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‘Tapering’ a cámara lenta

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La recuperación se consolida y genera optimismo en el mundo occidental. Su intensidad, eso sí, difiere entre países y existen incertidumbres notables en el ámbito financiero. Como el de la inmobiliaria china Evergrande, un caso en el que, aunque se evite lo peor, habrá repercusiones sobre la fortaleza del “gran motor” que es la economía asiática en el planeta. Las palabras de Jerome Powell de este miércoles, tras la importante reunión de la Fed de los dos últimos días, redunda en buena parte de esas dudas. La recuperación en Estados Unidos podría haber tocado techo y la creación de empleo no ha superado aún el umbral que habría llevado a la retirada significativa de los estímulos monetarios (tapering) desde ya. Los datos actuales de la pandemia allí son peores y más preocupantes, debido a lo relativamente rezagada que va la vacunación estadounidense comparada con la Unión Europea. Hay grandes porcentajes de población reticentes a la vacuna. Lo que acontezca con el proceso de inmunización y su efectividad será determinante para la recuperación y las medidas de política monetaria y fiscal en ese nuevo contexto.

“Un endurecimiento de la estrategia monetaria no ayudaría a la economía, pero se empieza a asumir un calendario de subidas de tipos desde finales de 2022”.

Santiago Carbó

Aunque la cautela se impone, parece que noviembre será un momento crítico para el proceso de retirada de estímulos por parte de la Fed, que ha estado comprando 120.000 millones de dólares en bonos soberanos e hipotecarios durante la pandemia. Los datos de inflación y del mercado de trabajo serán determinantes. Los registros de inflación, los más elevados desde la crisis financiera de 2008, empujan a que el tapering se materialice antes de fin de año. Crece la preocupación entre los analistas de que la inflación será más elevada que lo que se pensaba en primavera y, además, cada vez más voces creen que la presión inflacionaria puede ser más persistente de lo inicialmente esperado. Por su lado, la creación de empleo, aun siendo buena, no ha cumplido los mejores pronósticos. Un endurecimiento de la estrategia monetaria no ayudaría a la economía, pero se empieza a asumir un calendario de subidas de tipos desde finales de 2022.

Las dudas sobre la fortaleza de la recuperación de la Fed y de Jerome Powell ya se hicieron evidentes en el foro de Jackson Hole, hace un mes. Ahora se han añadido las noticias inquietantes sobre Evergrande porque son dudas sobre la economía china e, incluso, mundial. La situación de los precios de la energía y su potencial impacto negativo sobre el crecimiento también explican las indecisiones de la autoridad monetaria norteamericana. Si no se aligera el peso de la incertidumbre en las próximas semanas, es probable que la retirada de estímulos en Estados Unidos se traslade a 2022, probablemente con un panorama menos incierto. Nuevo retraso en la prometida normalización monetaria. No va a ser fácil retirar completamente los estímulos monetarios en muchos años. Siguen siendo necesarios para garantizar estabilidad y crecimiento. Eso sí, probablemente la dimensión de sus actuaciones (compras de bonos) terminará moderándose, pero a cámara lenta. Los bancos centrales seguirán tocando una música expansiva, aunque sea con un volumen de sonido algo menor.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

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¿vuelve-la-inflacion?

¿Vuelve la inflación?

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La inflación vuelve a encontrarse en el centro de atención tras más de una década durante la que había dejado de ser motivo de preocupación —si acaso, lo era por excesivamente reducida—. En España, el año pasado acabó en tasas negativas, y desde entonces ha escalado hasta el 2,7% en mayo. En el resto de la eurozona y en EEUU se ha producido una evolución similar. Este comportamiento reciente nos mueve a preguntarnos si estamos inaugurando una nueva etapa de inflación elevada, y las implicaciones que puede conllevar en cuanto a la política monetaria y otras derivadas.

