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La subida de tipos empieza a notarse en el sector inmobiliario en España: menos opciones y peores perspectivas para 2023

Las previsiones del Banco Central Europeo son que los tipos de interés, que vienen experimentando un gran crecimiento desde julio de 2022, no alcancen su tope máximo hasta el próximo verano. Esto sumando a la desaceleración de las economías como consecuencia de la inflación y del encarecimiento de las materias primas y de la guerra de Ucrania marca en el horizonte un proceso de recesión casi imparable.

Con el nuevo aumento en 50 puntos básicos de los tipos de interés (a fecha de 21 de diciembre) de manos del Consejo de Gobierno del BCE, quedaron fijados en el 2,5%.

Por consiguiente, las operaciones de refinanciación se sitúan en el 2,5%, la tasa de depósito en el 2% y la de facilidad de préstamos en el 2,75%. Con el Euribor cotizando casi al 3%, los préstamos hipotecarios se están encrudeciendo, por lo que el BCE intenta frenar la inflación.

Ante esta situación, y según datos de BNP Paribas Real Estate, la inversión inmobiliaria en España se redujo en el último trimestre de 2022 hasta los 2.400 millones de euros, aunque si miramos las cifras generales del año, éste ha aumentado en un 35% con respecto a 2021 y en un 21% con respecto a 2019.

No obstante, la gran mayoría de las compras procedieron de inversores extranjeros en un 60%, alcanzándose un récord histórico de inversión de 15.400 millones de euros. Dichos ingresos de capital han procedido especialmente de fondos institucionales que ahora poseen una cuota en las compraventas de inmuebles del 54% con respecto al 35% que representaron durante el curso pasado. Dichas inversiones se han enfocado en el ámbito residencial, de oficinas y del retail.

Con la subida notable de los tipos de interés se aumenta el coste de financiación y se perjudica a las valoraciones inmobiliariasmediante tasas de descuento más altas, de tal modo que se reduce la demanda de alquileres. Por consiguiente, las previsiones para 2023 son de un año en el que los precios del mercado inmobiliario volverán a niveles estándares, en los que las rentas se mantendrán y solo se aumentarán cuando surgiesen oportunidades para entrar en activos con mayores rendimientos.

Si analizamos los datos de cerca, vemos cómo las promotoras han pasado de planificar 220.000 nuevas viviendas para el período 2023-2026 a fijar las cifras en poco más de 184.000. De igual modo, la vivienda destinada a la venta bajará en un 15% y la destinada al alquiler en un 31%.

Por consiguiente, el nivel de compra-ventas en 2023 se reducirá en un 11,1%, a pesar del saneamiento con el que afronta el sector el nuevo año y con la inminente bajada de precios de la oferta en torno al 0,3%. Si llegase la ansiada recuperación y estabilización de los tipos de interés a mediados de año, habría determinadas edificaciones que incrementarían su poder de atracción sobre los inversores privados, como es el caso de las construcciones sostenibles.

La situación de las socimis y las promotoras

Muchas se están marchando del país a la vez que los precios no paran de caer. Las principales socimis españolas, como Inmobiliaria Colonial o Lar España están apostando por oficinas y centros comerciales, donde existe un riesgo latente de rebajas en las valoraciones de activos. Al final, los inversores apuestan por aquellas cuyas rentas y valoraciones sufren menos debido a la ubicación prime de sus activos. Así pues, su rentabilidad por dividendo será superior al 5% estimado para 2023 y cotizará con un descuento del 59% sobre NAV (valor liquidativo neto).

Los elevados costes del sector de la construcción y la reducción de los márgenes de beneficios llevarán este año a promotoras como Aedas Homes, Neinor Homes y Metrovacesa a no levantar el vuelo y a recortar en más de un 16% su oferta de nueva vivienda de cara a 2026.

Se espera una mayor demanda inversora en activos de oficinas y rebajas de valoraciones de activos del 10-15% de cara a los próximos dos años. De hecho, el rendimiento bruto de los activos primeen España es del 3,25%, ofreciendo una diferencia sobre el bono español para la próxima década de apenas el 3,5%.

