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El desastre económico del Coronavirus no se queda en el desempleo o en el déficit rampante: las inversiones se despeñarían

Conforme la crisis del Coronavirus se va desarrollando en toda su siniestra plenitud, se abren ante nuestros ojos nuevos escenarios a cada cuál más complejo y aparentemente insuperable. El aspecto socioeconómico, y más concretamente el económico, es uno de los que más negro pintan, casi de un negro tan profundo como los lazos negros que recuerdan a todos los que se fueron para no volver ya jamás.

Y no es negro abisal sólo por lo más evidente, como puede ser una deuda desbocada, un déficit rampante, y una interminable fila de nuevos parados y de empresas que cierran sin otra salida posible más que echar la persiana para siempre. Lo más negro de todo es cómo esa recuperación que los titulares nos pintan de llamativo verde esperanza, amenaza con no ser tal, puesto que esas inversiones que realmente son las que en estas situaciones acaban tirando del carro y sacándolo del profundo agujero en la calzada, parece que se van a despeñar, y que el dinero huiría despavorido. Lo que nos faltaba.

Sin inversiones no hay crecimiento, pero… ¿Quién querría invertir y arriesgar su dinero con semejante panorama ante nuestras atónitas miradas?

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Desde ciertas instancias, a menudo se trata de responsabilizar de la falta de inversiones exclusivamente a aquellos que “no quieren” invertir, como si no estuviesen deseando tener motivos para conseguir un retorno de inversión. Sin negar que a veces las inversiones se vean afectadas por pánicos (y euforias) más propias de la naturaleza humana que de un Excel frio y calculador de rentabilidades potenciales y de factores de riesgo para conseguirlas, lo cierto es que el dinero es el primero que huye despavorido cuando las condiciones no son favorables para los negocios, y no hay seguridad jurídica ni económica en un país: la pregunta no es “¿Quién? (con dedo socorridamente acusador)” sino “¿Por qué?”. Desde algunos sectores se acaba culpando exclusivamente al “capital” y a esos “capitalistas despiadados” absolutamente de todos los males económicos (y no digo que no sean responsables de una parte de ellos), cuando lo cierto es que también habría que plantearse por qué no quieren invertir todo lo que la economía necesita, cuando es la función más connatural a su propia naturaleza en el sistema económico.

Pero claro, el manipulado juego socioeconómico de hoy en día no es tanto conseguir esa vuelta a los resultados positivos que todos necesitamos como el respirar, sino que muchos sectores se han instalado en una total falta de crítica (y de auto-crítica) que siempre demostraron tener en cierta medida, y por la que hoy el juego mediático y político de “colores” algo variados se basa tan sólo en una improductiva estrategia “maestra” de supervivencia (también política). La “visionaria” estrategia se limita a tratar de conseguir que la culpa de todo lo que esté saliendo mal cuelgue del cuello de otro, aunque al final ya no queden cuellos ajenos sin ahogar de los que colgar esas culpas que, en buena parte, son propias. Aquí realmente parece que a algunos no les importa tanto si se hacen las cosas bien o mal, y que en realidad por lo que verdaderamente se esfuerzan es por redistribuir entre otros sus propias culpas, cosa que vemos hacer en cada tema sospechosamente sólo una vez que la cosa se pone fea, y no desde el primer momento en el que el pueblo se merece una explicación. Y no es que esto no sea constructivo, es que es directa y totalmente destructivo socioeconómicamente. Así no vamos a ningún sitio, y donde estamos además se va a quedar peor que un solar: para entonces ya poco importará quién se llevó las calabazas de “la Ruperta” en las airadas trifulcas mediáticas, sino que lo que será realmente sangrante será la ruina socioeconómica a la que podemos estar ya abocados desde este convulso presente.

Como una demostración más de cómo ese capital ya está planeando huir de la pobreza, en la que esta crisis amenaza con sumirnos a buena parte de Occidente (a no ser que nos enderecen el rumbo si es que es posible), está la noticia del Wall Street Journal con las perpectivas de inversión en suelo estadounidense (no crean que en Europa vamos a correr mucha mejor suerte), y que augura como (casi) única profesión de futuro en Wall Street la de experto en re-estructuración de deudas. El WSJ relata cómo ni siquiera las compañías tradicionalmente consideradas como estables y como sector refugio pueden seguir teniendo esa digna consideración: no hay nadie a salvo de esta quema socioeconómica que ni siquiera sabemos (todavía) si ha sido un incendio espontáneo o si alguien ha prendido la mecha, bien sea a propósito o accidentalmente. Lamentablemente, las inversiones se prevé que literalmente se despeñen: una deplorable y pésima noticia, que es la estocada que le faltaba a nuestra economía para que no sólo no tenga presente, sino para que tampoco tenga futuro a corto y medio plazo, con todo lo que eso puede suponer al sembrar tempestades que catalicen el surgimiento de una nueva realidad socio-política todavía más convulsa que la actual.

Y eso por no hablar ya de cómo las empresas estadounidenses realmente están recurriendo masivamente a la deuda como estrategia de desesperada y mera supervivencia en los tiempos del Coronavirus, paradójica y significativamente incluso aquellas que se suponía que presentaban balances empresariales más sanos (por ejemplo cita la CNN a la sobre-demandada Netflix en tiempos de confinamiento). Aunque lo cierto es que, en términos generales, el siniestro punto de partida de la deuda corporativa ya la situaba en insostenibles máximos históricos antes del Armageddon vírico, pero el hecho es que ahora encima crece a un ritmo sin precedentes, y en el cual ha habido no pocos momentos en los que esas empresas tan demandantes de efectivo han secado literalmente los mercados de financiación. Este redoblar del endeudamiento corporativo no debe ser visto sino como un mecanismo de último recurso que supone todo un claro grito de socorro de las empresas, y que corre el riesgo de acabar siendo ahogado momentáneamente tan sólo con montañas de más deuda, susceptible de tornarse insostenible literalmente en cualquier momento: tomar prestado hoy siempre ha significado una merma de la capacidad de inversión en el mañana.

Y eso no es nada nuevo y siempre ha sido así, pero lo que preocupa de la situación actual son las asfixiantes tasas de crecimiento ante un mañana ya de por sí suficientemente incierto económicamente, y en el que dudosamente se va a poder simplemente re-pagar todo lo que se está prestando ahora; así que lo de invertir entonces ya mejor ni nos lo planteamos hoy. Y estas tasas son asfixiantes ya en los casos de numerosas empresas que siempre en algún momento tendrán que responder de sus deudas (aunque éstas les arrastren al fondo de las Fosas Marianas), lo cual redundará en una sensiblemente y todavía inferior o incluso inexistente capacidad de inversión futura. Este panorama no es ya ni siquiera un pan para hoy y hambre para mañana: es más bien hambre para hoy y desnutrición severa para mañana (edemas de hambre mediante).

La falta absoluta de perspectivas de inversión no anticipa un futuro incierto, sino que indica que hay no pocos agentes del mercado que no ven ese futuro por ningún lado

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Porque es que, frente a no invertir en un futuro, o no tener ya ningún presente, obviamente las empresas deciden sobrevivir hoy, y ya verán como se las apañan el día de mañana: llegado el día ya verán en su momento si pueden permitirse invertir para entonces. Y en este caso concreto esto no es parte de ese cortoplacismo ni de esa cortedad de miras que muchas veces hemos criticado agriamente como uno de nuestros principales males socioeconómicos: a pesar de que desde estas líneas siempre les animamos a mirar más allá del horizonte, en este caso en concreto centrarse en el presente es un necesario y mero instinto de supervivencia corporativa, dada la convulsa e inquietante coyuntura que amenaza seriamente con que el único horizonte sea un acantilado. Hay veces que no es que no sepamos alzar la vista y mirar al horizonte cara a cara, sino que simplemente es mejor ni mirarlo.

Y son cuatro los jinetes del Apocalipsis socioeconómico que cabalgan desatados arrasando con todo lo que encuentran a su paso en nuestras Socioeconomías. Desde el inicio de toda esta terrible crisis pandémica, ya les analizamos que aquí iba a haber una conjunción de diferentes crisis, y que las consecuencias iban a ser varias y a cual más grave. La primera fue la iniciática crisis sanitaria, con todas sus dolorosas (y dolosas) decenas de miles de muertos sólo en España. Le siguió la segunda, que ha sido la crisis económica, con centenares de miles de desempleados vía ERTE o ERE por doquier, una deuda que se amontona “a paladas”, y unas inversiones que ya amenazan con huir despavoridas, lo cual haría que el país se quede como un solar y encima luego no haya ya fondos para tirar del carro y recuperar la economía. Pero ahora estamos ya inmersos de lleno en la tercera y más grave crisis social, con esas dos Españas más vivas, agresivas y polarizadas que nunca antes desde la mortífera guerra civil, y que (por) ahora están gritándose a la cara en los patios de vecinos con los ojos encendidos de ira incandescente…

Así que dejo a su propia elección quién quieren que sea ese cuarto jinete del Apocalipsis que nos falta por nombrar para completar la macabra cuadrilla, porque en realidad es de ustedes de quien depende. No sólo la hierba no volverá a crecer durante una buena temporada allá por donde pisan los cascos de sus cuatro apocalípticos caballos, sino que puede que lo que suframos sea una política de tierra quemada, por la que estos siniestros y macabros jinetes tan sólo estén consiguiendo que no haya ningún brote verde (más allá de los titulares esperanzadores) sobre el que luego reconstruir el país.

