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El coche eléctrico es la gran oportunidad que están viendo los fabricantes chinos para conquistar Europa y el mundo

Hace unos pocos días que 100 modelos Tang del fabricante chino BYD han desembarcado en Noruega. Estos coches son los primeros de los 1500 que el fabricante chino pretende exportar a Europa este año. Pero no es el primer fabricante de coches chinos que ofrece sus modelos en Europa, ni va a ser el último.

El coche eléctrico supone una disrupción tecnológica en cómo se plantean los procesos de diseño producción y comercialización de los mismos, algo que está revolucionando a todos los fabricantes de coches mundiales. En medio de estas aguas revueltas, los fabricantes chinos quieren pescar un trozo de la tarta del mercado europeo, ofreciendo sus productos e introduciéndose en el mercado, con varias estratégias.

El coche eléctrico supone una disrupción tecnológica en la que China lleva la delantera

NIO

Aunque habitualmente pensamos en Tesla como el epítome de los coches eléctricos, el país que tiene más fabricantes y donde más se venden es China. Existen además varias marcas que se han diseñado para hacer la competencia a Tesla, siendo NIO la más conocida de todas, pero también hay otras que ofrecen a consumidores más generalistas, que tienen un presupuesto menos “premium”.

El vehículo eléctrico supone un cambio tecnológico que da la vuelta a los fabricantes. Empecemos porque los coches eléctricos pasan de tener un énfasis en el motor (como lo tienen los térmicos) a un énfasis en las baterías. En general cuanta más capacidad de carga en sus baterías tenga un coche eléctrico, mayor será su autonomía y menor sus desventajas frente a uno de motor térmico. Por tanto si queremos vender coches eléctricos más vale que tengan una buena batería.

Las baterías son estratégicas para los vehículos eléctricos, siendo quizás el componente de mayor valor añadido para el vehículo, cuando antes lo era el motor en los térmicos. Los fabricantes europeos, típicamente alemanes, están sometiéndose a una reestructuración brutal, si antes el énfasis estaba en los motores térmicos y que fueran más durables, suaves y económicos, ahora va a ir a las baterías y los sistemas de infoentretenimiento. Es decir, el cambio tecnológico implica que se deben de reestructurar las empresas tal y como están concebidas, y todo esto a gran velocidad.

Marcas viejas y nuevas para vender coches eléctricos

BYD NORGE

Hace no muchos años en Europa existía una marca denominada MG (Morris Garages), una histórica marca inglesa que acabó siendo propiedad del extinto fabricante británico Rover. Cuando Rover quebró, el fabricante chino SAIC compró estos activos salvo la marca Rover que quedó en manos de Land Rover que tenía derecho a hacerlo. SAIC pasó a vender los modelos de Rover bajo la marca Roewe y MG. Ahora SAIC ha decidido vender sus productos en Europa a través de la marca MG.

Su campaña de publicidad y relaciones públicas está siendo agresiva, saben que todavía que da cierto recuerdo de la marca en Europa y quieren aprovecharlo. En Reino Unido cuando volvieron ofrecían vehículos con motor de explosión, pero en España directamente se limitan a ofrecer una gama eléctrica. Y es que los fabricantes chinos se han dado cuenta de que al cambiar la tecnología, las marcas del mercado pueden cambiar con menos esfuerzo en la mente del consumidor.

Esta jugada de comprar un fabricante europeo ya ha sido efectuada. El fabricante chino Geely lo hizo al adquirir el sueco Volvo a Ford, hace más de diez años. Además, utilizó la división de este fabricante para sacar una marca nueva centrada en vehículos eléctricos y electrificados (híbridos enchufables), la marca Polestar, que vende sus coches fabricados en China bajo una marca nórdica. El fabricante Geely también tiene la marca Lync&Co, centrada especialmente en aquellos “millenials” que pueden comprar o alquilar un SUV híbrido enchufable. Los Lync & Co ya están disponibles en Europa. Ya sea en modalidad de venta o en modalidad de alquiler.

El fabricante chino NIO, considerado una Startup o el “Tesla Chino” también va a desembarcar próximamente en Europa, empezando por Noruega donde piensa poner estaciones de cambio de baterías, que eliminan el problema de los tiempos de carga del coche eléctrico. Dadas las ventajas que tienen en Noruega los coches eléctricos y el alto poder adquisitivo de la población, no es de extrañar que esté siendo su puerta de entrada, com en su momento lo fue para Tesla en el mercado Europeo.

Volviendo a MG, estos han pasado a una política comercial agresiva, MG está haciendo una fuerte campaña de relaciones públicas y además adelanta las ayudas del gobierno a coches eléctricos, de modo que “abaratan” sus vehículos, algunos casi al nivel de coste de un coche térmico.

Pero las marcas mediante los cuales los fabricantes chinos optan por vender sus vehículos no son necesariamente nuevas o de origen europeo, tenemos el ejemplo mencionado anteriormente de los vehículos BYD que han desembarcado en noruega, o como el fabricante DFSK (DongFeng Sokon), que si bien los primeros modelos que introdujo tenían un motor térmico, planea importar coches eléctricos a España en breve.

