desaceleracion-del-pib-en-el-tercer-trimestre-mas-suave-de-lo-esperado

Desaceleración del PIB en el tercer trimestre más suave de lo esperado

Comparte esta entrada



CNTR 3T 2023


El PIB creció un 0,3% en el tercer trimestre de 2023, según el avance provisional publicado por el INE, lo que supone una suave desaceleración con respecto al crecimiento del 0,4% registrado el trimestre anterior (revisado una décima a la baja).

El crecimiento procedió fundamentalmente del consumo
privado, que ascendió un 1,4%. Este resultado no es sorprendente, puesto que el
crecimiento de los salarios por encima de la inflación en lo que llevamos de
año (un 5,2% frente a un 3,6% respectivamente), unido al sostenimiento del
empleo, y al elevado nivel alcanzado por la tasa de ahorro en la primera mitad
del año, ponen de manifiesto la existencia de cierto margen para el crecimiento
del gasto privado.

La inversión en construcción sufrió un retroceso, mientras
que la destinada a bienes de equipo registró un moderado crecimiento, dentro de
una débil tendencia que no ha permitido a esta variable recuperar aún el nivel
prepandemia, pese al impulso de los fondos europeos.

La aportación del sector exterior al crecimiento trimestral
fue negativa. Las exportaciones registraron una caída, tanto las de bienes como
las de servicios, como resultado de la negativa coyuntura exterior. Dentro de
estas últimas destaca la intensa caída de las exportaciones de servicios
turísticos, un resultado peor de lo que se podía esperar en función de la
evolución de las pernoctaciones de extranjeros y de la llegada de turistas. En
cualquier caso, ya no cabe esperar aportaciones significativas al crecimiento
por parte de este componente de la demanda, puesto que ya se ha normalizado
completamente tras la pandemia.

El empleo en número de personas creció un 1,3%, aunque solo
un 0,1% en términos de número de horas trabajadas. En el acumulado del año, las
personas ocupadas han crecido un 3%, frente a un 1,6% las horas trabajadas,
manteniendo la tendencia observada durante todo el periodo de recuperación post
pandemia (gráfico 1).

La industria manufacturera mantiene una tendencia suavemente
ascendente, reflejando un menor impacto de la situación internacional que en
otras economías europeas. También crecen casi todas las ramas de servicios.

Comparte esta entrada



Leer más
geopolitica-y-economia

Geopolítica y economía

Comparte esta entrada



No queda mucho para cerrar el cuarto año de esta década. Sin lugar a dudas, se trata de un periodo muy convulso y lleno de dificultades y “cisnes negros”. En marzo de 2020 una pandemia global que dejó todo tipo de huellas, también económicas. En febrero de 2022, Rusia ataca Ucrania, y comienza una guerra cruenta que sigue hoy. Más recientemente, el 7 de octubre, los terroristas de Hamas realizan una brutal cadena de atentados en Israel, que este país responde con fuerza. Se inicia una tensión geopolítica de gran magnitud. La incidencia social y económica del conflicto dependerá de si existe escalada o no a otros países (Irán, Siria entre otros). Estos próximos días serán críticos. La preocupación parece extrema, como ha dejado entrever la visita del presidente Biden a Israel esta semana. Las señales del mercado han sido de mayor tranquilidad que la prevista, con solamente impactos en la volatilidad y el precio del petróleo. Y también en los mercados de bonos soberanos pero que ya venían de un septiembre muy complicado.

Estos sobresaltos graves geopolíticos están afectando negativamente a la economía desde el final de la pandemia. Los problemas en la cadena de suministro global tras la vuelta a la normalidad tras el covid y el tirón de la demanda global tras más de un año de restricciones y confinamientos empujaron los precios hacia arriba. La inflación comenzó a ser un problema. Inicialmente se malinterpretó como transitorio. La guerra en Ucrania y su incidencia en el gas, petróleo, cereales y muchos otros productos generó inflación que luego se hizo persistente. Los bancos centrales comenzaron a reaccionar y de qué manera: fuertes y rápidas subidas de interés. Ahora que llevamos un tiempo con una inflación sustancialmente más baja que en 2022 —aunque con cierta tendencia a subir nuevamente— llega este último shock imprevisible con un potencial impacto de gran magnitud en la economía global, como ya tuvieron los anteriores choques. Hay que esperar. Estamos en el momento de mayor tensión. Quizás, si no hay escalada en unas semanas, lo peor en lo económico también puede haber pasado.

El entorno en el que ha llegado el nuevo conflicto en Oriente Medio ya era complejo por los efectos de las decisiones y anuncios de los bancos centrales (BCE, Fed) en los mercados de bonos soberanos, en particular el estadounidense. Esta semana ha sido muy movida para la deuda norteamericana, significativamente encarecida. La amenaza de una escalada bélica no ayuda. Que la inflación pueda repuntar por los precios de la energía, en un contexto de fortaleza económica en ese país, sugiere que la Fed puede seguir subiendo tipos. O al menos mantenerlos más altos bastante más tiempo de lo esperado. Turbulencias a la vista, de las que no se libraría la zona euro —con una notable desaceleración que puede ir a más según se sientan más los efectos de las subidas de tipos— y en el que el BCE también tendrá mucha tela que cortar en un entorno de tan difícil gestión.

