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La crisis bancaria es secundaria para la Fed: los tipos en máximos desde 2007

La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) vive uno de sus momentos más difíciles de los últimos años. En su batalla por frenar la inflación, la organización que preside Jerome Powell ha tomado una medida de gran impacto, elevar los tipos de interés otros 0,25 puntos porcentuales.

La crisis financiera que vive el país ante la caída del Silicon Valley Bank, Signature Bank y Silvergate en solo 48 horas, no ha frenado la toma de decisiones y corona un año de subidas en los tipos.

Momentos de incertidumbre

El panorama que se registra, marcado por la incertidumbre y la siembra de dudas, no ayuda en estos momentos a un sistema económico que se ha visto tocado en los últimos días.

La Reserva Federal podría haber optado por detener la subida de los tipos de interés, sin embargo esta decisión podría haber complicado más la situación y es que el objetivo es demostrar que la situación bancaria está controlada, el fuerte compromiso frente a la inflación hasta rebajarla a una tasa del 2% y alcanzar el máximo nivel de empleo.

La subida llevada a cabo por la Fed en el precio del dinero, que lo sitúa ya entre el 4,75% y el 5%, niveles que no se veía desde el año 2007, puede agravar las tensiones dentro del sistema financiero estadounidense. No obstante, podría haber sido mucho más complicado y es que, los analistas del Bank of America situaron el precio del dinero en Estados Unidos en una franja entre el 5,25% y el 5,5%.

La Reserva Federal ya aumentó los tipos en marzo de 2022 por vez primera, en 0,25 puntos, desde 2018 y posteriormente en mayo hicieron otra subida de 0,5 puntos tras la que llegaron cuatro nuevas subidas de 0,75 puntos en los meses de junio, julio, septiembre y noviembre. En el mes de febrero se produjo otra subida de unos 0,25 puntos, un hecho que hizo que el precio del dinero se situara ya oscilando entre el 4,5% y el 4,75%.

Desde marzo de 2022 el Banco Central de Estados Unidos viene realizando subidas considerables, situándose ahora en un incremento total de las tasas de referencia de 475 puntos básicos. Desde la Fed se insiste en que esta subida del precio del dinero puede ser apropiada para lograr así niveles restrictivos que consigan que la inflación regrese al ansiado 2%.

Con este hecho, las voces desde la Fed no se han hecho de rogar y ya han tratado de tranquilizar a la población mediante un comunicado en el que afirma que “el sistema bancario estadounidense es sólido y resistente".

Además advierten que "es probable que los recientes acontecimientos den lugar a un endurecimiento de las condiciones crediticias para los hogares y las empresas y afecten a la actividad económica, la contratación y la inflación. Pero el alcance de estos efectos es incierto”.

Los principales responsables económicos, Janet Yellen, Secretario del Tesoro, y Jerome Powell, han tratado de hacer llegar un mensaje de calma asegurando que la situación que atraviesa el país no desembocará en una crisis financiera.

Tal es así que desde la Fed, se ha comunicado que se pondrá a disposición de los bancos estadounidenses los fondos adicionales para garantizar que éstos tengan capacidad de satisfacer las necesidades de todos sus clientes.

El IPC y el PCE

En vistas generales, la Fed ha seguido en línea con la política económica que venía desarrollando en los últimos meses, y es que ya en el pasado mes de febrero los tipos de interés se elevaron en 25 puntos.

La subida de precios en Estados Unidos parecía entonces controlada, y es que el índice de precios al consumo (IPC) se había situado en el 6% en su tasa interanual, lo que suponía cuatro decimas menos que en enero, un dato que representaba la tasa más baja desde septiembre de 2021. Por su parte, en relación con la tasa interanual subyacente, ésta se vio reducida en febrero, pasando del 5,6% de enero al 5,5%, siendo también la más baja desde diciembre de 2021.

No obstante, el índice de precios de gasto de consumo personal de Estados Unidos (PCE) con la que la Fed evalúa los índices de la inflación, si presentó una subida de una décima respecto al mes de enero, situándose la tasa general en un 5,4% y la subyacente en un 4,7%.

Según las estimaciones de cara al futuro, parece que la inflación continuará subiendo. Todo apunta a que se situará en un 3,6%, un dato que supone una décima más de lo que estaba previsto.

Para 2024 se prevé una moderación, colocándose en un 2,6% y para 2025 se alcanzará la ansiada cifra del 2%. En relación al PIB, la Fed confía en la desaceleración y vaticina un crecimiento del 0,4% y en cuanto al tema laboral, se prevé una tasa de desempleo del 4,5%.

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La revisión de las cifras de PIB del IV trimestre no arroja cambios

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CNTR | IV Trimestre 2022


La segunda estimación de las cifras de contabilidad nacional del cuarto trimestre de 2022 no ha modificado los resultados del avance provisional. Se mantienen los mismos resultados tanto para el crecimiento del PIB como para sus componentes (por el lado de la oferta, de la demanda y de las rentas) y para las cifras de empleo. Las cifras de los trimestres anteriores han sido solo ligeramente modificadas, de modo que se mantiene el diagnóstico general con respecto a la evolución de la economía en 2022.

Los resultados apuntan, por tanto, a un importante debilitamiento
de la demanda nacional en el último trimestre del año, con caídas en el consumo
privado y en todos los componentes de la formación bruta de capital fijo. El
consumo público fue el único componente que creció. Las importaciones también
cayeron arrastradas por dicha debilidad de la demanda. Su descenso fue menos
intenso que el de las exportaciones, dando lugar a una aportación positiva del
sector exterior al crecimiento. Esta aportación, unida a la realizada por la
acumulación de inventarios, es lo que explica el crecimiento del PIB del 0,2%
observado en el periodo.

Con respecto al conjunto del año, el PIB creció un 5,5% como
resultado de la recuperación del consumo privado (en los trimestres centrales
del año) y de la normalización del turismo. La inversión también realizó una
aportación positiva, aunque de menor magnitud. Cabe señalar que dicho 5,5%
procede en gran medida de un efecto arrastre de gran magnitud resultante del
fuerte crecimiento experimentado en los trimestres tercero y cuarto del año
anterior. Se puede estimar que 3,6 puntos porcentuales proceden de dicho
efecto, y solo 1,9 puntos son el resultado de la dinámica de crecimiento
registrada durante 2022. De hecho, solo en el segundo trimestre el PIB
experimentó un crecimiento sustancial (gráfico 1).

Con respecto al empleo, lo más destacable es el hecho de
que, aunque el número de ocupados supera el previo a la pandemia, el número de
horas trabajadas aún se encuentra por debajo, lo que implica un descenso en el
número de horas trabajadas por ocupado.

