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El primer libro sobre bolsa era de un español y esto es lo que aconsejaba hace 300 años

Si hay una manera rápida de quedar en evidencia en economía, esa es, sin duda, dar consejos de bolsa. Sin embargo, multitud de libros han tratado de desvelar sus misterios y, el más antiguo, o al menos el más antiguo que se conserva, resulta ser de un español y esto es lo que tenía que decir.

Joseph Penso de la Vega Passariño era un judío hispano-holandés nacido en Espejo (Córdoba), en 1650. Su familia se marchó a Holanda siendo él muy pequeño y Joseph desarrolló un talento para la escritura y la economía.

Eso se reflejó en el libro Confusión de confusiones, que trata sobre el funcionamiento de la Bolsa de Valores de Ámsterdam, la primera creada en el mundo en 1611.

Escrito en 1688 y estructurado en 4 grandes secciones denominadas «Diálogos», el libro es, en realidad, una sátira, cuyo título completo es: Confusión de confusiones: diálogos curiosos entre un philosopho agudo, un mercader discreto, y un accionista erudito, describiendo el negocio de las acciones, su origen, su ethimologia, su realidad, su juego, y su enredo.

Este volumen ha pasado a la historia y, de hecho, hay reediciones modernas. Sin embargo, cuando uno lo lee, se pregunta si realmente es sátira o una descripción fiel del tema.

Cómo funciona la bolsa, explicado hace más de 300 años

Para empezar, Penso de la Vega tiene claro cómo definir a la Bolsa de Amsterdam de aquellos años:

La más justa y la más engañosa de Europa... La más fina y la más vulgar de la tierra.

Y en cuanto a su funcionamiento, ofrece una descripción que cada uno juzgará si es acertada y si, más de tres siglos después, no es un fiel reflejo de lo que ocurre hoy día:

Este negocio se ha convertido en un juego, y los comerciantes involucrados en él se han convertido en especuladores [...] Y lo que es peor, una parte de los corredores de bolsa se han convertido en tahúres [...] Es insensato pensar que se puede abandonar la Bolsa después de haber probado la dulzura de su miel. Aquel que ha entrado una vez en el atractivo círculo de la Bolsa, está permanentemente inquieto en una cárcel cuya llave se encuentra en el océano y cuyas rejas nunca se abren.

Sin embargo, a pesar de esa visión, el autor lo tiene claro cuando dice que las acciones no existen solamente para los tontos, sino también para los inteligentes.

Y por eso, da algunos consejos básicos.

Los principios de inversión en bolsa, según el libro más antiguo sobre ella

Como invertir en bolsa sin perder

Dejando claro al lector el sitio en el que se mete en el caso de querer invertir, de la Vega establece varios principios por los que se guía.

Estos se inclinan, sobre todo, por mantener una cabeza fría y no dejarse arrastrar por lo emocional del juego.

Así, el autor recomienda:

  1. Nunca dar consejos de bolsa, porque hasta la mejor recomendación se puede volver mala con el tiempo.
  2. Toma cada ganancia que tengas sin remordimiento por los beneficios perdidos, «porque una anguila se puede escapar antes de lo que crees», probablemente en referencia a que la suerte se acaba y es mejor recoger en una buena época, que esperar a ese momento de pico de valor, en el que nunca acertamos a la hora de dar la orden de compra.
  3. Los beneficios de la bolsa son como: «Los tesoros de los duendes. En un momento dado pueden ser piedras preciosas, luego carbón, luego diamantes, luego pedernal, luego rocío de la mañana y luego lágrimas». Es decir, la naturaleza volátil de la bolsa y sus ganancias.
  4. «Quien quiera ganar este juego debe tener paciencia y dinero, ya que los valores son poco constantes y los rumores muy poco fundados en la verdad. El que sabe soportar los golpes sin dejarse aterrorizar por la desgracia se parece al león que responde al trueno con un rugido, y no se parece al ciervo que, aturdido por el trueno, intenta huir».

Uno podría pensar que, tratándose de la primera bolsa, que empezó con un solo valor (La Compañía Holandesa de las Indias Orientales), negociado en un solo lugar, la cosa era menos turbulenta. Sin embargo, el autor deja claro que, ya desde el primer minuto, la bolsa se comportaba igual que hoy: histeria, información asimétrica, osos y toros, irracionalidad...

Sabrás que las acciones tienen tres estímulos para subir y otros tres para bajar: el estado de la India, la disposición de Europa y las apuestas de los accionistas. Sin embargo, muy a menudo las noticias no producen ningún beneficio, porque llevan los flujos a otra dirección.