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Y que conste que hablamos aquí de una reconstrucción del país pero de las de verdad, no de las que consisten en re-pintarlo todo de nuevo con llamativos y cegadores colores, que lo único que tapan es el óxido que hay por debajo de la valla de espino que ya se interpone de nuevo entre esas dos Españas que finalmente, y tras años de persistentes intentonas, nos han acabado por resucitar. O de los dos Estados Unidos, o de las dos Gran Bretañas… Lamentablemente, en este mundo de políticos indescriptibles y además azuzado por la propaganda y por la confrontación más visceral, no faltan candidatos para dirigirnos a varios países occidentales hacia la auto-destrucción más desoladora. Desde luego que esto debe ser una auténtica pesadilla continuada de la que no pueden escapar aquellos octogenarios supervivientes del 39 que todavía viven con nosotros, en lo que amenaza con ser un insufriblemente recurrente día de la marmota, y en el que asisten horrorizados a ver cómo, una vez más, la Historia se repite… Pero lo único que importará con los muertos fríos sobre la mesa es poder argumentar que no se tiene la culpa de nada, y que absolutamente todo es culpa de “los otros”… Auto-crítica, constructividad, ética, y sobre todo… responsabilidad, que luego a los muertos sólo los quieren sus allegados, y además las lápidas las pone siempre ese pueblo que aparece en mucho eslógan, pero por el que realmente luego (casi) nadie se preocupa.

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La crisis del coronavirus da pie a impulsar las criptomonedas

La crisis del coronavirus está importantes cambios a nivel financiero y el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) que depende del G20, supervisa el funcionamiento del sistema financiero a nivel global, ha emitido recomendaciones para la supervisión de las criptomonedas.

Las criptomonedas se asocian a los vaivenes del valor de su criptomoneda más famosa, el Bitcoin, existen muchos otros criptoactivos que se deben tener en cuenta a la hora de supervisar.

Las criptomonedas stablecoins las más fiables para las autoridades centrales

Existen diferentes criptomonedas que se deben tener en cuenta a la hora de supervisar por los estamentos financieros. Entre ellos destaca las criptomonedas stablecoins o aquellas criptomonedas que son estables y no tienen tanto vaivenes de valor, como es el caso del Bitcoin.

Las criptomonedas stablecoins son criptomonedas que funcionan bajo la supervisión de un autoridad central y están compuestas por una cesta de activos que consideran seguros a nivel financiero.

La característica fundamental de las criptomonedas stablecoins es que su valor es estable durante el tiempo y esto facilita que el pago sea más seguro para los consumidores sin que les afecte los cambios de valor constante y de forma rápida.

Las stablecoins para que funcionen deben pasar por unos requerimientos

El Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) reconoce que las criptomonedas stablecoins es un alternativa viable al efectivo por la situación que se está viviendo con el coronavirus a nivel mundial.

Este tipo de criptomonedas tienen el potencial para conseguir una mayor eficiencia de la provisión de servicios financieros, pero a la vez pueden tener un riesgo asociado para la estabilidad financiera.

Por eso, las autoridades centrales deben tener cuidado con las criptomonedas stablecoins y establecer normativas para su seguimiento. Las emisiones de las criptomonedas stablecoins y sus emisores deben estar sujetas a las mismas reglas que los reguladores de servicios financieros.

Los gobiernos deben garantizar que los riesgos que se asumen con la utilización de las criptomonedas stablecoins están controlados, sobre todo, cuando se considera en temas de ciberseguridad y la gestión de la reserva de activos que hay detrás su valor.

Las criptomonedas stablecoins deben tener una buena infraestructura de almacenamiento de datos y un apropiado sistema de copias de seguridad por si se da el caso que hay algún problema.

Los usuarios de las criptomonedas stablecoins deben tener toda la información de su uso y las autoridades centrales deben facilitar canales de reclamación por si surge algún problema.

Con todos estos requerimientos se puede considerar que las criptomonedas stablecoins pueden competir con el euro o el dólar estadounidense, ya que su uso permite una independencia de las monedas tradicionales para gestionar inversiones o ahorros desde la tecnología blockchain.

Con las criptomonedas se puede digitalizar el valor de los activos

El Gobierno de Holanda da otro uso a la tecnología blockchain contra la lucha del coronavirus, ya que a través de esta tecnología se puede hacer frente a los principales problemas de la escasez de suministros.

Pero no sólo la tecnología blockchain, sino que las criptomonedas en su formato de tokens también pueden resolver la posible depreciación del valor cuando el euro o el dólar estadounidense y servir como unión para la digitalización y la tokenización de activos.

Por su parte, Estados Unidos y China hace ya un tiempo que están trabajando en sus propios proyectos para sacar sus monedas digitales, es decir, sus propias criptomonedas stablecoins.

En el nuevo contexto, la mayoría de los países a nivel mundial y diferentes sectores que afectan directamente o de forma indirecta la pandemia del coronavirus están en pausa a la espera de la reactivación.

Los gobiernos por su parte están centrados en aplicar paquetes de medidas para minimizar los efectos negativos que ha provocado el coronavirus y a su vez a potenciar las exportaciones e importaciones para reactivar la economía.

Para facilitar el comercio internacional se puede tokenizar el valor de los activos y así crear nuevos mecanismos que ayuden a la transferencia del valor de un bien determinado.

Un ejemplo de tokenizar el valor de un bien se puede encontrar el caso de la plataforma Tymlez que ofrece transparencia en la cadena de suministros médicos. A parte de esto, la Cruz Roja en Holanda ya está aceptando donaciones con la criptomoneda Bitcoin.

En El Blog Salmón | Llega el Sandbox financiero, todos los detalles

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Los efectos del coronavirus sobre la economía española van a ser peores que la crisis de 2008

La pandemia del coronavirus está teniendo graves efectos en las economías más importantes alrededor de todo el mundo y está afectando a casi todos los sectores económicos.

En España estos efectos se han notado en los principales sectores que son los motores económicos de nuestro país, como son el sector turístico y el sector de la automoción. Por tanto, se puede afirmar que el coronavirus ha creado una crisis económica que cuando más alarga puede ser peor que la crisis del 2008.

España le va a costar más salir de la recesión provocada por el coronavirus

El impacto de los efectos negativos en la economía mundial por causa del coronavirus es abrumador, ya que se está dando un estancamiento a nivel globalizado de la economía.

Las previsiones de salida de la crisis de las economías desarrolladas están alrededor de 2 años en volver a los niveles actuales de Producto Interior Bruto (PIB) previos a la pandemia de coronavirus, que es lo tardaron Alemania y Francia en recuperarse de la anterior crisis.

España, Italia o Reino Unido, durante la anterior crisis económico tuvieron más problemas para recuperarse, debido a cada uno de estos países partían de diferentes condiciones para poder remontar el vuelo de nuevo.

Se espera y se desea que España pueda conseguir remontar el vuelo en 2 años, como el resto de los países miembros de la Unión Europea, aunque Italia se va a encontrar con muchas piedras por su camino de la recuperación.

España y Reino Unido no van a tener problemas para recuperarse en plazo de 2 años, y volver así a los niveles de crecimiento que tenían antes que pasara el coronavirus por sus países.

La crisis financiera en España de hace más de una década es diferente a la crisis que se va a vivir por el coronavirus. España e Italia van a ser los 2 países dentro de los miembros de la Unión Europea más afectados económicamente por el coronavirus, ya que están siendo más afectados a nivel sanitario.

¿Cómo va a ser el despertar de la economía en España?

La economía en España ha salido del letargo, obligado por el Gobierno, para intentar evitar la propagación del coronavirus a través de la disminución de su actividad. Un tercio de la población mundial está con algún tipo de restricción de movimiento por los estados de alerta sanitaria.

En el caso de la economía en España, existen grandes dudas de cómo va a ser después de este letargo. Primero, porque nunca se ha vivido una situación parecida y nadie sabe cómo le va afectar al tejido empresarial español.

Segundo, porque no ha habido una preparación previa, todo lo contrario, el tejido empresarial español intentaba salir de los efectos que se vivieron por la dura recesión del 2012.

Tercero, porque esta situación de disfunción económica no sólo afecta a España sino que se están viviendo en casi todas las economías a nivel mundial. Es decir, a quien vendemos y a quien compramos están viviendo la misma o parecida, y sus letargos económicos nos van afectar de forma directa.

Las microempresas y los autónomos son los grandes perjudicados

España está formado por un tejido empresarial de más de 3 millones de microempresas, con 3 empleados de media con una de estas microempresas. Por tanto, la red empresarial española juega en contra de su supervivencia, ya que la mayoría de estas empresas no tienen mucha tesorería para sobrevivir.

Muchas de estas empresas van a tener muchas dificultades para poder sobrevivir a partir de ahora, es decir, tiendas de barrio, restaurantes, librerías, talleres, electricistas, fontaneros… y miles de autónomos y pequeños empresarios van a sufrir los efectos de estos meses de inactividad.

Va a sufrir todo este colectivo, ya que tiene muy poco margen de maniobra para ajustar sus gastos y pocas reservas de liquidez para poder afrontar varios meses sin tener entrada de ingresos.

El Gobierno podría mirar que está haciendo países como Estados Unidos y Dinamarca que están ayudando de forma directa con préstamos condonables, es decir, préstamos de los cuales entrega para el financiamiento y al final del proceso, el paga la deuda según el cumplimiento de las condiciones establecidas por la entidad promotora.

La clave del éxito del letargo económica está en las ayudas. Los 100 mil millones en avales del Gobierno español suponen el 20 por ciento del crédito a empresa, mientras que en Alemania se ha llegado hasta el 30 por ciento, además que las entidades bancarias tienen que interiorizar que deben canalizar y agilizar los recursos públicos.

Por último, es el impacto del letargo de las otras economías dentro de la economía española. Claramente para el sector turístico y el sector hostelero español van a vivir tiempos muy difíciles durante los próximos meses e incluso años por culpa del coronavirus.

En El Blog Salmón | Todo esto ha hecho China para salir adelante después del coronavirus

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La otra cara del Coronavirus: ¿Van a propiciar el parón económico y la reducción de emisiones un descenso del efecto invernadero?

Siendo como es la crisis del Coronavirus toda una dolorosa catástrofe socioeconómica en la que estamos perdiendo lo más preciado que tenemos, nuestras vidas, sin embargo hay otros aspectos de esta pandemia que pueden arrojar datos muy relevantes que, de no haber sobrevenido la tamaña desgracia, no habría habido forma humana de conseguirlos en un mundo que era imposible que dejase de quemar petróleo a mansalva cada día.