Este artículo se publicó originalmente en el diario La Vanguardia.

Comparte esta entrada



Leer más
cronica-desde-marrakech:-crece-la-incertidumbre-macro-y-los-riesgos

Crónica desde Marrakech: crece la incertidumbre macro y los riesgos

Comparte esta entrada



Cada tres años, las Asambleas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial se celebran fuera de la ciudad de Washington, sede principal de ambas instituciones multilaterales. Este año en Marrakech, ya que en 2020 no se pudo celebrar cuando estaba previsto por la pandemia. Primera vez que tienen lugar en África. Se trata de eventos de relevancia económica internacional. Marcan muchas referencias para los próximos meses. Abren el período en el que toca pensar más que nunca qué pasará en 2024. Esta edición tiene gran significado geopolítico. Por un lado, los ataques terroristas de Hamas en Israel del pasado fin de semana y sus consecuencias —sociales, geoestratégicas y económicas— aún imprevisibles, han impactado en el estado de ánimo de los participantes y previsiones de los analistas que acuden a esta cita. Ya había preocupación por las repercusiones de la guerra de Ucrania. Por otro lado, el devastador terremoto de hace poco más de un mes al sur de Marrakech aún permanece en el ambiente. Se ha podido comprobar también la capacidad del país vecino para reponerse y darlo todo en un evento de estas características. A escala personal, es la primera vez que soy testigo presencial de cuanto acontece en estas reuniones. El leitmotiv de esta edición es mucho más social e inclusivo que en ocasiones anteriores. La realidad económica de África con sus potencialidades y problemas es un eje fundamental. El papel de la mujer en el mercado de trabajo, el emprendimiento y la sociedad también, por lo que es muy oportuna la concesión esta misma semana del Premio Nobel de Economía a Claudia Goldin. Y por supuesto, las cuestiones macroeconómicas en el actual contexto de desaceleración y de inflación a la baja, pero lejos del objetivo de los bancos centrales.

Esta semana, como es habitual y aprovechando la cita, el FMI ha presentado su World Economic Outlook (WEO), con las previsiones macroeconómicas globales y su Global Financial Stability Report (GFSR), que pasa revista a la situación y riesgos financieros. Los principales mensajes del WEO son la moderación del crecimiento mundial al 3,0% en 2023 y 2,9% en 2024, muy por debajo del promedio histórico en lo que va de siglo. Llama la atención la desaceleración en los países desarrollados, que solamente crecerán el 1,5% este año y 1,4% el próximo. Según el FMI, aunque con cierto retardo, se pronostica que el endurecimiento de las políticas —sobre todo monetaria— comience a surtir efecto y enfríe la actividad económica.

No obstante, hay más dudas sobre el papel de la política fiscal, que continúa siendo fundamentalmente expansiva. Para las economías de mercados emergentes y en desarrollo, se proyecta una disminución menor, con un crecimiento del 4,0% tanto en 2023 como en 2024. En cuanto a la inflación mundial, se proyecta una reducción a un ritmo constante, al 6,9% en 2023 y 5,8% en 2024, en todo caso lejos del 2% al que aspiran los principales bancos centrales. Está por ver si la incertidumbre geopolítica no terminará afectando nuevamente los precios de energía y materias primas. En cuanto a la inflación subyacente, se pronostica que disminuya a escala global más gradualmente, mientras que, en la mayoría de los casos, no se prevé que la inflación vuelva a la meta del 2% hasta 2025. La economía española sale relativamente bien parada —aunque con alguna sombra— en esta revisión a la baja del FMI del cuadro macroeconómico. Se mantiene el crecimiento para este año (2,5%) pero ha rebajado en tres décimas el crecimiento esperado en 2024 (1,7%). Asimismo, también se han empeorado las previsiones de inflación: el índice de precios español subirá hasta el 3,5% este año (dos décimas más de lo estimado anteriormente) y hasta el 3,9% en 2024. En conjunto, España se encuentra entre los países avanzados con más crecimiento económico en 2023 y 2024, así como con menor inflación de la zona euro en 2023, pero entre los que más en 2024.

En cuanto a las principales cuestiones del GFSR publicado esta semana, la referencia es la inflación subyacente tan elevada, que podría obligar a los bancos centrales a mantener una política monetaria más restrictiva durante más tiempo del inicialmente esperado. La política fiscal expansiva no ayuda. La hipótesis del aterrizaje suave, donde la desinflación prosigue eficazmente evitando una recesión, ha sido, al menos en parte, optimista. Las sorpresas inflacionarias podrían desafiar esta narrativa, lo que llevaría a una posible revalorización intensa de los activos. Los riesgos para el crecimiento global están sesgados a la baja, con una disminución de la capacidad de pago de deuda y una desaceleración del crecimiento crediticio.

EL FMI, asimismo, pone el acento en los test de estrés que se realizaron para muchos sectores bancarios este año. Hay potencial de pérdidas de capital significativas pero asumibles, motivadas por la valoración de valores y las provisiones para pérdidas por morosidad de los préstamos. Aunque los principales problemas estuvieron en primavera en la banca regional estadounidense y Credit Suisse, se indica que los riesgos parecen estar en aumento, en particular para un grupo considerable de entidades de menor tamaño americanas, así como en Asia, China y Europa. Crecen los riesgos en un entorno geopolítico incierto. Toca comprobar si la resiliencia actual de muchas de las economías se mantiene de aquí a finales de 2024.