Eso provoca que el inversor de bolsa viva en un constante estado emocional que nubla su actuación:

Si el que compra algunas partidas, ve que bajan, rabia de haber comprado. Si suben, rabia de que no compró más. Si compra, suben, vende, gana, y luego vuelan aún a más alto precio del que ha vendido, entonces rabia de que vendió por menor precio. Si no compra ni vende, y van subiendo, rabia de que, habiendo tenido impulsos de comprar, no hizo caso a esos impulsos.

¿Cómo superar eso y ser el león que le ruge al trueno?

La máxima de los accionistas veteranos, es: No casarse con las acciones [...] En perdiendo, esperar, en ganando, recoger.

De lo contrario, este es el destino de quienes no se comportan así:

No quieren apercibir esta filosofía los inquietos, y como son aire, y es aire lo que tratan, para fabricar torres en el aire, juzgan que cuanto más se mueven más se exaltan, cuanto más se agitan más se calientan, y cuanto más se calientan más crecen [...] Quien tal hace, que tal pague.

Osos y toros

Osos Y Toros en bolsa

No está claro de donde vienen las denominaciones de osos y toros, o por qué se usan así en bolsa. Hay toda clase de explicaciones coloridas, pero Penso de la Vega ya habla de ellos en su Confusiones:

En este infierno de apuestas hay dos clases de especuladores, tan opuestos entre sí, que representan las antípodas en sus decisiones y, según creo, en sus destinos.

Los toros (o Amantes en su término en flamenco), siempre empiezan sus operaciones con compras y los osos siempre empiezan sus operaciones con ventas.

Los toros son como la jirafa, que no se asusta por nada, o como el mago del


Elector de Colonia, que en su espejo hacía aparecer a las damas mucho más bellas de lo que eran en realidad. Todo lo aman, todo lo alaban, todo lo exageran [...] Así, los toros hacen creer al público que sus trucos significan riqueza y que las cosechas crecen en las tumbas [...] No se impresionan por un incendio ni se perturban por una debacle. [...] Los osos, por el contrario, se rigen completamente por el miedo, la inquietud y el nerviosismo. Los conejos se convierten en elefantes, las peleas en una taberna se convierten en rebeliones, las sombras tenues les aparecen como signos de caos.

¿Y qué debemos ser nosotros, toros u osos?

En su texto, de la Vega destila que ninguno, o mejor dicho, usar cada papel como mejor convenga a nuestros intereses en cada momento.

Pero la cuestión principal del libro, y de la filosofía del autor, quizá se resuma a la perfección en esta frase:

La cuestión no está en ver cómo se entra en él (juego de la bolsa), sino en considerar cómo se sale.

La moraleja de Confusión de confusiones, en caso de haberla, parece ser que, aparte de crear instrumentos financieros cada vez más complejos con los que hacer negocio, no se ha inventado mucho nuevo en más de 300 años.

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El pequeño libro para invertir con sentido común de John C Bogle

John C Bogle fue el fundador de Vanguard Group, y aunque no se le puede atribuir la invención de la inversión indexada porque era una idea que llevaba años rondando en los círculos académicos, si es cierto que fue el primero en ponerla en práctica mediante una empresa de gestión. Aunque ya habíamos hablado de él en el pasado, hoy repasamos uno de sus libros sobre inversión, dónde explica sin muchos artificios por qué debemos de invertir en fondos indexados (gestión pasiva) en vez de en fondos gestionados.

¿Por qué Bogle defiende la gestión pasiva?

Aparte de sus intereses personales y profesionales, Bogle defiende la inversión pasiva por los siguientes argumentos:

  • La rentabilidad histórica (ofrece una gráfica de periodo entre 1900 y 2005 le da la razón), la bolsa acaba subiendo a largo plazo, combinado con la capitalización del interés compuesto, a lo largo de décadas una pequeña inversión puede acabar siendo una cantidad muy alta.
  • El coste de la industria de gestión de patrimonios supera la rentabilidad en la mayor parte de los casos de la ventaja que pudiera dar invertir en fondos indexados en vez de seleccionar unas acciones mejores que las otras, así al disminuir el coste por haber una menor rotación de activos.
  • Una menor rotación disminuye los impuestos a pagar por las transacciones (no obstante el mayor coste fiscal, al menos en España, son los impuestos sobre la plusvalía cunado retiramos el dinero del mismo).
  • Que un fondo haya obtenido beneficios en el pasado, no los garantiza en el futuro. Muchas veces un fondo ganador acaba atrayendo a nuevos inversores que bajan la rentabilidad por capital gestionado. Muchos fondos reportan una rentabilidad mayor de la que dan en la realidad, al no incluir su gestión. Su cálculo es que sólo el 2% de los fondos tendrán una rentabilidad superior al mercado en los próximos 50 años.
  • Adicionalmente, es bastante difícil elegir los fondos ganadores, y la rentabilidad pasada no implica una rentabilidad futura. En el momento de la burbuja tecnológica de principios de siglo, los fondos centrados en este tipo de empresas estaban teniendo fuertes rentabilidades, pero también las tuvieran tras la explosión de dicha burbuja.
  • Benjamin Graham, el mentor de Warren Buffet y autor de El Inversor Inteligente, en entrevistas al final de su vida decía que no veía como obtener una rentabilidad a largo plazo superior a la del mercado, además de que si anteriormente no se investigaba el mercado, en la actualidad (hablamos de 1976) el volumen de investigación era tal que era muy difícil encontrar acciones infravaloradas.