Para ser más exactos, el analista de Atlas Real Estate Analytics, Álvaro Rodríguez, ve que en 2023 triunfará el build-to-rent, ya que su éxito vendrá derivado de los altos precios, elevados tipos de interés y reducción de la oferta.

El problema de la accesibilidad a la vivienda

Para aquellos jóvenes y familias en general que se han sumergido en el proceso de compra de una nueva vivienda, los tipos Euribor se posicionan entre el 2% y el 3%. Por consiguiente, si los tipos subiesen un punto (hasta el 3,8%) la tasa de esfuerzo de los españoles se incrementaría al 30%, mientras que si subiesen los tipos en tres puntos (5,8%) la dura relación entre deudas e ingresos se incrementaría hasta alcanzar el 37%.

Las previsiones determinan que durante 2023 se verá un descenso en el número de transacciones inmobiliarias y que los precios se estabilicen. Con tasas de esfuerzo entre el 35% y el 40% y con un LTV máximo (valor neto de ingresos) del 80%, los nuevos compradores se verán abocados a alquilar o a buscar viviendas de segunda mano acordes a su presupuesto. Si comparamos los datos actuales con respecto a 2019, veremos que hace cuatro años se destinaba el 22% a pagar la hipoteca, mientras que ahora se eleva hasta el 30%.

Aunque no se espera una elevada tasa de impagos de media en nuestro país, la situación sí que se agrava para las familias más vulnerables que tengan contratado un crédito hipotecario variable, pues verán cómo les afecta el incremento en los tipos de interés.

Hay que tener en cuenta que la política monetaria europea ejercerá una gran presión sobre los compradores que soliciten una hipoteca, ya que se los bancos les exigirá mayor solvencia económica y la subida de los tipos encarecerá sus cuotas mensuales.

Previsiones sobre los tipos de interés

Las reuniones del BCE previstas para los meses de febrero y marzo podrían traer consigo el alza de los tipos en 50 puntos básicos, mientras que en las de los meses de mayo y junio podrían anunciarse incrementos de hasta 25 puntos básicos.

Es cierto que estos datos dependerán de la inflación, de los salarios y de otros indicadores, aunque dejaría el tipo terminal de la tasa de depósito en torno al 3,5%.

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La subida de tipos para combatir la inflación y su limitado impacto en el verdedero problema de Europa: los costes energéticos

Los tipos están subiendo en las principales economías del mundo. Las últimas novedades apuntan a que EEUU lo va a seguir haciendo este otoño y Europa también (pese a la recesión que están provocando en EEUU y la que viene en Europa).

El motivo es claro: combatir una inflación que no se veía desde los años 80. Y parece que la determinación de los bancos centrales es tan clara como en aquella época. Los tímidos intentos de los 70 en controlar los precios lo único que hicieron es que las expectativas de inflación se afianzaran en las cabezas de la gente y volver a niveles normales fue más complicado y doloroso de lo necesario. Sin embargo no está claro que simplemente subiendo los tipos se pueda combatir, en esta ocasión, la subida de precios.

Los motivos de la inflación

Elevar los tipos de interés tiene un efecto claro en los precios: frena la inversión, lo cual detrae la demanda y ante una demanda más baja los precios caen. El problema de esta estrategia es que frena la economía, y por eso los Bancos Centrales tienen que hacerlo intentando minimizar los daños a la economía.

Sin embargo en esta ocasión la subida de precios tienen mucho que ver con la subida de precios energéticos, especialmente en Europa. Y aquí la subida de tipos tiene un impacto limitado, pues hay otros aspectos que determinan la oferta y la demanda.

Ante una subida de tipos la demanda baja, pero en energía no está tan claro. La demanda energética, al menos de los hogares, es bastante inelástica: el consumo no se va a frenar porque los tipos suban. Sí que tiene un impacto los propios precios y los hogares moderarán su consumo hasta cierto punto.

En la industria la cosa es muy distinta: tiene dos opciones ante los precios más altos, o elevar a su vez los precios o dejar de fabricar. Pero el impacto de esto es simplemente el precio energético y la subida de tipos va a tener un efecto muy limitado.

