Nuestros abuelos se fueron a la gran ciudad: con la pandemia estamos volviendo a los pueblos
En España, se ha desarrollado una clara tendencia histórica vinculada a despoblación de los pueblos hacia las ciudades. No se trata de una particularidad específica, sino que queda enmarcada en un contexto global existe movimiento hacia la urbanización de las economías avanzadas.
Si consideramos como área rural aquellos municipios que no sobrepasan los 10.000 habitantes, se ha incrementado la tasa de urbanización de 20 puntos porcentuales hasta alcanzar niveles por encima del 80%.
Esto se debe, en primer lugar, al llamado éxodo rural que se inició entre a principios de los cincuenta y la culminación del proceso de industrialización de los años ochenta. Un movimiento estructural de fondo partida de la pérdida de peso económico del sector agrario frente a una mayor industria y servicios. Si en 1950 la tasa de urbanización era del 59,6%, en 1991 se llegó a una tasa del 79,6%.
Desde la década de los noventa hasta nuestros días, la tasa de urbanización siguió creciendo pero a un ritmo sustancialmente menor. Esta vez solo avanzó dos puntos porcentuales. El factor más importante de esta segunda etapa no haciendo el movimiento migratorio sino más bien el crecimiento vegetativo.
Para entenderlo, el crecimiento vegetativo implicó la pérdida del diez puntos porcentuales de población entre 1997 y 2018 en los municipios rurales, mientras que al mismo tiempo se generó una contribución positiva a cinco puntos porcentuales en los núcleos urbanos.
En consecuencia, los municipios con crecimiento de población negativo entre 2001 y 2018 y con la densidad inferior a 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado supone el 42% de los municipios en España. Una cifra que contrasta si analizamos los países de nuestro entorno como Alemania con el 1%, Francia el 7% e Italia en el 4%.
Sin embargo, la pandemia provocada por el coronavirus podría estar alterando esta gran tendencia de fondo. Y es que, según datos del portal idealista, el interés por comprar una vivienda en una localidad con una población inferior a 5.000 habitantes se incrementó 13,2% de este enero hasta agosto de 2020.
Con la pandemia, el mercado inmobiliario se está orientando hacia la búsqueda de viviendas de mayores metros cuadrados, y eso puede implicar vivir a las afueras de las grandes ciudades.
Estos consumidores buscan encontrar el equilibrio entre el acceso a los buenos servicios que ofrecen las ciudades de mayor tamaño con una mayor disponibilidad de una variedad amplia de productos y los costes asociados a los mayores tamaños de las ciudades que pueden implicar la congestión propia en muchos ámbitos como pueden ser el precio de la vivienda o costes asociados como la contaminación.
Es posible gracias a que con la pandemia nos hemos dado cuenta de las grandes posibilidades que ofrece la implantación del teletrabajo con la reducción de costes de desplazamiento entre las ciudades y zonas rurales. Si esta tendencia se implanta, los municipios rurales podrían atraer a una parte de los trabajadores de las ciudades e iniciar un proceso de crecimiento rural a medida que los nuevos habitantes vayan demandando la provisión de determinados servicios.
La clave para volver al mundo rural y que el teletrabajo nos permita la compatibilidad de ambos entornos es la conectividad a través de una adecuada cobertura de banda ancha. Y es aquí donde surgen las dificultades. Específicamente, tan solo el 20,22% de los municipios rurales disponen de una cobertura de 100MB (la cobertura adecuada para una videoconferencia) frente al 83% de los municipios urbanos.
De este dato, el 33,46% de los municipios rurales que hoy no se encontrarían en riesgo de despoblación acceden a esta infraestructura frente al 4,96% de los municipios rurales en riesgo de despoblación
Han habido suaves cambios en el empadronamiento durante el año pasado que pueden describir esta variación demográfica. En 2019, el 40,1% de la población en empadronada en España residía en municipios mayores de 100.000 habitantes y, con los datos de cierre de 2020, hemos visto un ligero descenso que rompe la tendencia histórica hasta situarse en el 39,9% de la población empadronada.
Los extranjeros que tienen la nacionalidad española son el 11,4% y están contribuyendo a esta vuelta al mundo rural. Se aprecia un descenso de una décima de punto porcentual de extranjeros inscritos por tamaño del municipio en las poblaciones de más de 100.000 habitantes y de 50.000 hasta 100.000 para habitantes. Esa décima que pierden ambos grupos de poblaciones las recuperan aquellas poblaciones de menos de 1.000 habitantes y aquellas de 1.001 hasta 10.000 habitantes.