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El futuro (nuevamente) revisado de la intermediación bancaria en la era tecnológica

En la era de los criptoactivos, pagos contactless y la inteligencia artificial generativa, donde cada vez hay más ciudadanos que empiezan a creer que habrá monedas digitales públicas y las plataformas digitales lo dominan todo, ¿qué papel puede jugar la intermediación bancaria? Muchas entidades financieras pueden sentirse como ese tío que intenta seguirle el paso a sus sobrinos más jóvenes en la pista de baile. Sin embargo, ¿y si en vez de seguirles el paso, marcara el ritmo? Hace unos años parecía inevitable que buena parte del negocio de los bancos estaba seriamente amenazada —con sus consiguientes temores— por las grandes tecnológicas. Posteriormente, entre las amenazas de presión regulatoria a las bigtech y esa secular resistencia de las entidades financieras a lo largo de la historia, esos miedos han desaparecido y la cooperación entre bancos y tecnológicas se ha abierto como la vía más factible. Ahora, la inteligencia artificial y el dinero digital (incluidas las monedas digitales de bancos centrales) parecen definir un nuevo horizonte. Esto sucede en un mundo financiero que ha sido testigo de cambios radicales en las últimas décadas. La tecnología ha dejado una huella imborrable en el paisaje bancario, desafiando y remodelando prácticas antiguas. La banca, que nunca fue resistente a la disrupción y que se siente más cómoda como pionera en el cambio, ahora está en una carrera sin precedentes por la innovación.

Nos guste o no, Estados Unidos lleva el liderazgo en este punto. Los esfuerzos recientes de grandes bancos como JPMorgan Chase, Bank of America y Wells Fargo para lanzar Paze, una cartera móvil, reflejan la urgencia de las entidades bancarias para retener a sus clientes en un entorno digital en rápida evolución. Las carteras digitales no son una novedad, pero con gigantes tecnológicos como Apple y Google adentrándose en el ámbito financiero, los bancos se ven obligados a innovar. Así pasó también en España con Bizum —historia de éxito del sector financiero español— y las iniciativas cooperativas tanto intrasectoriales como intersectoriales se prodigan. Los bancos compiten, pero también buscan alianzas con fintech. Estas alianzas parecen ser una estrategia clave para enfrentar a las grandes tecnológicas y presentarse en la mesa de negociación para la cooperación con unas cartas mejor repartidas. Sin embargo, estos acuerdos están siendo observados con lupa por los reguladores, preocupados por los riesgos potenciales que podrían representar para el sistema bancario en general.

A pesar de estas preocupaciones, la tendencia hacia la asociación es evidente. Las fintech ofrecen soluciones ágiles y centradas en el cliente, algo que, para muchos bancos tradicionales con estructuras más rígidas, a menudo es desafiante. La combinación de la confianza y la estabilidad de los bancos tradicionales con la innovación y flexibilidad de las fintech tiene el potencial de ofrecer lo mejor de ambos mundos. En este punto surge, además, un nuevo papel para la inteligencia artificial (IA). Está siendo crucial en la transformación del sector bancario. A pesar de las predicciones iniciales, que sugerían que la IA podría reemplazar una proporción significativa de trabajos bancarios, la cabezona realidad tiene muchos más matices. La IA se está utilizando más para mejorar la eficiencia y la experiencia del cliente que para reemplazar empleos. Los bancos están aprovechando la IA para analizar enormes cantidades de datos, predecir tendencias, optimizar operaciones y mejorar la experiencia del cliente. Además, la IA tiene el potencial de ayudar en áreas como el cumplimiento normativo y la detección de fraudes.