Los problemas energéticos

El principal problema energético que tenemos en el mundo (y especialmente en Europa) es la dependencia del gas natural. Normalmente cuando la dependencia es del petróleo las variaciones de oferta y demanda llegan rápidamente a los precios. En cambio en el gas es más complicado, pues el suministro suele ser principalmente por gaseoducto y muy determinado por temas geoopolíticos locales (como Rusia y Europa).

El transporte de gas por barco es algo relativamente reciente, tiene un coste bastante elevado (debido a que hay que licuar y deslicuar el gas) y existe todavía una falta de infraestructura (pocos barcos, pocas centrales de regasificación, por ejemplo Alemania no tiene ninguna).

Y esto ha coincidido con unas políticas de lucha contra el cambio climático que han impulsado el uso del gas en la generación de electricidad, por ejemplo dejando de lado el carbón. Si a esto le sumamos las presiones de Rusia, tenemos un cocktail perfecto para la explosión de precios que estamos viendo.

Todo esto no se soluciona con una subida de tipos de interés. Lo único que puede hacer esta subida es hacer financieramente imposibles ciertas transformaciones de la industria y retraer la demanda destruyendo la economía.

Cambiar el modelo energético es lento y costoso. Y por tanto no se puede solucionar de un día para otro. Los precios energéticos van a seguir impulsando la inflación por mucho que suban los tipos, a no ser que suban tanto para destruir suficientemente la economía como para que la demanda energética baje significativamente y con ello los precios.

Al final la salida de esta crisis inflaccionaria va a tener más que ver con la capacidad de los Estados para abaratar el gas, ya sea con menor consumo, con más buques de transporte de gas licuado, con más centrales de regasificación, volviendo a quemar carbón o interviniendo los mercados de generación eléctrica, que con los tipos de interés.

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La subida de tipos va a empezar a frenar la inversión: así afecta a las empresas

Los tipos de interés vuelven a subir. La inflación desbocada ha obligado al BCE a subir los tipos por primera vez en 11 años para atajar una situación que se puede llevar por delante la economía europea y que ya está afectando a muchos países.

Será un incremento del 0,25% a partir de julio y habrá otro en septiembre de la misma proporción se espera. Algo que se prevé es que esta situación perjudique a la inversión, y son los bancos los que lo han anticipado con una medida también que no se veía desde hace unos años.

Las entidades van a dejar de cobrar a las grandes empresas y clientes institucionales por sus depósitos. Hasta ahora se les aplicaba un 0,2% de cargo por esa liquidez sobrante que los bancos tienen depositada y que a estos les cobra el BCE.

Vamos, que les trasladaba ese coste con el objetivo de que utilizaran esa liquidez para invertir. Pero a partir de ahora no les cobrará nada, ¿por qué? Porque tampoco se les va a cobrar a los bancos, y esto puede perjudicar a la inversión. Todavía más de lo que ya está pasando.

Sin incentivos para invertir

Los bancos venían cobrando esta tasa de depósito a grandes empresas y clientes con el objetivo claro de que invirtieran. Si tenían en dinero parado se les 'penalizaba', de modo que era mejor tenerlo invertido.

Pero ahora -será a partir del cuarto trimestre- no se les va a cobrar por tener su dinero parado. Por lo tanto, se desincentiva la inversión y, teniendo en cuenta los tiempos que corren y lo complicado que se presenta ahorrar, muchas empresas preferirán tener su dinero guardado a buen recaudo.

Además, ahora mismo los mercados están muy revueltos y la rentabilidad es más difícil de conseguir, por lo que muchos pensarán que más vale pájaro en mano, dejando el dinero tranquilo en el banco.

Otro punto también importante es que la vivienda está volviendo a ser el valor estrella. Y para adquirir una se necesita un buen colchón de cash para la entrada, algo que incentiva más el ahorro que la inversión.

Por lo tanto, se vienen malos tiempos para los mercados. Muchos se alejan ante un panorama muy incierto en el que los ecos de la crisis financiera se oyen desde el BCE con algo a lo que nos habíamos desacostumbrado pero que fue nuestro pan de cada trimestre: las subidas de tipos. Veremos hasta cuándo.