Por el momento se trata de
incrementos puntuales consecuencia fundamentalmente de la reversión de ciertos
movimientos en los precios que tuvieron lugar el pasado año con motivo de la
pandemia. Así, las fuertes bajadas de precios de bienes energéticos que se
produjeron entonces como consecuencia de la caída del precio del petróleo, y
que llevaron la inflación a tasas negativas, se han revertido en el año actual,
con lo que la tasa ha ascendido de forma acusada. En los próximos meses veremos
más efectos de este tipo, concretamente en los servicios: el año pasado los
precios de determinados servicios muy vinculados a la actividad turística, como
hoteles, agencias de viajes y billetes de avión, sufrieron recortes muy
significativos, que se reflejaron en una caída de la tasa de inflación en
julio; si este año se produce una cierta normalización de la actividad, cabe
también esperar una recuperación de los precios de esas actividades, lo que inducirá
un nuevo ascenso de la tasa de inflación en dicho mes.

Hay alguna otra circunstancia que
ha acentuado la subida de la inflación recientemente, como el encarecimiento de
la electricidad, pero en todo caso se trata de un fenómeno puntual, es decir, supone
un incremento en el nivel del IPC que no se espera que se repita, al menos de
una forma continuada.

En definitiva, los ascensos
recientes de la inflación se consideran en estos momentos el resultado de
fenómenos puntuales, no el reflejo de un aumento de las presiones
inflacionistas de la economía que pueda dar lugar a tasas elevadas de inflación
de forma continuada y persistente, que es la definición de todo fenómeno
inflacionista.

La cuestión es si esto puede cambiar en el futuro próximo. Los precios de las materias primas han aumentado notablemente, al igual que los precios de los fletes de transporte marítimo. Las empresas industriales reportan dificultades de abastecimiento de ciertos insumos, al tiempo que reconocen que comienzan a trasladar el aumento de costes a los precios. Por otra parte, en ciertas actividades muy castigadas por la pandemia, como bares y restaurantes o cultura y entretenimiento, es muy posible que la demanda se recupere más rápido que la oferta, ya que muchas empresas han desaparecido. Las supervivientes pueden aprovechar para elevar sus precios y sanear unas cuentas muy dañadas tras tantos meses de restricciones.

En el caso de otros países, sobre todo en EEUU, a los fenómenos anteriores hay que sumar otro: el posible efecto inflacionista de un aumento generalizado de los salarios derivado de la dificultad que numerosas empresas están encontrando para cubrir sus necesidades de mano de obra. Algunas multinacionales muy conocidas ya han anunciado subidas de sueldos.

Finalmente, a lo anterior hay que añadir el potencial, aunque todavía incierto, impacto que pueda tener sobre la inflación el enorme incremento de la masa monetaria a que han dado lugar las políticas ultraexpansivas de los bancos centrales, que han supuesto de facto una monetización de los déficits públicos generados para combatir los efectos de la pandemia.

En los próximos meses, por tanto, es probable que la tasa de inflación siga en ascenso, tanto en España como en Europa y EEUU, aunque por ahora no parece que estemos a las puertas de un proceso inflacionario. No obstante, el gran enemigo de la renta fija es la inflación, de modo que, si los inversores se ponen nerviosos ante la posibilidad de un ascenso más permanente, o incluso de la finalización antes de lo previsto de las políticas ultraexpansivas de los bancos centrales, podrían producirse grandes seísmos en los mercados financieros, con ascensos bruscos de los tipos de interés —ya hemos presenciado en las últimas semanas algunos episodios de repuntes—. Todo ello podría tener un impacto importante sobre nuestra deuda pública.

Un reajuste en las expectativas de inflación puede suponer un gran reto para los bancos centrales y para las economías endeudadas como la española. Deberemos, por tanto, estar vigilantes.

Este artículo se publicó originalmente en el diario Expansión.