La convergencia de tecnologías disruptivas —como carteras digitales, inteligencia artificial— está configurando un nuevo paradigma para el sector bancario. En lugar de ver a la tecnología como una amenaza, los bancos la están abrazando (ahora más que nunca) como una oportunidad. Avanzan hacia un modelo basado en plataformas, pero, eso sí, hay que establecer matices y fijar el alcance de ese campo de expansión. Hace un año todavía estaba muy en boga esa concepción nueva de la banca como un one-stop shopping, refiriéndose al modelo de negocio en el cual un banco ofrece una amplia gama de servicios financieros, funcionando como un supermercado bancario para sus clientes, principalmente con oferta digital. Sin embargo, con los retos actuales del sector, particularmente el aumento de los tipos de interés y sus implicaciones, este modelo está siendo reconsiderado. Algunos bancos en Estados Unidos están replanteando o, al menos, matizando, ese modelo para no desnaturalizarse demasiado. De alguna manera, como si se tratara de un equipo de fútbol moderno, los bancos no deben solo ser capaces de jugar bien con un sistema, sino ser capaces de cambiarlo en función del rival y, lo que es más importante, de las condiciones externas.

Relacionado con lo anterior está la idea de que hay que alegrarse por las posibilidades de la tecnología, pero también recordar para qué está la banca y otros papeles importantes sociales que desempeña. Ahora, por ejemplo, en Estados Unidos, las entidades financieras enfrentan una creciente presión para abordar la diversidad, equidad e inclusión (DEI) tanto en su fuerza laboral como en las comunidades que sirven. La Asociación Americana de Banca (ABA) está ayudando a los bancos a mejorar sus iniciativas DEI, ya que equipos diversos conducen a mejores resultados. Han implementado, entre otras, formación contra sesgos inconscientes (que puede ser derivados del uso de la IA) y promoción de liderazgo inclusivo. Por todo ello, la tecnología será clave en el futuro del sector financiero, pero no será, ni mucho menos, todo.

Este artículo se publicó originalmente en el diario Cinco Días

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Preocupaciones de la banca

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Ninguna actividad o sector económico lo está teniendo fácil con el coronavirus. Menos aquellos que ya afrontaban importantes amenazas antes de esta pesadilla sanitaria y económica. El sector bancario ha visto exacerbados sus desafíos en este periodo. Ha tenido que lidiar con una situación financiera delicada de las empresas. La actuación de los gobiernos, con una batería histórica de medidas —en España destacan los ERTE y los avales del ICO— ha ayudado notablemente a evitar insolvencias. Sin embargo, aunque la recuperación ya ha comenzado, muchas empresas no han vuelto a la normalidad. Hay que unir el impacto de los cuellos de botella en los suministros, la subida de la energía y la inflación. La subida de precios daña el poder adquisitivo de las familias, sus finanzas y la demanda interna. Aún no se ha reflejado ningún impacto significativo sobre la morosidad, pero no es descartable un incremento en los próximos trimestres, conforme se vayan retirando estímulos y moratorias. Es un velo que vuela sobre la realidad financiera de muchos agentes. Si crecen las insolvencias, la cuenta de resultados de la banca sufriría un nuevo revés, en un contexto de baja rentabilidad y penalización del valor de la acción.

Esos riesgos de corto plazo vienen a unirse a preocupaciones y desafíos que venían de lejos. La baja rentabilidad está ligada, entre otros factores, a una política monetaria con tipos de interés muy reducidos o negativos desde hace más de una década. Más aún en la eurozona, cuyos bancos parecen jugar con alguna desventaja por los menores márgenes con los que operan comparados con los de EE UU, por ejemplo. La salida de ese laberinto podría estar más cerca por las expectativas inflacionarias, aunque los temores a descarrilar la titubeante recuperación económica o a meter presión a la deuda soberana de algunos países podría postergar la subida de tipos en la eurozona.

«El sector bancario sigue disfrutando de ventajas por ofrecer una gama universal de productos y servicios y unas muy buenas prácticas en cumplimiento normativo. En particular, en protección de datos, algo que la sociedad valora cada vez más».