Pero deseando por encima de todo que no pudiésemos contar con estos datos, y prefiriendo de todas todas que lo que tuviésemos todavía con nosotros fuese a esos allegados que se nos han ido, lo cierto es que, en el tema del cambio climático, la pandemia ha supuesto todo un masivo experimento de campo que nos permite saber a ciencia cierta si el impacto del desarrollo humano y la combustión de combustibles fósiles sobre el medio ambiente era ése tan grave que algunos medios apuntábamos.

Y es que, desde ciertos sectores, se nos criticaba agriamente nuestra vocacional labor de divulgación sobre el tema, eso sí, siempre tras la consabida mutación del “no hay cambio climático, todo es una mentira” al “el cambio climático no se debe a las emisiones de carbono”. Y es ahora, tras haber parado más de medio mundo y sus emisiones de carbono, cuando estaríamos en mejor disposición de saber hasta qué punto era la quema de petróleo lo que de verdad estaba echando a perder nuestro clima, elevando los termómetros, y poniendo en serio riesgo nuestro nivel de progreso.

Del negacionismo del cambio climático al negacionismo del impacto de las emisiones de carbono

La Otra Cara Del Coronavirus Ha Propiciado El Paron Economico Y La Reduccion De Emisiones Un Descenso Del Efecto Invernadero 2

Tan sólo a modo meramente introductorio para aquellos que nos leen por primera vez sobre estos temas, desde estas líneas, a pesar de nuestro intenso color salmón, hace ya bastantes años que venimos alertando y divulgando sobre el impacto severo que el cambio climático estaba trayendo a nuestro mundo, pudiendo llegar incluso a poner en riesgo nuestro bienestar, nuestras socioeconomías, e incluso nuestra civilización. Obviamente, el planeta como superficie rocoso-marítima iba a sobrevivir, igual que lo haría la especie humana y la vida animal en términos puramente biológicos, pero la cuestión aquí era más bien si los futuros supervivientes iban a disfrutar de unas condiciones de vida mejores que las presentes, o si podían incluso acabar viviendo en una suerte de distópica “Mad Max” a la climática que fuese más un ocaso que un renacer, y en la cual antiguas metrópolis máximas exponentes del capitalismo como Nueva York yaciesen inertes bajo la quietud de las aguas.

Así, desde aquí les hemos analizado cuestiones claves sobre el ya evidente cambio climático, y que nadie hasta ahora se había preguntado. También les hemos puesto sobre la mesa que la lucha contra el cambio climático era una lucha por la supervivencia de nuestro sistema tal y como lo conocemos, pero que no estaría exenta de también colosales problemas económicos como el temible pinchazo de la burbuja de carbono. Pero igualmente también les trajimos prometedoras soluciones para salir de la encrucijada “cambio climático-burbuja de carbono”, y que pasaban por nuevas innovaciones prometedoras que nos pudiesen llegar a permitir seguir quemando petróleo a la vez que luchábamos contra el cambio climático.

Tampoco les han faltado desde estas líneas análisis sobre los obvios intereses creados que existen tras todo el sector petrolífero (como los hay absolutamente en todos los negocios), y cómo desde ciertas esferas políticas la determinación no era no “mojarse” uno mismo con políticas pro-clima, sino impedir que cualquiera pudiese demostrar con sus propias políticas que la lucha contra el cambio climático podía estar justificada y era viable económico-empresarialmente, y que era posible aunar fuerzas e intereses a un tiempo tanto por parte de sectores económicos como de los propios ciudadanos. De la misma manera, les anticipamos los primeros grandes movimientos geoestratégicos que estaba trayendo todo este asunto del cambio climático, y que estaban cambiando radicalmente el tablero y el actual equilibrio de poderes mundial, introduciéndoles incluso a una posible guerra del petróleo que finalmente ha acabado por llegar de una u otra manera hasta los surtidores de las gasolineras de su barrio (aunque no en la proporción que a muchos les gustaría). Y por cierto, ya que sale el tema, tal y como les anticipamos en los enlaces anteriores que podía ocurrir, al final EEUU ha anunciado un increíble acuerdo histórico con recortes alineados con lo que ahora se denomina OPEP , y que incluye a Estados Unidos como productor de crudo mundial.

Y por último en esta breve puesta en antecedentes, tampoco hemos dejado de entrar en sonoros fracasos en la lucha contra el cambio, como ha sido el cosechado en Europa con la malograda y mal diseñada tasa del carbono. Igualmente hemos analizado cómo desde Bruselas por fin se puso fin a una dañina incertidumbre que lastraba tanto al sector petrolífero, como al emergente eléctrico, como al conjunto de la socioeconomía, y los dirigentes europeos aclararon sus intenciones respecto al coche eléctrico. Finalmente, por mucho que el coche eléctrico pueda tener sus detractores, lo cierto es que también les analizamos cómo ese coche eléctrico es una apuesta de gran futuro por muchos más motivos (y casi hasta más importantes y estratégicos) que su propulsión eléctrica como mera alternativa a la combustión.

Pero sí. A pesar de las actuales evidencias científicas y datos objetivos que miden la elevación de las temperaturas terráqueas tanto en superficie terrestre como en nuestros mares y océanos. A pesar de que casualmente esta evolución era precisamente un escenario acerca del cual los modelos predictivos y nuestros científicos más reputados nos alertaron reiteradamente hace ya décadas. A pesar de que sigue sobre la mesa, ya no que tengamos que acostumbrarnos a pasar un poco más de calor, sino que nos enfrentemos al riesgo de un mundo de cambios climáticos drásticos con sequías severas y migraciones masivas. A pesar de que aquellos científicos que algunos denostaban tachando de simples “calentólogos” nos trazaron un claro “punto de no retorno”, a partir del cual los modelos revelaban que las temperaturas ya seguirían subiendo por sí solas por el propio efecto invernadero que se realimenta, y lo harían incluso aunque las emisiones se moderasen cuando ya fuese demasiado tarde. Incluso a pesar de todo lo anterior, a día de hoy sigue habiendo muchos ciudadanos que en su posición sobre este tema se han limitado a dar tan sólo un salto oportunista de aquel “el cambio climático es sólo una gran mentira” al “el cambio climático sí que existe, pero no tiene nada que ver con la quema de combustibles fósiles”.

Pero llegó el funesto e indeseable Coronavirus para segar valiosas vidas humanas, pero también para dañar la economía al parar de golpe buena parte de las cadenas de producción industriales y del parque móvil de vehículos, pero permitiendo con ello como efecto colateral arrojar algo de luz en la oscuridad, y ayudar a demostrar si les pone mínimamente a resguardo dialéctico ese último refugio de los negacionistas que es negar por la mayor que quemar petróleo a mansalva sea lo que esté elevando la temperatura del planeta.

Y con el Coronavirus en el ambiente, el parón de la actividad económica trae datos sobre el medioambiente…

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La cuestión no es para nada baladí, y el desastre del Coronavirus ha traído bajo su funesta estela la ocasión para parar buena parte de la capacidad de quemar petróleo de China, la segunda potencia económica del planeta, y el tercer mayor consumidor de petróleo en 2019 con casi 14 millones de barriles diarios, que suponen un 14% del consumo mundial, todo según la “US Energy Information Administration” (al igual que los datos que siguen). Pero por si contar con una interrupción abrupta de buena parte de las emisiones de todo un 14% mundial, ahora va y se ha unido al desastre socioeconómico el también forzado parón de una Unión Europea que supone un consumo superior al chino, con 15 millones de barriles diarios y un 15% del total mundial, más unos EEUU que son el líder absoluto con casi 20 millones de barriles diarios y un 20% del consumo global.

Y además las cifras de los sucesivos parones de quema mundial de petróleo son del orden de los (pocos) meses, suponiendo un plazo dramáticamente relevante al ser trasladado a los cómputos anuales de emisiones de todo 2020. Aunque no vaya a coincidir mayormente la disrupción del consumo chino con las del europeo y estadounidense, sí que las de estas dos últimas superpotencias van a coincidir mayormente de forma simultánea durante varias semanas, sumando entre ambas un nada desdeñable 35% del consumo mundial. Ni un hipotético experimento planificado del malogrado Tratado de París pro-clima podría siquiera haber soñado jamás con llegar a tener unos datos tan significativos. Y además vaya por delante que, a pesar de que China no coincida apenas con Europa y EEUU a un tiempo, lo cual habría sumando un masivo 49% del consumo mundial, lo cierto es que en términos anuales y acumulativos, que son lo que importa verdaderamente de cara al medioambiente, los datos siguen siendo muy relevantes y… valiosos para tratar de salvar el medioambiente, una vez que hayamos logrado salvarnos del letal Coronavirus a los que quedemos de entre nosotros mismos.

Por lo pronto, con los efectos más a corto plazo y perfectamente visibles ya para cualquier ciudadano y administración, están los niveles de polución ambiental de las grandes ciudades occidentales. Los mapas y las infografías sobre los niveles de polución en las ciudades que se han visto afectadas por el parón económico pandémico no dejan lugar a dudas, y si ya fueron relevantes en el caso de un Seúl que ha aplanado la curva de infección de la pandemia minimizando sus efectos socioeconómicos, en el norte de Italia han supuesto una abrupta caída del 40% en los niveles de NO2. En París y la populosa Ille-de-France (el Gran París y toda su área de influencia económica circundante) los niveles de este contaminante NO2 han caído de forma todavía más drástica, alcanzando la cota récord de una reducción del 60%. En Nueva York la caída ha sido del 50%. Y resultan muy ilustrativos los mapas interactivos de cómo el parón de la actividad está afectando a la calidad del aire de las grandes ciudades europeas, incluido el Gran Madrid y los cinturones de otras capitales del Viejo Continente.