Este artículo se publicó originalmente en el diario Cinco Días.

Comparte esta entrada



Leer más
queda-trabajo-para-los-bancos-centrales

Queda trabajo para los bancos centrales

Comparte esta entrada



Algo parece claro de las últimas reuniones de los bancos centrales. No se pueden descartar nuevas subidas de tipos de interés —aunque sean puntuales— este mismo año. Y se retrasan las bajadas potenciales del precio del dinero.  Todo ello a pesar de la casi radical estrategia de incremento de tipos desde hace más de un año. No está ganada la guerra contra la inflación.  Lo entendimos de las reuniones de los bancos centrales de estos días, incluido el BCE y el Banco de Inglaterra. La Reserva Federal de Estados Unidos, tras la reunión del pasado miércoles, deja claro que su pelea contra la inflación no es una serie de movimientos impulsivos. Con una estrategia medida y pausada, ha demostrado la sutileza requerida para navegar por los complejos mares inflacionarios y las previsiones inciertas. ¿Qué nos dice su decisión de mantener los tipos de interés? No se trata simplemente de cautela, sino de una evaluación consciente de la economía que avanza a un ritmo sólido. Si bien la inflación ha sido una bestia más persistente de lo que muchos preveían, la Fed ha seguido una aproximación más matizada.

Los pronósticos económicos revelan no solo la resiliencia de la economía estadounidense, sino también un optimismo cauteloso sobre el futuro. El dot plot (el famoso diagrama de puntos con el que los principales decisores del banco central plasman sus proyecciones sobre los tipos de interés) indica una posible alza adicional de un cuarto de punto este año, pero también sugiere que ahí para toda la subida y que hay margen para bajar tipos si fuera necesario. El mercado, ese barómetro efímero de la confianza, refleja la complejidad de la situación. Algunos esperan otro aumento de tipos este año, pero otros creen que el Fed no subirá más en 2023, aunque cada vez son menos estos últimos. Reveladora fue la intervención de Jay Powell —presidente de la Fed— de esta semana, quien enfatizó que mantener tipos estables no implica que la política monetaria sea lo suficientemente restrictiva para controlar la inflación., por factores como la energía e incertidumbre actual. Últimamente ha surgido otra explicación: una inflación tan alta no se había dado en más de 30-35 años, por lo que las generaciones actuales en el mercado de trabajo no vivieron un periodo similar. Las expectativas de inflación, tan importantes para derrotarla, se pueden estar comportando de modo distinto a las de la década de 1980.

Quedan dos reuniones de la Fed este año, ¿optará el Fed por otro movimiento audaz? Las próximas reuniones de dos días sobre tipos de la Fed son el 31 de octubre y 1 de noviembre y el 12 y 13 de diciembre, para los que conoceremos nuevos datos macroeconómicos de la economía americana. Buena parte del mercado espera otra pausa en noviembre y que se aparque la decisión sobre si subir más los tipos para diciembre. El mercado solo espera, como mucho, una subida más de 0,25 puntos. El BCE puede verse en una situación similar. Habrá que continuar esperando.

Este artículo se publicó originalmente en el diario La Vanguardia

Comparte esta entrada



Leer más
los-tipos-de-interes-seguiran-altos-durante-bastante-tiempo

Los tipos de interés seguirán altos durante bastante tiempo

Comparte esta entrada



El título del artículo puede parecer una obviedad. Sin embargo, en las últimas semanas hemos observado varios fenómenos que están dando lugar a un cierto debate sobre si los tipos de interés van a dejar de subir. Se esperan con aparente calma las reuniones del Banco Central Europeo y la Reserva Federal estadounidense en septiembre. El pronóstico central es que o bien no se tocará el precio del dinero, o de hacerlo solamente se subiría un 0,25% (y quizás solamente lo haga la autoridad monetaria del Viejo Continente). Además, la expectativa es que a partir de esas reuniones se abra un periodo de reflexión de al menos unos meses para calibrar cuáles son los siguientes pasos de los bancos centrales.

Otro fenómeno relacionado y bastante comentado ha sido el alivio que ha dado el euríbor en agosto. Tras casi año y medio de incrementos, la media mensual de ese indicador a 12 meses (principal referencia para las hipotecas) ha bajado al 4,073% en agosto, desde el 4,149% de julio. Los mercados están anticipando menos recorrido en el alza del precio del dinero, y lo está reflejando el euríbor. Sobre todo, tras los mensajes de la reunión de banqueros centrales de Jackson Hole (Estados Unidos) de finales de agosto, que apuntaron a que la situación es aún de incertidumbre en la lucha contra la inflación, y las autoridades monetarias van a mantener un enfoque contingente (no playbook), muy atentos a la coyuntura y a cómo se van anclando en las expectativas del sector privado sus decisiones monetarias.