Santiago Carbó

Las operaciones corporativas —últimas fusiones del sector o la compra del Garanti por el BBVA— siguen siendo oportunidades interesantes. Si en los próximos años se culminara la Unión Bancaria Europea, las fusiones transfronterizas ganarían atractivo con consecuencias positivas para el redimensionamiento de la industria. Tampoco hay que descartar en el futuro fusiones o asociaciones con empresas tecnológicas, que pueden aportar mucho valor.

La competencia —a veces cooperación, también— de fintech y grandes tecnológicas, que comenzaron a ofrecer servicios financieros y de pago —contribuyendo a la reducción de márgenes—, han obligado a los bancos a responder asumiendo un cambio drástico en sus canales de distribución, sustituyendo oficinas por nuevas capacidades tecnológicas, aumentando su eficiencia. Es probable que el avance hacia un modelo de plataformas continúe. No obstante, al menos por un tiempo, será necesario un equilibrio entre sucursales y canales tecnológicos, para evitar exclusión financiera. El sector bancario sigue disfrutando de ventajas por ofrecer una gama universal de productos y servicios y unas muy buenas prácticas en cumplimiento normativo. En particular, en protección de datos, algo que la sociedad valora cada vez más.

Por último, los criptoactivos. Los bancos están teniendo dificultades para poder operar con ellos y ofrecerlos a sus clientes. Si hay un sector que sabe evaluar riesgos —y las cripto los tienen, sin duda— es el bancario. Nuevamente la regulación —uno de los sectores que experimenta un mayor coste de cumplimiento normativo— pone trabas a la entrada a esos negocios, aunque terminará ocurriendo con las cautelas necesarias. En este contexto, aparece disruptivamente el euro digital, que aún está en estudio y tardará en entrar en vigor. En su diseño, final, la moneda digital del BCE debería preservar el canal de intermediación crediticia basado en depósitos bancarios, tan importante para la financiación de empresas y personas. Ha demostrado ser el sistema que funciona en Europa.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

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Dimensión tecnológica

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En un tiempo en el que el concepto mismo de dinero está en plena revolución es absurdo pensar en los bancos como instituciones del siglo pasado. Las fusiones son también diferentes. La de CaixaBank y Bankia ha sido la gran noticia de la vuelta del verano. Operaciones de este calibre han sido siempre señal de otros cambios en ciernes. Toque militar de “rompan filas”. La banca ya es de todo menos estática o lineal. En 1999, cuando se produjeron las fusiones entre Santander y Central Hispano y de Banco Bilbao Vizcaya y Argentaria, se cimentaron los denominados “campeones nacionales”. En España y en los países que iban a constituir la Eurozona. Los bancos actuaron proactivamente ante la moneda única.

Más de 20 años más tarde, los procesos de integración son mucho más defensivos. La crisis de la covid-19 va a tener seguramente un impacto en las cuentas bancarias, fundamentalmente un incremento de la morosidad. Si desembocará en un episodio de inestabilidad financiera –que nos recuerde la crisis del 2008– está por ver. Los reguladores imponen otro toque, el de retreta y silencio. Los bancos españoles y europeos están mejor capitalizados y más saneados que hace una década. Nadie está a verlas venir. Todos tratan de aminorar los impactos negativos de la recesión y lo que las dificultades empresariales suponen para el sistema financiero. Esta vez la crisis no ha partido de la industria bancaria, pero el sector no es inmune.

“Esto solamente ha comenzado. Veremos más integraciones en el sector financiero español y europeo los próximos meses. Ser grande aporta fortaleza para nuevos procesos de reestructuración”.

Santiago Carbó

Siempre que se respeten los principios de una competencia intensa, como parece ser el caso, el aumento de dimensión parece el mecanismo más a mano para hacer frente a una crisis de estas características. A corto plazo, aumentan los ingresos, vía cantidades, en un contexto de tipos de interés negativos y de creciente morosidad. Asimismo, cuando las fusiones son domésticas, se puede lograr una significativa disminución de costes. Parecen particularmente oportunos los procesos de concentración dentro de un mismo país en estos momentos, por mejoras de rentabilidad y solvencia. Mi pronóstico es que, tal y como ocurrió en anteriores olas de fusiones –como la de 1999 ante la llegada del euro y la de después de la crisis financiera de 2008– esto solamente ha comenzado. Veremos más integraciones en el sector financiero español y europeo los próximos meses. Ser grande aporta fortaleza para nuevos procesos de reestructuración.