A nivel de cómputos de emisiones globales, medios especializados del sector revelan que el parón económico del Coronavirus ha reducido las emisiones de China en un 25% sobre el total. Las mismas fuentes especializadas han publicado unas estimaciones de reducción de emisiones anuales a nivel planetario para el conjunto de 2020 de más del 4%, y el resultado de la comparativa histórica es contundente: la crisis del Coronavirus se estima que va a traer una caída porcentual en las emisiones que más que duplica a la traída por la macabra y destructiva Segunda Guerra Mundial, y que casi supera en 2,5 veces a la de la crisis de 1991-1992. ¿Echan de menos los datos de la funesta crisis de 2008-2009? Es más que lógico, pero es que no entra en la comparativa por la sencilla razón de qu, en aquella funesta crisis subprime, y como fruto de las políticas de estímulos económicos masivos para paliarla, no sólo no se redujeron las emisiones, sino que se incrementó el consumo de combustibles fósiles en un contundente 5%. Unos estímulos que, en esta ocasión de la crisis del Coronavirus y a la fuerza, no se pueden traducir en mantener las fábricas y los vehículos quemando petróleo por el esencial confinamiento.

El Coronavirus y el potencial fracaso en la lucha climática sólo muestran ambos las vergüenzas de nuestras socioeconomías (y de algunas naturalezas humanas)

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No se engañen, aparte de la calamidad que este sombrío panorama arroja sobre la economía mundial, en términos de lucha contra el cambio climático, las cifras realmente no son relevantes. Por que se hagan una idea, el panel intergubernamental sobre el cambio climático (IPCC por sus siglas en inglés) llegó a la conclusión de que las emisiones en 2030 debían situarse un 45% por debajo de los niveles de 2010 para conseguir limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados. Lo realmente importante de la reducción de emisiones de la crisis del Coronavirus son las conclusiones a las que nos va a permitir llegar, y a que tal vez la evidencia de los datos logre hacer ponerse de acuerdo a más países, con el objetivo común de conseguir que nuestros sistemas socioeconómicos sean sostenibles medioambiental y económicamente, y no acaben auto-destruyéndose (al menos en los niveles de bienestar y progreso de los que disfrutamos actualmente). No somos los únicos que albergan esta esperanza, y la propia ONU ha llamado a los países a lograr “la misma unidad y determinación” alcanzada contra el COVID-19 también en la urgente lucha contra la emergencia climática.

Y lo cierto es que no hay tampoco excesivos motivos para el optimismo, puesto que, tal y como analizaban en este interesante artículo de la emblemática revista Foreign Policy, también la lucha contra la pandemia ha evidenciado algunos graves problemas de nuestra sociedad, a veces cortoplacista y egoísta al extremo, hasta el inconcebible punto de que a ciertos individuos no parece importarles ni lo más mínimo que, al saltarse el confinamiento, estén poniendo en riesgo las vidas de otros e incluso la propia: ¡¿Qué no harían pues por saltarse simplemente los límites de emisiones quemando más gasolina con un beneficio mucho más a largo plazo, que les afecta menos personalmente, y que es mucho menos tangible?! Ahí es donde ese concepto de Socioeconomía que acuñamos desde aquí emerge con inusitada fuerza, puesto que educación, consciencia, sostenibilidad, economía, política, y ética convergen en este tema (como en tantos otros).

El nexo común entre cambio climático y pandemia es que ambos son retos que exigen un perjuicio individual para obtener un beneficio colectivo, y es en la búsqueda del bien común precisamente donde nuestros sistemas más cojean, y no sólo por la parte obvia de algunos de esos individuos deplorables que hay entre nuestros políticos: nuestros políticos sólo son reflejo de los también cortoplacistas y egoístas individuos que al final componen nuestra sociedad. Y esto no pasa sólo a nivel individual, sino también entre países, puesto que el cambio climático supone igualmente un beneficio para el conjunto del planeta, pero con un impacto a nivel nacional.

Así, vemos a los republicanos estadounidenses escudándose para esquivar las políticas pro-clima en que China no va a hacer nada (que lo cierto es que China precisamente ha hecho algunos encomiables progresos al respecto), y que entonces no tiene porqué hacerlo EEUU, sin querer darse cuenta de que a veces lo más efectivo es predicar con la zanahoria del ejemplo (y el palo de las sanciones) en la mano. Otro factor que Foreign Policy pone sobre la mesa, a la hora de comparar el cambio climático y la pandemia, es que el confinamiento ha dejado patente la fuerte relación entre crecimiento económico y cambio climático, y así podríamos encontrarnos con más personas que no estén dispuestas a renunciar cortoplacistamente a algo de su bienestar económico del hoy, sin darse cuenta de que lo que se juegan en realidad es una muy buena parte del bienestar económico del mañana.

Y es en este último punto donde un servidor discrepa totalmente con el artículo anterior, puesto que la evidencia de este nexo no sólo no tiene porqué ser necesariamente un impedimento, sino que, en manos de los dirigentes adecuados, debería ser todo un revulsivo que hiciese reaccionar a los países más avanzados, con más medios, y con sociedades más concienciadas, y que se utilizase la diplomacia económica para extender esta ”concienciación” por todo el planeta. Herramientas no faltan, al igual que tampoco faltan conceptos de futuro y en alza que les hemos analizado desde aquí, como son la economía circular, que mucho más allá de una entelequia teórica de difícil aplicación, es una realidad que no sólo no tiene un coste económico, sino que puede llegar a aportar nuevos ingresos a las empresas que al menos se dignan a plantearse otra filosofía empresarial y socioeconómica. Y no es sólo la economía circular, es la cultura del “se puede arreglar”, el acabar con la consumista y desperdiciadora “Fast Fashion” y volver a una moda duradera y sostenible, o tantos otros conceptos de futuro que muchos no se han dignado ni siquiera a plantearse.

La Otra Cara Del Coronavirus Ha Propiciado El Paron Economico Y La Reduccion De Emisiones Un Descenso Del Efecto Invernadero 5

Aquí hay muchos terrenos por explorar y por explotar antes de tirar una toalla que ni siquiera hemos llegado a coger. Porque mucho me temo que, en el tema del cambio climático, la cosa no va de toallas que unos países tiran a otros a la cara, sino que esto va de guantes de diplomacia económica que se dejan caer. Hay veces que se puede hacer que recoger un guante acabe siendo la mejor (y única) opción, especialmente cuando los países más avanzados van abriendo camino y abaratando tecnologías alternativas. Porque lo cierto es que, en la lucha contra el cambio climático, las superpotencias más avanzadas (o más bien alguna muy en concreto) ni siquiera hemos llegado a acabar de tirar el guante al resto del mundo.

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El coronavirus ha conseguido que la burbuja de sueldos del sector futbolístico explote

El fútbol, como el resto de los sectores europeos, mira con miedo lo que está pasando con el coronavirus en Europa, que tiene paralizado durante semanas a la mayoría de economías.

El fútbol durante las últimas décadas ha sido uno de los sector más lucrativos, que ha ido multiplicando sus ingresos en los últimos años de forma exponencial, y ahora está amenazado por el coronavirus.

La gran duda que surge en las grandes ligas es que si podrán acabar las grandes competiciones nacionales e internacionales, y si se pueden acabar en condiciones va a ser para los clubs y los futbolistas.

A menos partidos menos ingresos y hay que reducir gastos

La crisis del coronavirus ha dañado gravemente las finanzas de los principales clubes europeos. Entidades futbolísticas como el FC. Barcelona, el Atlético de Madrid o el Espanyol ya ha puesto encima de la mesa la realización de ERTES a sus plantillas deportivas y al resto de sus trabajadores.

Claramente a menos partidos o la anulación de estos ha provocado la reducción de los ingresos generados por la venta de partidos, derechos de visualización… reducción sus rentabilidad y, por tanto, su viabilidad financiera.

El efectos del coronavirus ha atacado directamente a los beneficios y las reservas, y esto quiere decir que no pueden pagar los multimillonarios salarios y traspasados de los jugadores que se han venido realizado los últimos años.

La última los ingresos y los gastos se han disparado en el fútbol europeo

En la última década, según datos de la UEFA, los ingresos de las entidades deportivas de fútbol europeo aumentaron en un 80 por ciento, como se puede observar en la gráfica “Evolución ingresos del fútbol europeo de 2009 a 2018”:

Ingresos Futbol Europeo 2009 A 2018

Mientras que los costes salariales se ha multiplicando casi por 2 de 2009 a 2018, pasaron de 7,5 mil millones a alrededor de 13,5 mil millones de euros, como se puede ver en la grafica “Evolución gastos salarios y fichajes de 2009 a 2018”:

Gastos Salarios Y Fichajes Futbol Europeo 2009 A 2018

Como se puede observar en la gráfica ha habido un incremento en el coste de los fichajes de 1,67 mil millones en 2009 a 4,56 mil millones de euros en 2018.

Si se añade los sueldos y los fichajes, en 2018 representa el 85,5 por ciento de los ingresos totales que ha conseguido los clubes durante el 2018, mientras que en 2009 la cifra era inferior, y la proporción era del 78 por ciento.

A causa del coronavirus los clubs europeos han dejado de ingresar entre el 25 y el 30 por ciento de sus ingresos y, por tanto, han tenido que negociar con los jugadores y trabajadores para no ir a la quiebra.

En los últimos años, hubo más ingresos que gastos en los clubes europeos como indica la gráfica “Evolución del resultado neto del fútbol europeo de 2009 a 2018”:

Resultado Neto Futbol Europeo 2009 A 2018

Existen diferentes escenarios para fútbol y ninguno bueno

Existen diferentes escenarios para el fútbol una vez finalizadas las alarmas sanitarias en los diferentes países europeos.

El primer escenario es que se pueda jugar todos los partidos con normalidad, es decir, con el público que asiste al campo, el segundo escenario es que parte de los partidos se jueguen sin público y el tercer escenario es que no se jueguen los partidos.

En el caso que no se jueguen los partidos, el impacto económico en los clubes europeos estaría entre los 3,45 mil millones y 4 mil millones de euros, y puede llegar los efectos negativos para los clubes españoles de 950 millones de euros que se dejan de ingresar por los derechos televisivos, patrocinios, taquillas y merchandising oficial.

Por tanto, si no puede acabar la temporada de fútbol, aunque sea a puerta cerrada, los clubes europeos tienen que recortar sus gastos y estos claramente que son de las fichas de los jugadores y los fichajes que se realizan.