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El efecto de la subida del SMI que no recoge el informe del banco de España: obliga a muchas empresas a ser mejores

Normalmente cuando se habla de las subidas del salario mínimo interprofesional (SMI) se hace siempre en términos de empleo o en términos de sacar a trabajadores de la pobreza. El último informe del Banco de España no es una excepción: se centra en los efectos de empleo que tuvo la subida del 22% del SMI en 2019.

Y efectivamente las conclusiones son interesantes, ya que esta medida ha tenido un impacto negativo en el empleo. Y, a pesar de la superficialidad con la que se ha hablado del estudio, es de buena calidad, las conclusiones parecen acertadas. Sin embargo hay un efecto que las subidas de SMI no suelen contemplar y es el impacto que tiene en las empresas.

SMI, empleo y pobreza

El debate del SMI siempre va en dos dirección. Los partidarios de sus subidas siempre indican que no puede ser que haya trabajadores pobres, que es necesario elevar el SMI para sacar de este pozo al conjunto de trabajadores que están peor remunerados. Los detractores dicen que expulsan del mercado laboral a los menos cualificados, y que en el caso de España esto es especialmente grave ya que tenemos mucho desempleo.

Sin embargo siempre que hay un problema hay que buscar sus causas: ¿por qué en España hay trabajadores con sueldos tan bajos? Hay países sin sueldo mínimo que funcionan bastante bien, como Dinamarca, Austria o Suecia. El problema que tenemos en España es que hay un tejido de pequeñas y medianas empresas excesivamente grande, que no logran tener una productividad suficiente para alcanzar la rentabilidad necesaria que le permita pagar sueldos más altos.

Es el pez que se muerde la cola: al no tener mucha rentabilidad tampoco puede usar a sus trabajadores de la forma más eficiente para que sean más productivos. Pero la rentabilidad quizá sea suficiente para "ir tirando" y no invertir en mejorar procesos o automatizar tareas que mejoren la productividad.

Y curiosamente, aquí es donde un efecto de segundo orden del SMI podría ser interesante: una subida del SMI puede hacer que las empresas, al no poder pagar sueldos bajos, tengan que ponerse las pilas para ser mejores.

Los efectos de la subida del SMI en la productividad

Si miramos desde el punto de vista de una empresa que tiene trabajadores cobrando el SMI, existen tres salidas ante una subida de dicho salario: una, reducir los márgenes; dos, si estos son escasos, dejar de producir (desaparecer, desmontar líneas de negocio, etc.); tres, mejorar para lograr absorber esta subida sin afectar a los márgenes.

Normalmente se dan una combinación de las tres, pero las dos segundas son fundamentales en el aumento de la productividad: por un lado desaparecen empresas menos competitivas en favor de las mejores. Y por otro empujan a las empresas menos competitivas a serlo o desaparecer. Es un efecto estudiado en otros países y extrapolable a España.

Por tanto aunque el Estado debería incentivar a las empresas a ser más productivas, por el bien de sus trabajadores, pero es un debate aburrido y queda mejor subir el SMI y apuntarse el tanto de que se preocupa de los trabajadores, en la práctica está haciendo lo mismo: con cada subida del SMI está empujando a las empresas a mejorar.

No estaría de más que el Estado, además de empujar ayude: por ejemplo creando planes de formación de trabajadores adecuados a los tiempos e incentivando inversiones. Ayudando, además de arrinconando, para que haya una salida que no sea desaparecer: mejorar.

La subida del SMI de 2019 y los incrementos en la productividad

El gran problema de las subidas del SMI es que, para ver sus efectos, hay que hacer algunos supuestos que luego son bastante debatibles. Al igual que en el informe del Banco de España se hacen algunos supuestos para medir el impacto en el empleo, habría que hacer lo mismo para medir la productividad.

Sin embargo, faltan datos. Ya el propio informe del Banco de España indica que para ir más allá de los efectos en el empleo harían falta datos de la Seguridad Social que no están disponibles. Pero desde luego sería interesante verlo, porque una subida del tal calibre del SMI ha tenido que tener un impacto nada desdeñable en las empresas que hayan podido absorberla.