La dimensión también es estrategia clave a medio plazo para competir con los nuevos operadores tecnológicos. Estas empresas están erosionando el statu quo de las entidades financieras. Los bancos cuentan aún –probablemente será así durante mucho tiempo– con la mayor parte del negocio financiero. Sin embargo, la amenaza competitiva de las grandes tecnológicas y fintech de cierto tamaño está ahí. Aumentar la dimensión parece necesario para competir tecnológicamente. Un tú a tú con los gigantes como Google o Amazon, que ganan a la banca en inteligencia artificial, pero pierden, hoy en día, en gestión financiera y conocimiento del cliente. Cuando pase esta crisis, las alianzas de cualquier tipo entre grandes bancos y gigantes tecnológicos serán la norma en la industria financiera.

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La banca frente a la disrupción digital

La disrupción
digital en la banca promete un incremento generalizado en la eficiencia y los
servicios, ya que contribuye a superar las asimetrías de información
(mediante el big data y las técnicas de IA), ofrece una atractiva
interfaz al consumidor y un mayor estándar de servicio, y conduce a la
sustitución de tecnología obsoleta. La banca avanza hacia un modelo centrado
en el cliente. Todo esto plantea desafíos formidables para los operadores
tradicionales, ya que se ven obligados a actualizar sus plataformas
tecnológicas (pasando de mainframes relativamente rígidos a una nube
más flexible) y a reducir su exceso de capacidad en sucursales en el actual
entorno de baja rentabilidad (especialmente, en Europa y Japón), y además tendrán
que intentar ofrecer el nuevo estándar de servicio en competencia con nuevos
participantes que están invadiendo sus segmentos de negocio más rentables.
Deberán llevar a cabo una profunda reestructuración y se producirá la
consolidación. Los operadores tradicionales soportan intensos controles y
obligaciones de cumplimiento normativo, y deberán superar el tremendo daño
reputacional sufrido a causa de la crisis financiera de 2007-2009. Afrontan un
dilema de si competir cara a cara o cooperar con los nuevos participantes. En
el caso de las fintechs, este dilema se resuelve mediante su
adquisición o estableciendo asociaciones con ellas.

En el caso
de las bigtechs, los operadores tradicionales afrontan una situación
potencialmente más delicada. La principal amenaza para ellos es que las bigtechs
intenten controlar la interfaz con los clientes mediante su superioridad en
base de clientes (datos) gracias a su papel de guardabarreras en la
distribución de productos financieros. Si esto llegara a suceder, los bancos
tradicionales quedarían relegados a proveedores de productos en plataformas
que no controlan, esto es, se produciría una mercantilización de su negocio.
Algunos bancos, conscientes de esta amenaza, ofrecen plataformas abiertas que
pueden incorporar productos de otros proveedores financieros, o han establecido
asociaciones con bigtechs. En cualquier caso, los operadores
tradicionales cuentan con algunas fortalezas que pueden aprovechar, como la
confianza de los clientes para mantener a salvo sus datos, así como su
conocimiento acumulado sobre la gestión de la complejidad y los marcos
regulatorios restrictivos. Los operadores tradicionales que consigan prosperar
serán los que logren pasar del mainframe a la nube, tengan pocas
sucursales y mucho capital humano, y o bien se conviertan en plataformas
digitales para mantener la interfaz con el cliente, o bien cuenten con
productos exclusivos en las plataformas de distribución a los clientes.