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Si resolvemos este problema, España será una superpotencia en energías renovables

A día de hoy el panorama que se le presenta a España frente al auge de las energías renovables no puede ser más esperanzador y favorecedor. El país apunta en dirección a un ambicioso objetivo: llegar a alcanzar el 42% de consumo de energía final y el 74% de toda la generación eléctrica con las de tipo renovable. Sin embargo, ¿es posible lograrlo?

La Unión Europea, y España en particular, tienen la necesidad de acabar con la dependencia de los combustibles rusos y así conseguir la autonomía energética que finalizaría con los problemas económicos y políticos derivados de ella.

España tiene a su favor sus instalaciones magníficas y la energía que es capaz de generar, pero para ello debe empezar a considerarla como una verdadera alternativa y así poder romper los lazos que la unen con Rusia.

Lucha contra el cambio climático

El pasado mes de noviembre, durante la celebración de la Cumbre del Clima, en su jornada dedicada a la energía, quedó patente la necesidad de las renovables para poder luchar contra el cambio climático.

En esta transición energética, España ha tenido un crecimiento muy notable, y es que cuando en el año 2012 la producción de energía limpia generada rondaba el 30% del total, en el 2021 ya se situaba en el 47% y en 2022 superaba igualmente el 40%.

En sintonía con esto, Alejandro de Juanes, experto en cambio climático y director de Proyectos Climáticos de Enefgy, aseguró que “la industria de las energías renovables en España es potentísima en cuanto a instalación y energía generada”.

Se confía que la tendencia será ir en aumento, esperando que en un plazo de diez años la potencia haya aumentando más de 14 millones de megavatios la hora.

1/Se instalaron 295 GW de capacidad renovable en el 2022. La gran mayoría fue solar fotovoltaica (192 GW) y eólica (75 GW), pero me gustaría hablar de las otras renovables, de las que hablamos menos. De los datos del informe de @IRENA de 2022 me llaman la atención algunas cosas.. pic.twitter.com/1sHNe29jRa

— Pedro Fresco (@PedroFresco) March 22, 2023

La evolución de las energías renovables

España tiene en su poder dos baluartes que la hacen situarse a la cabeza de la futura producción de energías renovables, el viento y el sol. En el año 2021 España se colocó como el segundo país de la Unión Europea en generar más electricidad a partir de la energía solar y eólica.

Tal es así que la energía eólica y la solar son las energías renovables con más demanda en España, situándose el uso de la eólica en un 22,1% de la electricidad total y la solar representando un 10,8% la de tipo fotovoltaica y un 1,7% la térmica.

Pero ¿y en la actualidad? ¿Cuál es la evolución de nuestras energías renovables? Hoy día las renovables siguen imparables. El sector energético es uno de los principales causantes de la producción de gases de efecto invernadero, por lo que evolucionar en energías renovables es imprescindible si queremos contribuir a la lucha contra el cambio climático.

Las energías de tipo renovables resultan eficaces en dos aspectos, por una parte contribuye a reducir las emisiones a la atmósfera, y por otra disminuye la dependencia energética buscando un suministro autóctono y seguro. Con estos objetivos, España se sitúa entre los 15 mayores consumidores de energías limpias del mundo, y es que el consumo que se hace en nuestro país de las energías renovables es del 20,7% del consumo bruto final.

La energía de tipo eólica se sitúa como la primera fuente de energía de carácter limpio en España, después de que en el año 2009 superara a la hidráulica. El 53% de la energía verde que se genera en España desde 2022 procede de aerogeneradores instalados por la geografía española. Por su parte, la energía solar alcanzó datos históricos en 2022, situándose en una generación fotovoltaica de 27.865 gigavatios hora.

¿Para qué se usan las energías renovables en España?

Los usos que se le dan a las energías renovables en España son tres. El primero de ello, es la generación de electricidad, y es que un gran porcentaje de la energía de tipo renovable que se producen entre nuestras fronteras se emplea para ello.

Así la producción de esta energía alcanzó el 42,2% en 2022 y representaron sobre el 59% de la potencia eléctrica del país, es decir, 70.400 megavatios de capacidad renovable.

Los otros dos usos son la producción de calor y frío, suponiendo para el ámbito residencial un 18% del total energético consumido en los sistemas de calentamiento y refrigeración, y un escaso 9,5% en el caso del ámbito del transporte.

El problema: la dependencia energética

Cuando hablamos de dependencia energética lo hacemos de la cantidad de energía primaria, en forma de calor, electricidad o para el transporte, que necesita el país importar para poder abastecerse.

Esta dependencia del exterior para el suministro energético acarrea consecuencias como la inestabilidad en el suministro al depender de otros países para tener energía y la afectación sobre la economía, ya que dependemos de las continuas subidas del precio energético.

Ante el aumento de la factura de la luz por la que atraviesan los españoles, la salvación pasa por acabar definitivamente con la dependencia energética, y es que el 74% de la energía que consumimos, según datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la compramos a otros países.

Otros aspectos a resolver

Si tenemos los medios, los retos que ahora se plantean son otros. Por un lado conseguir que las redes eléctricas de nuestro país sean sostenibles y la reducción de nuestras emisiones de carbono a la atmósfera, pero también lograr el acceso de las nuevas instalaciones renovables al sistema aprobando los accesos de nuevos parques renovables, fomentando la digitalización y la integración de todas las energías.

De igual manera, el autoconsumo es uno de los elementos sobre la mesa que necesitan definirse. Con este sistema bidireccional se permitirá que los hogares y comercios españoles tengan acceso a la energía, a su gestión y al control de sus excedentes.

Las energías renovables deben convertirse en el salvavidas de nuestra economía, y es que los medios no nos faltan para ello. En este sentido, España y en especial Andalucía, es el sol de Europa, por lo que tiene los instrumentos necesarios para hacer de la energía renovable la fuente de la que beber y colocarse a la cabeza en la producción energética.

El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) mantiene que las energías renovables aumentarán progresivamente, llegando a alcanzar el 74% en 2030 y el 100% para 2050.

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El nivel educativo de la población inmigrante en España permanece estancado desde principios de siglo

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A principios de este año, la Comisión Europea ha vuelto a llamar la atención sobre los efectos del envejecimiento y el descenso de la población europea en la disponibilidad de mano de obra, insistiendo en la necesidad de atraer inmigración con habilidades y talento. En todos los países europeos, en mayor o menor medida, el aumento progresivo de la proporción de personas mayores que ya han salido del mercado de trabajo plantea carencias de trabajadores cualificados para sostener el crecimiento económico y el Estado del Bienestar.