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La subida del precio de la luz no es la única medida pro-ambiente que perjudicará a las rentas bajas y medias: esto es lo que está por venir

La subida del precio de la luz en todos los horarios es la medida energética del Gobierno para incentivar el consumo en horas distintas a las de punta y así tener una curva de la demanda más plana y sostenible. Esto ha ido acompañado de una rebaja de los costes fijos de la factura que difícilmente compensarán la subida de los variables.

Esta subida beneficiará a los que logren programar sus consumos en las horas valle y a los que consigan reducir sus consumos electricidad. Es decir, es una medida que beneficiará al medio ambiente (pues los picos en la demanda se suelen cubrir con tecnologías que emiten mucho CO2 y porque si reducimos el consumo emitimos menos) pero que es bastante regresiva, ya que los más perjudicados serán los desfavorecidos: gente con menos ingresos que no puedan planificar bien sus consumos (poner la lavadora de madrugada en un chalet no es un problema, hacerlo en un piso pequeño seguramente vaya en contra de la normativa de la Comunidad), que solo tienen una propiedad (esta reforma rebaja la factura de las segundas residencia al tener un fijo más bajo) o que no puede cambiar sus electrodomésticos frecuentemente por unos más eficientes.

Y no es la única reforma que vamos a ver en los años venideros que, intentando beneficiar el medio ambiente, va a perjudicar a las rentas bajas y medias. Veremos más reformas en este sentido que son pro-medio ambiente y claramente regresivas.

Viajes más caros

En los documentos del plan de recuperación enviado por España a Bruselas se indica que habrá nuevos impuestos a los vuelos. Este será el pistoletazo de salida para gravar los viajes en avión, una industria con muchas emisiones de CO2.

Y esta puede no ser la única medida. En Francia se han prohibido todos los vuelos nacionales que se puedan hacer en menos de dos horas y media en tren. Si se aplicara esta medida en España rutas como Madrid-Barcelona (la de mayor tráfico aéreo) estarían prohibidas y las alternativas exclusivas serían tren o carretera.

La clara alternativa a volar es usar el tren, que ahora mismo tiene unos precios excesivamente altos para rentas bajas, siendo en muchos casos mucho más caros que los vuelos. Está por ver el impacto que la competencia en el mercado de tren puede tener en los precios.

Lo que está claro es que las medidas pro-medio ambiente terminarán con la época dorada de viajar, donde todas las clases sociales se podían permitir (dentro de sus posibilidades) hacer viajes a destinos relativamente lejanos. El turismo para las clases bajas y medias será de menor alcance.

Desplazamientos

En el plan de recuperación también se indica una subida de los impuestos a los carburantes. Aparte, existe un plan para que los coches antiguos no puedan entrar en el centro de las grandes ciudades y que los motores de carburantes fósiles sean cosa del pasado en dos décadas.

Además las autovías serán de pago, para quién más use el vehículo pague más por el mantenimiento de las mismas. Esto sin contar que la renovación de los vehículos antiguos por los modernos eléctricos, aparte del coste asociado, dará ventajas a quien tenga garaje para recargarlo, a unos precios muy inferiores que los de las estaciones de carga. No hay que olvidar que unos 2/3 de los vehículos de España duermen en la calle.

Todas estas medidas empujan a las rentas más bajas al transporte público, que efectivamente es más sostenible, pero que impide, por ejemplo, acceder a mejores trabajos más lejos del hogar o que los hijos de estas clases puedan permitirse ir a mejores colegios que no sean el más cercano a casa.

Alimentación

Otra medida pro-medio ambiente que afectará a las clases más desfavorecidas será el encarecimiento de los alimentos. Por un lado está que las nuevas medidas anti-desplazamientos harán que el transporte de los alimentos sea más caro y por tanto su precio final en los supermercados. Pero por otro lado seguramente veamos medidas anti-carne próximamente.