Los fabricantes europeos tiemblan

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No es de extrañar que los fabricantes europeos estén siendo sometidos a una fuerte reestructuración en su gama a marchas forzadas, si ya Tesla dio un susto al superar con su modelo Model 3 temporalmente las ventas de los equivalentes térmicos alemanes, la introducción en el mercado de muchas marcas chinas a la vez puede ser un embiste que haga que algunos gigantes inhabitables se vean en problemas.

Ya existen, eso sí, modelos eléctricos en casi todas las marcas de los grandes grupos europeos (Volkswagen, Stellantis (la empresa resultante de fusión de PSA y FCA), Renault, BMW, Daimler y Jaguar Land Rover. Pero queda por ver si van a ser capaces de ofrecer un producto competitivo al respecto de los productos que poco a poco están viniendo de China, cuando están ofreciendo productos desde Low-Cost a Premium.

También va a afectar a las marcas no europeas que operan en Europa, básicamente Ford, Hyundai-KIA, Nissan, Toyota y Honda. Queda por ver si estos fabricantes serán capaces de resistir el embioste o algunos abandonarán el mercado europeo, como ya lo hizo General Motors al cerrar Chevrolet y vender Saab y Opel a otros fabricantes) o se lo ha estado planteando Mitsubishi tras abandonar EEUU.

Si cualquiera de los grandes empresarios de la automoción europea (Agnelli, Renault, Daimler, Porsche, Citroën, etc) levantara la cabeza, no iba a reconocer en nada la empresa que fundó.

Pregunta a los lectores ¿comprarían un coche chino o conocen a alguien que lo haya hecho? ¿Creen que los fabricantes europeos serán capaces de aguantar bien la que se les viene?

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Imagen | Rutger van der Maar

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El coche eléctrico está muerto, bienvenido sea el coche eléctrico

Diversos sectores hacen extensivo al coche eléctrico buena parte de ese debate muchas veces tan visceral, y con posiciones tan enfrentadas, como es el existente en torno al cambio climático y al cambio de modelo energético. Como parte de esa extensión de cierta crispación, algunos de los sectores negacionistas incluso llegan a gritar "muerte al coche eléctrico".

Pero ante tal grito proclamando directamente la muerte de esta tecnología, lo cierto es que no podemos pasar por alto sus otras grandes (grandísimas) ventajas, totalmente independientes de sus emisiones cero. Y así, tras ese fatídico grito, no podemos sino dar la bienvenida de nuevo al coche eléctrico, incluso aunque sea en la era del post-cambio climático.

El coche eléctrico es muchas veces el objeto de las críticas por parte de los más excépticos del cambio climático

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Como en todo debate polarizado al extremo, las posiciones equilibradas no son muy comunes en todo lo que gira en torno al cambio climático y al cambio de modelo energético (coche eléctrico incluido). En este sentido, este coche de amperaje en vez de octanaje, es muchas veces el blanco de impasibles críticas que son más parte de un discurso general (y generalizado) que críticas certeras.

Así, en el ecosistema de los críticos del coche eléctrico, podemos encontrar desde los más tozudos que siguen negando por la mayor el ya muy palpable cambio climático, también están los que ahora han mutado y admiten que lo hay pero que no es por los combustibles fósiles, tenemos por otro lado a los que simplemente creen que la tecnología del coche eléctrico no está madura para dar el salto a ella, o incluso los hay que ya han tirado la toalla ante la catástrofe climática y creen que quemar más o menos petróleo ya no va a cambiar nuestro incierto destino, y por último tenemos a aquellos que creen que ya hay descubrimientos que nos van a permitir seguir quemando petróleo sin agravar el efecto invernadero.

Pero lo cierto que, sea por lo que sea, desde algunos de esos sectores incluso llegan a gritar ese "¡Muerte al coche eléctrico!" que les decíamos: y no, no sólo no debemos sentenciar a esta tecnología, sino que debemos volver a darle la bienvenida sea cual sea el escenario tras la llegada del cambio climático. Así, tal y como se hacía en la época del "a rey depuesto, rey puesto", debemos a su vez gritar nosotros "¡Viva el coche eléctrico!".

Tal vez la guerra del diésel haya ligado para siempre los destinos del coche eléctrico y la industria automovilística europea

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En este convulso escenario internacional en el que nos han zambullido con nocturnidad y alevosía, vemos cómo los aliados del pasado son inciertos y poco fiables compañeros de viajes futuros. Y si algo es cierto es que, tras esa guerra del diésel que han proclamado los Estados Unidos de Trump para impactar en la línea de flotación del transatlántico europeo (y cuyos efectos sísmicos ya se están empezando a sentir bajo el suelo europeo), al final el sector automovilístico ha resultado ser tan sólo un campo de batalla más, al que posteriormente se han añadido otros como el aeronáutico. De esta manera, ha quedado meridianamente claro cómo la intención verdadera del inicio de las hostilidades era en realidad atacar todo sector que fuese estratégico para la socioeconomía europea.

