarse aquí.

[2] Burn-Murdoch, J. (2024). “The relationship recession is going global”, Financial Times, 11 de enero. 

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Españoles poco preparados para discutir sobre la IA

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El lanzamiento de la inteligencia artificial (IA) china DeepSeek R1 ha sido el punto culminante de dos semanas en las que se han ido sucediendo anuncios sobre avances y proyectos relevantes relacionados con la IA. La presentación de Stargate en Estados Unidos, de ALIA en España y de la malograda LUCIE en Francia han materializado la importancia estratégica que cada país otorga a la IA. Pero, además, representan tres enfoques distintos sobre cómo debe ser su desarrollo: impulsado por el sector privado (EEUU), regulado bajo control gubernamental (China) o promovido y financiado desde el sector público (Europa). 

¿Cómo se pueden juzgar estos acontecimientos sin comprender qué es la inteligencia artificial, cómo funciona y qué puede aportar a nuestras vidas? Sin el conocimiento y experiencia necesarios es imposible participar en este debate de manera informada y evaluar con criterio las decisiones que configurarán el futuro de nuestra sociedad. Con el objetivo de analizar el conocimiento, el uso y la confianza en la IA en España, Funcas llevó a cabo el pasado mes de diciembre una encuesta online a 1.500 españoles de 18 a 75 años y que supone la segunda edición de la encuesta aplicada un año antes. Esta encuesta ofrece información novedosa sobre las opiniones y comportamientos asociados a un fenómeno en rápida transformación, cuyo impacto es cada vez más relevante y sobre cuya acogida en el público general aún no sabemos demasiado. Los resultados detallados pueden consultarse aquí.

La encuesta revela que casi la mitad de los españoles (44%) reconoce tener un conocimiento limitado o nulo sobre esta tecnología, aunque esa cifra es mejor que el 53% obtenido en la encuesta anterior, de diciembre de 2023 (gráfico 1). Al respecto, se encuentran notables diferencias según la edad, el género y el nivel educativo. Los jóvenes y los hombres destacan en familiaridad con la IA, mientras que las mujeres y la población con menor nivel educativo presentan cifras inferiores (gráfico 2).


En el último año también se observan avances en el uso de herramientas de inteligencia artificial. Al ser consultados sobre el conocimiento y el uso de ChatGPT, la herramienta de IA más popular, un 15% reconoce no haber oído hablar nunca de ella, pero el porcentaje es inferior al 20% registrado en 2023 (gráfico 1). Además, un 14% afirma utilizarla con frecuencia, más del triple que hace un año. El uso de ChatGPT varía según la edad, el género y el nivel educativo: los jóvenes, los hombres y quienes cuentan con estudios universitarios declaran en mayor proporción haber usado esta herramienta y hacerlo más frecuentemente (gráfico 3).


A su vez, la percepción de que el impacto de la inteligencia artificial a medio plazo será positivo ha experimentado un leve incremento en el último año. A finales de 2024, el 44% de los encuestados consideraba que el impacto será favorable, frente al 40% medido un año antes (gráfico 1). Las mujeres se muestran menos optimistas que los hombres: solo el 38% de ellas espera un impacto positivo, frente al 51% de ellos (gráfico 4). El optimismo en cuanto a esta tecnología se asocia con claridad con el grado de familiaridad con ella. Casi siete de cada diez encuestados que afirman tener un conocimiento avanzado de la IA auguran un impacto positivo, proporción que casi alcanza los ocho de cada diez entre los usuarios frecuentes de ChatGPT (gráfico 5).


Los datos muestran que, aunque el conocimiento y el uso de la inteligencia artificial en España han avanzado ligeramente, siguen siendo modestos, y desiguales entre distintos grupos sociales. Este reducido conocimiento limita las posibilidades de un debate informado sobre el impacto y el papel de la IA la sociedad del futuro, así como sobre la comprensión de su importancia estratégica en el contexto internacional actual. Promover un conocimiento más amplio facilitará el aprovechamiento de las oportunidades que la IA ofrece y la toma de decisiones informadas sobre su desarrollo y regulación.

Descargue el documento completo sobre la Encuesta Funcas sobre Inteligencia Artificial 2024.

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España progresa adecuadamente en inglés, pero sigue entre los peores de la clase

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Hablar varios idiomas es una habilidad de creciente importancia en un mundo tan globalizado como el actual. El dominio de varias lenguas mejora las capacidades cognitivas, facilita el desarrollo profesional y cultural, y contribuye a la socialización en un entorno cada vez más internacional. En particular, y por citar dos de las ventajas más novedosas del conocimiento del inglés, la lingua franca internacional, cabe recordar, por una parte, que abre la puerta a una vasta oferta de recursos educativos especializados online, de modo que, hoy en día, no se trata ya solo de un objetivo educativo instrumental para otros ámbitos de la vida, sino también de una herramienta para poder seguir formándose. Por otra, ese conocimiento optimiza el uso de herramientas de inteligencia artificial, como asistentes virtuales o traductores automáticos, puesto que muchas operan principalmente en ese idioma o consiguen mejores resultados si se utilizan en él. 