Un efecto negativo inmediato de la crisis del coronavirus será los fichajes de los clubes europeos y, por tanto, se reducirá los importes de estos fichajes o directamente no se negociará ningún tipo de fichaje, ya que los clubs no van a tener recursos económicos. Es decir, los clubes europeos van a ser mucho más precavidos al invertir por la reducción de los ingresos.

Los clubes españoles, en general, tiene una estructura financiera robusta y reservas acumuladas durante años, pero claramente ningún sector está preparado para vivir un golpe tan duro a nivel económico como el golpe que está dando el coronavirus.

Es el momento que los clubes miren si quieren este modelo de negocio

Este paréntesis, por otra parte, permite a los clubes europeos reflexionar sobre el modelo de negocio del mundo del fútbol. El fútbol está habituado a tener siempre periodos de bonanza y grandes inversiones.

Esta interrupción de su actividad, para que ningún sector estaba preparado, expone los problemas del sistema de transacciones multimillonarias, pero es un sector más frágil de lo que parece.

A corto plazo, han bajado los derechos televisivos y, como consecuencia, los jugadores y los entrenadores tienen que ganar menos, es decir, se tendrán que bajar sus sueldos multimillonarios para vivir otra realidad económica.

La situación actual abré la puerta a la reflexión y da una oportunidad a los clubs para cambiar un poco su modelo económico. Un ejemplo es el mercado de traspasos de los jugadores entre los clubes que siempre está vinculado a cláusulas opacas y grandes sueldos, y esto se verá claramente afectado por el coronavirus.

En El Blog Salmón | ¿Por qué el fútbol europeo es tan interesante para el capital extranjero?

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Antes del Coronavirus la economía española ya sufría

Cuando empiecen a publicarse los datos económicos del mes de marzo y los correspondientes al primer trimestre del año y del semestre, empezaremos a cuantificar la magnitud del deterioro por el parón de las empresas que sufre España.

El gobierno tratará de vendernos que estos datos son frutos de la realidad excepcional en la que vivimos. No obstante, lo cierto es que si hacemos una revisión del histórico más reciente, bajo la batuta del Gobierno de Sánchez, ya habíamos experimentado un grave deterioro económico.

Este shock económico nos afectará al bolsillo y nos viene en un momento de debilidad, y no ha sido una debilidad caída del cielo, sino por méritos propios... No hemos apostado por mantener el crecimiento económico ni el buen ritmo de creación de empleo.

La ruptura del crecimiento económico

Antes del COVID-19, las previsiones económicas no eran buenas. El FMI pronosticaba un crecimiento para la economía española del 1,6%, el mismo nivel que el conjunto de las economías avanzadas. El problema era que se trataba del país de las economías avanzadas que había experimentado la revisión más negativa, dos décimas frente al anterior pronóstico.

España estaba desacelerando su crecimiento económico, se revisaban negativamente las expectativas de crecimiento en un contexto inicial en el que la expectativa del crecimiento global se aceleraba. Si el mundo creció un 2,9% en 2019, para este año se esperaba un crecimiento del 3,3%.

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Lamentablemente España se descolgaba... Si el crecimiento económico español fue del 2% en 2019 desde el 2,4% del año anterior, para este año, se esperaba un avance del 1,6%. Curiosamente, se esperaba que el mundo crecería cuatro décimas más y, para España, se esperaba cuatro décimas menos y con revisiones a la baja.

La razón por este menor empuje de la economía española venía dada por una confluencia de factores tanto externos como internos.

Veíamos que el sentimiento empresarial en el sector privado seguía siendo históricamente bajo, debido a la preocupación existente por las relaciones comerciales entre la Unión Europea y el Reino Unido. A ello, había que añadir la política arancelaria de los Estados Unidos.

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Su situación empresarial ya era delicada en 2019. Según el Banco de España, en los nueve primeros meses de año anterior el Resultado Ordinario Neto de las empresas caía un 1%, el primer descenso visto desde 2012.

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Con la crisis provocada por el parón empresarial, es comprensible que esta confianza se deteriore aún más y que las empresas estén optando por adoptar posturas neutrales en lo que se refiere a la inversión, mientras esperan a ver cómo se desarrolla la crisis. A medida que pasan los días del confinamiento, echan mano de los ERTE para controlar los costes laborales con el hundimiento de los ingresos y que estaría afectando alrededor de 500.000 trabajadores.

En el plano interno, persistía una profunda incertidumbre sobre el diseño futuro de las políticas económicas y, en particular, sobre los elementos necesarios para reanudar el proceso de consolidación fiscal, en la medida en que hemos visto que el Gobierno de Sánchez como ha sido incapaz de sacar adelante unos Presupuestos.

A pesar de ello, no ha vacilado en promover Decretos para un mayor gasto público como el incremento de las pensiones o el salario de los funcionarios, sin obtener la correspondiente contrapartida de mayores ingresos.

El desastre en el mercado laboral

Lo peor del gobierno de Sánchez ha sido dentro del mercado laboral, ya que ha conseguido revertir el buen dinamismo conseguido en el descenso del desempleo y los datos dinámicos en los afiliados de la Seguridad Social.

En los años de crecimiento económico, nos habituamos a fuertes descensos en el desempleo. En febrero el paro registrado fue de 3.246.047. El problema venía dado por la quiebra del dinamismo. Si en los años anteriores de crecimiento, veíamos tasas de caídas desde el 5% hasta casi el 10%, el dato interanual en el mes de febrero se quedó en un pobre 1,31%.

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El número medio de afiliados al Sistema de la Seguridad Social durante el mes de febrero había alcanzado la cifra de 19.250.229. Se trataba del mejor dato en la cifra de ocupados registrada en la serie de los meses de febrero.

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Pero, de nuevo, hay que analizar los datos desde el punto de vista dinámico. El último dato interanual del mes de febrero nos mostraba una afiliación en la Seguridad de 361.757, un avance positivo del 1,92%. Pueden parecer cifras satisfactorias, pero se trata de la peor evolución desde 2014.

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En este caso, el problema fue minusvalorar las repercusiones reales de la subida del salario mínimo. En 2019 se apostó por una subida del salario mínimo interprofesional (SMI) del 22,3% hasta los 900 euros. Y este año, ignorando las consecuencias de esa subida, de decretó un avance del 5,5% hasta los 950 euros.

Según los datos del INE, estas medidas han incidido en un aumento del coste laboral. El coste laboral aumentó un 2,3% en tasa anual en el cuarto trimestre de 2019 y se situó en 2.755,15 euros por trabajador.

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Por supuesto los sectores menos productivos son los más perjudicados cuando se eleva artificialmente el coste de un factor productivo. Como ejemplo tenemos el sector de la agricultura, en los últimos 12 meses, el desempleo de este sector ha descendido en 676 personas, un 0,44% sobre el total.

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El coronavirus no solo afecta a la bolsa sino a la deuda mundial

En la actualidad las grandes economías están inmersas en grandes niveles de deuda, y esto puede ser preocupante, ya que se podría convertir en un problema en el caso que hubiera un shock en los mercados como el que se está viviendo con el coronavirus.

La expansión del coronavirus puede ser el detonante de grandes problemas económicos y convertirse en una bomba de relojería por el gran volumen de bonos emitidos por empresas y países.

El coronavirus puede hacer explotar la deuda de alto riesgo

La mayoría de los países a nivel global viven inmersos en grandes cantidades de deuda para financiar sus cuentas públicas. En los últimos meses, se han encendido todas las alarmas por la cantidad de bonos emitidos y por la posibilidad de que esto pueda ser un problema si se produce un shock en los mercados como se está viviendo con el coronavirus.

La Reserva Federal ya ha señalado de que los préstamos de riesgo de empresas ‘leveraged loans’ ha aumentado un 20 por ciento hasta llegar a los niveles de los 970 mil millones de euros.

Por tanto, la expansión del coronavirus se puede convertir en el detonante que haga explotar la gran cantidad deuda que acumulan tanto empresas como países, produciendo una crisis económica a nivel mundial.

A esto se le puede añadir que gran parte de estos bonos emitidos por empresas se sitúan en calificaciones por las agencias en niveles no muy altos, por lo tanto, las dudas de sus resultados económicos les pueden llevar a una calificación de bonos basura.

El bono basura el rey de algunas empresas

Estas dudas económicas ya se preveían cuando hace unos meses varias economías comenzaron a reducir sus perspectivas económicas. La explosión del coronavirus ha abierto la caja de Pandora, desatando truenos y vientos hacía las economías a nivel mundial.

El FMI, la OCDE, el BCE y la Reserva Federal de Estados Unidos han rebajado las previsiones del crecimiento de los países y han alertado de que, en el peor de los escenarios que se pueden dar, el crecimiento sería menos de la mitad previsto que cuando se inició el coronavirus.

La Reserva Federal ha rebajado un 0,5 por ciento los tipos de interés durante la semana pasada, cuando se esperaba que el Banco Central Europeo (BCE) se estaba pensando abrir líneas de liquidez para ayudar las empresas europeas.

En los últimos años, las empresas se han acostumbrado ir a los mercados para financiarse en vez de hacerlo a través de entidades bancarios aprovechando los bajos tipos de interés.

El problema ha aparecido cuando estas empresas que emiten deuda con un calificación de bono de alto riesgo, o como comúnmente se conoce bono basura, les obligan a generar grandes cantidades de caja y tener así altos crecimientos para hacer frente a los pagos de la deuda.

Las empresas deben seguir pagando sus deudas

En el escenario actual del los tipos bajos de interés ha hecho que se genere una gran nivel de deuda a nivel global.

Las expansión del coronavirus, que ha infectado a los ciudadanos ya a nivel global, ha puesto en jaque a los principales motores económicos de las economías desarrolladas y subdesarrollados, y si está situación se alarga mucho, las economías van a ir a peor.

Las cadenas de producción están viendo paralizadas sus producciones. A esto se le debe añadir las restricciones y recomendaciones de limitar los movimientos, y esto afecta al sector turístico mundial.

Aunque las empresas no trabajen siguen teniendo que pagar impuestos, pagar a sus trabajadores y pagar el vencimiento de sus deudas. La solución puede ser los préstamos financieros o nueva emisión de deuda para poder pagar estos vencimientos.