¿Qué puede pasar con el euríbor en los próximos meses? Aunque no es una pregunta fácil de contestar, por los numerosos condicionantes, sí que parece que lo peor de las subidas ha podido pasar. Ello no significa que no pueda volver a aumentar, pero lo previsto son incrementos suaves si el BCE decide al final incrementar un cuartillo este mes. Hasta ahí, las aparentemente buenas noticias.

En cuanto a las malas o preocupantes, el euríbor no mostrará una tendencia clara a la baja hasta que el BCE señalice que está ganando la batalla contra la inflación, y eso por ahora no tiene atisbos de ocurrir pronto. El repunte de la inflación de este segundo semestre no ayuda. Por lo que el alivio en los costes financieros de los préstamos a tipo variable no va a llegar en menos de un año, metiendo presión a familias y empresas con ese tipo de deudas. Para el bolsillo del hipotecado, aquello de todo lo que sube, baja, tendrá que esperar.

El único pero al escenario central comentado lo puede poner una debilitada economía alemana, que se puede deteriorar aún más en los próximos meses con esta coyuntura muy presionada por los tipos de interés. Las noticias que llegan del sector de la construcción y promoción inmobiliario con problemas financieros no tranquilizan precisamente. Una recesión en Alemania peor de la esperada —sobre todo si impactara en el desempleo—– podría obligar al BCE a adelantar —si la inflación no está desbocada— alguna bajada de tipos para la primera mitad de 2024. Aunque el mandato del BCE se refiere solamente al objetivo de estabilidad de precios, si la inflación estuviera dando buenas noticias a principios de 2024, el BCE podría adelantar un cambio en su estrategia monetaria para no empeorar la macroeconomía del país germano y de otros de su entorno.

La perspectiva histórica ofrece alguna explicación adicional. En verano de 2022, la hipótesis central era que el BCE no subiría los tipos por encima del 2% o 2,5%, lo que se entendía que era el nivel neutral, con el que el mercado de trabajo, de bienes y de capitales se encontrarían en equilibrio. Pero los hechos de una inflación cabezona han obligado a ir bastante más lejos, con repercusiones no deseadas. Tan lejos que los bancos centrales reconocen no saber dónde está esa neutralidad de los tipos.

Me atrevo a conjeturar que el BCE no está nada cómodo con el actual nivel del precio de dinero, alejado de aquella previsión de tipo de interés neutral de hace un año. Aunque el actual nivel facilita tener un recorrido a la baja en el caso de que fuera necesario para reanimar la economía, la situación de todos los agentes económicos con deudas se deteriora con mucha mayor intensidad. Por su lado, en Estados Unidos, con unos niveles de tipos un punto por encima de los del BCE, el consenso es que la economía y en empleo allí siguen sólidos. Parece que la medicina de la Reserva Federal está funcionando contra la inflación. Se cree que se está produciendo un enfriamiento sano de la actividad productiva. Y se apuesta claramente por bajadas de tipos en 2024. El tiempo dirá.

En suma, la expectativa es que el marco actual de tipos se mantenga al menos hasta finales de 2024. Incluso aunque hubiera alguna bajada ese año, los tipos seguirán siendo comparativamente elevados respecto a los niveles que los bancos centrales pronosticaban hace algo más de un año. Mientras haya inflación, la cosa se alarga. Es importante que además de la política monetaria, la fiscal también ayude, manteniendo el gasto excepcional para aminorar el impacto de la guerra solamente en los sectores realmente vulnerables, algo que se lleva comentando meses, pero que no termina de ocurrir. Y así no se acaba de domar totalmente la inflación ni de acercar el descenso del precio del dinero.

Este artículo se publicó originalmente en el diario Cinco Días

Comparte esta entrada



Leer más
la-economia-espanola-ante-el-bache-global

La economía española ante el bache global

Comparte esta entrada



Los escollos se han multiplicado a la vuelta del verano: nuevas tensiones en los mercados energéticos, estallido de la burbuja de crédito en China, inflación estancada por encima del 5% en Europa y con un repunte en España, pese a la subida de los tipos de interés, y pronunciada contracción de los nuevos préstamos a particulares y empresas. Sin embargo, también han aparecido algunas luces que deberían alejar los peores augurios.

En lo inmediato, los indicadores apuntan en una dirección contractiva, especialmente en la industria que es el sector más afectado por las turbulencias globales (el indicador PMI de agosto sigue en caída libre, adentrándose en terreno negativo). Los mercados internacionales se resienten de la sucesión de shocks, de las tensiones proteccionistas, y de la cuasi recesión de la demanda asiática, de modo que difícilmente podemos contar con el sector exterior para seguir tirando del crecimiento. En el periodo más reciente nuestras ventas de mercancías en el exterior se han debilitado, aún ganando cuotas de mercado.

Frente a estas tendencias nada halagüeñas, la demanda interna podría jugar un papel estabilizador. Pese al repunte del IPC, los hogares recuperan algo de poder adquisitivo —un pequeño alivio tras el duro golpe asestado al bolsillo de los hogares en el pasado ejercicio—. Los salarios pactados crecen a un ritmo superior al 3%, y un punto más en el caso de los convenios firmados en lo que va de año, mientras que el IPC se mantiene por debajo de ese umbral. Así se refleja en el factor confianza, a tenor de la mejora del indicador de expectativas de la Comisión Europea, con valores menos negativos para España que en el cénit del brote inflacionario.