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2021: Recuperación De La Economía Española: Notable pero incompleta

CaixaBank Research ( Oriol Carreras Baque r y Javier García Arenas | La crisis financiera de 2008 todavía está fría en la memoria colectiva. No obstante, la crisis de 2020 es de una naturaleza muy distinta. Para comenzar, la crisis tuvo su origen en una urgencia de salud pública, La economía fué víctima de las medidas primordiales para llevar a cabo frente a la pandemia. En segundo lugar, la crisis del coronavirus fué de una intensidad sin precedentes . En tanto que en el auge de las crisis de 1993 y 2008, el Producto Interno Bruto cayó al 2,5% y al 9% abajo del nivel previo. nivel de crisis, respectivamente, a lo largo de la crisis de coronavirus, el Producto Interno Bruto alcanzó un 22% abajo del nivel previo a la crisis, en tercer lugar, la dinámica además fué muy distinta.En la medida en que coronavirus fué el detonante de la crisis de 2020, la economía ha evolucionado según con las oscilaciones de la pandemia. Por consiguiente, la agilidad de la rehabilitación fué bastante eficaz que en crisis anteriores. En 2020, en un solo período de tres meses (tercer trimestre) la economía recuperó cerca del 60% de su producción perdida, frente a los nueve trimestres que tomó a lo largo de la crisis financiera.

Aspectos de la crisis financiera

Otro aspecto de la crisis de hoy fué el papel clave que desempeño la política fiscal y monetaria para paliar los efectos de la pandemia. Para ilustrar esto, en el primer gráfico exponemos la relación entre un índice sintético de la dureza de las condiciones económicas (construido utilizando la tasa de desempleo y la prima de peligro soberano) y el desarrollo anual del Producto Interno Bruto. La enorme caída del Producto Interno Bruto fué acompañada de un deterioro del índice de gravedad bastante menor de lo que cabría aguardar dada la vivencia de la crisis financiera. Esto se ha debido, en parte importante, a la acción decisiva del BCE y a todas las acciones de política fiscal y económica para garantizar los capital de los damnificados por las limitaciones a la actividad, asi sea por medio de los regímenes de cesantía «ERTE» de España, ceses extraordinarios de actividad en la situacion de autónomos, moratorias de deudas o aplazamientos de impuestos. Esto no supone que ya hayamos visto todas las implicaciones de esta crisis: muchas todavía están por emerger y nos referiremos a ellas después . No obstante, para utilizar una metáfora de la salud, la política económica ha actuado como una anestesia para normalizar los signos vitales de un tolerante que entra en la etapa crítica. ¿Qué nos va a traer el 2021? El 2021 va a seguir gobernado por la pandemia, aunque estimamos que es el año donde la economía consolide su rehabilitación. Posiblemente las medidas que debieron tomarse a finales de 2020 para batallar la segunda ola de infecciones tengan alguna continuidad en los primeros meses de 2021.

Riesgo de pobreza

Hablamos de una cantidad muy importante y es clave que los fondos se utilicen para crear un plan de inversión capaz enfocado a la infraestructura y las transiciones verde y digital, acompañadas de reformas que aborden los retos estructurales de la economía (incidencia de contratos temporales en el mercado de trabajo, educación y formación profesional, originalidad, etc.). El gobierno espera realizar 26.600 millones de euros de fondos NGEU en 2021 anticipando los fondos presupuestados para apresurar las inversiones organizadas. Hablamos de un importe destacable que, antes de su ejecución, requeriría la selección y diseño de un enorme conjunto de proyectos en un tiempo récord, siendo conservadores, nuestra previsión de desarrollo para España el siguiente año tiene dentro la ejecución del 50% de este importe de 26.600 millones. euros , que aportarían 1 punto al desarrollo del próximo año. Los fondos de europa son una enorme novedad, pero merece ver qué encontronazo macroeconómico va a tener la política fiscal en su grupo (incluidos estos fondos europeos) en 2021. Cuando hacemos este exámen, llegamos a un impulso fiscal total en 2021 de cerca de 2,5 % del Producto Interno Bruto con un encontronazo macroeconómico de 1,5 p.p., de los cuales 1,0 p.p. procede de UNGE y el resto del gasto corriente. Resumiendo, los fondos de europa son el catalizador que dejará que las reglas económicas estimulen el desarrollo barato en 2021 (y más allá).