El Gobierno español ha reconocido la importancia estratégica que adquiere la inmigración laboral en las décadas inmediatamente próximas. En su Estrategia Nacional de Largo Plazo “España 2050”, publicada en 2021, ha definido 12 ejes de actuación prioritaria entre los cuales figura el “fomento de la inmigración legal y de la captación de talento extranjero como vías adicionales para dinamizar nuestra economía y apuntalar nuestro estado del bienestar”.[1] Ese mismo documento prevé un saldo migratorio de 191.000 personas al año desde 2020 hasta 2050, una cifra que, aun cuando supera el promedio observado entre 1990 y 2019, se encuentra bastante por debajo de la que proyectan instituciones públicas como el Instituto Nacional de Estadística (INE)[2] o la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF).[3]

Dada la relevancia que adquiere la inmigración en la política nacional, llama la atención la escasez de información pública sobre cómo pretenden las autoridades españolas atraer a extranjeros con capacidades y talento en un contexto europeo cada vez más competitivo. Esta información es aún más necesaria si se tiene en cuenta que, durante las últimas décadas, España no ha conseguido mejorar la composición educativa de su población inmigrante en las edades centrales de la carrera laboral. Así se desprende de los datos que ofrece Eurostat sobre los niveles educativos de la población nacida en el extranjero entre 2004 y 2021. El examen de esos datos permite formular los siguientes argumentos:

  • A principios del siglo XXI, España compartía con Suecia, Bélgica y Hungría una proporción de población de origen extranjero (25-54 años) con estudios universitarios, de similar tamaño y bastante elevada en comparación con otros países de la Unión Europea (UE). En efecto, en torno al 30% de la población de esas edades, nacida en el extranjero y residente en esos países afirmaba hallarse en posesión de un título universitario. En 2021, los cuatro países presentaban porcentajes más altos de población extranjera con estudios universitarios que en 2004, pero en España la proporción de ese colectivo había aumentado muy poco (30,3%) en comparación con Suecia (47,6%), Bélgica (41,5%) y Hungría (38,6%). De hecho, en 2021 el porcentaje de población entre 25 y 54 años nacida en el extranjero y con estudios universitarios se situaba en España por debajo de los porcentajes que arrojaban los Países Bajos (42,5%), Portugal (40,8%) o Francia (37,7%), países que en 2004 ostentaban tasas más bajas que la española. Lo cierto es que, en 2021, el porcentaje de población (25-54 años) residente en España, nacida en el extranjero y con estudios universitarios se hallaba entre los más bajos de la Unión Europea, si bien por encima de Italia (12,6%%) y Grecia (19,8%). Aun cuando Alemania presentaba un porcentaje semejante al de España, acreditaba un aumento notable entre 2004 (20,5%) y 2021 (29,1%) (Cuadro 1A y Gráfico 1A).


  • Los porcentajes de población (25-54 años) nacida en el extranjero con niveles de estudios de educación secundaria obligatoria o inferiores han caído en la mayor parte de los países europeos, pero en algunos países lo han hecho de manera más intensa que en otros. Por ejemplo, en Portugal el porcentaje descendió en más de 25 puntos porcentuales entre 2004 (50,4%) y 2021 (23,8%): en Irlanda, lo hizo en casi 20 puntos (2004: 22,8%; 2021: 4,9%), y en Francia, en más de 10 puntos (2004: 45,8%; 2024: 32,2%). En España, sin embargo, el descenso entre esos dos años fue muy leve (2004: 41,5%; 2021: 37,8%), de manera que, en 2021, España figuraba entre los países de la UE con porcentajes más altos de población nacida en el extranjero con estudios de nivel inferior (37,8%), solo por delante de Italia (48,0%) (Cuadro 1A y Gráfico 1B).
  • En cambio, entre la población nativa de las mismas cohortes de edad se observa un drástico descenso del porcentaje de personas con niveles educativos de nivel inferior (2004: 50,2%; 2021: 30,8%) y un gran aumento de la proporción de quienes cuentan con estudios universitarios (2004: 30,2%; 2021: 48,2%). El salto en el acceso a la educación universitaria que presenta España en ese período es equiparable a los realizados por Francia y Países Bajos. De este modo, España se sitúa en 2021 entre los países de la UE con mayor proporción de población de 25 a 54 años que ha concluido estudios universitarios (Gráfico 1B).
  • En definitiva, la población entre 25 y 54 años nacida en el extranjero que reside en España muestra en 2004 y 2021 una composición por niveles educativos muy similar, a diferencia de lo que se observa en gran parte de los países europeos, en los que la estructura educativa de la población inmigrante ha mejorado ostensiblemente. Pero como, además, el nivel educativo de la población española de esas edades ha aumentado significativamente entre 2004 y 2021, se han agrandado las diferencias educativas entre la población nativa y la población de origen extranjero (Gráfico 2). En la mayor parte de los países europeos los cambios en la composición de la población nacida en el país y la población nacida en el extranjero han avanzado más acompasadamente.


A la hora de analizar las disparidades educativas entre la población autóctona y la de origen extranjero en España, es importante considerar las diferencias dentro del colectivo de inmigrantes. Según los datos de las Encuestas de Población Activa (EPA) en 2022, la población nacida en el extranjero residente en España con niveles educativos más bajos es la procedente de África: tres cuartas partes de los inmigrantes entre 25 y 54 nacidos en ese continente y residentes en España han concluido como máximo estudios de educación obligatoria; una quinta parte ha completado educación postobligatoria no universitaria y solo el 6% cuenta con títulos universitarios. El grupo más numeroso de inmigrantes residentes en España, los nacidos en países de Latinoamérica, presenta una composición educativa más equilibrada: casi un tercio (31%) de los que cuentan entre 25 y 54 años ostenta niveles educativos básicos, proporción coincidente con la de quienes han terminado la educación secundaria post-obligatoria, mientras que el 24% ha alcanzado educación terciaria (Gráfico 3).


Los datos de la EPA de 2022 refuerzan, por tanto, la evidencia de importantes disparidades educativas entre la población de origen español y la de origen extranjero. Bajo el supuesto razonable de que las semejanzas educativas entre distintas poblaciones redundan en beneficio de la integración, aproximar la composición educativa de la población inmigrante y la autóctona mediante una política bien diseñada de captación de trabajadores extranjeros más cualificados debería ser un objetivo deseable no solo en virtud de razones económicas, sino también sociales.


[1] España 2050. Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo (Madrid: Ministerio de la Presidencia, 2021: 22).

[2] El INE proyecta un saldo migratorio anual de más de 450.000 personas hasta 2027, que a partir de ese año se reduciría y hacia 2050 se situaría aproximadamente en 250.000 personas (https://www.ine.es/prensa/pp_2022_2072.pdf).