Además, el mercado laboral acusa la desaceleración de la economía, pero resiste. Según el último recuento de la afiliación a la seguridad social, en la segunda quincena de agosto se crearon 1.269 empleos con respecto al mes anterior, en comparación con los más de 100.000 nuevos afiliados que se registraron en la primavera en base a la misma metodología (con datos desestacionalizados por el ministerio). Esta pauta obedece en parte a un fenómeno de anticipación de la contratación, ante el riesgo de no encontrar personal en plena temporada. En todo caso, el avance de las ventas minoristas apunta a una ligera recuperación del consumo privado, fruto del buen comportamiento del mercado laboral.

Por otra parte, los banqueros centrales parecen estar incorporando los riesgos inherentes al ciclo monetario. Las últimas declaraciones de Lagarde ya no prometen nuevas dosis restrictivas, prefiriendo considerar un escenario de mantenimiento de tipos de interés elevados por más tiempo de lo anticipado. La inflexión en la narrativa sugiere una pausa en los ajustes de tipos, tras la probable vuelta de tuerca de la próxima reunión del BCE. Este escenario de mayor previsibilidad es sin duda preferible para una economía que necesita innovar e invertir para transitar hacia un modelo productivo más sostenible.

Pero hay riesgos, como
una nueva perturbación energética o de otros recursos naturales. El anuncio de
un conflicto laboral en el sector gasístico de Australia, el mayor exportador
de hidrocarburo licuado del mundo, ha bastado para tensionar los mercados. El
componente energético del IPC europeo se incrementó un 3,2% el pasado mes. El
precio de los alimentos más afectados por la sequía y las carencias de las
políticas de adaptación ante el cambio climático también dificultan la
desinflación. Todo ello, junto con el aumento de los márgenes en los servicios,
está en el punto de mira del banco central.

En suma, el entorno internacional se complica, sin que de momento se vislumbre una recesión. La economía española debería entrar en una fase de crecimiento más lento, pero positivo, y de descenso gradual de la inflación subyacente, aún con dientes de sierra. Eso si la pausa monetaria se materializa. Y si no se produce un nuevo shock externo.  

SALDO EXTERNO | La balanza por cuenta corriente arrojó hasta junio un superávit de 19.000 millones de euros, frente a un ligero déficit durante el mismo periodo del año pasado (-2.000). Esta mejora obedece al fuerte incremento de las exportaciones netas de bienes y servicios no turísticos, y en menor medida a la entrada de ingresos en concepto de turismo. El excedente debería incrementarse durante el tercer trimestre, el más favorecido por el turismo. Todo ello, junto con el dinamismo de la inversión directa extranjera, debería redundar en un descenso notable de deuda externa para este año. 

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

Comparte esta entrada



Leer más
ligero-repunte-en-la-inflacion

Ligero repunte en la inflación

Comparte esta entrada



El INE ha publicado el dato definitivo del IPC de julio. Es el 2,3 por cien en el nivel general, y 6,2 por cien en la subyacente, por encima del mes anterior (1,9 y 5,9 respectivamente). Se rompe una racha intensa de bajadas. No debe cundir el pánico, la tónica general continúa siendo de moderación. Las previsiones del Banco de España son de una inflación general del 3,2 por cien al final de 2023 y 3,6 en 2024 (con la subyacente en 4,1 y 2,1 por cien respectivamente). Funcas, por su parte, estima una variación interanual del IPC general en diciembre de 2023 del 3,9 por cien y en 2024 del 3,4 por cien. El repunte de estos meses se debe a efectos base vinculados a la energía y al persistente encarecimiento de los alimentos (10,8 por cien). Se mantendrá algo elevada en 2024 por la retirada prevista de las medidas del gobierno como respuesta a la guerra de Ucrania. No obstante, observamos que los precios son bastante más reducidos que cuando alcanzaron su pico en 2022, pero repostar combustible hoy sigue siendo significativamente más caro que hace dos años. 

A pesar del repunte, la situación es favorable y moderada. Si se compara con la eurozona, la inflación española lleva tiempo siendo más reducida. En parte por la mayor intensidad y prontitud de la desaceleración de precios de la energía. También es más favorable el diferencial del IPC subyacente. España presenta también mayor moderación salarial —comparado con Alemania y países de su entorno— lo que contribuiría a un menor crecimiento de precios en los servicios.