Las firmas BigTech
entrarán en los servicios financieros debido a la complementariedad de
estos con los datos de clientes que poseen y los productos que ofrecen, como
muestra el ejemplo de China. El grado en el que lo hagan dependerá en gran
medida del tratamiento regulatorio que reciban. De hecho, cabe que los
reguladores prudenciales no les permitan adquirir una licencia bancaria
completa debido a la posible contaminación entre sus actividades bancarias y
no bancarias, que generaría riesgos sistémicos. En términos generales, la
mayoría de los nuevos participantes se muestran reacios a solicitar una
licencia bancaria por los costes de compliance que ello implica. Los bancos
tienen acceso a una financiación más asequible, ya que pueden aceptar
depósitos bajo la cobertura de programas de seguro público, si bien son
objeto de intensos controles.

No hay duda
de que el impacto inmediato de la disrupción digital será una erosión de los
márgenes de los operadores tradicionales y un aumento del acceso a los mercados
bancarios. El impacto a largo plazo dependerá de la estructura de mercado que
acabe imponiéndose. La banca podría pasar del oligopolio tradicional a una
nueva estructura con un número reducido de plataformas dominantes que
controlan el acceso a una base de clientes fragmentada si unas pocas BigTechs,
en colaboración con algunos operadores tradicionales transformados en
plataformas, consiguieran monopolizar la interfaz con los clientes y hacerse
con las rentabilidades en el sector. Un factor clave para mantener un mercado
suficientemente competitivo será que las personas dispongan de la propiedad y
de la portabilidad de los datos, y que exista interoperabilidad entre
plataformas, de modo que el cambio de proveedor para los clientes sea fácil.

En la medida en que las ventajas en términos de eficiencia —información mejorada, tecnologías de filtrado (screening), operativa simplificada y menor apalancamiento— sean los principales motores de la entrada de las BigTechs, se producirá un aumento de la eficiencia y de la inclusión financiera en el sector financiero. Este efecto será especialmente pronunciado si, en respuesta a su entrada, los operadores tradicionales mejoran su eficiencia mediante reestructuraciones y la adopción de tecnologías más avanzadas. No obstante, si las fuerzas que impulsan la entrada de las BigTechs giraran en torno al poder de mercado, el aprovechamiento de lagunas regulatorias y los efectos de arrastre de externalidades de red con fines de exclusión, entonces la eficiencia del sistema bancario podría resultar mermada en el largo plazo.

«La escasa regulación de los nuevos participantes en la industria podría fomentar la competencia, pero esto también podría desestabilizar a los operadores tradicionales, al reducir su rentabilidad e incrementar sus incentivos para asumir riesgos»

La
disrupción digital también supone un desafío formidable para los organismos
reguladores. Deberán adaptarse al mundo digital facilitando la competencia y
permitiendo que los beneficios de la innovación calen en el sistema, al tiempo
que protegen la estabilidad financiera. Para ello, estos organismos deberán
coordinar la regulación prudencial y la política de competencia, para que el
cumplimiento normativo no se convierta en una barrera de entrada y la propia
entrada no devenga un factor desestabilizador. La escasa regulación de los
nuevos participantes en la industria podría fomentar la competencia, pero esto
también podría desestabilizar a los operadores tradicionales, al reducir su
rentabilidad e incrementar sus incentivos para asumir riesgos, transfiriendo la
generación de riesgo sistémico a las entidades no bancarias.

Los
reguladores deberán mantener unas condiciones equitativas entre participantes
en el mercado, potenciando la innovación y manteniendo la estabilidad. Sin
embargo, mantener unas condiciones equitativas es algo más fácil de decir que
de hacer, atendiendo a la asimetría existente en los requisitos de intercambio
de información de clientes en la banca abierta estipulados en la Directiva
PSD2 (en relación con los operadores tradicionales) y el RGDP (que se aplica a
los participantes no bancarios). La clave para mantener unas condiciones
equitativas es permitir la interoperabilidad de datos entre los distintos
proveedores de productos y servicios.

