Ahorrar en luz de escaparates es un gesto cosmético: las medidas más absurdas de ahorro energético
Se avecina un invierno complicado en lo que se refiere al tema de la energía. Con la escandalosa inflación que estamos soportando y los problemas de suministro que pueden darse si Rusia corta su grifo del gas a Europa, los estados miembros de la UE se están esforzando por poner en marcha medidas de ahorro que puedan funcionar en caso de que Putin se ponga todavía más duro.
España ya ha presentado las suyas y ya las ha aprobado en el BOE, las cuales van a estar en vigor 16 meses, hasta noviembre de 2023, y afectan a instituciones públicas y también al sector privado. Se trata de varias medidas de distinto calado y, como siempre, hay algunas que pueden ser efectivas y otras que son más de adorno que de otra cosa.
La que más ha llamado la atención y que ya ha hecho a algunos alzar la voz en su contra (Ayuso siempre en medio de la polémica) es la de apagar escaparates y fachadas cuando no estén ocupados y como hora tope a las 22.00. Esto significa que las calles de las grandes ciudades y arterias comerciales principales van a perder buena parte de su encanto, sobre todo en Navidad.
¿Será efectiva esta medida tan polémica? ¿O solo un acto de cara a la galería? Vamos a verlo todo.
Un poco de todo pero se contradice
En este caso, podemos decir que apagar los escaparates de mucho no va a servir, pues por suerte ahora la mayoría de la iluminación es LED, con la que se consigue un gran ahorro.
No, el problema no es la iluminación, es la climatización. Es realmente en la calefacción o el aire acondicionado donde más energía se gasta, y ahí va a ser determinante la medida de no tener el aire más bajo de 27º en verano ni la calefacción más alta de 19º en invierno. Claro, el tema es que esto incumbe solo a los edificios públicos, no se puede obligar a la gente a hacer lo mismo en sus casas o negocios, pero si queremos ahorrar, deberíamos tomarlo de referencia. Porque el palo en la factura puede ser muy gordo.
En esta línea esta la revisión de calderas y aparatos de climatización, algo que realmente no va a servir de nada, pues ya hay una normativa en vigor y estos aparatos ya tienen su protocolos. Por otro lado, también se plantea la rehabilitación energética de edificios (el 99% de los edificios en España tiene pérdidas de energía) que tampoco va a servir de nada, porque no va a llegar a tiempo para este invierno, es una medida en la que se debería haber trabajado hace años para que en esta tesitura fuéramos mejor preparados.
Entre las medidas que van a llegar en un nuevo paquete en septiembre se contempla reducir la velocidad en carreteras (veremos en qué queda) y también puede llegar la imposición del teletrabajo en instituciones y organismos públicos en algunos días para ahorrar en estos edificios y también en transporte.
Pero si hay algo que también está causando malestar es el tema de los abonos de tren. Porque en lugar de subvencionarlos realmente o ponerles un menor precio, como han hecho en Alemania con un abono tipo para todo el mundo de 9 euros, el Gobierno se ha liado la manta a la cabeza con las fianzas.
Para Cercanís ha impuesto una fianza de 10 euros que se podrá recuperar siempre que de septiembre a diciembre (el periodo que estarán en vigor los abonos) se haya hecho un mínimo de 16 viajes. Si no, no te devuelven los 10 euros. En media distancia la fianza es de 20 euros y las condiciones son las mismas.
Una decisión que va a tener efecto contraproducente, pues mucha gente por no tener que dejar la fianza no querrá el abono, que además tiene una duración muy corta de solo tres meses.
Algo también muy paradójico que se quiera impulsar el transporte público mientras se sigue subvencionando la gasolina y el diésel. Por lo que la política de transporte debería tener más coherencia y subvencionar realmente el transporte público, extendiendo las rebajas al metro y el autobús, que es lo que realmente la gente más utiliza.
Habrá que ver cuando llegue el invierno si estas medidas logran ese ahorro del 7% acordado con la UE o son otra batería más de ideas (como ha pasado con la inflación) que se quedan en buenas intenciones pero no en hechos.