Estas virtudes españolas contrastan con la aplicación de las mismas medidas monetarias restrictivas que en el resto de la eurozona, con una mayor inflación. Para eso se creó el BCE, para una política monetaria única. Con sus ventajas pero también con algún efecto colateral negativo, como ocurre ahora. ¿Qué pasará en adelante? Podría haber una pausa en las subidas de tipos en septiembre, pero nadie puede descartar nuevos aumentos (uno o dos más, de 25 puntos básicos). Más aún si la inflación tarda en volver a la referencia del BCE, el 2%. El crecimiento del euríbor y otros tipos de mercado enfriaría la economía europea aún más. El mercado de trabajo parece preparado para resistir un tiempo. Es probable que los incrementos del precio del dinero —o la prolongación de tipos altos— se mantengan mientras no se vuelva al nivel de referencia de inflación. Es como un flotador a medio inflar. Cuando se trata de pisar una parte del plástico (por ejemplo, los precios de la energía) otros suben (como alquileres, textil, o alimentos elaborados). Esto significa que, para mantener todo el flotador medio hinchado y equilibrado pueden hacer falta más de dos manos. Por eso, tenemos la política monetaria haciendo parte del esfuerzo, pero la fiscal debe ser coherente también con su parte de responsabilidad y aplicar medidas que no sean inflacionarias. Y la política de rentas (sobre todo, salarios y márgenes) también debe jugar su papel contra el crecimiento de los precios.

Este artículo se publicó originalmente en el diario La Vanguardia.

Comparte esta entrada



Leer más
inflacion-de-costes-y-precios:-evidencias-con-datos-empresariales

Inflación de costes y precios: evidencias con datos empresariales

Comparte esta entrada



Los sucesivos incrementos en el nivel general de precios desde la
recuperación post pandémica por la COVID19, acelerados por la invasión rusa de
Ucrania, han suscitado un amplio debate sobre sus causas, sus consecuencias y las
correspondientes respuestas de política económica. Al tradicional análisis
macroeconómico de la inflación y las respuestas monetarias y fiscales para doblegarla,
se le ha sumado en esta ocasión uno nuevo de carácter microeconómico, que relaciona
la inflación con la falta de competencia en los mercados, con el poder y la
codicia empresarial (greedinflation)
y propone otras soluciones, entre ellas, una defensa más activa de competencia
y el control de precios.

El reciente episodio inflacionario ha estado precedido y acompañado por
fricciones en las cadenas de suministro globales, el encarecimiento del
transporte y la distribución y la subida de los precios de la energía y los
alimentos, todos ellos inputs
productivos en muchos casos importados y de uso generalizado en todos los
sectores. Es, por tanto, razonable relacionar el reciente episodio
inflacionario con un incremento generalizado en los costes de producción de las
empresas como consecuencia del encarecimiento de los inputs energéticos y de las materias primas. Las cuestiones que
animan el debate se refieren a si la traslación de los incrementos de costes a
precios se ha realizado de forma absorbente (las empresas no trasladan
íntegramente el aumento de costes y reducen márgenes), o se ha realizado de
forma aumentada (incrementando precios y márgenes). Y si la mayor o menor
traslación de incremento de costes a incremento de precios depende de la
competencia en los mercados y en qué sentido.

La disponibilidad de información sobre incrementos relativos de costes y precios en los ejercicios de 2022 y 2023 (expectativas) para una muestra de cerca de 500 empresas españolas con sede en Aragón, ha permitido llevar a cabo un estudio que trata de responder a las preguntas planteadas. El cuadro 1 resume una parte relevante de la información proporcionada directamente por las empresas en una encuesta voluntaria y anónima, sobre aumentos relativos de costes y precios en 2022 con respecto a 2021 y expectativas de incrementos de costes y precios para 2023 en relación con 2022. Prácticamente todas las empresas que participan en la encuesta responden afirmativamente a la pregunta sobre un posible aumento de costes en 2022, proporción que disminuye cuando se trata de expectativas sobre el comportamiento de los costes en 2023. Por tanto, el supuesto de que las empresas transitan por un episodio de inflación de costes no se rechaza. En segundo lugar, un porcentaje significativo de empresas no traslada el incremento de costes a incremento de precios, al menos instantáneamente y, entre las que sí lo hacen, el incremento medio de precios es menor al incremento medio de costes; es decir, las empresas de la muestra soportan en promedio un descenso en sus márgenes de beneficios.


Un análisis pormenorizado de la información disponible permite llegar a otros resultados relevantes. En primer lugar, la proporción de empresas que aumentan precios habiendo incrementado sus costes es menor en mercados más competitivos. Sin embargo, entre las empresas que experimentan aumentos de costes y deciden aumentar precios, la proporción de incremento de costes que se trasladan a precios es mayor entre las compañías que perciben más competencia en sus mercados que entre las que perciben un entorno menos competitivo. Otro resultado del análisis es que la traslación de incrementos de costes a precios se reparte a lo largo de varios periodos de tiempo y que las empresas que perciben entornos más competitivos trasladan el incremento de costes con más rapidez que las que perciben un entorno menos competitivo. Finalmente, se comprueba que la variación de márgenes se explica (negativamente) por la variación de costes, pero, controlando por la situación de costes de las empresas, la variación de precios no es informativa de la variación de márgenes.