«Las preocupaciones en materia de protección del consumidor pasan a un primer plano. Los reguladores deberán, por ejemplo, determinar quién controla los datos (en este sentido, la UE parece ir por delante) y garantizar la seguridad cuando se realizan transacciones en las plataformas».

Los
reguladores también deberán estar alerta ante las nuevas formas de riesgo
sistémico. Por ejemplo, si la banca evolucionara hacia un sistema basado en
plataformas, el riesgo de que se planteen problemas sistémicos derivados de
ciberataques y filtraciones masivas de datos pasará a un primer plano.
Además, las posibilidades de generar riesgos sistémicos por la contaminación
entre las actividades bancarias y no bancarias aumentarían, así como el
riesgo de quiebra de terceros proveedores. La decisión sobre qué actividades
mantener dentro del perímetro normativo de los bancos tendrá consecuencias,
ya que, si bien la regulación en función del ámbito de actividad puede
fomentar la innovación y la igualdad de condiciones, son las entidades, y no
las actividades, las que quiebran y pueden generar riesgos sistémicos.

Las
preocupaciones en materia de protección del consumidor pasan a un primer
plano. Los reguladores deberán, por ejemplo, determinar quién controla los
datos (en este sentido, la UE parece ir por delante) y garantizar la seguridad
cuando se realizan transacciones en las plataformas. Asimismo, tendrán que
tomar en consideración que la tecnología digital permite una mayor capacidad
de discriminación por precios, lo que también exige que se refuerce la
protección del consumidor. Debe fomentarse especialmente el uso de la
tecnología digital de una forma transparente que atenúe los posibles sesgos
de comportamiento de consumidores e inversores. La transparencia en las
condiciones a la hora de tratar con clientes es y seguirá siendo una ventaja
competitiva de los bancos digitales que debería impregnar a todo el sector.

En conclusión, la regulación tiene que estar a la altura del reto de garantizar que la capacidad disruptiva de las nuevas tecnologías y plataformas para mejorar el bienestar se materialice en beneficios para los consumidores y las empresas, sin poner en peligro la estabilidad financiera.


Esta entrada es un resumen del artículo ‘La banca frente a la disrupción digital’, disponible en el número 162 de Papeles de Economía Española: La gestión de la información en banca: de las finanzas del comportamiento a la inteligencia artificial

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Fintual llega al mercado mexicano junto a Invermerica

Fintual Inc se alió con la distribuidora de fondos mexicana, Invermerica, para democratizar el acceso de instrumentos de inversión en México.

Fintual democratiza el mercado de fondos mexicanos

Fintual es una solución digital de gestión de inversiones apoyada por la aceleradora más exitosa de Silicon Valley, Y Combinator: reconocida mundialmente por incubar empresas tecnológicas de la talla de Airbnb, Stripe y Dropbox.

La primera filial de Fintual en América Latina tiene sede en Chile, y está constituida como una Administradora General de Fondos supervisada por la autoridad local. Inició operaciones en marzo de 2018, y actualmente administra más de $57 millones USD de más de 8 mil usuarios en dicho país.

La primera filial de Fintual en América Latina tiene sede en Chile, y está constituida como una Administradora General de Fondos supervisada por la autoridad local. Inició operaciones en marzo de 2018, y actualmente administra más de $57 millones USD de más de 8 mil usuarios en dicho país.

“Hoy hacemos pública nuestra asociación con Invermerica y estamos listos para ofrecer una opción de inversión inteligente, accesible, transparente y de fácil uso para aquellos que se les ha negado un instrumento de inversión a su medida”, declara Víctor Hugo Flores, socio y director de Fintual en México.