Sin embargo, según datos del Eurobarómetro Especial “Los europeos y sus idiomas”, en 2023 España, con un 30%, ocupaba la cuarta posición de la Unión Europea en la proporción de encuestados que nunca había aprendido otro idioma, notablemente por encima de la media comunitaria (21%) y solo por detrás de Rumanía (40%), Irlanda (38%) y Portugal (33%) (gráfico 1). Aunque no haber aprendido nunca otro idioma es más común entre las personas mayores —así lo declaran, por ejemplo, dos tercios de los mayores de 74años— el resto de la población adulta española tampoco se posiciona favorablemente en comparación con sus pares europeos (gráfico 1). A pesar de que entre los más jóvenes (de 15 a 24 años) son muy pocos los que nunca han aprendido otro idioma, el 16% del segmento entre 25 y 34 años y el 21% en el grupo de 35 a 44 declaran no haberlo hecho nunca. Ambas cohortes de edad presentan los terceros porcentajes más altos de la UE, detrás de los de Irlanda y Rumania. 


En todo caso, declarar haber aprendido otro idioma no siempre se traduce en un dominio suficiente para, por ejemplo, poder participar en una conversación en esa lengua. Solo el 39% de los encuestados en España afirma que puede hacerlo en inglés, bien porque sea su lengua materna o bien como segundo, tercer o cuarto idioma, más de diez puntos porcentuales por debajo del conjunto de la UE27 (gráfico 2). Aunque esta cifra supone una mejora significativa con respecto al 17% registrado en 1987 y al 27% en 2005[1], España ocupa, en este indicador, la sexta posición por la cola en la UE27, en una posición algo mejor que la de Italia (34%) y algo peor que las de Portugal y Francia (42%) pero a bastante distancia de la de Grecia (52%), mientras que en la mayor parte de los países nórdicos las cifras superan el 90%. 


Las diferencias por edad en el manejo del inglés son notables. Mientras que alrededor de dos tercios de los jóvenes declaran hablar inglés, entre las personas mayores esta proporción se reduce a uno de cada seis (gráfico 3). En todo caso, y aunque en el tramo de edad de 25 a 44 años los resultados son mejores, también en ese segmento España sigue situándose en una posición desfavorable del ranking europeo. Las diferencias en cuanto al dominio del inglés según el nivel educativo también son sustantivas: en España solo habla inglés el 14% de quienes solo han alcanzado el nivel de educación primaria, frente a más de dos tercios de quienes cuentan con estudios superiores. Entre los que tienen posgrado la cifra supera el 80%. Sin embargo, entre los que han cursado formación profesional superior el porcentaje se reduce al 42%. De hecho, aunque llama la atención que España también ocupa posiciones desfavorables en el contexto europeo en los niveles educativos universitarios, lo hace aún más el deficiente desempeño en inglés de los encuestados con formación profesional. Cabe recordar que, a pesar de los avances en la enseñanza de idiomas en primaria y secundaria, etapas en las que el aprendizaje de idiomas es obligatorio, no lo es así en formación profesional. En 2022, solo el 40% de los alumnos de formación profesional estudiaba un segundo idioma, una cifra pequeña en el contexto europeo[2].


En el Día Europeo de la Educación 2025, que se celebra el próximo 24 de enero, la ONU llama a prestar atención a los retos que plantea la inteligencia artificial para la educación. Entre esos cambios cabe incluir la mayor accesibilidad a la formación en idiomas que facilitan las aplicaciones interactivas y personalizadas. Al mismo tiempo, se abre un nuevo debate sobre la importancia de los idiomas extranjeros en un mundo globalizado y con tecnologías disruptivas que reducen las barreras lingüísticas de manera inmediata. Pero, lejos de perder su relevancia, el manejo de idiomas sigue siendo una herramienta fundamental en el acceso a oportunidades educativas y profesionales. Las nuevas tecnologías, al fin y al cabo, no eliminan la utilidad de saber idiomas, sino que la refuerzan.


[1] Elaboración propia con los datos de los Eurobarómetros 28 (1987) y 64.3 (2005).

[2] Se puede consultar un análisis sobre el aprendizaje de idiomas en distintas etapas educativas, con datos de Eurostat para 2021, en el número de Focus on Spanish Society de noviembre de 2023

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Competencias de los adultos españoles: buenos resultados en equidad, pero mejorables en excelencia y en la conexión con el mercado laboral

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El Programa para la Evaluación Internacional de Competencias de Adultos (PIAAC, por sus siglas en inglés) es descrito como una versión para adultos del programa PISA; evalúa competencias en comprensión lectora y matemática, así como la resolución de problemas adaptativos entre personas de 16 a 65 años. Un seminario virtual organizado en diciembre por Funcas presentó por primera vez en España los datos de su segundo ciclo y, sobre esa base, abordó diversos aspectos clave sobre las competencias de la población joven y adulta en nuestro país y en otros 30. El evento contó con la participación de expertos como Marta Encinas-MartínBrindusa Anghel y Alfonso Echazarra, quienes analizaron las implicaciones de los resultados para el sistema educativo y el mercado laboral. 