[3] La AIReF estima un flujo promedio de entradas netas anuales de 330.000 personas entre 2020 y 2050. Véase AIReF (2020). “Actualización de previsiones demográficas y de gasto en pensiones. Documento técnico 1/20 (https://www.airef.es/es/cifras-de-poblacion/).

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Cuánto tienes que comer para reventar la rentabilidad de un buffet libre

Cuando parecía que habíamos tocado techo con los restaurantes de comida rápida, donde el mayor reclamo es los precios que ofrecen por menús completos con todos los complementos que necesites y barra libre en bebida, aparecen en el mercado y dispuestos a quedarse, un nuevo concepto de comida: los buffet libre.

Este tipo de restauración, que tiene su origen en Estados Unidos, oferta por un único precio cerrado la posibilidad de comer todo lo que quieras. Pero claro, si ofertan productos de diversa índole por un importe determinado, ¿dónde está la rentabilidad de estos negocios?

El reclamo es su máximo negocio

Estos negocios que ofertan el comer todo lo que quieras por un importe exacto, saben muy bien lo que se hacen. El precio por persona ronda sobre entre los 7 € que ofrecen cadenas de pizzería como Dóminos Pizza, los 15,95 € de empresas como Muerde la Pasta o los 19,35 € de Wok por cenas de lunes a jueves o 21,95 € si es fin de semana. Y, ¿dónde está el negocio?

Estas cadenas de comida parten de dos premisas sobre la que sustentan su productividad y rentabilidad. Por un lado el reclamo publicitario, ofertar un “come todo lo que quieras” por un precio relativamente bajo. La sustanciosa oferta les hace congregar a una gran demanda por lo que el éxito está asegurado.

En este sentido y en consecuencia a esta campaña de marketing, empresas como Muerde la Pasta, que lleva más de 10 años en el mercado, consigue registrar anualmente 4,5 millones de clientes, un dato que le hace amortizar en poco tiempo la inversión y alcanzar la rentabilidad media por restaurante de 2,5 millones de euros anuales. Grupos de alimentación, como The Eat Out Group, que agrupa marcas como Pans&Company o Bocatta, cuenta también con este tipo de restauración de buffet libre, como es el caso de Fresc Co, que les hace reunir un total de más de 60 millones de clientes anuales.

Por otro lado, los buffet libres se basan en el principio microeconómico de la insaciabilidad. Explicado de otro modo, si puedo comer todo lo que quiera por un determinado importe, ¿por qué pagar esa misma cuantía por un único plato en otro lado? Nuevamente, ahí está el reclamo.

¿Cuánto puede comer una persona?

Otra de las bases para el éxito del buffet libres está en el hecho irrevocable de que todos nos llenamos tarde o temprano, y las cuentas le salen a estos negocios. Cuentan con clientes que pueden comer por encima de sus posibilidades, pero también son muchos, los más numerosos, que no son capaces y que comen por debajo de lo esperado. Los números son claros, y es que por cada persona que come por encima de sus posibilidades, hay cinco que comen lo justo. Ahí está la compensación que les hace ganar.

El estómago de una persona, es un órgano elástico por lo que da mucho de sí. Cuando está vacío tiene un volumen de 50 mililitros pudiendo llegar a dilatarse 80 veces más y almacenar hasta cuatro litros de alimentos. Y aunque esto puede traducirse en mucha cantidad de comida, no todas las personas son capaces de llegar a estos límites.

En este sentido, entran en juego también si la comida se realiza durante un almuerzo o una cena, donde la capacidad del estómago se reduce considerablemente. Es por ello, que los precios ofertados por este tipo de establecimientos varían respecto si comes o cenas, siendo por regla general los almuerzos más caros que las cenas, y si acudes fines de semana o entre diario. Por un almuerzo y en días de lunes a jueves, donde todos vamos con más prisas, la media por comensal se sitúa en los 12,95 €, suponiendo un incremento de hasta 3 € si acudimos en fin de semana donde el tiempo de ocio es mayor.

¿En que se basa el buffet libre para lograr rentabilidad?

Este tipo de restauración se basa en una serie de pilares económicos para que la rentabilidad sea un hecho. Hay que ganar más de lo que se gasta. Los márgenes están definidos principalmente por la calidad escasa de la materia prima que oferta. Normalmente se ofrecen productos de bajo coste, como pastas o arroces con un precio de un euro el kilo aproximadamente, y no encontramos carnes de calidad o pescado fresco, donde el kilo ya pasa de los 8 €.

Por otro lado, hacen uso de las ofertas que se les ofrece a la hostelería al comprar al por mayor, y del mismo modo, la preparación de los platos suelen ser poco elaboradas y con escasos ingredientes, empleando para ello aceite de girasol en vez del de oliva, y es que el precio del segundo tiende a ser dos veces más cara que el del primero, aunque sea una opción mucho más perjudicial para la salud.

A groso modo, valorando la reducción de costes en materias primas y en elaboración, junto con la gran demanda que tiene este tipo de restaurantes, las ganancias son evidentes. Gastan poco y ganan mucho, por lo que los márgenes son amplios. La rentabilidad está en pagar una media de 16 € por comer principalmente alimentos como pasta o arroz, donde el precio del kilo de ese tipo de alimentos se sitúa en un euro aproximadamente.

Para que se viera reducida la rentabilidad, cada persona que acude a un restaurante de este tipo debería comer por cinco, algo que saben bien que es inviable por regla general, puesto que siempre compensará el que como menos por el que come de más.

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Anatomía de la sacudida financiera

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Las turbulencias desatadas en los mercados estos últimos días evidencian las vulnerabilidades financieras que entraña la lucha contra la inflación, y por tanto conviene no minimizar su gravedad. Sin embargo, a menos que se produzca un error de política monetaria, no parece que estemos en la antesala de una crisis similar a la que asoló el mundo —y con especial ahínco nuestro país—.

En apariencia, la quiebra de un banco californiano y la crisis de liquidez de uno de los buques insignia de las finanzas globales son fenómenos aislados. En ambos casos, los fallos de gestión son patentes y por tanto tales descalabros no son extrapolables al grueso del sector. Por otra parte, el contagio directo al resto de entidades debería ser limitado, sobre todo teniendo en cuenta la contundencia de los rescates en marcha, entre los que destaca la histórica inyección de liquidez del banco central suizo, equivalente al 6,6% de la economía del país. Según esta visión optimista, que también alude a “los elevados colchones de liquidez y la sana solvencia de los bancos europeos”, la calma debería volver pronto a los mercados.