Las rentas bajas no van a poder seguir con su estilo de vida debido a las medidas pro-medio ambiente

Igual que hemos visto un impuesto especial a las bebidas azucaradas (por motivos de salud, no de medio ambiente) en el futuro puede que veamos impuestos especiales a la carne, ya que la ganadería es especialmente contaminante (aunque tiene sus detractores). De hecho en el documento España 2050 presentado por el Gobierno hace unas semanas ya se apuntaba a un menor consumo de carne en el futuro.

Las clases bajas no podrán permitirse comer tanta carne como ahora. Esto, aparte de bueno para el medio ambiente, quizá incluso sea mejor para la salud, pues la base de la pirámide alimentaria son las verduras, frutas y legumbres. Sin embargo dudo que tenga un impacto significativo, al final la comida más barata es la ultraprocesada y esta es muy dañina. Esperemos que no haya una sustitución de carne y pescado por este tipo de comida.

Lo cierto es que las rentas bajas y medias se van a ver perjudicadas por todas estas medidas. Las rentas bajas no van a poder seguir con su estilo de vida debido a las medidas pro-medio ambiente y las rentas medias quizá sí puedan seguir igual pero con un efecto significativo en las finanzas. Las rentas más altas van a escapar, ya que el impacto de estos nuevos impuestos o precios no va a ser muy alto en sus rentas y van a poder seguir viajando en avión, desplazándose en sus coches eléctricos, programando el lavavajillas de madrugada (en una cocina que está muy lejos de los dormitorios) y comiendo carne cuando quieran.

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El euro y su espectacular subida ¿qué está pasando?

En lo que va de año el euro se ha anotado una subida del 5% frente al dólar. Una subida en medio de la fuerte contracción de la Eurozona pero que ha llevado al euro hasta experimentar un máximo en los 1,19 dólares.

Tras años de pesimismo, los alcistas han vuelto al euro que celebra la rápida subida de la moneda única a sus máximos de dos años frente al dólar. Dicho esto, la euforia se está atenuando ahora por la cautela sobre los efectos secundarios que podría acarrear la rápida subida.

A pesar de que el tipo de cambio no forma parte de un objetivo oficial de la política monetaria, esta fortaleza genera un temor a que el Banco Central Europeo se vea obligado a contener el euro, al considerarlo como una subida demasiado rápida. Además de perjudicar las exportaciones, el BCE no querrá ver a una moneda fuerte complicando su batalla contra la deflación.

Recordemos que cuando el euro se revalorizó un 5% frente al dólar en unas pocas semanas, a principios de 2018, Mario Draghi, entonces presidente del BCE, calificó el tipo de cambio de "fuente de incertidumbre".

Por otra parte, los inversores han vuelto a respaldar a las acciones europeas en los últimos meses, pero el tipo de cambio del euro también puede afectar a los beneficios de las empresas, ya que más de la mitad de las empresas de la Eurozona generan ingresos fuera del bloque.

Pero, para entender las causas de la fortaleza del euro sobre el dólar hay que analizar ambas divisas.

En primer lugar, si analizamos su tasa de cambio real -contra una cesta de monedas de socios comerciales, un indicador observado por los analistas de forex- se ha disparado a máximos de seis años. El euro gana frente al resto de divisas.

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Específicamente el euro se ha disparado un 11% frente al dólar desde mayo, beneficiándose del decisivo plan de estímulo conjunto de Europa para combatir el coronavirus y de la debilidad de la moneda estadounidense.

Y es que para contribuir a la reparación de los daños económicos y sociales provocados por la pandemia de coronavirus, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, propusieron una respuesta fiscal europea de 500.000 millones de euros, además de lo que los países planeaban hacer a nivel nacional. La Comisión Europea aumentó este importe a 750.000 millones de euros y, tras 90 horas de negociaciones, los Jefes de Estado y de Gobierno europeos lo acordaron el 21 de julio de 2020. Consiste en 390.000 millones de euros en subvenciones y 360 000 millones en préstamos. Y todo ello financiado con deuda emitida, por primera vez, por la Comisión Europea.