Los mercados con más peligro y, por tanto, se tendría que tener más cuidado son aquellos que los bonos nacionales y los de las empresas están por encima del valor del Producto Interno Bruto (PIB), como pasaría en Estados Unidos, Japón, Alemania o Francia.

Tenemos que tener en cuenta que en el caso de otras epidemias como el coronavirus el efecto sobre la economía y los mercados ha sido temporal, pero si prolonga esta situación puede ocasionar grandes problemas económicos como quiebras, aumento del paro…

En El Blog Salmón | La deuda se puede estancar en el 90%, explicamos la gravedad de esta situación

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Pánico en Europa por el coronavirus: Las bolsas sufren el mayor batacazo desde el Brexit

Este fin de semana hemos visto como varias ciudades del norte de Italia han sido cerradas, cortando el tráfico aéreo y ferroviario que ha sido suspendido entre Italia y Austria. Esta reacción ha provocado un pánico en los mercados financieros, con fuertes caídas en la sesión de ayer no vistas desde el Brexit, marcando un Lunes Negro.

Un pánico que viene dado porque si tenemos el coronavirus a las puertas de Europa, es muy probable que los datos adelantados económicos empiecen a deteriorarse en los próximos meses fruto de una reacción de pánico en el corto plazo que dependerá de la evolución de la pandemia. El el caso de Japón, puede hacerla encaminar a su cuarta recesión desde 2010.

Al mismo tiempo, también hay que valorar que las pequeñas interrupciones en la producción de China que llevarían a grandes repercusiones para Europa.

Las bolsas se hunden con la entrada del coronavirus en Italia

Hace tan solo una semana, vimos como en la renta variable se alcanzaban nuevos máximos históricos en Europa y Estados Unidos. En ese momento, se habló de la complacencia de los inversores y de que este virus era solo un problema a corto plazo para la economía mundial.

Pero ayer todo ello se desvaneció. Una avalancha de casos de coronavirus fuera de China borró 438.000 millones de euros del valor de los mercados de valores europeos, cuando los inversores volvieron a evaluar el probable impacto de que el brote se convirtiera en una pandemia. En el caso de España, se desvanecieron 20.900 millones de euros.

El selectivo bursátil europeo, el Stoxx 600, cayó un 3,8% hasta 411,86 puntos, registrando su mayor caída porcentual intradía desde que el Reino Unido votó para salir de la Unión Europea en junio de 2016.

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La caída del 5,4% de las acciones de Milán, el FTSE MIB, marcó su peor día desde mediados de 2016, ya que Italia fue quién reportó el mayor brote del virus en Europa con al menos seis muertes y más de 200 infecciones, lo que probablemente alterará aún más la ya enferma economía del país.

Wall Street no se ha librado de las caídas. El índice de referencia S&P 500 y el Dow Jones cayeron duramente y ahora, el cómputo anual hasta la fecha se ha vuelto negativo. El Dow Jones cayó más de 1.000 puntos, un descenso que únicamente se ha visto en dos veces anteriormente en su historia. Tanto el Dow como el S&P registraron sus mayores descensos porcentuales en un día desde febrero de 2018. Por su parte, en representación del sector tecnológico, el Nasdaq, fue el que se llevó la mayor caída porcentual, un 3,71%.

¿Quiénes son los más afectados?

Las aerolíneas fueron las que peor comportamiento reflejaron en la bolsa europea, con EasyJet, Ryanair, Air France, IAG (la empresa española más afectada con una caída del 9,43%) y Lufthansa bajando entre el 7,4% y el 12,6%. El índice europeo que agrupa viajes y ocio de Europa cayó un 6% y fue el sector más débil.

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A pesar de que las compañías aéreas todavía no han suspendido ningún vuelo hacia Italia, los nuevos brotes llevaron a descontar las eventuales caídas de los beneficios en la lucrativa temporada turística. Las aerolíneas low cost son las más expuestas a Italia, porque fruto de su bajo margen, se corre el riesgo de sufrir una caída más amplia del tráfico si el contagio irrita a los consumidores.

Los amplios descensos del índice hicieron que los fabricantes de artículos de lujo, mineros, fabricantes de automóviles, fabricantes de chips y acciones bancarias -que suelen ser muy sensibles a las expectativas de crecimiento mundial- fueran el resto de sectores perjudicados y cayeran entre un 4% y un 6%.

En el caso de España, hemos visto que el índice bursátil caía un 4,07%, con IAG liderando las pérdidas. Pero también hay que destacar el caso de la hotelera Meliá con un desplome del 7,82% y la empresa de medios de comunicación Mediaset sufrió una caída del 7,28% en el valor de sus acciones.

Negativo

Comparativa frente al SARS

Los inversores que se encuentran atemorizados por los activos de riesgo pueden referirse al brote de SARS para evaluar el impacto del coronavirus en las bolsas. Aunque hay algunas similitudes entre los dos brotes, se observan ciertas diferencias clave en el contexto macroeconómico.

El impacto de un evento de un riesgo obvio en las acciones depende en gran medida del marco temporal y los antecedentes del evento. Cuando estalló el SARS, los mercados financieros mundiales todavía no estaban completamente fuera de peligro debido a la burbuja de las punto.com, y los mercados seguían operando cerca de los mínimos del mercado bajista. El SARS simplemente fue solo otro golpe.

Msci China

Con el último brote, la economía mundial acaba de empezar a recuperarse después de una guerra comercial brutal entre los Estados Unidos y China. A pesar de que los fundamentales han mejorado recientemente, las valoraciones de las acciones han subido a niveles que la colocan en riesgo de una reversión de la tendencia por un cisne negro, como pudiera ser brote de coronavirus más reciente.

Es justo mencionar algunas de estas valoraciones de la renta variable. El PER de Shiller cotiza en 32 veces, justamente los niveles máximos de 1929, ratios como EV/ EBITDA o Precio/Ventas, las hemos visto ya a niveles solo vistos en la exuberancia irracional de las punto.com.

Shiller

El impacto económico también será probablemente mayor como resultado de las medidas más amplias que el gobierno ha adoptado para limitar la propagación del virus, que tendrán el efecto de reducir la producción manufacturera y los ingresos. En 2003, las empresas manufactureras siguieron operando y los ingresos no se vieron afectados de manera notable. En el caso del brote actual, el Gobierno ha dado instrucciones a las empresas de bloqueo, como medidas de contención.

En el mejor escenario, si los cierres pueden contenerse a unas pocas semanas, la producción perdida de las empresas debería recuperarse en gran medida en el resto de 2020. Es probable que el Gobierno también responda con un conjunto de medidas de estímulo para garantizar la contención de los daños económicos.

La experiencia del SARS nos informa de que las bolsas comienzan a estabilizarse cuando la epidemia alcanza su punto máximo (es decir, cuando se produce el mayor incremento de casos confirmados), en lugar de cuando la enfermedad se erradica por completo. Los inversores pueden obtener los mayores beneficios durante los 1-3 meses siguientes al pico epidémico. Esto hay que entenderlo cómo un hecho coyuntura, sin apartarlo de las altísimas valoraciones existentes.

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Todo lo que no nos han contado del Coronavirus, que puede hacer vaporizarse un 1% del crecimiento económico de China

No hace falta que les expliquemos qué es el Coronavirus ni cómo está (nunca mejor -o peor- dicho) entre nosotros. Aunque no lo quieran, habrán leído y escuchado abundante información sobre lo que amenaza con ser toda una pandemia mundial, y que ya está literalmente devastando ciudades chinas como Wuhan, el epicentro del brote, que recuerden que es una gran urbe con el tamaño de Londres.

Y el hecho es que no sólo de salud (y de posibles muertes) va el asunto. Aparte de todos los interrogantes que flotan en el aire alrededor de la escasa e incongruente información que las autoridades chinas van publicando con cuentagotas, el tema es que este letal virus está teniendo ya a día de hoy, y más que puede tener, un alto impacto económico en esa fábrica del mundo que es China, y además amenaza seriamente con hacer lo propio a nivel mundial, de acabar propagándose por el resto del planeta.

De la gripe aviar al Coronavirus: China es un caldo de cultivo para este tipo de virus

El Coronavirus Puede Vaporizar Hasta Un 1 Del Crecimiento Economico De China 2

Al igual que lo fue la gripe aviar en su momento u otras enfermedades, el Coronavirus está hoy por hoy permanentemente en todos los medios y portadas. El interés que despierta entre el público en general es una mezcla de interés, curiosidad, algo de morbo, y miedo, bastante miedo a que este nuevo patógeno puede acabar traduciéndose en una de esas cinematográficas castátrofes sanitarias que diezme la población mundial.

Pero casuísticas e impacto mediático aparte, lo cierto es que hay muchas cosas en todo este asunto del Coronavirus que no encajan por ningún lado. Habrá que preguntarse pues por qué los datos no parecen corresponderse con la realidad, y qué intencionalidad podría haber tras ello, estando sobre la mesa el poner en riesgo la salud mundial con 7.700 millones de almas susceptibles de ser contagiadas y de fallecer.

Y como no podía ser de otra forma en un tema socioeconómico de primera magnitud, la incertidumbre económica de todo este asunto también se cierne sobre nuestras cabezas, y también sobre nuestros mercados: la semana pasada ya asistimos a cómo las bolsas mundiales experimentaban fuertes retrocesos por el temor a todo lo que pudiese traer el letal e hipercontagioso Coronavirus (que potencialmente no es ni mucho menos poco).

Pero más allá de todo lo anterior, cabe preguntarse por el porqué de que haya sido precisamente China un país muy propenso a sufrir este tipo de brotes de nuevos patógenos, que se acaban transmitiendo de ciertos animales a los seres humanos. La respuesta para un servidor está meridianamente clara, puesto que da la casualidad que hace ya unos cuántos años un experto bacteriólogo advertía visionariamente sobre esos mercados chinos tan insalubres.