Estos “accidentes de mercado”, sin embargo, son sintomáticos del riesgo macroeconómico generado por el endurecimiento de la política monetaria. Un riesgo que, por fin, el BCE podría estar empezando a incorporar, y que tiene una vertiente financiera y otra económica. La primera radica en la depreciación de los bonos comprados por las entidades financieras, bancarias y no bancarias, durante la época de tipos de interés negativos. El valor de esos bonos se reduce inexorablemente a medida que suben los tipos de interés, generando pérdidas latentes en los balances de las entidades bancarias, y un agujero aún más preocupante en las no bancarias (fondos de inversión y de pensión, etc.) que se han endeudado para impulsar su rentabilidad.

Según la Autoridad Bancaria Europea, los bancos europeos tienen en su balance un total de 3,1 billones de euros en bonos y obligaciones públicos, casi el 60% contabilizados a precios de amortización, es decir sin descontar las pérdidas latentes —en el caso de España las cifras son proporcionalmente similares—. Y en EE UU la corporación de seguro de depósitos eleva las pérdidas latentes del total del sistema a 620.000 millones de dólares.


Bien es cierto que la depreciación es teórica, es decir solo se materializa a vencimiento de los títulos (o cuando los bancos se ven forzados a venderlos, haciendo aflorar las pérdidas y agravando la huida de depósitos como en SVB). Y disponen de importantes activos líquidos, de modo que no estamos ante un desequilibrio similar a lo que ocurrió tras el estallido de burbuja inmobiliaria. Además, se supone que los bancos europeos se han asegurado contra las fluctuaciones de tipos de interés, sin suprimir el riesgo, que se transfiere a actores no bancarios como los hedge funds.

Pero eso es sin contar con el riesgo económico, puesto de manifiesto por la importante caída de la demanda de crédito tanto de los particulares como de las empresas como consecuencia del encarecimiento de los préstamos. Esta tendencia es la antesala de un enfriamiento de la economía, a la vez que limita la posibilidad por parte de las entidades de compensar la depreciación de sus bonos.

Atenazada por el doble riesgo financiero y económico, y la incapacidad de identificar nuevos focos de vulnerabilidad —que casi seguro surgirán en algún segmento del mercado, sin que los reguladores sepan dónde— la política monetaria está abocada a una mayor gradualidad. Hace bien el BCE en no prometer nuevas subidas de tipos, y mostrar su disposición a tomar medidas para afrontar el episodio de inestabilidad financiera. El resultado podría ser una mayor persistencia de la inflación, desmintiendo una vez más las previsiones del gurú monetario. Pero entre dos males, hay que elegir el menor.

IPC | La persistencia de la inflación sigue complicando la tarea del Banco Central Europeo. Descontando la energía y los alimentos, es decir los componentes más volátiles, el IPC de la eurozona se incrementó en febrero a un ritmo anual del 5,6%, tres décimas más que en enero. En España el incremento, también al alza, fue muy similar (5,2%, una décima más que en enero). Se espera una pausa en el crecimiento interanual del IPC en los próximos meses, por el fuerte repunte de los precios registrado el año pasado tras la invasión de Ucrania (efecto escalón).

Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.

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el-burnout-laboral-ya-afecta-a-casi-1-de-cada-2-trabajadores,-pero-hay-algo-que-esta-en-nuestra-mano-para-evitarlo

El burnout laboral ya afecta a casi 1 de cada 2 trabajadores, pero hay algo que está en nuestra mano para evitarlo

Un 43% de trabajadores, casi la mitad, sufre burnout, según los datos de la Guía Laboral de 2022. Y no solo eso, casi 3 millones de personas mueren anualmente en el mundo por enfermedades relacionadas con el estrés en el trabajo.

Me encantaría que no fuera así, pero como no tengo varita mágica, hoy quiero compartir, al menos, las 5 técnicas más efectivas para reducir el burnout laboral.

Por supuesto, y antes de nada, la advertencia obligatoria de que si el estrés o el trabajo nos están afectando seriamente la salud mental o física, debemos consultar con un profesional. Trabajos hay muchos (hasta que la IA nos los quite todos), pero vida solo una.

Teniendo en cuenta lo anterior, vamos a ver qué podemos hacer para mitigar el burnout.

1. Cambiar la mentalidad ante el estrés

El primer paso necesario es recordar lo más importante que vimos en la guía completa para reducir el estrés de hace algunas semanas.

Los estudios demuestran que cambiar la mentalidad ante ese estrés, teniendo una actitud más positiva ante él, cambia los efectos físicos que produce, volviéndolos también más positivos.

Puede sonar a autoayuda barata, pero nada más lejos, pues ha sido demostrado ampliamente. Comenzando por el antiguo modelo transaccional del estrés propuesto por Lazarus y Folkman en los 80, y reafirmado en la actualidad por los trabajos de Kelly McGonigal o Alia Crum de la Universidad de Stanford, la conclusión es clara: si cambiamos la mentalidad ante el estrés, anulamos su poder destructivo y lo convertimos en combustible para lo que tenemos por delante. Al menos, en parte.

Esto no significa autoengañarse, justificar condiciones inaceptables o pretender que la vida es de color de rosa, cuando los tonos son entre marrón y negro.

Sin embargo, cambiar el lenguaje y la interpretación es fundamental. En vez de pensar en una situación como algo terrible que nos destruirá, podemos verla como un desafío que puede convertirnos en alguien capaz de superar esos retos y volverse más resiliente.

En este sentido, uno de los mejores libros que he leído es El obstáculo es el camino de Ryan Holiday. En él, desde una perspectiva estoica, desarrolla una tesis similar y ve los problemas como oportunidades de crecimiento y forja de carácter.

Cuando esta mentalidad hace clic en ciertas situaciones, es muy poderosa. Así que, teniendo en cuenta que este tiene que ser el cimiento de nuestra casa, veamos otros aspectos prácticos.

2. Establecer límites

Hombre pelirrojo con gafas sobre fondo verde, levantando la mano para poner límites y negarse

Lo anterior no es excusa para no cambiar lo injusto. Porque, afrontémoslo, el burnout se debe en muchas ocasiones a una cultura tóxica del trabajo.

Demasiadas horas por demasiados pocos euros, presentismo sin sentido, jefes que se creen Napoleón... Tenemos que plantar una primera línea de defensa basada en límites.

  • Por un lado, límites que separen nuestra vida laboral de la personal. Mezclarlas hace que nunca desconectemos, ni podamos recuperar fuerzas.
  • Por otro, límites ante exigencias sin sentido en el trabajo. Tanto de horas, como de atribuciones. No estoy diciendo que se nos caiga el lápiz a las tres, pero sí que, o terminamos con el abuso como norma, o la quemazón del burnout jamás se irá.
  • Finalmente, límites ante las personas que contribuyen a ese burnout. Desde compañeros tóxicos a conocidos insoportables. No hemos venido con la obligación de soportar más peso que el nuestro y el de las personas que deseemos, las que son un ancla y nada más hay que extirparlas.