Esta vez se trata de un dinero que aunque habrá ciertas condiciones, esas reformas no vendrán supervisadas por la "troika". Por lo tanto, se puede interpretar como abrir la puerta a la integración fiscal y a una mayor solidaridad, poniendo a los "Hombres de Negro" de Bruselas en los libros de historia y fuera del futuro. Se está apostando por más Europa con esta crisis.

Además, en favor del euro hay que citar que ha tenido, en términos generales, una respuesta más exitosa a la pandemia en comparación con los Estados Unidos, que se enfrenta a las elecciones presidenciales en noviembre.

A diferencia de Europa, tenemos un estancamiento en el Congreso de Estados Unidos y la Administración Trump para la consolidación de un paquete de estímulo adicional para la pandemia, que refuerza las expectativas de bajo crecimiento y bajas tipos de interés por más tiempo.

Además, tenemos las tensiones Estados Unidos-China. Estados Unidos impuso el viernes sanciones a Luo Huining, el jefe de la Oficina de Enlace de China, así como a Carrie Lam, líder de Hong Kong, y a otros funcionarios actuales y anteriores a los que Washington acusa de restringir las libertades políticas en el centro financiero mundial. Las sanciones congelan cualquier activo estadounidense de los funcionarios, les prohíben hacer negocios en el país y, en general, impiden a los estadounidenses hacer negocios con ellos.

Trump Vs China

China ha respondido, imponiendo sanciones a 11 ciudadanos estadounidenses, incluyendo a los legisladores republicanos y el último movimiento en la tensa relación lo ha dado el Secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, dijo que las empresas de China y otros países que no cumplan con las normas de contabilidad serán retiradas de la lista de las bolsas de valores de a finales de 2021.

Si tenemos un recrudecimienro de las tensiones entre Estados Unidos y China podría llevar a una venta mayor de dólares, devaluando el par euro/dólar pero el impacto negativo no se limitará al estancamiento del comercio entre ambos países, podría perjudicar a la economía global.

La perspectiva negativa del dólar ha sido bastante clara en las últimas semanas. Los especuladores han ido incrementando sus posiciones bajistas netas en dólares. El valor de la posición corta neta en dólares aumentó a 28.940 millones de dólares en la semana que terminó el 4 de agosto, en comparación con la posición corta neta de 24.270 millones de dólares de la semana anterior.

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El próximo año toca subida de impuestos

La crisis del coronavirus está siendo profunda. Los datos de empleo del mes de marzo así lo constatan, y el problema no es solo ese sino que la recuperación en V es imposible. Habrá empleos que no se recuperen en el corto plazo.

Y todo esto en mitad de una crisis sanitaria sin precedentes. No es el momento de mirar por las cuentas públicas. Seguramente el Gobierno se endeude fuertemente para poder hacer frente a las prestaciones por desempleo, compensar la caída de ingresos y pagar gastos sanitarios. Independientemente de que este endeudamiento sea en forma de bonos, coronabonos o préstamos de la UE, la deuda habrá que pagarla en algún momento.

Los impuestos van a subir

No queda otra. El próximo año veremos fuertes incrementos de impuestos. El IRPF casi seguro. El IVA no me extrañaría. Y seguramente el de sociedades como algo simbólico para que no parezca que todo recae en la población (aunque la capacidad recaudatoria de este impuesto en una crisis es muy baja).

¿Os acordáis del momento "Montoro" en diciembre de 2011, cuando se anunció la mayor subida de impuestos de la historia? Pues vamos a ver algo parecido en unos meses. Seguramente, como en aquella ocasión, se dirá que es temporalmente, mientras se pagan las deudas extraordinarias contraídas. Pero con el hundimiento de la economía esta medida "temporal" estará más tiempo del que anuncien al principio (como pasó en 2011).

Volverán los recortes

Pero para compensar ingresos y gastos hay otra estrategia, no solo se trata de subir impuestos. Y es recortar en gastos. Los recortes que tanto criticó este Gobierno van a ser inevitables. Nos lo venderán como causa de fuerza mayor (y lo es) y no reconocerán que en la década pasada también lo fueron.

¿Dónde puede pegar un tijeretazo rápido el Gobierno? Sueldos públicos y pensiones. No sé si se atreverán, pero al principio del Estado de Alarma hubo algunas filtraciones sobre bajadas de sueldos a funcionarios.