Así, y volviendo al mundo del automóvil, Europa no ha tenido mucha opción más que apostar decididamente por el coche eléctrico, aunque desde estas líneas ya saben cómo hemos afirmado que, a la par, además desde Bruselas deben contra-atacar, y poner en valor la avanzada tecnología diésel europea como modelo de transición, y de la cual Europa tampoco se puede permitir todavía prescindir "por las bravas".

Mal que les pese a los que tratan de propiciar por todos los medios (y levantando fundadas sospechas) que todos sigamos quemando cuanto más petróleo mejor, y que intentan incluso frenar inciativas gubernamentales o de la propia industria en pos de unos motores con menos emisiones, la realidad es que, tanto por visión de futuro, como por compromiso con el medioambiente, como por estrategia alternativa a la tecnologíá diésel, en la práctica, el sector automovilístico europeo actualmente ve su futuro mayormente ligado al del coche eléctrico, que ya les analizamos que debe hacer las veces de revulsivo tras la teledirigida guerra del diésel.

Y habrá sus detractores, que incluso podemos concederles que llevan razón en alguno de sus planteamientos, pero debemos recordar que, a estas alturas, incluso economistas de la talla de Daniel Lacalle, tradicionalmente muy a favor del sector petrolífero, ya han afirmado que la transición de modelo energético es literalmente inevitable. Lo es. Y el coche eléctrico es tan sólo un aspecto más de esa transición. El problema es que tal vez la tecnología no esté lo suficientemente madura todavía para dar inmediatamente el salto definitivo ya, no es apropiado para todos los casos de uso. Pero ello no quita que no haya que seguir apostando decididamente por esta tecnología para catalizar su advenimiento final, aunque obviamente debe hacerse también en los términos adecuados en cuanto a rentabilidad y viabilidad económica.

Pero la gran ventaja del coche eléctrico que no debemos pasar por alto es lo que nos hace proclamar su futuro reinado

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Pero es que, aparte de todos los factores enumerados anteriormente, y sin restar un ápice de su importancia para el sector automovilísitico europeo, además no debemos perder de vista una de las grandes (grandísimas) ventajas que tiene el coche eléctrico. El hecho es que el momento actual es muy propicio para impulsar su adopción, que no hace sino añadir un estratégico y muy relevante grado de flexibilidad a nuestro sistema energético. Porque sin el coche eléctrico (y con permiso del coche con pila de hidrógeno o de las prometedoras hojas artificiales de fotosíntesis), lo que tenemos es que, en la actualidad, irremediablemente sólo podemos limitarnos en la mayoría de los casos a quemar petróleo para desplazarnos en nuestros automóviles, camiones, aviones, etc. En incontables casos (todavía) no hay alternativa posible (y por respeto al escaso tiempo de nuestros lectores no cuento entre ellas las (in)revoluciones a lo Greta Thunberg, como es cruzar el Atlántico en catamarán, o recorrerse Europa de punta a punta en tren y haciéndose marketing personal de forma intencionadamente exagerada y mediatizada).

Por el contrario, si en vez de coches con motores de combustión, tenemos coches eléctricos, ganamos una ventaja colosal: podemos pasar a elegir en cada momento con qué queremos propulsar nuestros vehículos de transporte. Porque si lo que les impulsa pasan a ser motores eléctricos, la generación final de esa energía será la del mix eléctrico de la red eléctrica nacional, o incluso se puede pensar en nuevos modelos de negocios con compañías con puntos de abastecimiento que vendan energía 100% renovable para recargar su coche (como ya existen por cierto para el suministro doméstico desde hace años).

Efectivamente, el coche eléctrico no puede declararse muerto ni de lejos (que tampoco lo estaba), y menos aún porque sea cortoplacistamente visto como una mera forma de luchas contra el cambio climático. Hay que ser capaces de saber que el coche eléctrico es realmente un activo estratégico, que va a revolucionar nuestro transporte y tener sobre él una capacidad de decisión totalmente desconocida hasta el momento. El coche eléctrico supone poder governar sin apenas periodo de transición sobre un tejido de transporte tremendamente disperso, atomizado y rígido por naturaleza. El coche eléctrico puede ser limpio o no, puede ser a base de energía nuclear o de renovables, puede funcionar a base de combustión de gas o de diésel. El coche eléctrico es poder de decisión masiva, y eso vale su peso en oro socioeconómico en un mundo siempre imprevisible: nunca sabemos qué vamos a necesitar en un futuro, y puede que lo necesitemos tan imperiosamente como en el punto al que nos ha llevado el cambio climático. Aprendamos al menos la lección de que la flexibilididad y el poder de decisión es un punto al que no nos podemos permitir renunciar.

Imágenes | Pixabay Joenomias | Pixabay paulbr75 | Pixabay geralt | Pixabay TayebMEZAHDIA

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