Lo que es perfecto en teoría suele ser difícil en la práctica. Todo esto es complicado porque nuestra situación laboral puede no ser la más firme para negociar o poner fronteras. De la misma forma, implica una habilidad más difícil de lo que parece: aprender a decir que no, una competencia fundamental para la vida.

Hay maneras más efectivas que otras a la hora de decir ese no, y puede que hablemos de ellas en el futuro, pero no es necesario complicarse. Poner límites es más una cuestión de voluntad y vencer miedos, que de formas concretas de hacerlo.

Hay un momento de valentía en el que tenemos que decir basta y recordar que, en muchas de ocasiones, no estamos obligados a justificar que digamos que no a lo que no queremos, aunque sintamos esa presión muchas veces.

Poco más se puede decir al respecto, porque llega un momento en el que te plantas ante lo que te quema o no, y pocas vueltas más se pueden dar a ese momento de decisión.

3. Tener espacios de desconexión

Personas brindando y sonriendo en la mesa de un bar, como símbolo de círculo social, fundamental para reducir el burnout

El estrés es un cóctel compuesto sobre todo por cortisol y adrenalina, sustancias muy poderosas como gasolina, pero de las que no se puede vivir siempre. Por eso, debemos tener espacios en los que ambas no estén presentes.

Como si fuera el gimnasio, si queremos seguir operando a alto nivel, deberemos tener días y espacios de descanso, que es cuando el músculo cura y crece. Si no, nos espera el sobreentrenamiento y la lesión.

Con el burnout es igual, o descansamos tan duro como trabajamos, o formaremos parte de las horribles estadísticas del principio.

Los espacios de desconexión más efectivos son:

  • Espacios sociales. Es decir, que necesitamos a los demás, a los amigos, a la familia y a quien nos recargue las pilas. Esta es, probablemente, la faceta más importante y lo que más reduce el burnout (si exceptuamos empaquetar al jefe tirano a Filipinas). En serio, la conexión social, de hecho, alarga la vida.
  • Espacios personales. Es decir, algo más allá del trabajo o de lo que nos cause ese burnout. Como en el caso de ese tejido social que nos sostenga, debemos construirlo activamente. Tener hobbies e inquietudes, para sumergirnos en ellos hasta no escuchar el ruido, permitirá llenar el depósito.

4. Buscar formas de recuperar el control y el propósito

Chica joven ante ordenador en el exterior, pensando en el futuro. Tener un propósito es fundamental para reducir el burnout.

La ausencia de control es tremendamente dañina. La perspectiva, real o imaginada, de que no tenemos alternativa y estamos condenados, agrava unos cuantos grados las quemaduras del burnout.

Por eso, debemos recuperar el control de todas las formas que podamos, aunque sea solo en forma de sensación. Cuando la situación nos supera, la manera más efectiva es planificando el escape.

Si nos quema el trabajo, debemos tener un plan para abandonarlo. Si nos quema una situación o persona, lo mismo.

No tiene ni que ser a corto plazo, podemos ponernos el objetivo a un futuro razonable. Solo la sensación de que estamos haciendo de manera activa, en lugar de reaccionando, nos devolverá a una noción más positiva de la situación, a un control que, aunque sea mental en gran parte, influirá aliviando los efectos del burnout.

Además de control, pasando a la acción (por lejana que la veamos), se recupera algo igual de importante, el sentido del propósito. La noción de que tenemos cogidas, aunque sea un poco, las riendas de la vida. Que todavía tenemos algo que decir en ella.

Esto define, en gran parte, a aquellos que resisten más, según el excelente libro de Steve Magness, Do Hard Things: Why We Get Resilience Wrong and the Surprising Science of Real Toughness. En él, se muestran las investigaciones y estudios de quiénes tienen más resiliencia en las situaciones sin quemarse.

Aquel gag de los Simpsons en el que Homer cambia de actitud ante su trabajo alienante, gracias a las fotos de su familia y el propósito de darles una vida mejor, es cierto y una muestra más de que esa serie encierra las respuestas a todo en la vida.

5. Realizar actividades que reducen el burnout

Persona meditando con las piernas cruzadas. Hay actividades que reducen el burnout, nos gusten o no.

Hay cosas que, queramos o no, reducen la quemazón del día a día. Hacer deporte, llevar una dieta sana, ser estrictos con la higiene del sueño o respirar de ciertas formas concretas, disminuye el burnout y mitiga sus efectos negativos.

En esa guía completa contra el estrés que he enlazado al principio nombraba algunas de esas técnicas, incluyendo el modo de respiración demostrado muy recientemente y que, con 5 minutos de práctica, reduce el cortisol de manera importante y lo mantiene más bajo a lo largo del día.

Es importante hacer algo a menudo que nos descomprima, porque no siempre tendremos a mano nuestros apoyos sociales o hobbies.

Y esas actividades no tienen ni siquiera por qué gustarnos, al contrario que en el caso de los espacios personales que hemos visto, pero son importantes porque funcionan cuando las hacemos, independientemente de que nos agraden o no.

Caminar por la naturaleza, ejercicios de relajación... De la misma forma que sacamos la basura o limpiamos lo que está sucio, podemos hacer eso mismo, pero con nuestro estado interno.

En esto, la elección final dependerá de cada uno. Hay quien prefiere el yoga, quien se despeja con un saco de boxeo o quien se evade leyendo (actividad que, por cierto, puede reducir hasta un 68% el estrés, según la Universidad de Sussex).

Me temo que, por desgracia, el burnout está cada vez más extendido y no tiene pinta de que la tendencia vaya a cambiar. Por eso, aquí hemos visto las técnicas más efectivas contra él, pero, sobre todo, recordemos que lo mejor es alejarse del fuego y buscar algo mejor.

No nacimos con la obligación de quemarnos solo para que otros estén un poco calientes.

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La estabilidad financiera y la lucha contra la inflación están en juego

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En mi película favorita, la aclamada El Caballero Oscuro de Christopher Nolan, hay un momento un tanto shakesperiano en el que Batman —interpretado por Christian Bale—, en medio de la desolación, afirma que “a veces la verdad no es suficiente. A veces la gente se merece algo más. Una recompensa por tener fe.” Desde la crisis financiera, los ciudadanos han ido poco a poco recuperando la fe en el sistema financiero. Han tenido que sufrir otros embates. La pandemia fue uno muy duro. La subida de la inflación está siendo otro muy delicado. La gran referencia, los bancos centrales, viven también su “ser o no ser” en su doble credo de autoridades monetarias y supervisores bancarios.