En estos mercados, abarrotados de gente, conviven peligrosamente animales de todo tipo y en todo estado, salvajes y criados en granjas, vivos y muertos, íntegros o sanguinolentamente despedazados, con pelo o despellejados, domésticos y hasta alguno protegido (las imágenes de este enlace son realmente elocuentes)... Y todo esto ocurría además en medio de zonas húmedas con agua infecta, que como todo el mundo sabe es el caldo de cultivo ideal para que proliferen y se multipliquen bacterias y virus. Los expertos ya decían que sólo era cuestión de tiempo que en esa mezcolanza de humanos y animales sin apenas ningún control sanitario surgiese un vector de contagio, y en algún momento un virus huésped en cualquier animal portador diese el salto genético y biológico al contagio humano, para posteriormente ya pasar a propagarse ya de humano a humano. Así ha sido de hecho ahora.

Y claro, esto es especialmente grave para todos en la época de la globalización de mercancías y personas, en la que todo y todos circulamos por el mundo tan alegremente, sin apenas contar con el riesgo que supone que a lo largo del mes coincidamos y compartamos "aires" con centenares de personas procedentes de cualquier punto del planeta. El riesgo de esta pandemia o de cualquier otra lo es efectivamente para todos, en un mundo en el que las fronteras son mucho más transitadas que hace unas décadas, y en donde cualquier producto mínimamente complejo lleva multitud de piezas de muy dispares procedencias de alrededor del globo. Curiosamente, es un tema que retrataron irónicamente (como siempre) muy bien en una secuencia de los Simpson, cuyos guionistas, una vez más, parece que a veces viajaban en el tiempo.

Pero aparte de gastronomía y patógenas costumbres, con este tema China ha demostrado muchas otras cosas

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Ya saben los lectores más habituales cómo, con el rigor y la libertad de expresión que en estas líneas nos caracteriza, desde aquí hemos puesto en valor tanto los muchos puntos fuertes que tiene la socioeconomía china, como también sus muy censurables prácticas (a veces incluso totalitarias). En un tema tan crucial para todo el mundo, y en el que las propias autoridades chinas se ven seriamente comprometidas, era de esperar que hiciesen acto de presencia ciertas "metodologías" tanto mediáticas como de toda índole que, lejos de permitir afrontar el tema con toda la artillería, de forma transparente, y haciendo que cada cual asuma sus reponsabilidades, ha hecho que por el contrario la información desde China sobre este asunto llegue con cuentagotas, envuelta en una gran opacidad, y además con los pocos datos que nos van aportando sin encajar para nada.

La cifra "oficial" ahora mismo de contagiados por el Coronavirus sobrepasa ampliamente la decena de miles de personas, y los fallecidos están en el entorno de los pocos cientos de personas. Visto así, efectivamente no parece ninguna pandemia, y las cifras son muy similares a las que puede producir cada año un virus tan habitual como es la gripe común. Pero he aquí el primer punto y lo realmente inquietante del Coronavirus. La gripe, aunque altamente mutable y por tanto difícilmente combatible con eficacia, es sin embargo conocida ampliamente por los patólogos: se conocen sus métodos de propagación, sus sucesivas secuencias genéticas, etc. De la gripe común, a pesar de que también puede llegar a ser mortal, ya se sabe mucho, e incluso hay una vacuna anual contra ella (aunque su efectividad sea limitada por la extrema mutabilidad del virus). Sin embargo, del Coronavirus no sabemos tan apenas nada, pero nada de nada mucho más allá de que se contagia por vías aéreas y con una tasa de contagio inusitadamente alta. Y las cifras que se publican no concuerdan por ningún lado.

Lo primero que no concuerda son los órdenes de magnitud. Con poco más de una decena de miles de contagiados como cifra "oficial", y unos pocos centenares de muertos, no se entiende que el gobierno chino haya decretado paralizar la vida social y económica de toda una región como la de Wuhan, sólo cuya capital tiene 11 millones de habitantes y el tamaño de Londres. Además, ese cierre "patronal" forzoso se ha extendido en las últimas horas a otras ciudades, fábricas, y centros comerciales de otras regiones del país. La gente está encerrada en sus casas en aislamiento sin apenas salir ni consumir, las fábricas están cerradas y sin producir con el riesgo de extenderse definitiva y masivamente a todo el territorio nacional, y pudiendo provocar graves disrupciones en el suministro del comercio mundial. De hecho, hay expertos en economía china que ya auguran que el impacto económico de este brote sobre la economía del país puede ascender a penalizar en torno al 1% el crecimiento del PIB de China: lo que le faltaba a la economía del gigante rojo.

Buena muestra de esos datos que no encajan es igualmente el gran dinamismo y extrema urgencia con la que el gobierno chino se ha lanzado desesperadamente a construir de la nada macro-hospitales enteros con miles de camas, temáticos para tratar esta enfermedad en exclusiva, con el altísimo coste que no sólo tiene el construirlos, sino el hacerlo "a marchas forzadas". Pues vaya, que si de verdad fuese comparable a la gripe común, no tendrían que tener para ella ya hospitales temáticos así en cada pueblo y ciudad. ¿De verdad alguien puede creerse que una enfermedad equiparable en cifras a la gripe común justifica que las autoridades asuman como necesario este altísimo impacto económico forzando al cierre general, y además construyendo hospitales como si no hubiese un mañana? Igual es que efectivamente si no lo hacen así no haya ya ese mañana. Muy probablemente, las autoridades chinas deben de estar realmente desbordadas, y han tomado estas decisiones in extremis a sabiendas de que lo que tienen encima es ya toda una catátrofe sanitaria.

Y más allá de las informaciones oficiales, vienen las reacciones oficiales (más reveladoras), y también la información espontánea en las redes sociales

El Coronavirus Puede Vaporizar Hasta Un 1 Del Crecimiento Economico De China 4

Pues con el hermético panorama informativo en China, en donde la libertad de prensa ni se le conoce ni se le espera, a pesar del Gran Cortafuegos chino cibernético que controla férreamente todas las comunicaciones del país (aparte de su también cibernético Gran Cañón), en el mundo globalizado de hoy en día, lo de ejercer la censura total y absoluta es a veces misión imposible incluso para el partido comunista chino. Así, hay diverso material en internet cuya única falta es que no es contenido verificado, y cuyo rigor no alcanza los estándares que más nos gustaría presentarles aquí. Pero, lamentablemente, aparte de las oficiales, no hay otras fuentes más que lo que la pavorosa población va publicando para dar a conocer al mundo la verdad escondida de la tragedia que viven allí.

Muy relevalora resulta también la airada polémica que ha enarbolado el gobierno chino contra Dinamarca, que ha alcanzado el estatus de conflicto incluso diplomático, y que ha tenido su origen tan sólo en una bastante inocente ilustración satírica de la prensa libre danesa, que claro, tiene unos estándares de libertad que para la china comunista es como frotar sal en las llagas. Aparte de demostrar una vez más la falta absoluta de libertad de prensa en China, su ambición de ejercer la censura a nivel mundial, y la imposición del rodillo mediático y propagandístico a todos los niveles, si algo demuestra esta hiperreacción de las autoridades chinas, es que el tema es explosivamente sensible en el país. Está claro que en ello China se juega mucho, al menos infinitamente más que una enfermedad más con un presunto impacto similar a una simple gripe común.

Como otra demostración de hasta qué punto China se juega mucho en este tema, y cómo están reaccionando sospechosa y muy agresivamente a la defensiva, está cómo el brazo armado de la propaganda china está haciendo acto de presencia en las redes sociales, e inundando el mundo con material que proyecta una realidad del Coronavirus hecha a medida del aparato del poder de aquel país. Así, con una simple búsqueda en Youtube por Coronavirus, una inmensa mayoría de los resultados que aparecen son vídeos de propaganda de medios afines al estado chino, que se limitan a publicar las magníficas y rapidísimas obras de los nuevos hospitales con las que el gobierno chino está tomando acción, visitas a las urgencias de hospitales chinos de Wuhan mostrando las grandes medidas hospitalarias y sanitarias que se han puesto en marcha, etc. etc. etc. Pero todo este contenido multimedia oficial no está dando abasto para sepultar los menos numerosos vídeos que los sufridos chinos de la calle están publicando desesperadamente ellos mismos desde el mismo epicentro de la catástrofe sanitaria.

Como les decía antes, es un material de cuyo rigor no puedo responder porque no tengo medios posibles para autentificarlo, y se lo reproduzco aquí simplemente a modo de posible verdad alternativa a considerar. El primer vídeo es el que menos rigor tendría y podría ser perfectamente calificado por los más escépticos como susceptible de ser propaganda anti-china. Está protagonizado por una mujer que dice ser parte del personal sanitario chino que está en primera línea de fuego en Wuhan, y está desesperada y desconsolada. Dice que no tienen medios, que cada médico está atendiendo a una media que sobrepasa los 100 pacientes diarios, que la gente se les muere por los pasillos y les implora una ayuda que no les puede dispensar porque están desbordados y sin material, y que el gobierno chino no les da medios suficientes. Es dramático cuando al final la mujer dice que ante el Coronavirus los ciudadanos de Wuhan están totalmente solos, y que lo que publica el gobierno chino no es verdad. Además, acusa al gobierno de haber actuado demasiado tarde, y de que, de haber aplicado las medidas correctas a tiempo, la catástrofe se podía haber evitado. Este punto probablemente sea muy cierto, cuando los primeros casos de la enfermedad afloraron hace ya dos meses, y el patógeno ha sido extremadamente agresivo y detectable desde el primer momento.

Como explica The New York Times en este ilustrativo artículo, China trató todo este asunto desde que se inició con un letal secretismo, anteponiendo el orden y la ocultación a la necesidad de afrontar esta crisis abiertamente, y creyendo así estar poniéndose a salvo de crear alarma pública y tener que enfrentarse así situaciones políticamente muy embarazosas. China incluso ha optado por tratar represivamente a la comunidad médica que dió muy profesionalmente la voz de alarma cuando aún había margen de maniobra, llegando la policía a interrogar a los médicos que lanzaron la alerta en los inicios del brote, e incluso acusándoles formalmente de "comportamiento ilegal". Mientras tanto, de cara al público, las mismas autoridades se limitaban a hacer declaraciones oficiales que minimizaban irresponsablemente el asunto, y que al poco se acababan demostrando falsas con el desarrollo de los acontecimientos: trataban de tapar la bochornosa crisis, en vez de urgir a la población a protegerse y así poder cortar la propagación del virus a tiempo. De hecho, por ejemplo, las autoridades chinas no informaron de la primera víctima mortal hasta dos largos días después de su muerte.

