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Al aumentar la edad hay que invertir el porcentaje de inversión en renta fija: te explicamos por qué

Es habitual que, a medida que el inversor cumple años y se acerca a la edad de jubilación, se decida que su cartera de inversión vaya incrementando el peso de los activos de renta fija frente al resto de activos ya que pagan un importe fijo hasta su vencimiento.

A pesar de que la tolerancia al riesgo está altamente individualizada, los inversores cercanos a la jubilación deben invertir en renta fija y sobreponderar sus carteras por tres razones: ingresos por intereses, diversificación y protección contra un deterioro económico o deflación.

En primer lugar, los ingresos por intereses son una forma de capitalización, que puede aumentar considerablemente la rentabilidad total de una cartera de bonos (que incluye tanto los cambios en el precio de los bonos como los ingresos por intereses generados por los bonos de la cartera).

Desde el punto de vista de la diversificación, se trata de no «poner todos los huevos en la misma cesta». Un inversor con una edad avanzada se enfrenta al riesgo de que el mercado bursátil baje y haga caer también el valor de la cartera. Para compensar este riesgo, los inversores han recurrido durante mucho tiempo a las inversiones en renta fija porque la rentabilidad de las acciones y los bonos no suele estar correlacionado; es decir, los factores del mercado que pueden tener un impacto negativo en el rendimiento de las acciones no tiene por qué repercutir en los bonos.

Los bonos se consideran generalmente una inversión menos volátil que las acciones, y los inversores suelen incluirlos en un esfuerzo por reducir parte del riesgo inherente a una cartera centrada en las acciones. De este modo, mantienen la rentabilidad conseguida en los años previos. Los inversores que están más cerca de la jubilación pueden depender de sus inversiones para generar ingresos. Debido a que la renta fija generalmente conlleva menos riesgo, estos activos pueden ser una buena opción para los inversores que tienen menos tiempo para recuperar las pérdidas. 

Otro de sus atractivos es la protección contra la desaceleración económica, crisis o la deflación. Las inversiones en bonos pueden ayudar a proteger a los inversores durante una desaceleración económica por varias razones. El precio de un bono depende de cuánto valoran los inversores los ingresos por intereses que proporcionan los bonos.

Cuando los precios de los bienes y servicios están subiendo (generalmente durante los periodos de crecimiento económico), la renta de un bono se vuelve menos atractiva porque esa renta compra menos bienes y servicios. Por otro lado, un crecimiento económico más lento suele conducir a precios más bajos de los bienes y servicios, lo que hace que los ingresos de los bonos sean más atractivos.

Una desaceleración económica también suele ser negativa para los beneficios de las empresas, lo que aumenta el atractivo de los ingresos de los bonos como fuente de rentabilidad. Si la ralentización se vuelve lo suficientemente mala como para que los consumidores dejen de comprar cosas y los precios de la economía empiecen a caer, entonces los ingresos de los bonos se vuelven aún más atractivos porque uno puede comprar más bienes y servicios (debido a sus precios deflactados) con la misma cantidad de ingresos de los bonos.