Los calendarios de reuniones y comparecencias de los bancos centrales se fijan con mucho tiempo (salvo grandes vaivenes que requieran de urgencia). La del BCE para esta semana era demasiado cercana a los acontecimientos de Silicon Valley Bank (SVB) o Credit Suisse como para echarse atrás. La hoja de ruta estaba marcada: subida de 50 puntos básicos. Tal y como ya ocurrió en el BCE en 2008 y 2011 —que dieron lugar a errores históricos en aquel entonces— se ha considerado que cambiarla repentinamente quizás hubiera sido contraproducente. Con más espacio de tiempo, tal vez algunos mensajes —incluso decisiones— habrían sido distintos. El momento es peliagudo por los dos sombreros del BCE, que no son incompatibles, pero hay que usarlos bien a la vez.

La política monetaria no puede ser efectiva en un sistema financiero débil —pobremente supervisado—, ya que los propios problemas del sector impiden la transmisión de los tipos de interés. Afortunadamente, parece que los colchones de capital y supervisión estricta sobre los bancos europeos —incluidos los españoles— nos otorgan un respiro ante las turbulencias. Así se indicó en la nota de prensa y la comparecencia de Lagarde. Se afirmó que “el Consejo de Gobierno está preparado para responder como resulte necesario para mantener la estabilidad de precios y la estabilidad financiera”. Es como si dijeran, “tomamos nota de que las condiciones financieras están cambiando”. Veremos cuánto y cómo. Lo que haga la Fed en unos días será determinante para próximas reuniones del BCE.

La estabilidad financiera ha ganado algo de prioridad en las próximas decisiones desde Fráncfort. Hay que confirmar si las dudas sobre algunos bancos son pasajeras o si devienen en el comienzo de una crisis más profunda. Hasta aclararlo, los bancos centrales tendrán mucho cuidado en volver a subir tipos. Su evolución tan al alza del último año ha podido romper más de una costura. Este episodio de dudas financieras, como poco, va a traer una permanencia mayor de la inflación, ya que no se va a poder luchar con la misma fuerza contra ella en un contexto de nervios.

Ahora bien ¿qué puede ocurrir? Para que una crisis bancaria se desate deben existir errores no detectados, pero también excesos de tolerancia y tardanza en la acción. En Estados Unidos se comienzan a reconocer algunos de estos errores para los bancos medianos. Pero se ha realizado una acción correctiva temprana (Prompt Corrective Action) al estilo americano. Se aprobó el BTFP (Bank Term Funding Program) que ha abre una importante ventana de liquidez a la vez que se reafirmaba la aseguración de los depósitos y se anunciaba una revisión de la solvencia de este tipo de instituciones.

Estos problemas no se deberían extender a la eurozona, pero evidencian otras cuestiones que van más allá de la supervisión bancaria y a las que sí que hay que prestar bastante atención. Una de las más importantes es que el entorno de tipos ultrarreducidos o negativos se prolongó demasiado y creó disfunciones. En algunas investigaciones anteriores hemos podido analizar (en un diagnóstico que comparte preocupaciones de un gran número de analistas e instituciones multilaterales) que en un mundo con tanta deuda corporativa y soberana, la vuelta a tipos de interés normales (positivos) podría causar problemas en aquellas actividades que vivan de un excesivo apalancamiento financiero. Fue un problema para SVB, pero se agravó porque no hizo bien ni tan siquiera la cobertura de riesgo de tipos de interés (de primer curso de banca). Es además un problema para parte del tejido productivo y para el negocio financiero que más cercano ha estado al riesgo, al apalancamiento y la deuda en aquel país (desde fintech hasta, sobre todo, criptoactivos).

Una buena pregunta es hasta qué punto no se pudo volver antes a la normalización financiera. El repunte de la inflación no permitió más dilación. El problema es que ahora, en presencia de algunos focos de inestabilidad financiera, es difícil saber hasta qué punto se puede combatir con la misma dureza la inflación. La Fed, que tiene el dilema de sus dos gorros (supervisor y banquero central) más apremiante podría levantar el pie del acelerador. El BCE puede tener algo más de margen, pero debe tener cuidado y dar todas las seguridades de cobertura en caso de que haya nuevas fuentes de inestabilidad financiera. El caso de Credit Suisse no está bajo su supervisión. Pero es una entidad sistémica con mucha actividad en el espacio europeo. Aunque sus ramificaciones se han ido reduciendo en los últimos años porque de sus problemas se sabe ya de largo, sus vaivenes levantan ciertas olas. Al BCE le gusta afirmar que sus decisiones son ahora muy contingentes. Por lo tanto, seguimos alerta porque, ahora más que nunca, la atención continuará.

Este artículo se publicó originalmente en el diario Cinco Días

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La crisis de Credit Suisse viene de lejos: ha perdido más del 70% pero la culpa es de sus gestores, no de SVB

La preocupación ha aumentado en las acciones bancarias globales debido, inicialmente, al colapso del Silicon Valley Bank (SVB) de California. Pero ahora las dudas sobre la estabilidad recaen en Credit Suisse.

La caída del precio de las acciones de Credit Suisse en más del 30% el miércoles a un mínimo histórico de alrededor de 1,56 francos suizos por acción, se produjo después de que su principal accionista, el Banco Nacional Saudita, descartara proporcionar nueva financiación debido a las regulaciones que limitan su participación.

Aunque el presidente saudí dijo que Credit Suisse era un banco sólido y que es poco probable que necesite más efectivo, sus comentarios sobre el límite de financiación preocuparon a los inversores.

El temor sobre las posibles debilidades en el sector bancario global se ha agravado y la preocupación por los problemas continuos en el prestamista suizo ha aumentado. Credit Suisse es mucho más grande que SVB y se considera sistémicamente importante para el sistema financiero mundial.

El día de ayer, el Banco Nacional Suizo se involucró en la situación. Credit Suisse comunicó su intención de solicitar el Servicio de Préstamos Cubiertos del SNB, así como un servicio de liquidez a corto plazo que alcanzaría un total aproximado de 50.000 millones de francos suizos. Esta inyección de liquidez adicional estaría destinada a respaldar a los principales negocios y clientes de Credit Suisse. Tras el anunció las acciones remontaron posiciones y, ayer, las acciones subieron un 19,15% hasta los 2,02 francos suizos.