Al final, ha sido mucho peor el (no)remedio, que además no ha combatido a tiempo la enfermedad, demostrando de paso cuán poco poco le importó al aparato político chino arriesgar la vida de millones de personas dentro y fuera de China, y anteponiendo inadmisiblemente sus propios intereses creados. Y es que muchas veces dejar margen para la libertad de prensa tiene incontables ventajas para una socioeconomía porque, aunque algunas noticias puedan escocer a los políticos, fuerzan a tomar acción y a depurar responsabilidades, redundando beneficiosamente en que los políticos hagan lo correcto, porque saben que todo es susceptible de ser destapado por la prensa, y que el que la hace la paga. Lamentablemente, ahora ya es demasiado tarde para esas acciones en Wuhan, que de haber sido tomadas en su momento muy probablemente habrían evitado toda esta catástrofe: ahora la situación en China ya está totalmente fuera de control. Como resultado, la indignación y la ira contra el gobierno comunista se han generalizado en la sociedad china, estando especialmente furioso el personal sanitario que ha visto y ha sufrido la mala gestión del gobierno desde primera línea de combate. Y esa ya furia se ha extendido también a toda la población, cuando se ha conocido el auténtico escándalo destapado por el que, en esta situación límite, las autoridades, bien por corrupción, bien por incompetencia (a cada cual peor), no gestionaron adecuadamente material sanitario donado que no llegó a los exhaustos y sin medios médicos y enfermeras, y que podría haber salvado muchas vidas (imaginen cómo estarán de caldeados los ánimos cuando hasta los herméticos medios chinos se han tenido que hacer eco de este bochornoso asunto; a su manera, eso sí). Con el paso de los días, va ganando momentum una ola de descontento popular cuyas consecuencias últimas resultan ciertamente imprevisibles.

Pero en ese contenido no autentificado, el rigor empieza a venir por sí mismo cuando, en vez de una persona hablando informaciones sin verificar, los vídeos empiezan a mostrar imágenes que difícilmente pueden ser ya un montaje propio de la propaganda. En estos vídeos se puede apreciar toda la extrema crudeza de la letal pandemia, y sus protagonistas muestran un panorama desolador y propio de todo un "Biohazard" (amenaza biológica). En Youtube hay vídeos que van desde un vídeo que muestra el estado de saturación absoluta de los hospitales de Wuhan, la desesperación de los médicos que gritan sin consuelo con cuatro turnos de trabajo en un solo día, a vídeos de personas literalmente desplomándose y cayendo fulminadas en medio de la calle, pasando por vídeos de los pasillos abarrotados de las plantas de los hospitales, con incluso gente que ya tiene la cara cubierta con una sábana aparentemente por haber fallecido en medio de la muchedumbre. Difícilmente todo este material puede tratarse en conjunto como una simple maniobra orquestada de propaganda anti-china, y ya pueden estar seguros de que buena parte de ella muestra la cruda realidad (la de verdad). Al menos, podemos estar 100% seguros de que la versión oficial es bastante poco (por no decir tan apenas nada) ajustada a la catástrofe que se vive en las calles de Wuhan, y que corre el riesgo de acabar de extenderse por toda China y... al resto del mundo que observa atónito el panorama.

Y eso que el brote actualmente afecta mayormente a China, un país con unos estándares sanitarios y una red hospitalaria y de asistencia primaria medianamente aceptable, y que, no lo olvidemos, actualmente es la segunda potencia económica mundial. Porque ahora imagínense la auténtica catástrofe humanitaria que podría provocar este letal virus si se acabase extendiendo por ejemplo a países africanos, con unos muy deficientes (o incluso inexistentes) servicios de asistencia sanitaria. Realmente, la situación de emergencia sanitaria internacional declarada por la OMS está plenamente justificada, pues el asunto es de extrema gravedad.

Por otro lado, el contagio ha llegado ya a suelo europeo (y español), y las autoridades europeas han reaccionado de forma diametralmente opuesta a las chinas. En Europa (casi) todo se ha desarrollado con transparencia y con información actualizada a través de los medios desde el minuto cero, así como aplicando estrictamente los protocolos sanitarios del máximo nivel de forma preventiva. Y esperemos que las rápidas y enérgicas acciones europeas sean suficientes para contener la pandemia en suelo europeo, a pesar de que dicha pandemia ya nos llega extraordinariamente potenciada desde China. Ni mucho menos se puede decir que las autoridades sanitarias europeas las tengan todas consigo, pero, en todo caso, queda meridianamente claro que no tener valores democráticos ni libertad de prensa puede tener sus muchas y graves contraindicaciones. De hecho, éstas son infinitamente peores que las del caso de contar con esos esenciales valores democráticos que, paradójicamente, cada vez son menos apreciados en Occidente, entre los que está la libertad de prensa, cuyas implicaciones últimas ha quedado patente una vez más que van mucho (pero mucho) más allá de simplemente poder expresarse libremente. Y todo sea dicho de paso, en los últimos tiempos, no sólo China no ha avanzado hacia un mayor aperturismo democrático, sino todo lo contrario, y el ahora muy cuestionado todopoderoso presidente Xi Jinping optó por el involucionismo al más puro estilo Mao.

Y lamentablemente, como no podía ser de otra forma, la inmisericorde propaganda internacional más cruda tampoco ha desaprovechado la ocasión de oro, que brindaba todo este asunto del Coronavirus, para difundir una nueva conspiranoia que corroyese una vez más los cimientos de nuestros sistemas. Así, por Internet y por las redes sociales circulan teorías que dicen que todo esto es un burdo montaje de la industria farmacéutica para crear pánico y lucrarse vendiéndonos mascarillas y medicamentos por millones. ¡Qué ramplona es la propaganda, y cómo puede llegar a hacer mella en cierto tipo de personalidades! Con la calidad del espíritu crítico habitual en nuestros lectores, no voy a dignarme aquí ni a rebatir semejante historieta, y simplemente les diré que ojalá que nuestro potente sector farmacéutico tuviese ya una vacuna contra el Coronavirus que vendernos, porque esa conspiranoia se cae desde el minuto cero cuando la dichosa vacuna a día de hoy no existe, y en el mejor de los casos les llevará bastante más de un año desarrollarla. ¿Para qué alentar pues ahora soterradamente el pánico si todavía no tienen ni si quiera un remedio que vendernos? Lamentablemente, algunos ciudadanos en los que la propaganda hace presa deberían leer menos pasquines y ejercitar más su espíritu crítico. La propaganda es así de ramplona, pero probar prueban, que a alguno lo engañarán, y de paso igual consiguen que bajemos la guardia y nos diezmemos, al más puro estilo ya visto con la propaganda antivacunas y su protagonismo en los recientes brotes de sarampión en EEUU

¿Sorprendidos por todo lo que la verdad "oficial" puede estar escondiendo? Este tema no debería cogerles de imprevisto, puesto que desde aquí ya les hemos analizado en diversas ocasiones no sólo lo ficticio de alguna cifra macroeconómica occidental, sino lo más grave de lo a veces sistemáticamente irreal de los sistemas socioeconómicos que pueden estar basados directamente en otros principios radicalmente distintos. Y en concreto el caso que nos ocupa hoy además ya no es que sea estrictamente económico, sino que entra de lleno en lo que desde aquí hemos acuñado hace ya unos cuántos años como socioeconomía pura y dura.

Y vaya por delante que aquí somos escépticos por naturaleza, y realmente el dato aportado antes que cifra exactamente el impacto económico del Coronavirus en un 1% lo consideramos como poco aventurado. Impacto desde luego que va a haber, y puede que severo, porque hay en China cientos de macrocomplejos industriales y comerciales cerrados a cal y canto, y que puede que tengan que permanecer así todavía durante semanas. Pero no resulta muy riguroso poner una cifra concreta de impacto económico a todo eso, especialmente cuando hoy por hoy es materialmente imposible saber ni tan siquiera el nivel final de propagación, de contagio, de defunciones y, sobre todo, el plazo de tiempo en que remitirá el brote y la actividad económica podrá recuperar la normalidad. Y no se puede descartar el extremo de que incluso ese 1% pueda acabar quedándose corto... En este sentido, las bolsas chinas han reabierto sus puertas esta mañana tras la festividad del Año Nuevo chino, y lo han hecho con una contundente caída en el entorno del 9%.

El Coronavirus Puede Vaporizar Hasta Un 1 Del Crecimiento Economico De China 5

Realmente, aunque todo apunta en esa dirección, según el rigor que nos caracteriza y la poca fiabilidad de los datos disponibles, y sobre todo porque es mucho más lo que se desconoce del Coronavirus que lo que se conoce de él, desde aquí ni podemos asegurar ni podemos descartar que el Coronavirus vaya a acabar siendo una pandemia mundial que diezme la población. Pero si algo ha quedado claro con todo este asunto es que sólo será ahora cuando algunos de esos occidentales más anti-sistema despertarán a la realidad del gran progreso socioeconómico que hemos logrado en Occidente, y en especial por nuestros altos estándares de seguridad alimentaria y sanitaria, así como que producimos menos estadísticas sesgadamente "oficiales" y más datos reales, además de noticias más fidedignas. Al final, todo paradigma idealista que no dudan en vendernos desde ciertos sectores es susceptible de estrellarse en cualquier momento por su propia irrealidad, y todo lo lamentable de nuestro sistema por lo que nos incitan a dinamitarlo puede revelarse como que hay cosas en Occidente que hacemos muy muy bien, para beneficio de todos nuestros ciudadanos. Por mucho que así nos lo venda la hiperdirigida propaganda, ni lo ajeno es tan "ideal", ni lo propio es tan digno de demolición, sino que, en todo caso, a veces puede haber casos en que pueda llegar a parecer ser hasta casi incluso todo lo contrario. Juzguen por ustedes mismos.

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