Condiciones económicas de crecimiento

No obstante, confiamos en que la disponibilidad de una vacuna, adjuntado con un uso más intensivo de pruebas veloces, dejará sostener la pandemia bajo control sin la necesidad de recurrir a medidas tan restrictivas como las impuestas hasta hoy. En este sentido, esperamos que el desarrollo de la actividad económica repunte desde el segundo período de tres meses, cuando los grupos de más grande peligro ya deberían ser inmunizados, en tanto que la movilidad en todo el mundo debería gozar de una rehabilitación más fuerte, con el consiguiente encontronazo positivo en el turismo. Generalmente, esperamos que el desarrollo barato en 2021 sea de cerca del 6,0%. Más allá de que el ritmo de rehabilitación es prominente, esto dejaría a la economía un 6.2% abajo del nivel del Producto Interno Bruto previo a la crisis. De hecho, no esperamos que la economía vuelva a los escenarios anteriores a la crisis hasta 2023.

LOS ERTE y las ayudas

Las cicatrices económicas de la pandemia Covid-19 La economía se recuperará en los siguientes años a nivel macroeconómico, pero va a dejar algunas cicatrices indispensables. Por consiguiente, va a ser primordial perseguir reglas económicas correctas para que estas cicatrices se cierren en el período de tiempo más corto que se pueda y evadir efectos persistentes en determinados sectores baratos y para todos los que trabajan en ellos. El mercado de trabajo se recuperará pausadamente en 2021, aunque las reglas laborales tendrán acompañar esta rehabilitación para evadir que los sectores más damnificados por la pandemia -turismo, ocio, hostelería …- emerjan con profundas cicatrices. Entonces, los esquemas de licencias (ERTE) van a seguir siendo una utilidad considerable en la primera mitad de 2021 , aunque de una forma más selectiva y temporal que en 2020. Otra cicatriz que debería cerrarse más acelerado que en la Enorme Recesión es el incremento de la desigualdad. En ocasiones las secuelas de las crisis tardan en emerger a nivel social: el porcentaje de población en peligro de pobreza en España aumentó de manera significativa entre 2013 y 2015 , justo cuando ya había pasado lo malo de la crisis previo y la economía se se encontraba embarcando una principiante rehabilitación. De hecho, con base en nuestras expectativas de desarrollo y desempleo, observamos que la suma de la tasa de peligro de pobreza y la tasa de exclusión popular podría incrementar en 2021 al 27% de la gente (25,3% antes de la pandemia), un incremento de 750.000 personas. . Esto resalta la consideración de continuar construyendo reglas inclusivas que permitan que la rehabilitación llegue a todos:en 2020, el índice de Gini aumentó 2 puntos entre febrero y septiembre sabiendo las transacciones del área público , pero habría incrementado 4 puntos en su sepa, según el Inequality Tracker de CaixaBank Research. 2021 además va a ser un año considerable para el tejido productivo de la economía de españa. Es primordial que las compañias españolas no salgan excesivamente debilitadas de esta pandemia. Esto requerirá una conjunción de alivio financiero para las compañias ejecutables que son las más perjudicadas para asegurar que su solvencia no se deteriore, entre otras cosas, por medio de recapitalizaciones y ayudas directas, adjuntado con reglas estructurales que adapten el tejido productivo de la economía a una más grande mundo post-pandémico digital y verde. Por último, va a ser primordial unir una política fiscal que ofrezca acompañamiento a la rehabilitación de corto período con una perspectiva de mediano período pensada en reequilibrar las cuentas públicas y recobrar algún margen fiscal para garantizar que la próxima crisis nos atrape con espacio para contrarrestar -políticas cíclicas. La promesa de los fondos de europa NGEU El Fondo Europeo de Rehabilitación, Next Generation EU (NGEU), representará una ocasión exclusiva para modernizar la economía de españa e impulsar su desarrollo potencial. En 2021, España va a presentar todos los datos de su Plan de Rehabilitación a la Comisión Europeay, después de su aceptación esperada, empezará a recibir fondos en la época de año. Estos fondos sumarán unos 72.000 millones de euros en transacciones no reembolsables entre 2021 y 2026, equivalentes al 5,8% del Producto Interno Bruto en 2019.