Una trayectoria marcada por tropiezos

El banco suizo ha estado envuelto en varios escándalos en los últimos años. Algunos de los más notorios son los siguientes por una gestión deficiente:

Escándalo de espionaje: En 2019, se descubrió que Credit Suisse había contratado a detectives privados para espiar a un ejecutivo de la empresa que había sido contratado por su competidor, UBS. El banco despidió a dos ejecutivos de alto nivel y se disculpó por su comportamiento.

Fraude de Archegos: En marzo de 2021, Credit Suisse sufrió pérdidas multimillonarias debido a su exposición al fondo de inversión de Archegos Capital Management. El banco no pudo vender rápidamente las acciones de Archegos cuando su valor comenzó a caer, lo que resultó en pérdidas de más de 4.700 millones de dólares.

Escándalo de Greensill: En abril de 2021, Credit Suisse suspendió los fondos de inversión que habían invertido en préstamos de la compañía financiera Greensill Capital, que más tarde se declaró en quiebra. Los fondos estaban valorados en 10.000 millones de dólares y muchos inversores sufrieron pérdidas significativas.

Lavado de dinero: En septiembre de 2021, el banco admitió haber incumplido con las regulaciones de lavado de dinero en relación con sus servicios de corretaje de valores y cambió su liderazgo de gestión.

A raíz de ello, Credit Suisse ha enfrentado múltiples escándalos en los últimos años que han afectado su reputación y han resultado en pérdidas significativas para sus clientes e inversores que han lastrado la confianza del banco.

Una cotización hundida

En todo este tiempo la cotización del valor ha evolucionado de capa caída...

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La cotización de Credit Suisse ha experimentado altibajos en los últimos años. En el período de 2018 a 2019, la acción de Credit Suisse tuvo una tendencia a la baja, con un precio de alrededor de 11 a 12 francos suizos por acción en mayo de 2018, y cayendo a un mínimo de alrededor de 8 francos suizos por acción en diciembre de 2018. A partir de ahí, la acción comenzó a recuperarse, alcanzando un pico en julio de 2019 de alrededor de 14 francos suizos por acción.

En 2020, la cotización de Credit Suisse se vio afectada negativamente por la pandemia de COVID-19 y la incertidumbre económica global. En marzo de 2020, la acción cayó a un mínimo de alrededor de 6 francos suizos por acción, antes de recuperarse gradualmente en los meses siguientes. En octubre de 2020, la acción alcanzó un máximo de alrededor de 11 francos suizos por acción antes de volver a caer a alrededor de 9 francos suizos por acción en diciembre de 2020.

En el primer semestre de 2021, la cotización de Credit Suisse se mantuvo relativamente estable en torno a los 10 francos suizos por acción, pero sufrió un fuerte descenso a finales de junio y principios de julio de 2021 debido a los problemas del fondo de cobertura Archegos Capital Management, que tuvo una gran exposición en el banco. En julio de 2021, la acción de Credit Suisse cayó a un mínimo de alrededor de 7 francos suizos por acción antes de recuperarse gradualmente en los meses siguientes.

Y en 2022 fue a peor. A pesar del entorno de subida de tipos de interés que tiende a favorecer al negocio bancario, las acciones del banco suizo se hundieron casi un 70% pasando de los 9 francos suizos a los 3 francos suizos.

Las razones para semejante hundimiento vienen porque reportó, al finalizar el año 2022, una pérdida neta de 7.293 millones de francos suizos (equivalentes a 7.381 millones de euros), lo que representa un aumento de más de cuatro veces en comparación con los números rojos de 1.650 millones de francos (equivalentes a 1.670 millones de euros) registrados el año anterior. Este resultado representa el peor desempeño financiero del banco suizo desde la crisis financiera del año 2008.

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Ni quiebras ni quiebros: el BCE sube los tipos de interés al 3,5% porque la inflación es su prioridad

Hace un par de semanas estaba claro que el 16 de marzo el BCE iba a subir los tipos de interés, y medio punto era el consenso del mercado. Pero luego llegó la quiebra express del banco SVB en EEUU y todo el mercado asumió que habría cambios.

Sin embargo el BCE ha mantenido inalterados sus planes. Ayer subió los tipos medio punto hasta el 3,5%, los tipos de interés más altos de la zona euro desde 2008. El manotazo sobre la mesa del BCE ha dejado clara una cosa: la inflación sigue siendo su principal prioridad.

Los mercados se equivocaron

La quiebra del SVB parecía que lo cambiaba todo. La rápida subida de tipos de interés de todos los bancos centrales del mundo había metido en problemas a la banca. Los planes para frenar la inflación podían romper cosas y estas se rompieron en el sitio más preocupante, el sistema financiero.

Los mercados señalaron claramente que creían que la política de los bancos centrales iba a cambiar, que las subidas de tipos iban a frenarse o incluso pararse. El indicador más claro en Europa es el Euribor, que cayó con fuerza el martes 14 de marzo en casi medio punto: pasó de casi rozar el 4% al 3,5%.

El Euribor siempre sigue la senda marcada por los tipos de interés oficiales. Que apuntara al 4% con los tipos en el 3% indicaba que los mercados confiaban en una subida de tipos el día 16 de marzo, pero con la crisis del SVB los mercados pasaron a pensar que seguramente no habría subida de tipos de medio punto. Sin embargo, fallaron.

El BCE tiene un objetivo: moderar la inflación

La inflexibilidad del BCE deja las cosas muy claras: frenar la inflación es el principal objetivo de su mandato y está plenamente comprometido con él, haya o no quiebras bancarias. También es cierto que los problemas del sistema financiero todavía no han salpicado ningún banco de la UE, de momento son bancos regionales de EEUU y el Credit Suisse que es suizo.

Esta inflexibilidad del BCE, por cierto, podría hacer que no sean necesarias tantas subidas de tipos como anteriormente se anticipaban (o incluso las que llegamos a pronosticar basadas en los datos históricos pero que son, ahora mismo, tabú). Y esto es porque la moderación de la inflación tiene mucho de psicología. Si creemos que los bancos centrales harán todo lo que tengan que hacer para contener la inflación, entonces la inflación se moderará. Si creemos que a las primeras de cambio cambiarán su política, entonces la inflación seguirá creciendo.

En los años 80 los tipos tuvieron que llegar al 20% para que la sociedad en su conjunto se creyera que la inflación se iba a moderar de verdad, que los bancos centrales iban en serio. Quizá ahora, con el BCE subiendo los tipos a pesar de las quiebras bancarias, no haga falta llegar tan lejos. Desde luego sabemos que su compromiso con la moderación de los precios es, de momento, su prioridad. Veremos lo que hace la Fed el próximo miércoles, aunque el BCE ha dejado el camino bien marcado.

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