Las respuestas de las empresas de la muestra a la inflación de costes es la
que podría esperarse según la teoría microeconómica de formación de precios en
mercados de competencia imperfecta. Las empresas tienen cierto poder de
mercado, pero desigual según las características estructurales del mismo
(número de competidores, diferenciación de producto). En un entorno de
competencia perfecta, no trasladar los incrementos de costes a incrementos de
precios y no hacerlo con rapidez significa poner en peligro la propia
viabilidad de la empresa. En mercados con competencia imperfecta las empresas
tienen holgura suficiente para valorar qué parte del incremento de costes
trasladan a los precios, conscientes de que los resultados no serán
indiferentes a las decisiones de otros competidores y de la sensibilidad de la
demanda a los precios de venta. La formación de precios se explica como un
resultado de equilibrio, donde el poder de mercado —situaciones donde los
precios se mantienen por encima de los costes marginales—, se conoce a partir
del resultado de equilibrio, es decir no se trata de un valor determinado de
antemano. Bajo este marco conceptual de análisis, en mercados estructuralmente
más competitivos los precios se mantienen cerca de los costes y se mueven en
paralelo a ellos cuando la competencia estimula la innovación y la mejora en la
relación calidad/coste de los productos. Sin embargo, las variaciones de costes
se trasladan más rápidamente y con mayor proporción a incrementos de precios en
mercados estructuralmente más competitivos que en los que lo son menos. La
competencia en los mercados tiene muchas virtudes, pero no es efectiva como
primera defensa frente a la inflación medida como variación de los precios.

Los resultados del estudio con datos empresariales —y la lectura que se realiza de los mismos desde la microeconomía— podrían ponerse en cuestión por la evidencia del incremento en los márgenes empresariales observado en las cuentas nacionales de la economía española y de otras economías. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en los datos agregados influyen los resultados de unas pocas y grandes empresas de una forma que no lo hacen en los resultados de los análisis con datos más granulares, como es este al que nos referimos. Más importante aún, en nuestra opinión, es el hecho de que los resultados con datos agregados no permiten diferenciar entre la influencia del comportamiento de los costes marginales y de los costes medios sobre la evolución de aquellos. Los partidarios de la explicación del episodio inflacionista como una greedinflation tendrán que argumentar por qué los márgenes empresariales, en el agregado, se mantienen relativamente estables antes de la pandemia y disminuyen durante la misma, cuando las condiciones estructurales de los mercados y el poder de mercado que se atribuye a las empresas no eran tan distintas a las actuales.

Más información en la nota técnica “Cost and price inflation with firm level data: An empirical analysis

Comparte esta entrada



Leer más
a-proposito-de-la-remuneracion-de-los-depositos-bancarios

A propósito de la remuneración de los depósitos bancarios

Comparte esta entrada



Desde hace semanas se viene debatiendo sobre la menor remuneración de los depósitos en la banca española comparada con la de otros socios europeos. Esta cuestión ha llegado a suscitar el interés de autoridades económicas y de la competencia. Parece oportuno reflexionar sobre la estructura y funcionamiento del mercado de depósitos —y de productos de ahorro, en general— en España y explorar las causas de ese aparente retraso en la traslación del aumento de los tipos de interés oficiales al pasivo bancario.

Hay varias premisas iniciales. La banca española ha reforzado sustancialmente sus colchones de liquidez tras la crisis financiera y de la deuda soberana. Lejos quedan los episodios en la que los mercados mayoristas habían cerrado la financiación vía bonos a nuestros bancos. El contexto actual es muy diferente. Hoy nuestras entidades financieras se financian por todas las vías disponibles (BCE, mercados mayoristas y segmento minorista). Además, emiten con normalidad no solo títulos de deuda, sino también de capital e híbridos (como los cocos). Por otro lado, como ha señalado Standard & Poor’s Ratings hace unos días, tras el intenso saneamiento y venta de activos deteriorados de la crisis financiera, las entidades españolas han tenido menor necesidad de financiación, ante un crecimiento mucho más moderado de su crédito y balance. Por otro lado, en los últimos años los ahorradores españoles que buscaban una remuneración mayor —por los tipos negativos en vigor hasta hace un año— han apostado por otros productos como fondos de inversión, en buena parte, ofrecidos por la propia banca.

En este entorno parece oportuno valorar la evolución reciente de la remuneración de los depósitos. La política monetaria debe transmitirse de modo muy similar a la deuda como al ahorro, para que sea efectiva. En ese proceso se está, aunque haya resultado menos rápida la traslación hasta ahora a los depósitos por las circunstancias comentadas, muchas de ellas efectos colaterales de la reacción de los bancos centrales a la crisis financiera y al Covid-19, en el que la liquidez oficial se multiplicó. La inflación que trajo la guerra de Ucrania y las tensiones pospandémicas en las cadenas de suministro han obligado a los bancos centrales —aceleradamente— a cambiar su política de tipos de interés y a ir retirando los instrumentos extraordinarios de liquidez. Se está empezando a notar y trasladando a las rentabilidades de los productos de ahorro, incluidos depósitos. Y viendo la retirada de estímulos y liquidez del BCE, el marco financiero actual de mayores tipos —que favorece el ahorro, otra fuerza a tener en cuenta— y la evidencia histórica (con anteriores guerras de pasivo), esa traslación a los depósitos bancarios se va a completar y probablemente más pronto que tarde.