¿Cómo elegir fondos?

Bogle recomienda entonces elegir fondos idexados, y que también tengan los menores costes y rotación posibles. Es decir, no debemos buscar los indexados, sino también aquellos que tengan bajo coste. También recomienda centrarse en índices que representen todo el mercado. Además añade que algunos fondos indexados cobran comisiones de sucripción, y recomienda prescindir de estos fondos, comparando uno de Vanguard con otro de la competencia.

Respecto a los fondos de renta fija (bonos y similares), aparte de centrarse en los indexados de bajo coste y sin comisión de suscripción, recomienda centrarse en aquellos de deuda a corto plazo, ya que los gestores activos por ejemplo tienen la tentación de comprar bonos de plazo más largo que ofrecen más rentabilidad, pero también mayor riesgo.

También recomienda alejarse de aquellos fondos que invierten en índices cuya ponderación no está centrada en la capitalización, sino en otros aspectos como el dividendo o la especialización de las empresas que lo componen. Bogle tampoco recomienda los fondos cotizados (ETFs), por sus comisiones de transacción y los impuestos asociados cuando se venden con beneficio. Luego sólo los recomienda si se mantienen largo plazo y se compra aquellos que replican todo el mercado, no aquellos especializados.

Quizás habría que añadir que en algunas geografías es más fácil acceder a ETFs que a fondos indexados, que no interesan a los comercializadores por sus bajas comisiones. Esto habría que tenerlo en cuenta.

No tienes que creerme a mí

El libro incluye una recopilación de declaraciones de inversores famosos que confirman las tesis de Bogle de que es mejor invertir en fondos indexados, lo que dice Bogle es no tienes que creerme a mí, confía en lo que te dicen Charles Munger (socio de Warren Buffet en Berkshire Hathaway), William Bernstein (autor de los cuatro pilares de la inversión), Benjamin Graham (autor del inversor inteligente y mentor de Warren Buffet), David Swnensen (director de inversiones del fondo de la Universidad Yale), Jonatahn Davis (columnista de The Spectator en Londres), Peter Lynch, gestor del fondo Fidelity Magellan), James J Cramer (presentador del programa Mad Money), Warren Buffet, Andrew Lo (profesor del MIT), Charles Schwab, Mark Hulbert, John B Shoven (de Stanford y de la Oficina Nacional de Investigación Económica, Joel M Dickinson (que estaba entonces en la Reserva Federal), Paul Samuelson (Catedrático de Economía del MIT y premio Nobel), Jonatahn Clements (columnista del Wall Street Journal), Nassim Nicholas Taleb (autor de Cisne Negro y Antifragil) Tyler Mathisen, (editor ejecutivo de Money) y otros muchos destacados del mundo de la economía y finanzas, ya sea del ámbito de gestión, del académico o de la industria editorial.

De hecho a veces parece que Bogle escribió el libro diciendo que todos los grandes le daban la razón, cuando en su momento cuando lanzó Vanguard como gestora de fondos, fue muy criticado. El tiempo le ha dado la razón y Bogle lo sabía y quiso dejarlo claro cuando escribió su libro.

Por último Bogle hace una serie de recomendaciones a la hora de invertir, no sólo partiendo de los fondos indexados. Recomienda no dedicar más del 5% a la inversión en estrategias no centradas en fondos inversados y no más del 20% a la inversión internacional (esto habría que matizarlo, porque si EEUU es una economía muy grande, España por ejemplo no lo sería).

Por último, en castellano existe más de una edición de este libro, por lo que recomiendo buscar la más barata. Yo he leído la traducción de Gustavo Teruel y me ha parecido buena (muchas veces me quejo de las traducciones al castellano de los libros).

En El Blog Salmón | Fondos de gestión activa vs gestión pasiva: existe una tercera vía, Obituario: John C. Bogle, el emprendedor que puso al alcance de todos la mejor inversión, Inversión en tiempos de tipos bajos, el primer libro de El Blog Salmón, Malos consejos para tus finanzas personales, Los españoles ahorramos poco e invertimos mal y La forma (realista y aburrida) de hacerse rico

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