“En Fintual nos motiva ser la alternativa para quienes quieren invertir su dinero pero no necesariamente conocen del tema, y nos emociona generar un cambio y diferencia en la industria en México como lo hemos hecho en Chile”, comparte Pedro Pineda, CEO y co-fundador de Fintual Inc

Recomendación de la comunidad


Uala promueve la inclusión financiera

Ualá lanza inversiones dentro de su app

Ualá, la fintech argentina que ya lleva emitidas más de un millón de tarjetas en el país, anunció el lanzamiento de su producto de inversiones

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Fondeadora obtiene inversión por 2.5 millones de dólares en ronda Extended-Seed

Fondeadora, el neobanco mexicano , obtuvo inversión en una ronda por segunda vez en el año; en esta ocasión por 2.5 millones de dólares, para así obtener más de 4 millones de dólares en total de enero a la fecha. 

El fondo mexicano de capital emprendedor, IGNIA; la estadounidense LW Investment Management y ángeles  inversionistas, forman parte de esta segunda ronda de inversión, previo a la fase de financiación serie A.

Durante los primeros cuatro meses de operación, Fondeadora ha logrado la apertura de más de 30 mil cuentas, las cuales superan los 100 millones de pesos en transacciones. “Al día de hoy, el 60% de la población en México aún no está bancarizada, creemos que podemos aportar a la sociedad brindando una solución a este problema. Esta industria –la financiera– por décadas ha privilegiado las formas tradicionales, mientras que nosotros, priorizamos la innovación y nos sentimos obligados a volver a imaginar los servicios financieros, poniendo a las personas primero”, comentó Norman Müller, co-fundador y co-CEO de Fondeadora.

El financiamiento obtenido durante este año ha permitido adelantar el lanzamiento de diferentes productos previstos para el 2020. Dentro de ellos se encuentra la apertura de cuentas de ahorro. “Fondeadora opera bajo un esquema de apertura de cuentas dentro de una SOFIPO (Sociedad Financiera Popular, una entidad regulada por la CNBV) para cada usuario, lo cual nos permite ofrecer a nuestros usuarios hasta el 4% de rendimiento sobre el dinero de sus cuentas. Dentro de las Fintech, somos los únicos en el mercado en poder ofrecer este beneficio a nuestros usuarios,” comenta Müller.

Además de esto, Fondeadora buscando resolver de manera profunda las necesidades de sus usuarios, lanzará un producto de adelanto de nómina, a quienes que ya la reciben dentro de su cuenta

René Serrano, también co-fundador y co-CEO comenta que la gran mayoría de las nuevas aperturas de cuentas han sido utilizadas para hacer transacciones básicas a las que antes era difícil acceder; como lo son cuentas de entretenimiento y prepago para servicios como Netflix, Spotify, tiendas en línea, entre otras.

Además, René añade: “Nos sentimos orgullosos de nuestra misión; democratizar el acceso al sistema financiero. Para nuestro crecimiento la clave ha sido enfocarnos en lo importante, generar una experiencia de usuario extraordinaria a través de la construcción de una interfaz digital que permita a los usuarios usar su dinero libremente”.

“En IGNIA decidimos invertir en el sector Fintech dado el inmenso potencial de transformación que tiene. Estamos muy emocionados de ver el crecimiento exponencial que ha tenido Fondeadora desde su lanzamiento, por lo mismo y siguiendo nuestra estrategia de apoyar a nuestros Founders en el crecimiento de sus empresas, realizamos una inversión adicional al liderar esta ronda. Tomamos esta decisión porque estamos convencidos de las capacidades del equipo para construir un producto que soluciona un problema importante en México. Nos enorgullece poder acompañarlos en este camino”, agregó Fabrice Serfati, Socio Director de la firma.

La startup, cuyos servicios de cuentas bancarias seguirán siendo gratuitos para usuarios,  espera llegar a 300 mil clientes durante el 2020, y obtener 1,000 millones de pesos en transacciones.

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Ualá recibe inversión de US$150 millones

Ualá, la fintech argentina, completó una ronda de inversión (Serie C) de US$150 millones. La ronda fue liderada por Tencent, proveedor de servicios de Internet de valor agregado en China y  SoftBank Innovation Fund,.

Representantes de Tencent y SoftBank se unirán al directorio de Ualá.