Los resultados en España

El rendimiento en la evaluación de PIAAC se expresa en una escala de 0 a 500 puntos; para lectura y matemáticas, se establecen 6 niveles de rendimiento que van desde el nivel inferior a 1 (el más bajo) hasta el nivel 5 (el más alto). Para la resolución de problemas adaptativos no se incluye el nivel 5. El informe español contiene una descripción detallada de los diferentes niveles en cada área. Un resumen de los resultados de España frente a la OCDE se muestra en el gráfico 1. En conjunto, considerando las tres áreas evaluadas (lectura, matemáticas y resolución de problemas adaptativos), el 21% de los adultos en España se encuentra en los dos niveles más bajos de estas escalas de competencia, superando ligeramente el promedio del 18% de la OCDE.


España necesita impulsar la excelencia y mejorar la formación continua

Marta Encinas-Martín, de la OCDE, inició el seminario destacando la importancia de esta evaluación para comprender lo que los adultos saben y pueden hacer en su vida diaria y laboral. Los resultados de PIAAC sitúan a España en un lugar intermedio-bajo entre los países evaluados.

Encinas-Martín subrayó que, aunque España tiene buenos registros en equidad educativa, con una de las brechas socioeconómicas más pequeñas en competencias por nivel educativo de los progenitores según PIAAC, es necesario impulsar la excelencia, y especialmente en áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), para mejorar el futuro de los jóvenes. En cuanto al fomento de la formación continua, Marta Encinas-Martín puso como ejemplo a los países nórdicos, donde los programas de formación a lo largo de la vida han sido clave para mantener altos niveles de competencias en todas las edades.

Vea aquí la intervención de Marta Encinas.

El contexto de España en relación con la Unión Europea (UE)

Brindusa Anghel, del Banco de España, presentó un análisis sobre las diferencias en competencias entre España y los países de la UE que participaron en PIAAC, destacando que, aunque la brecha de la media de las puntuaciones PIAAC ha disminuido en la última década, los retos persisten.

  • Competencias de los graduados superiores: los titulados universitarios y de FP Superior en España tienen menores niveles de competencias en matemáticas y lectura en comparación con sus homólogos de la UE. Esta brecha podría reflejar problemas estructurales del sistema educativo, que afectan la empleabilidad y la productividad laboral.
  • Desempeño generacional: los adultos españoles mayores (55-65 años) tienen competencias más cercanas a la media de la UE en comparación con los jóvenes (16-24 años). 
  • Éxitos en equidad: aunque los resultados generales de España no son sobresalientes, el país destaca por su reducida brecha en competencias entre los grupos con un nivel educativo de los padres bajo y medio, lo que refleja cierto éxito en la reducción de desigualdades.

Además, señaló que el mercado laboral español sigue mostrando un alto desajuste entre las competencias de los trabajadores y las necesidades reales de las empresas, afectando la competitividad y el crecimiento económico.

Vea aquí la intervención de Brindusa Anghel.

Reflexiones sobre la repetición y el abandono educativo

Alfonso Echazarra, evaluador externo de la OCDE, amplió el debate con un enfoque en las barreras estructurales que limitan el progreso educativo en España. En su intervención, subrayó que la repetición de cursos, una práctica común en el país, tiene un impacto negativo a largo plazo en las competencias de los estudiantes. La repetición perpetúa desigualdades, tiene un coste financiero elevado y no resulta efectiva para mejorar los resultados educativos. Los estudiantes repetidores tienden a abandonar el sistema antes de completar su formación.

Entre otros desafíos destacados por Echazarra, se incluyen:

  • Altas tasas de abandono escolar: España sigue registrando una de las cifras más altas de abandono educativo temprano en Europa, lo que limita el desarrollo de competencias básicas.
  • Competencias y mercado laboral: existe una desconexión significativa entre lo que se enseña en los programas educativos y las demandas del mercado laboral. Según Echazarra, es esencial revisar los currículos para incorporar competencias transversales como resolución de problemas, pensamiento crítico y habilidades digitales.

Vea aquí la intervención de Alfonso Echazarra.

Conclusiones finales

España ha logrado avances importantes en términos de equidad educativa, pero las competencias de su población adulta continúan rezagadas frente a los estándares internacionales. La necesidad de reforzar la educación inicial, buscar mayor excelencia, ajustar los programas educativos al mercado laboral e implementar estrategias de formación continua es más urgente que nunca.

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