Para que nos hagamos una idea, el Estado gasta en pensiones unos 135.000 millones de euros al año y unos 127.000 millones en sueldos públicos. Por cierto, entre los sueldos públicos están los médicos, enfermeros, policías y ejército que tanto están haciendo estos días, que a veces parece que solo hay gente haciendo papeleo burocrático en oficinas y ese no es, ni mucho menos, el grueso de los sueldos públicos.

¿Cuánto será la factura a pagar por la crisis del coronavirus? Todavía no se sabe. Pero seguramente varias decenas de miles de millones de euros. Y habrá que ver qué medidas extraordinarias se toman, pero desde luego una subida importante de impuestos seguro que la vamos a ver.

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La subida de las pensiones con el IPC, un debate que no estaba superado

En España desde que tengo memoria las pensiones se han revalorizado con el IPC. Y esto no era un problema hasta la Gran Recesión, cuando la Seguridad Social entró en déficit. España tuvo que solicitar el rescate (solo para salvar el sistema financiero) y entre las medidas acordadas con Europa estaban limitar el gasto en pensiones.

Pasada la crisis puede parecer que hay que levantar estas restricciones y volver a la revalorización de las pensiones con el IPC, y de hecho hay un gran consenso entre los partidos para que así sea. La primera decisión del nuevo Gobierno ha sido precisamente revalorizar las pensiones con el IPC, cosa que no se hizo el mes anterior por estar el Gobierno en funciones (o más bien, para presionar al Parlamento para que eligiera un nuevo Gobierno).

El déficit de la Seguridad Social

Sin embargo la relación entre los problemas de la Seguridad Social y la crisis no son tan claros. Por supuesto que la crisis agravó los problemas que venían a la Seguridad Social, los adelantó. Pero tenemos un panorama muy complicado en España: la demografía es la que es y el coste de las pensiones se va a comer poco a poco el Presupuesto. De hecho ya lo está haciendo.

Las reformas de 2010 y 2011 iban por el buen camino. Establecían que a medio plazo el gasto en Pensiones tenía que ir vinculado a la recaudación de la Seguridad Social para este efecto. Esto permitía dos cosas: que no haya presiones al Presupuesto más que a corto plazo, y también que los pensionistas puedan planificar el futuro pues no había grandes cambios a corto plazo.

Sin embargo la demografía de España también tiene un efecto y es que cada vez hay más votantes jubilados o cerca de la edad de jubilación. Cualquier medida que quiera contener el gasto en pensiones logrará una reacción negativa en las urnas. Y a esto no está dispuesto ningún partido.

El problema demográfico que viene

Pero dar una patada para delante, que es lo que está haciendo el Gobierno actual, no es una buena decisión. Las reformas de la década pasada eran buenas, de hecho beneficiaban a los pensionistas frente a las propuestas del grupo de expertos que planificaban incluso bajadas de las pensiones. Y sin embargo no ha logrado consolidarse.

El “marrón” demográfico y de pensiones que va a tener que comerse el Gobierno de dentro de 5-7 años es importante. Ya no habrá margen para rectificaciones suaves, tendrá que haber una decisión dura en el sentido de si queremos que cada vez se gaste más en todo (y las partidas más importantes son sanidad y educación) o si se recorta de una forma drástica las pensiones. No hay vuelta de hoja.

La única esperanza que tengo es que el nuevo Ministro de Seguridad Social, José Luis Escribá, es una persona seria que ha hecho una buena labor en la Autoridad Fiscal Independiente y que tiene claro lo que va a pasar con las pensiones si no se hace nada. Pero ya ha asumido como suya la subida del IPC. Si tiene un plan lo único que se me ocurre, si no se quiere tocar nada de los ya pensionistas, es endurecer (y mucho) las condiciones para serlo. Es decir, ampliar la edad de jubilación más allá de los 67 años a los que vamos encaminados y restringir mucho las jubilaciones anticipadas.

En El Blog Salmón | Las pensiones son el gran problema de España y nadie quiere hablar de ello

Imagen | Carlos Ebert

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