Endeavor Catalyst, un vehículo de co-inversión diseñado para apoyar a emprendedores Endeavor, y otros inversores originales -Goldman Sachs Investment Partners (GSIP), Soros Fund Management LLC, Monashees, Ribbit Capital, y Jefferies LLC- también invirtieron capital en esta ronda.

Se espera que este financiamiento continúe impulsando el crecimiento de la compañía que ya emitió más de 1.3 millones de tarjetas desde su lanzamiento hace dos años, y está enfocada en expandir su oferta de productos en torno a tres pilares: compras, ahorros, y financiación.

A comienzos de 2019, Ualá lanzó su propuesta de préstamos personales y en noviembre la posibilidad de invertir en fondos comunes de inversión, todo desde su aplicación móvil. El capital de la ronda de inversión será utilizado para seguir escalando el negocio y la compañía espera triplicar su tamaño, creando más de 400 nuevos puestos de trabajo en el próximo año.

Ualá ha llamado la atención de inversores internacionales desde su lanzamiento al mercado en octubre de 2017. Luego de una primera ronda de US$10M liderada por Soros Fund Management LLC, junto con Jefferies LLC, Point72 Ventures y el emprendedor Kevin Ryan, entre otros, Ualá cerró una segunda ronda de US$ 34M en septiembre de 2018. Esta última fue liderada por Goldman Sachs Investment Partners (GSIP) y también participaron Ribbit Capital and Monashees. Tencent hizo una inversión inicial en abril de 2019.

De acuerdo al Banco Mundial, el 41% de los argentinos tiene una tarjeta de débito y solo el 7% solicitó un préstamo o ahorró en una institución financiera. Ualá busca revertir esta situación facilitando el manejo de las finanzas personales de sus usuarios. La aplicación está asociada a una tarjeta prepaga Mastercard que permite realizar todo tipo de transacciones financieras incluyendo transferencias, inversión en fondos comunes, préstamos, pago de servicios, carga de celulares prepagos y tarjetas de transporte SUBE.

James Mitchell, Tencent’s Chief Strategy Officer, dijo “Nos entusiasma ser testigos del rápido crecimiento de Ualá desde nuestra primera inversión a comienzos de este año. A través de este nuevo apoyo, fortalecemos nuestro acompañamiento en el desarrollo de esta robusta plataforma de servicios financieros, promoviendo la inclusión financiera y la innovación tecnológica.”

“El crecimiento de Ualá ha sido realmente notable. Lo que el equipo está construyendo ha revolucionado los servicios financieros en Argentina. Su estrategia y ejecución excepcional demuestran el gran potencial de la compañía”. manifestó Shu Nyatta, Managing Partner, SoftBank Innovation Fund.

“La tecnología 100% móvil de Ualá brinda acceso, transparencia y conveniencia a los usuarios “, expresó Christopher Dawe Managing Director at Goldman Sachs. “Esta inversión es consistente con nuestra filosofía de respaldar a los equipos con el objetivo de promover la inclusión financiera”.

“Desde que compartimos tiempo en las clases de Harvard, Pierpaolo y yo hemos estado obsesionados con la idea de que la exclusión financiera es un factor clave de la pobreza. Hace once años, cuando escribí sobre esto en The Ascent of Money, no había una buena solución. Ahora, gracias a los avances tecnológicos y la penetración de los smartphones, existe. Estoy enormemente emocionado por el rápido crecimiento de Ualá y su éxito en atraer a los principales inversores tecnológicos del mundo.”. Niall Ferguson, Founding Board Member of Ualá.

“Los servicios financieros se basan en tres pilares: pagos, créditos, e inversiones. Nuestro objetivo es disrumpir el acceso a estos servicios, dándole a más personas la posibilidad de crear historial crediticio, de forma inclusiva y transparente. Esta ronda nos permitirá impulsar nuestro crecimiento,” señaló Pierpaolo Barbieri, fundador y CEO de Ualá.

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