https://www.youtube.com/watch?v=lN3iTRB0cF8

Ojalá sea así. Lo necesitaremos.

jose julian isturitz

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Fatiga en la deuda soberana

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Que la acción de los bancos centrales está anestesiando gran parte de las primas de riesgo soberano no es nuevo. El rescate de las autoridades monetarias, sin ser una solución óptima a largo plazo, es lo mejor que se ha tenido a mano. En tiempos de pandemia lo sigue siendo. No obstante, es apreciable que la miopía temporal que puede generar el apoyo monetario en la sensación de riesgo de los inversores puede convertirse en vista algo fatigada para la que no se tienen (o no se quieren usar) las gafas oportunas. Hasta tal punto que solo tomamos la parte de los proverbios y de la sabiduría histórica que más nos conviene, olvidando el resto. De aquello de “espera lo mejor, prepárate para lo peor y acepta lo que venga” queda solamente la parte de la esperanza. Así son los mercados en el 2020 pandémico.

Los bancos centrales son rápidos francotiradores ante cualquier movimiento en caliente de la deuda pública. Sin embargo, hay motivos para la preocupación y para no perder de vista las primas de riesgo. Existe escasa diferencia entre la rentabilidad de un bono americano a tres meses o a tres años. Lo mismo ocurre con los bonos europeos. El mercado tiene la misma (poca) habilidad para estimar lo que va a pasar en noviembre de este año que en agosto de 2023. Al mismo tiempo, los Gobiernos no tienen más remedio que seguir endeudándose para combatir la pandemia. Encuentran demanda en sus colocaciones. Eso sí, gran parte de los compradores son las entidades financieras nacionales de cada jurisdicción y, en mucha menor medida, los inversores internacionales, ya muy retraídos.

«Aunque medidas como el crédito oficial internacional puedan actuar como potentes paliativos en el futuro para asistir a los rezagados, no existe ningún seguro o sistema de ayuda que cubra una pandemia desigual a largo plazo».

Santiago Carbó

Aunque muchos lectores no lo puedan creer —no se les puede culpar— en los mercados hay cierto optimismo. Radica en la esperanza de que la vacuna para la covid-19 llegue pronto, la interpretación de que hay controles suficientes para estabilizar el virus en EE UU y otros países avanzados y la apreciación de ciertas mejoras en el consumo y producción industrial. Tal vez la trampa interpretativa es que venimos de tan abajo (confinamientos) que entusiasma que cualquier indicador cada mes muestre mejoras.

Incluso si esos escenarios positivos acontecen, hay importantes riesgos soberanos por efectos distributivos. El control de la pandemia en los emergentes es dispar. Afortunada paradoja que Argentina haya salido del default en un momento como el actual, pero existen expectativas mucho menos favorables para Brasil o, en general, cualquier país que haya gestionado mal la pandemia o se sitúe demasiado atrás en la carrera para acceder a una vacuna. Aunque medidas como el crédito oficial internacional puedan actuar como potentes paliativos en el futuro para asistir a los rezagados, no existe ningún seguro o sistema de ayuda que cubra una pandemia desigual a largo plazo. Muchos países afrontan ya, de hecho, problemas de movilidad de personas, de bienes y de capital. La extensión del brazo monetario tiene límites económicos, conceptuales y hasta intergeneracionales. La anestesia del riesgo soberano no es eterna.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

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