Las estadísticas existentes —del Banco de España— muestran claramente que esa transición ya se está produciendo. Por ejemplo, los depósitos a la vista, que usamos para las transacciones cotidianas, han ido ganando peso durante todos estos años de tipos de interés negativos (o muy bajos) y hoy son el 92% (882.000 millones de euros) del total de depósitos de los hogares. Las cuentas a plazo estuvieron en franca decadencia, pero han aumentado con las subidas de tipos, sobre todo en lo que va de año, desde 64.900 millones de euros de enero hasta los 78.400 millones de mayo. Tiene lógica que se abra —si no se ha abierto efectivamente ya— una mayor pugna por la liquidez de esas cuentas cada vez más intensa, pues el BCE está reduciendo las facilidades extraordinarias de años anteriores. Por otro lado, los tipos sí que están subiendo. Según datos del Banco de España, en los depósitos a un año el tipo era 0,37% el pasado enero y ya era 1,33% en abril (último dato disponible). En el mismo periodo, para depósitos entre uno y dos años ha subido del 1,24% al 1,70%. Para empresas, el incremento es incluso mayor. Hace un año el tipo era negativo y ahora el tipo medio (abril de nuevo) es 2,6%.

Aun cuando hay menos entidades en el sector bancario hoy, la competencia no es solamente cuestión de número, sino mucho más importante, de la intensidad de la rivalidad. Ahora, además, con los medios online, el dinero se mueve más rápido y hay menos costes de transacción y cambio. La gente mueve el dinero donde quiere. Incluso, a veces, adonde no debería, como los criptoactivos, sobre todo, si no tienen suficiente educación y cultura financieras. En la banca hay una referencia sobre información y regulación de protección del consumidor y, al ser un servicio de carácter universal, el cliente puede comparar distintas opciones para su perfil de rentabilidad-riesgo.

El diferente efecto de la inflación entre países puede estar afectando también. Tiene cierta lógica que en algunos países donde es bastante más elevada, como Alemania y otros países de centro y norte de Europa, la remuneración nominal de los depósitos sea mayor. Aun así, la rentabilidad de las cuentas es mayor en términos reales (una vez descontada la inflación) en países con menor crecimiento de precios actualmente —como España—, y puede explicar, en parte, los actuales menores tipos nominales de las cuentas bancarias. Este impacto terminará desapareciendo cuando se acerquen las tasas de inflación en la zona euro. Todo conduce a pensar que la transición a los pasivos bancarios ha comenzado y culminará antes de lo que pensamos.

Comparte esta entrada



Leer más
la-inflacion-desigual

La inflación desigual

Comparte esta entrada



Parece que la inflación sigue dando algo de tregua. Se ha podido comprobar con los datos provisionales de junio conocidos esta semana. Tanto en España como en la zona euro. Nuestro país sigue siendo alumno aventajado ya que el índice general ha sido de 1,9 por cien y la subyacente de 5,9 por cien. La media de en la eurozona está significativamente por encima en el índice general (5,5) aunque la subyacente es parecida (5,4). El nivel medio del bloque del euro continúa relativamente elevado, aunque haya bajado. Destaca Alemania, con un 6,1 por cien. Preocupa la subyacente y la retroalimentación de la inflación por “efectos de segunda ronda” (por crecimiento de salarios), de la que hablan algunos representantes del BCE. En el Foro de banqueros centrales de la ciudad portuguesa de Sintra celebrado a comienzos de esta semana no se han despejado esas dudas sobre si se ha vencido ya la batalla de la inflación. Al contrario, el Banco Central Europeo y la Reserva Federal, entre otras autoridades monetarias, confirmaron que se esperan más subidas de tipos en el segundo semestre, lo que apunta a una inflación aún persistente, sobre todo cuando se retiren algunas de las medidas de los gobiernos —en España también— que contribuían a bajar la inflación (ayudas al combustible o rebajas del IVA). Llegará la convergencia de niveles de inflación, pero mientras tanto, hay tensiones.

Como no cabe de otra manera, esos incrementos del precio del dinero se aplicarán por igual a lo largo y ancho de los países del euro. Y la situación macroeconómica no es igual en todos los rincones. España, que tiene los niveles más bajos de inflación, experimentará el mismo tratamiento restrictivo que un país como Alemania con una inflación tres veces la española. No es una buena noticia porque el aumento de los costes de hipotecas y otros créditos para familias y empresas se está dejando sentir significativamente. Asimismo, la mayor pujanza de la actividad económica de nuestro país puede debilitarse considerablemente —alguna señal ya lo apunta—. Nos conviene que nuestros socios del euro tengan una inflación más baja, ya que con ellos comerciamos. Si su economía es vulnerable por la inflación, la nuestra lo será también. Sin embargo, muchos de ellos están en recesión técnica, por lo que un nuevo atornillamiento de tipos de interés puede enfriar más sus economías, y, sin duda, la nuestra. El objetivo es que la inflación se modere más para retomar el crecimiento sostenible y el aumento de la productividad.

Ese crecimiento desigual de los precios en Europa también afecta a los tipos de interés reales (que se calculan restando a los tipos nominales la inflación) de deuda, crédito y remuneración del ahorro. Al ser menor la inflación, los tipos reales son más altos en España, tanto los oficiales como los de determinados productos financieros. Así, comentaba hace unos días el Gobernador del Banco de España que había una relación entre los tipos de depósitos e hipotecas, que en términos nominales están más bajos en España, pero no así en términos reales. 

Este artículo se publicó originalmente en el diario La Vanguardia

Comparte esta entrada



Leer más

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies